“Público”: Un primer balance

Hace más o menos un mes que el nuevo diario Público inició su andadura. Parece un buen momento para desarrollar un esbozo inicial de las que parecen ser sus características fundamentales, fortalezas y debilidades. En una segunda parte de este artículo, que prometo publicar en breve, se evaluará lo que representa este diario, y el grupo al que pertenece (Mediapro), en cuanto a la configuración del ecosistema mediático español. Y, en particular, en qué afecta al hasta ahora indiscutible portavoz de la “izquierda mediática”, el Grupo PRISA.

Público aparece en un contexto de crisis generalizada de la prensa escrita “tradicional”, por efecto del desarrollo imparable de Internet y la prensa gratuita, que han seguido caminos diversos pero, en realidad, ofrecen productos dirigidos a públicos similares (productos gratuitos centrados en una audiencia mayoritariamente joven). A pesar de que su estética y parte de sus contenidos recuerdan a la prensa gratuita, Público ha aparecido en una especie de término medio: es un diario de pago, pero más barato (al menos por el momento) que los demás. También se dirige a unos lectores – tipo claramente diferenciados de los que son comunes en la prensa de referencia, y, sin embargo, muy cercanos a los de algunos diarios gratuitos. En consonancia con lo anterior, las temáticas que aborda buscan distanciarse, en ocasiones, de las tendencias de fondo establecidas durante décadas por los principales diarios de referencia. Destaca al respecto la incidencia que a menudo hace en cuestiones de política social y la atención prestada a las secciones de Ciencia y Tecnología, de una parte, e Historia (hasta donde sé, inexistente en otros periódicos), de otra. Es depositario también, y aquí se nota muy positivamente la mano de su director, de una atención singularmente intensa por lo que se mueve en Internet, las modas y tendencias desarrolladas en la Red y, sobre todo, las opiniones vehiculadas a través de blogs y otros medios sociales desarrollados en Internet.

El resumen anterior nos servirá para hacer una breve relación de los que se me antojan principales puntos fuertes y aspectos manifiestamente mejorables de este nuevo periódico. En cuanto a sus fortalezas:

– Buena definición del público objetivo: cuando salió al mercado, los gestores de Público anunciaron por doquier su desinterés por competir con otros periódicos, y en particular el diario El País, por los mismos lectores de prensa. Esto es verdad en parte, y tiene la indudable virtud de que, en el corto plazo, sin duda es cierto. El principal problema de la prensa en España (entendiendo como tal la prensa escrita de pago) es el envejecimiento de sus lectores. El lector tipo del diario El País, probablemente el más joven de entre los principales periódicos, tiene 43 años, y tiende a subir a gran velocidad. Esto no significa que las generaciones más jóvenes no lean, sino que –permítanme la perogrullada- no leen prensa de referencia. De ahí la proliferación de promociones, el reparto de periódicos antaño de pago en universidades y las dificultades que están sufriendo algunos de los medios más señeros, como notoriamente es el caso de ABC, para frenar el descenso de ventas.

Como decía, no es que los jóvenes (que no sólo son delincuentes borrachos y drogadictos de dieciséis años en pleno botellón; también entran dentro de esa tipología los universitarios, los mileuristas y, en realidad, casi cualquier persona menor de cuarenta años, siempre y cuando no esté casado y con hijos. En resumen: casi cualquiera) no lean. Es que leen otras cosas. Leen contenidos en Internet y leen prensa gratuita. Es un público potencial que la prensa escrita de pago, me temo, no va a poder recuperar fácilmente. Y no sólo, cabría decir, por una cuestión cultural o generacional. Aquí podríamos hablar también, largo y tendido, de en qué medida los medios convencionales llevan décadas ofreciéndonos lo mismo de siempre, que nos es proporcionado, además, por los mismos de siempre. Los mismos columnistas, los mismos directores en muchos casos, y casi siempre los mismos temas. Probablemente, para entendernos, el público más joven no conecte tan fácilmente con las habituales cuatro o cinco páginas diarias sobre lo malo que es el nacionalismo vasco (y no porque no sea malo, sino porque su maldad se evalúa siempre desde la misma perspectiva).

