Tengo un discurso demagógico para Usted

He tenido ocasión de ver las dos ediciones hasta ahora realizadas por TVE del programa “Tengo una pregunta para usted”, en ambos casos en diferido. En LPD ya se han desarrollado excelentes análisis de las comparecencias de Zapatero y Rajoy (e incluso de las entrevistas previamente realizadas en Francia), así que tampoco pretendo hacer un análisis completo de la cuestión. Más bien quiero decir algunas cosas sobre la plasmación de la agenda mediática en las preguntas de los ciudadanos y en las repercusiones del programa, tal y como ha sido reflejado su contenido en los medios de comunicación.

La selección de preguntas efectuadas por los ciudadanos muestra un panorama bastante más plural, en cuanto a su temática, de lo que los medios nos tienen acostumbrados. Aunque parezca increíble, no todo acaba en la ETA y el 11M. Es una demostración palpable de que, aunque los medios tienen, qué duda cabe, influencia considerable sobre la percepción de la realidad que acaba configurándose el individuo (que es, a grandes rasgos, lo que decía la Teoría de la Agenda Setting), hay otros factores que confluyen también en dicha composición de lugar. El problema, a la luz de lo que ha mostrado “Tengo una pregunta para usted”, es que en los restantes factores tiene un peso enorme el consabido y ya glosado “¿Qué hay de lo mío?”, hasta unos límites irritantes: las viudas preguntan sobre las viudas, los minusválidos sobre los minusválidos, los agricultores sobre la agricultura, los inmigrantes sobre la inmigración, y así hasta el infinito. O, si no, directamente se hace la carta a los Reyes Magos y se le pide al Presidente del Gobierno un piso. Porque no sólo es que se hable del colectivo a que uno pertenece, sino del caso particular de la persona que habla, el “mire usted, es que yo trabajo mucho y cobro poco”, un sosias de cuando Míchel, en Italia 90, le metió tres goles a Corea del Sur (uno de los más grandes partidos de La Roja en toda su historia) y terminó el partido correteando por el campo, con una camiseta interior que incluso en 1990 había pasado ya de moda, mientras se señalaba a sí mismo y les gritaba a los periodistas: “¡Me lo merezco!”. Y Míchel, qué duda cabe, se lo merecía. Pero no tiene por qué ser la tónica general.

La cosa tiene su lógica, hasta cierto punto. A fin de cuentas, todos tenemos una visión de las cosas mediada por nuestra experiencia diaria, todos pensamos que lo que a nosotros nos atañe es particularmente importante, e incluso todos podemos hablar con mayor conocimiento de causa sobre la situación particular que nos afecta. Pero la escasez de temáticas de interés general en ambas “entrevistas ciudadanas”, a pesar de ello, continúa asustando.

Y, por si esto fuera poco, luego llegan los medios para hacer su particular resumen de la situación. Consistente, el resumen, en que Zapatero no sabe cuánto cuesta un café ni Rajoy cuánto cobra. Cuestiones menores en ambos casos y, además, comprensibles. Como lo del café ya se ha debatido hasta la saciedad (¡qué país!), tampoco conviene detenerse mucho más en ello, salvo para decir que, en mi opinión, lo criticable no es que Zapatero esté fuera de la realidad por marcar ese precio (que probablemente sea habitual en muchos bares y cafeterías populares y/o ubicados en pequeños núcleos de población; porque, aunque parezca mentira, no todos vivimos en Madrid), sino que la cosa, por su exactitud, huele mucho a “me he aprendido lo que me pasaron mis asesores”, que es, al fin y al cabo, lo único que hizo Zapatero en todas y cada una de sus respuestas: soltar un discurso plúmbeo por lo prefabricado.

En cuanto al sueldo, personalmente entiendo que Rajoy no se atreviera a decirlo. Y no porque no esté obligado a hacerlo, sino porque, señores, estamos en España. Y los mismos españoles que intentan sistemáticamente defraudar a Hacienda, vulnerar normas de tráfico o que les recalifiquen el terrenito de los abuelos para fabricar acosados serán los primeros en lanzarse a la yugular del siniestro político que ¡oh no!¡Gana 4.000 (o 5.000, o 6.000) euros al mes! Sueldo, al fin y al cabo, controlable y legítimo. Especialmente en el caso del líder de la oposición, que probablemente no lo necesite, ni ahora ni nunca, para vivir (¡si incluso a Almunia lo han colocado de comisario europeo!).

