De visita en Disí

Por alguna extraña razón, no vi Washington en ninguna de las tres ocasiones anteriores en que había estado en EE.UU. La cosa tiene bastante mérito, teniendo en cuenta que la ciudad se encuentra a unas dos horas de donde he estado siempre (Charlottesville, Virginia). Por una parte, no sé si tiene mucho interés ver una ciudad que ya se ha visto cientos de miles de veces en las películas (y que, además, no cuenta con la Casa Blanca desde que la destruyeron en Independence Day, poco antes de que cambiaran el monumento a Lincoln por el de una grotesca estatua de un mono vestido como tal). Por otra, una ciudad que tiene un DC al final cuyo verdadero objetivo es que todos la denominen por el DC poniendo cara de interesante (y, así, no es Washington, sino “disí”, al igual que no es Ciudad de Méxito, sino “Deefe”) merece un respeto.

Así que esta vez decidí que, si tenía una oportunidad, me acercaría, y eso he hecho este fin de semana. Tres eran los objetivos fundamentales de la visita: a) ver museos freaks; b) ver sitios que salen en el Ala Oeste de la Casa Blanca; y c) poder decirle a alguien, a quien sea, que he estado en “Disí” este fin de semana.

Lo último acabo de hacerlo con este titular; aunque entiendo que aquellos de Ustedes que no han estado nunca en Disí igual no lo han pillado. ¡Aahhh, cómo es esta gente a la que hay que explicárselo todo! ¡Qué agradable resulta ponerles precisamente a ellos nuestra mejor cara de displicencia!

En cuanto al visionado de sitios del Ala Oeste, destacaría, sobre todo, mi visita a la “Catedral Nacional” de Washington (perdón: de Disí). La Catedral Nacional es un monumento de principios del siglo XX que imita una catedral gótica, y que, por otro lado, se supone que está consagrada indistintamente para todas las confesiones de raíz cristiana, o a casi todas (supongo que para los davidianos, los que se inmolaron en Waco hace unos cuantos años, no). O sea, imitación “quiero y no puedo” de las catedrales europeas en la que se suple la autenticidad con tamaño y mezclolanza. ¡La Catedral Nacional es América!

El motivo de ir allí es que la Catedral Nacional es el escenario de uno de los momentos más emblemáticos del Ala Oeste: el discursito chulopiscinas que le suelta el Presidente Barlet (cabreadísimo porque acaba de morir en un accidente su secretaria – hada madrina y que espera anunciar que no se presentará a la reelección) a Dios, mitad en inglés mitad en latín, culminado, en señal de desprecio, con uno de los peores crímenes que puede cometer un ser humano: fumar.

Pero al ir descubrí algo sorprendente: la Catedral Nacional de Washington está en el quinto pinto, en una colina lejos de todo, rodeada de suburbios intercambiables con cualquier barrio de suburbios de EE.UU. (salvo por la presencia, en mitad del barrio, de la embajada Suiza, con su irritante neutralidad). Muy, muy lejos. 40 minutos largos que me pegué andando (a buen ritmo, «que seguro que está al lado») desde el metro, con un calor y una humedad que me hacían sentirme como en casa. Y para más emoción, con la mochila a cuestas, puesto que aún no había podido ir al hotel.

Por supuesto, al llegar por fin a mi destino me encontré la Catedral Nacional en obras y rodeada con una simpática valla que me impidió el paso: el terremoto de la semana anterior había provocado bastantes desperfectos (recuerden lo que les decía sobre las edificaciones “quiero y no puedo” americanas: en la II Guerra Mundial la catedral de Colonia, sólida, alemana, resistió años de bombardeos; ahora llega un terremoto de andar por casa y casi se lleva por delante la Catedral Nacional), cosa de la que no tenía ni la menor idea. Así que después de 40 minutos de ida (y otros 40 de vuelta), todo lo que conseguí fue mirar a través de una valla. ¡Derrotado por la tectónica! ¡Para que luego la gente de UPyD se extrañe de que sea un radikal anticlerical no-laicista!

