El PNV demostró hace luengos años lo bien que funciona quejarse, hacer continuamente victimismo, gimotear cual damisela ofendida por cualquier cosa. Ser la víctima es muy rentable, y si se aprovecha bien puedes sacarle réditos insospechados. A veces se trata de víctimas reales, como Jesús Neira, que aprovechan descaradamente esta circunstancia para ejercer de líder de opinión (con funestos resultados).

Otras veces una agresión resulta muy útil para echar las culpas al enemigo, aunque no haya absolutamente ninguna prueba de que el enemigo tenga la culpa de nada. Vean, por ejemplo, a Esperanza Aguirre y los medios de la caverna apuntando contra el Gran Wyoming (Terstch, más elegante dentro de lo que cabe, apuesta por “moros, antifascistas, o gente normal del cine o la SGAE”. Tal cual. Aunque yo no creo que la SGAE quisiera pegarle, la verdad. Como mucho, querría cobrarle). En fin, muchos son los llamados, pero pocos los elegidos. Hace unos años Bartolín dio un paso más allá e innovó con el autosecuestro, aunque no le salió muy bien.

Pues bien, hoy tenemos sobre la mesa a un aventajado émulo de Bartolín. Se trata del diputado del PSOE José Andrés Torres Mora, que esta mañana publicaba un artículo en El País explicando que la música se muere y que Ramoncín lo está pasando muy mal y bla, bla, bla. En fin, lo de siempre. El artículo ha recibido las previsibles críticas en diversos sitios web, entre ellas una de David de Ugarte (de quien diré, desde ahora y para desactivar el efecto Rosa Montero, que es buen amigo mío y además tenemos varios proyectos comunes en marcha).

Pues bien, horas después Torres Mora anuncia que David de Ugarte ha hackeado su blog y lo ha redireccionado al susodicho post del propio David de Ugarte crítico con el artículo de Torres Mora. El pobre diputado, huérfano de blog, con su libertad de expresión escamoteada, hurtada, sin posibilidad alguna de defenderse ante tal nefando ataque, ante la perspectiva de que quizás tarde una semanita o más en tener de nuevo una tribuna en El País, una ventanita para disfrutar de su libertad de expresión, ¿qué hace? Pues lo que cualquier ciudadano concienciado haría: llamar a todos los medios de comunicación y explicar cómo le han hackeado el blog en respuesta a su valiente defensa de los derechos de autor, a él, un demócrata.

Ya en su nota de prensa de un hombre sin blog, un ciudadano sin voz, explicaba algo cuando menos chocante: el blog hackeado por David de Ugarte está alojado en el servidor de blogs… De David de Ugarte, quien le montó el blog en La Matriz hace unos años y, según expresión de Torres Mora, “me lo regaló”. A partir de ahí, en diversos posts publicados por el propio David de Ugarte y por la directora de Las Indias, Natalia Fernández, nos hemos ido enterando de datos cada vez más divertidos, por ejemplo:

– Que Torres Mora no actualizaba su blog, ese espacio de libre pensamiento que necesita como el respirar, como el comer, desde el 1 de noviembre (urge una oferta en firme de LPD para fichar a Torres Mora como blogger. ¡Qué sosiego! ¡Qué capacidad reflexiva! ¡Ni yo mismo, en mis mejores tiempos!).
– Que, por supuesto, Torres Mora, como buen español, en ningún momento se ha molestado en llamar a la gente que le ha estado dando hosting todos estos años, ¡para qué llamar si puedo quejarme en los medios de comunicación!
– Y, sobre todo, que no es cierto que el blog de Torres Mora, al dejar de funcionar, “redireccionase al post de David de Ugarte”. Sencillamente, al caerse el servidor del blog, deja de funcionar y redirecciona a la página principal de La Matriz, donde van apareciendo los últimos posts publicados en otros blogs (entre ellos, supongo, habría aparecido el del propio Torres Mora, si se hubiese molestado en actualizar; lo explican muy bien, cosas veredes, en Libertad Digital); cabe imaginar que cuando Torres Mora ha accedido a esa página ha visto en primer lugar un enlace al susodicho post de David de Ugarte y a partir de allí para qué más, que si quieres arroz, Catalina, que aquí 2+2 = 17 y voy preparando la nota de prensa, que ahora que no tengo blog pues tendré que publicarlo en ABC, o algo, que hoy no traen foto con la mirada de un asesino psicópata de niñas de tres años y tienen sitio.

Pero pongámonos en el peor de los casos. Imaginémonos que, en efecto, David recuerda que Torres Mora tiene un blog al que él le da hosting y dice “pues ahora te ví a hackear esa jugosa ventana abierta al mundo, para que te enteres de lo que pasa cuando defiendes a González Sinde”. ¿Puede hablarse de hackeo en este caso? De ser así, el hackeo tendría muy poco mérito, porque David estaría hackeando su propio servidor. Para que se me hagan una idea, cuando yo publico este artículo en Chapapote Discursivo estoy “hackeándome” en mi espacio web, así de malvados semos los hackers. Y cuidadito, que el administrador de LPD soy yo, y como alguien me mire mal le monto un pedazo de hack-crackeo (así hablamos en el mundillo) que me quedo solo.

Hombre, no es que hubiera estado muy bien cerrarle el blog, aunque visto cómo Torres Mora se ha lanzado a aprovechar patéticamente lo que, en su ignorancia, veía como una oportunidad de hacer victimismo (en lugar de preguntar o de abrirse un blog en WordPress, o en LPD, que se lo abrimos siempre que escriba menos de un artículo al trimestre) está claro que el hombre estaba deseando que le hackeasen, o cualquier cosa que se le pareciera. ¡Vente para LPD, Pepe, que aquí te hackeamos el blog cuantas veces puedas desearlo, intencionada o inintencionadamente!