Además, una vez aparecido Rajoy, y establecida con ello la posibilidad de comparar entre ambos dirigentes, los medios se han afanado en prosperar por esa línea de periodismo crítico y de calidad. A saber:

– Rajoy lo hizo mejor. Pues sí, oiga, mucho mejor. Tampoco es que se luciera, pero para ganar a Zapatero y su insufrible retahíla de “el Gobierno ha hecho” no hace falta mucho. Al menos hablaba con más soltura y de vez en cuando era hasta ocurrente. A mi juicio su discurso era excesivamente simplón en muchos momentos (“el inglés es importante”, “a mí me importan las personas”, “el chino es importante”, etc.), pero al menos no se arredró cuando le atacaban y desarrolló respuestas de mérito. Téngase en cuenta que Rajoy tenía que defender, como muy bien explicó Andrés Boix, el legado del PP y, sobre todo, su estrategia de oposición. Lo hizo bastante bien (tampoco es cuestión de que le diera la razón a los argumentos de los nefandos progres en todo, pero supo dar pinceladas “que yo soy de centro, oiga” de cuando en cuando).

Y estuvo Rajoy particularmente valiente en su respuesta a dos preguntas que le hacían, además, ciudadanos afines: uno que le pedía la implantación de la cadena perpetua y otra que quería cambiar el sistema electoral “para no ser rehenes de los nacionalistas”. Este argumento genial, que parte de la base de que el sistema electoral beneficia a los nacionalistas (cuando beneficia, sencillamente, a los partidos mayoritarios en cada circunscripción, es decir, a PP y PSOE en 47 de las 52 circunscripciones electorales. Y más o menos lo mismo, aunque algo menguado, ocurre en las Autonómicas), ha sido periódicamente expuesto por los más avezados demócratas de ambos partidos (como Camps e Ibarra), pidiendo maravillas de la democracia tales como que sea necesario un mínimo del 5% de los votos globales para tener representación. Pues bien, en ambos casos, como haría a lo largo de toda la noche, Rajoy se remitió al ordenamiento jurídico vigente, haciendo una elogiable referencia, en cuanto al sistema electoral, a la necesidad de respetar las reglas del juego cuando nos benefician y cuando no. Algo por demás evidente, pero meritorio, insisto, en un país como el que nos ocupa. Por supuesto, por cosas como esta los supuestos apoyos de Rajoy (los que le llaman “Maricomplejines” porque no pide la reinstauración del Pollo en mitad de nuestra bella enseña nacional) se le han echado encima acusándole de connivencia con el más nefando felipolanquismo, no vaya a ser que llegue a los 140 escaños y no vuelva a los buenos tiempos de Fraga y su mítico techo.

A partir de esta constatación (Rajoy estuvo mejor), certificada incluso por el presentador, Lorenzo Milá, hemos asistido a un bonito cruce de interpretación de audiencias efectuado desde PP, PSOE y medios afines, donde ha habido que escuchar lloriqueos sobre cómo Zapatero compitió con House, que Rajoy ganó “por más de 500.000 espectadores” (sobre una base de seis millones), y que Zapatero pagó la novatada (esto último, obviamente, sí que tiene una base real).

– Los ciudadanos de Rajoy eran más hostiles que los de Zapatero. Para completar la mística de los medios afines al PP, éstos han presentado a un Rajoy abandonado en mitad del desierto de lo real, en medio de una reunión de sindicalistas con sus hijos alternativos y con rastas, mientras que a Zapatero las preguntas poco menos que se las hacia la Ejecutiva Federal de su partido. Todo ello, naturalmente, por mor de la siniestra manipulación que habría hecho TVE en la selección de los ciudadanos. Y, en efecto, Rajoy recibió más caña que Zapatero. Y vaya Usted a saber, igual fue por efecto de la mencionada manipulación.