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Cutrefoto nº 1: la Catedral Nacional, inalcanzable

A pesar de todo, inasequible al desaliento, esa tarde me recorrí casi todos los lugares emblemáticos: la Casa Blanca (llamé a Obama, pero no estaba; igual estaba en casa de sus padres, o suplicando a los mercados), el Capitolio y el Tribunal Supremo, los monumentos a Washington, a Jefferson y a Lincoln… En este último pude asistir a un momento verdaderamente notable: mientras la mayoría de la gente miraba el monumento a Lincoln, o le hacía fotos, o descansaba, hordas de japoneses (o chinos, confieso que no sé diferenciarlos) se dedicaban a estar expectantes con su cámara esperando a que apareciese en el cielo, justo por encima del monumento, algún avión volando muy bajo (es de suponer que para aterrizar en el Aeropuerto Ronald Reagan que hay al lado, no para estrellarse), momento en el cual le hacían una foto al avión, supongo que para congelar el alma del Boeing 757 en la foto, o para plasmar el vuelo de una grulla que busca un melocotón maduro en el mar azul del cielo, o cualquier otra estupidez oriental.

Los museos fueron una grata experiencia. Cuando era niño, mis padres me enseñaron a odiar con vehemencia los museos de arte: me llevaban a uno, y a otro, y luego a otro, y se paraban horas y horas en cada cuadro, y me daban de comer poco y rápido, “que por la tarde tenemos que ver más museos y además has desayunado mucho” (y el hecho de que hubiese desayunado a las ocho de la mañana, y ya fueran las tres y media de la tarde, en apariencia no les conmovía lo más mínimo). De manera que, expurgando el trauma, si depende de mí sólo voy a museos entretenidos, como los de arqueología, historia natural, y similares. Y, en cambio, huyo de los museos de arte; ¡si ni siquiera tengo gafas de pasta!

En Washington vi tres museos: el de los medios de comunicación, el de historia natural, y el del aire y el espacio. Los tres, muy recomendables, aunque en el de Historia Natural me encontré algo sorprendente: todo estaba lleno de explicaciones sobre la Teoría de la Evolución, que se tomaba como un dogma, y se defendía como algo demostrado. ¡Eh, quieto parao! ¿La Teoría de la Evolución demostrada? ¡Pero si sólo es una mera hipótesis, que quién sabe si esos fósiles de por ahí los ha puesto Dios como prueba de que sus caminos son inescrutables, o los malvados científicos!

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Cutrefoto nº 2: sí, claro; ¿y luego qué más dirán? ¿Que la Tierra no es plana?

Menudos cabrones los americanos, dando tanto pábulo a unas hipótesis y tan poco a otras. ¿Tanto les habría costado en el Museo de Historia Natural, además de las salas y salas y salas de explicaciones pretendidamente científicas, meter una sala con un tío con un reloj? Pones un cartel, explicas “el tío con el reloj lo hizo todo”, y arreglado. Mucho más sencillo y coherente. Y, sobre todo, respetuoso. Que se empieza no teniendo respeto por las teorías alternativas y se acaba no financiando la Jornada Mundial de la Juventud.

En resumen: dos días muy bien aprovechados, a pesar de “El Incidente” con la Catedral Nacional. ¡Incluso me terminé «Choque de reyes», la continuación de «Juego de Tronos«! A mi juicio, el único museo entretenido que me quedó por ver es el del Holocausto (se entiende que no es “entretenido” en el sentido de echar unas risas mientras ves los trenes de la muerte de Auschwitz y cosas así, sino en el sentido de “interesante”).



10 comentarios en De visita en Disí
  1. Guillermo, estoy viviendo en NYC, recién llegado el martes pasado, ¡si quieres pasarte ya lo sabes!

    Comentario escrito por parvulesco — 05 de septiembre de 2011 a las 9:41 am

  2. Ay, Guillermo, craso error el pensar en ir andando a cualquier lado en una ciudad de los US of A… Si, si, esta aqui al lado, en el centro…

    El museo del aire y del espacio muy, muy recomendable. Que huevos tenian los pioneros del aire / espacio…

    Comentario escrito por Hamburgo — 05 de septiembre de 2011 a las 11:22 am

  3. Me ha venido a la cabeza la escena de Mars Attacks en la que Natalie Portman se topa por los pasillos de la Casa Blanca con un grupo de turistas cada vez que va de su habitación al baño.

    Los asiaticos probablemente estaban practicando planespotting, un extraño hobby que consiste en observar aviones y documentearlo. No hace falta ser japonés, los británicos también lo practican, el padre de un amigo mío sin ir más lejos. Hace un par de años detuvieron a uno de estos aficionados en Turquía por espía. Parece ser que se arrimó demasiado a la parte militar del aeropuerto y las autoridades turcas creyeron que les estaba tomando el pelo cuando intentó explicar en que consiste el planespotting.