Parece que es en esta ruptura entre los medios tradicionales, y en particular la prensa, y parte de la ciudadanía donde Público quiere pescar. Es, sin duda, una apuesta acertada. Sobre todo, a largo plazo, cuando la biología haga su trabajo y los mileuristas de hoy sean las “clases dirigentes” de mañana (o, para decirlo en un lenguaje que todos entendamos: cuando los mileuristas… ¡terminen de pagar la hipoteca y sean dueños de un piso, nada menos!). Es una audiencia, además, en la que es cierto que Público no compite con la prensa de referencia, sino con los diarios gratuitos y otros medios de Internet. Una competencia que no tiene por qué ser excluyente, dado el bajo precio de Público y el nulo de los demás medios. Sin embargo, a medio y largo plazo es evidente que esta estrategia puede ser muy dañina para el diario El País, sus cifras de lectores y su posicionamiento como “referente moral de la izquierda”, cuestiones que evaluaremos en la segunda parte de este post.

– Planteamientos y temáticas originales: Ya lo comentábamos al inicio de este texto; el enfoque que suele hacer Público de la actualidad tiende a diferenciarse de lo que es común en los principales diarios de referencia, a menudo (salvo en el aspecto ideológico) clónicos en su selección de los que se consideran “temas del día”. Un enfoque diferenciado, mientras no se lleve al extremo (y dé la sensación a los lectores de que no se están informando de lo verdaderamente importante con ese periódico – cuestión en parte soslayada por la abundancia de fuentes alternativas que, además, los lectores potenciales de Público consumen habitualmente), permite acceder a lectores diferentes a los que se sienten satisfechos con los otros medios escritos existentes, que es de lo que se trata.

En este sentido, el planteamiento desenfadado que hace Público de los principales temas del día, aunque a menudo pueda caer en cierto sensacionalismo, también conecta más fácilmente con los intereses y la percepción de las cosas de su audiencia potencial (y esto, insisto, no significa que sus lectores sean idiotas; significa, por increíble que pueda parecer, que no todo el mundo se rige por los mismos criterios y principios con los que se forjó “la generación que hizo la Transición” y nos salvó del Fin del Mundo). Destacaría, en particular, dos elementos estrechamente interrelacionados.

En primer lugar, la elección de Ignacio Escolar como director de la publicación. Miren, no voy a ocultar que soy amigo de Escolar, que le tengo aprecio, y que, evidentemente, mi visión de las cosas aquí puede ser muy parcial. Pero tampoco es cuestión, o al menos así lo veo yo, de que el aprecio personal nos impida que destaquemos lo que honradamente nos parece destacable de alguien.  Y me parece indudable que Escolar es un periodista muy inteligente, de mente rápida y con sensibilidad para captar lo que interesa al público, o puede interesar, en un momento determinado. Es, además, una persona muy joven (31 años) a los efectos de lo que estamos acostumbrados en los medios de comunicación españoles, que lleva años y años experimentando y aprendiendo a informar, a informarse y a formarse a través de la Red. Desde la perspectiva del tipo de lectores, enfoque informativo y visión de las cosas que se supone que busca Público, se me hace difícil pensar en alguien más idóneo que él para el puesto.