Pero, sin descartar ninguna posibilidad, y más allá de que en este país el ciudadano medio tiende a pedir más al que manda, a ser genuflexo, mientras se escupe en la cara del que no manda (razón por la cual, a mi juicio equivocadamente, muchos de Ustedes salieron con la sensación de que el “¿Qué hay de lo mío?” con Rajoy se había reducido, cuando lo que pasó es que con Rajoy se dio más el “Rajoy, cabrón, por culpa de vuestro Gobierno lo Mío está peor”), se me antoja que se ha olvidado sistemáticamente un dato obvio, que es que, en España, PSOE y PP no constituyen el 100% de la opinión ciudadana, sino el 80%. Y el 20% restante está compuesto por Izquierda Hundida y un sinfín de partidos nacionalistas que, merced a la salvífica labor del último Gobierno del PP y su actual oposición, como que se les ve más dispuestos a atacar a Rajoy que a Zapatero.

– España, qué grande eres. Por último, no quisiera terminar sin constatar el desaforado amor que tanto los políticos como los periodistas sienten en este país por España y los españoles. En la intervención de Rajoy daba igual que el público fuera incapaz incluso de leer su propia pregunta, que gritase, no parase de hablar o insultase directamente al líder de la oposición: los ciudadanos, por sistema, son estupendos. Por eso, si un energúmeno se le aparece al Presidente del Gobierno para soltarle impertinencias sobre el abuelo Patxi (en las que, además, no tiene razón), si otro individuo le suelta gritos a Rajoy por lo de Irak, o una funcionaria histérica le acusa a Rajoy de no saber cuánto gana un auxiliar administrativo, los medios los elevan a los altares “porque han tenido huevos para hablar claro (como Ibarra, Jesús Gil y antes Adolf Hitler, “el Hitler del siglo XIX”) y han dejado al politicastro en evidencia”.

Mi favorita en este particular fue la funcionaria de “¿cuanto gana un auxiliar administrativo?”. No sólo porque con esto intentaba claramente constituirse en líder intelectual de los medios españoles como ya lo hiciera el individuo del café y el abuelo Patxi, sino porque, oiga Usted, que vale, que 800 euros -lo que cobra un auxiliar administrativo- no es mucho, pero que es un trabajo que no requiere demasiada calificación, que consigue la gente al inicio de su carrera laboral, que como primer trabajo está muy bien -es lo que cobraba yo en 2000, al ganar una ayudantía universitaria, y les aseguro que entonces estaba más contento que unas pascuas- y, sobre todo, coño, ¡señora! ¡Que quien tiene este puesto es porque quiere, porque se ha preparado unas oposiciones, se ha presentado y ha tomado posesión de la plaza! ¡Porque, a diferencia de las viudas -quienes, por lo general, no han provocado la situación que les permite cobrar su pensión de viudedad-, han concursado para este puesto! ¡Y si no le gusta, hágase promotora o top model, joder!

Lo cierto es que esa actitud, de chulería y falta de educación debería ser afeada como lo que es: un insulto y una desconsideración a quienes son, en esencia, representantes de los ciudadanos, y como tales deberían recibir un respeto. Si quieren insultar, insulten al Monarca. Pero, claro, esto no es Suecia. Y ese tipo de actitud, insisto, no sólo ha sido propiciada por los medios y su afán por enaltecer a héroes ridículos, sino por los propios dirigentes políticos y su desmesurado amor por la inteligencia, saber hacer, honradez y capacidad de España y sus habitantes. Dan ganas, en suma, de decirles: ¿No te gusta tanto España? ¡Pues te ví a metel una dosis concentrada de España en vena que te vas a enterar, rapaz! ¡Venga demagogia barata, qué hay de lo mío, preguntas leídas, irritante falta de educación y ridículas ansias de protagonismo! ¡Toma España!



4 comentarios en Tengo un discurso demagógico para Usted
  1. No, si al final va a ser verdad eso de que votamos con el bolsillo y tapándonos la nariz… Yo la última vez que lo hice acabó la papeleta llena de pelusas, mocos, y un ticket de aparcamiento.

    Comentario escrito por Otis B. Driftwood — 24 de abril de 2007 a las 8:30 am

  2. Tiene razón Guillermo cuando señala esa tendencia tan española a la ser maleducado y desabrido para ser tenido en cuenta y jaleado. Es un problemón que arrastramos desde hace años.