    Los museos de Historia Natural supongo que tienen que insistir en la evolución para compensar la proliferación de museos creaccionistas y hasta parques de atracciones sobre la Biblia, donde todos los días se representa una crucifixión y todo. Por cierto, la caminata hasta la catedral tiene más mérito que una peregrinación a Santiago. No sé cuantos cristianos habrían hecho ese sacrificio.

    Comentario escrito por emigrante — 05 de septiembre de 2011 a las 1:51 pm

  4. Hace más de veinte años y por el estado de algunas de las gárgolas la catedral convocó un concurso de diseño para reponerlas.

    Hay autobuses también… ;)

    Comentario escrito por Carlos Arrikitown — 05 de septiembre de 2011 a las 3:06 pm

  5. #3, totalmente de acuerdo. Lo que me extraña es que no hubiera algún tipo de disclaimer en plan «La evolución es sólo una teoría y por tanto no podemos ignorar otras posibles aproximaciones a este tema» como se hizo en algunos libros de texto en Georgia hace unos años.

    Comentario escrito por lingüista — 05 de septiembre de 2011 a las 4:38 pm

  6. Muchas gracias, Parvulesco! Creo que no podré acercarme, pero si es así te lo digo sin falta.

    Me maravilla que haya gente que se dedique a «capturar» fotos de aviones. En este caso no tenía ningún mérito, porque casi todos los aviones hacen el mismo acercamiento, desde el mismo ángulo, para aterrizar en el Ronald Reagan.

    El museo del Aire y el Espacio está muy bien, plagado de módulos lunares, ME109 y V2; pero de lo que estoy más contento es de lo siguiente: al terminar mi visita fui a comer a los restaurantes del museo. Estaba todo lleno de gente hasta los topes, de manera que pensé: «voy a acercarme al absurdo museo de los Nativos Americanos, al que nunca iría motu propio, pues no tiene el más mínimo interés -esto también lo pensé, yo pienso como habla Carlos Carnicero-; seguro que no habrá nadie en el restaurante y será baratísimo».

    Dicho y hecho: fui, no había ni Dios, y comí muy bien por cuatro dólares. Por supuesto, no vi ni un solo objeto expuesto en el museo, salvo un absurdo mural que hablaba de «tolerancia, mestizaje y comprensión con el Otro», o algo así (seguro que los alemanes hicieron otro parecido en Dachau al finalizar la II Guerra Mundial).

    Un cordial saludo

    Comentario escrito por Guillermo López — 05 de septiembre de 2011 a las 4:52 pm

  7. Pues además del frikismo West Wing que tiene la catedral, se te pasó encontrar la gárgola de Darth Vader en una de las fachadas. La pusieron por un concurso que ganó un niño. Yo me pasé dos horas buscándola. Sin prismáticos es imposible verla.
    De frikadas disí, te puedo dar una larga lista. :-)

    Comentario escrito por susana — 05 de septiembre de 2011 a las 5:01 pm

  8. Pues en la Catedral de Salamanca tenemos un astronauta, y se ve muy bien porque está junto a la puerta casi a la altura de los ojos. Las catedrales auténticas se tardaban siglos en construir y en su arquitectura aparecen elementos de todos esos siglos. Cuando se hizo una restauración hace unos años se creyó oportuno introducir algún elemento que simbolizase al siglo XX

    Comentario escrito por emigrante — 05 de septiembre de 2011 a las 5:40 pm

  9. Muy interesante el relato. Eso sí, espero con impaciencia la reseña de Choque de Reyes, que promete batir records de audiencia en el blog…

    Comentario escrito por Dasoman — 06 de septiembre de 2011 a las 9:03 am

  10. Guillermo,

    Si no has estado te recomiendo una visita al otro edificio del museo del aire y el espacio, el Udvar-Hazy Center, que está al lado del aeropuerto de Dulles (hay un bus que te lleva en 5 minutos de la terminal del aeropuerto al museo).
    Es tan o mas impresionante que el del centro, e incluye la Enterprise, así como un blackbird, un F14, JSF, Concorde, etc. Muy recomendable.

    Comentario escrito por MrKurtz — 12 de septiembre de 2011 a las 4:57 pm

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