Del público pasivo a los usuarios “reactivos”

Ayer tuve el placer de participar en las Jornadas “La web mediatizada”, que se celebran en el Centre d’Estudis i Recursos Culturals de la Diputació de Barcelona a lo largo de toda esta semana. Las Jornadas están organizadas por Livemedia y por el Departamento de Educación Visual y Plástica y de Comunicación Audiovisual de la Universidad de Barcelona. Mi agradecimiento a ellos, por la invitación, por lo extraordinariamente bien que me trataron y porque, la verdad, disfruté mucho de mi intervención.

El tema que me propusieron era el de las relaciones entre los nuevos medios y el público, obviamente muy distintas de las que eran habituales en el escenario anterior, y la clase, o clases, de comunicación que pueden registrarse. Bajo el título “De la audiencia al usuario: nuevos modelos de comunicación para el público de Internet” (presentación en odiado Power Point), dividí mi intervención en tres partes: el cambio tecnológico, el cambio mediático y, por último y principalmente, los cambios habidos en el público y su relación con los contenidos periodísticos.

En los dos primeros casos, revisaba cuestiones ya comentadas en otras ocasiones en este blog (por ejemplo, aquí). En lo que se refiere a la tecnología, el proceso de cambio de analógico a digital nos ha proporcionado una serie de periféricos, conexiones y aplicaciones cada vez más baratas y de mayor capacidad y flexibilidad para integrar y distribuir todo tipo de contenidos. Los cambios en este aspecto han sido particularmente profundos, y para ilustrarlo proyecté un maravilloso vídeo (que descubrí hace ya tiempo en Microsiervos) que simulaba un episodio piloto nunca emitido de la serie de televisión “24”, con la gracia añadida de que el supuesto “piloto” se habría grabado en 1994:

Conste que con esto les descubro a todos Ustedes mi terrible y horrible secreto: el vídeo es tan bueno y tan eficaz para transmitir “el conceto” que lo he utilizado ya tres veces en otras tantas conferencias (y las que te utilizaré, morena; si Usted es, o va a ser próximamente, alumno mío, vaya reservando cinco minutillos de su tiempo para el “1994 unaired episode” de 24 que sin duda les pondré).

En lo que respecta a los medios, procuré ilustrar la hipótesis central (los medios convencionales han envejecido y no saben cómo adaptarse a los nuevos modelos de negocio que, para más inri, son mucho menos rentables que los de antaño) con datos del reciente Estudio General de Medios, en parte proporcionados por Juan Varela y su comparación –empleando medios concretos- de la evolución a lo largo de esta década.

Finalmente, pasé a lo que más me interesaba e –intuyo- interesó también al respetable: cómo el público de Internet, es decir, Ustedes, interactúa con los contenidos periodísticos. La principal conclusión es que, frente al modelo de espectador pasivo perteneciente a las grandes audiencias de los medios convencionales, los usuarios de Internet son “reactivos”, es decir, adoptan un papel más activo, pero (al menos en el campo del periodismo y, sobre todo, de los contenidos informativos) también dependiente de unos contenidos ya existentes que después el publico selecciona, comenta, valora y recomienda, …Mucho más que la información creada por los propios usuarios -lo que en su día se llamó “periodismo ciudadano”- cuyas principales representaciones, a la hora de la verdad, han sido muy escasas y de poca calidad.

Piénsese, por ejemplo, en el fracaso de la sección “Yo, periodista” del diario El País (y de iniciativas similares), o de las “Wikinews” (por contraste con el éxito de Wikipedia; el altruismo del público es mucho más aplicable a contenidos que se perciben, paradójicamente, como inmutables, que a noticias periodísticas, por su propia naturaleza sujetas a la actualidad y con una fecha de caducidad inminente).

Y, por el contrario, piénsese en el éxito de los blogs (un sistema inevitablemente más jerarquizado por el autor del invento; y si no me cree, publique un comentario lleno de improperios contra mí, y verá lo que pasa; lo de la Fiscalía será un juego de niños comparado con mi afán censurador) o de sistemas de valoración de noticias como Menéame.