    Uno compara esto con el programa francés y allí todos, más o menos, hablaban bien francés. En España, el nivel de castellano de la gente es muy inferior. Y la capacidad para hablar en público, menor todavía. Luego va y resulta que el problema está en la LOGSE y en cómo se enseña castellano a los catalanes o mallorquines. ¡Si los que peor hablaban eran los de las generaciones anteriores a la LOGSE y no precisamente los de comunidades bilingües! Y eso por no hablar del patetismo de la gente, todos con su «papelito» para leer. ¿Pero qué es esto?

    Pues un problema de educación que, afortunadamente, como el programa demostró, la generación LOGSE padecen en mucha menor medida. Y problema de educación es también la tendencia al grito y a la actuación desabrida. Es lo que «vende» en España, lo que compramos los que escuchamos, lo que recogen los medios de comunicación y, peor todavía, lo que se entiende socialmente como digno de merecer una respuesta.

    Un político en España, si no te muestras «agresivo» en la forma, por muy duro que hayas sido en el fondo, entenderá que eres un «bambi» y pasará de ti, de responderte, de hacer caso a tu pregunta. Y, lo que es peor, todo el mundo lo verá como normal, tu pregunta pasará inadvertida y nadie considerará grave que no le den respuesta. Y así se fomenta más todavía la carrera por hacer el impresentable.

    Creo que esto también se va modificando poco a poco. Pero cuesta. Toda la izquierda tradicional de este país, por ejemplo, ha despreciado a Rodríguez Zapatero hasta que se ha avenido a despeñarse por la senda del dramatismo, la demagogia y el berrido al uso. Antes era un «blandito», Bambi, ya se sabe.

    Los ejemplos son múltiples. Demuestran que las malas formas y la impresentabilidad asociada a poner los cojones encima de la mesa, en nuestra sociedad, rentan, están bien vistas. Piénsese en el caso Conthe, en la buena imagen pública de Manolo Marín como Presidente del Congreso, en cómo jaleamos todos la manera de llevar el jucio de Gómez Bermúdez en la vista del 11-M (ayer, por ejemplo, tenía toda la razón el etarra que se choteaba de las preguntas y al que reprendió en su estilo de severa exageración; como le dijo el etarra, si el juez hubiera hecho bien su trabajo no habríamos asistido a ese esperpento, así que menos lobos, pero, ¿a quién jalean hoy los medios?).

    Comentario escrito por Andrés Boix — 24 de abril de 2007 a las 10:09 am

  3. Hombre, el Presidente del Congreso tiene una buena imagen pública más por intentar ser imparcial que por liarse a gritos y a demostrar cuantos cojones tienes. Parte de esa inflexibilidad es más producto de la actitud de los dos partidos mayoritarios que obligan a estar pendiente y reprender de manera continua, solo hay que ver la actitud de algunos diputados.

    Todavía me acuerdo de cuando era comisario de medio ambiente en la Comisión y en España le llamaban el comisario «danés» porque no paraba de reprender al país su ineptitud en la lucha contra la polución.

    Ahora bien, lo que si no me gusta de él, es su actitud con la prensa, limitando el contacto con los políticos dentro del Congreso, eso me resulta incomprensible, eso si es más peligroso.

    Comentario escrito por bordesinremedio — 24 de abril de 2007 a las 10:29 am

  4. La de la funcionaria auxiliar administrativa, también fue mi favorita, pero no porque 800 € estén bien para un trabajo que no requiere mucha preparación, que puede cuestionarse, ni tampoco porque haya optado a ese puesto libremente (ese argumento es muy peligroso), sino por el divismo emulador que tú también apuntas (pregunta del café) y el particularismo egoísta del planteamiento. Esto, amén de ser, en sí misma, una pregunta absurda y estúpida: ¿a que no sabes cuanto cobro yo, a que no sabes cuanto cobro yo?. Demencial.
    Ahora bien, en las alternativas laborales que le propones no la veo yo… promotora de…¿de boxeo tal vez?; y como top model ni te cuento. No le gustó ni a Rajoy, que no quiso quedar con ella a pesar de su insistencia. La veo yo más como ama de llaves a lo Rotenmeyer, guardia de tráfico o incluso como auxiliar administrativa, por qué no.

    Comentario escrito por guimusa — 27 de abril de 2007 a las 12:12 pm

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