Este estado de las cosas genera, a su vez, algunos efectos reseñables:

– La omnipresencia de la opinión frente a la información. La opinión es más barata, requiere menor esfuerzo y es, además, más divertida e interesante para el público. Esto genera, a su vez, un proceso de radicalización de las opiniones (propiciado, en parte, por los medios de comunicación, visto el éxito de fórmulas como la de Libertad Digital, fuertemente ideologizadas); y, en paralelo, de homogeneización ideológica del público. El perverso proceso en espiral determina que siempre acabe habiendo una posición mayoritaria en cualquier espacio de opinión más o menos “político”, y que las opiniones minoritarias, por falta de apoyo, por efecto (directo o indirecto) de la censura o por radicalización de posturas, acaben desapareciendo.
El público cambia la agenda informativa de los medios. Y lo hace, desde el punto de vista periodístico, a peor. Echen Ustedes un vistazo a las ya clásicas listas de las noticias “más leídas” o “más valoradas” que incorpora cualquier medio de comunicación: interés humano, enfoques originales, noticias curiosas, y todo lo que tiene que ver con las “soft news” (deportes, sociedad, etc.) tiende a prevalecer cada vez más. Fíjense en 20 Minutos, por ejemplo, o a la importancia cada vez mayor que tienen las galerías de imágenes más o menos “picantillas” en medios supuestamente serios. Este fenómeno no es algo en absoluto privativo de los cibermedios (en la televisión puede percibirse también muy claramente), pero en los cibermedios queda registrado, incluso cuantificado, con mayor claridad.
– El consumo de información se lee, cada vez más, en términos de entretenimiento. La información es otra forma de ocio, más que un tiempo dedicado a “estar al tanto”, “tener conciencia cívica” y todo lo que se supone que también es. No es que esto sea tampoco una novedad (casi todo es una forma de ocio, el ocio no es sólo meter auténticos golazos en partidos de fútbol con los amigotes, como hago yo semana tras semana), pero sí que se explicite, de nuevo, más claramente en los nuevos medios, con tratamientos irreverentes de la información.
– Y luego, por último, mi tan manida y querida obsesión de “hay una ruptura generacional y nosotros somos los buenos”, que explica en gran parte por qué el nuevo público se parece tan poco al viejo público (porque, desde luego, estos usos de la información no derivan sólo de que ahora el público tenga más poder, o más medios donde elegir).

Y esto fue, fundamentalmente, lo que conté ayer en Barcelona. Visto así, supongo que resulta imposible pensar que alguien, además de mí, se lo pasara bien, pero creo que, dentro de lo que cabe, gustó (o el dilecto público disimuló muy bien, que tampoco hay que descartarlo).

Como colofón, también se presentó el libro colectivo “Industrias de la comunicación audiovisual”, en el que tuve el placer de participar con dos capítulos, uno sobre el audiovisual en Internet (sí, el tío que creó lapaginadefinitiva y, sobre todo, creó su diseño “Are You From the Past?”) y otro, compartido con Manuel de la Fuente, sobre videojuegos.

Se trata de un libro, aunque está feo que yo, como coautor, lo diga, muy interesante, muy bien estructurado y que, además, permite hacer un balance de conjunto del “Estado del arte” que no se hacía (o no se hacía bien) desde hace ya años, incluyendo nuevos soportes tan importantes como la telefonía móvil o –de nuevo- los videojuegos.



2 comentarios en Del público pasivo a los usuarios “reactivos”
  1. ¿Por qué se pone enlace a Menéame pero no a Libertad Digital? No, no me voy a creer que sea un despiste.

    Comentario escrito por Natxo — 27 de diciembre de 2008 a las 2:41 pm

  2. Oiga, ¡queremos saber de sus 50 libros del desafío 2008!

    Comentario escrito por Alpasoro — 07 de enero de 2009 a las 2:44 am

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