Y, además, que sea Escolar quien dirige Público también ha supuesto el mencionado interés por algunas secciones en concreto (ciencia, historia), tradicionalmente minusvaloradas (o ignoradas) en los medios convencionales, pero que posiblemente atraigan a otro tipo de lectores. Y, sobre todo, ha supuesto nutrir a este nuevo periódico con parte de lo mejor que tiene que ofrecer el Internet hispánico y, en particular, la blogosfera. Los columnistas de Público son, en gran medida, autores de blogs más o menos señeros o (como ocurre con Javier Ortiz, ex de El Mundo), periodistas “de toda la vida” que han sabido hacerse después un hueco en Internet. La misma tendencia de fondo puede observarse en la selección de los redactores. Destacaría aquí, en particular, la presencia del autor del que es, sin duda, el mejor blog sobre política internacional en español que conozco: Iñigo Sáenz de Ugarte.  Por último, Escolar ha sido un factor indudablemente importante en que la versión digital de Público sea mucho más que una mera correa de transmisión del diario impreso. El cual, por otra parte, y en clara consonancia con lo que siempre ha representado Escolar en tanto acerbo crítico de la actual gestión de derechos de autor y el cobro por contenidos, se ofrece íntegramente en PDF.

– Apoyo empresarial consistente: Por último, la aparición de Público no es, no caben dudas, un mero brindis al sol. Bien al contrario, forma parte de la estrategia de la productora MediaPro para crear un grupo de comunicación fuerte, con intereses en la prensa (Público), la televisión (La Sexta) y, sobre todo, en el desarrollo y gestión de productos audiovisuales para las televisiones, para su emisión en los cines o para su venta en DVD y otros soportes. Se trata, por tanto, de un grupo de una dimensión económica importante, que afirma, además, que su inversión en Público está garantizada en el medio – largo plazo (digamos cinco años). En la segunda parte de este texto hablaremos de lo que implica la entrada de Mediapro en los medios de comunicación para el conjunto del sector. Aquí cabe hacer alusión únicamente a la evidente consonancia de intereses entre este conglomerado empresarial y el actual Gobierno español. Hasta el punto de que cabría decir que Mediapro se está convirtiendo, a marchas forzadas, en el tan clásico y español grupo de comunicación gubernamental.

Esto, por sí solo, ya constituye una extraordinaria novedad. Téngase en cuenta, como comentábamos hace más o menos un año, que en España la izquierda históricamente ha sido PRISA o no ha sido, mientras que la derecha tenía más de una puerta a la que llamar. Pero, a los efectos de la permanencia de Público en los kioscos y del propio éxito de este nuevo medio, implica que el soporte económico (vía indirecta, como la publicidad institucional, o vía directa, mediante las suscripciones de organismos públicos) está garantizado. Al menos, si el PSOE gana las próximas Elecciones Generales. Si pierde, Público podría vivir de la oposición al eventual Gobierno del PP, aunque es previsible que viva peor que con Zapatero en el Gobierno, opción esta última que en estos momentos se antoja más probable (la clásica disyuntiva de los medios de comunicación españoles: todos quieren que ganen los suyos, aunque si los suyos pierden su audiencia tienda a aumentar. ¿Por qué será? ¿Idealismo, consonancia ideológica? ¿Reparto del pastel?).

Estos son, a mi juicio, las principales virtudes que tiene Público en tanto nuevo medio de comunicación, tanto por el interés que sus contenidos puedan suscitar entre los lectores como por lo que aporta al espacio público (perdonen por la redundancia del término) en materia de pluralismo democrático y, finalmente, por la solvencia económica de este medio. Desde luego, un balance que cuente con estos elementos de juicio sólo puede ser positivo. Sin embargo, esto no significa, evidentemente, que Público no esté sujeto, y un mes ya es tiempo suficiente para enjuiciarlo también desde este punto de vista, a algunas carencias que también conviene tener en cuenta:

– Defensa a ultranza del Gobierno: Lo más destacable de Público en el aspecto ideológico, sin duda alguna, lo constituye su cerrado apoyo al actual Gobierno del PSOE y, en particular, a José Luis Rodríguez Zapatero. Cabría decir al respecto que apoyar al Gobierno desde un medio privado implica en sí un considerable desarrollo del pluralismo ideológico y que, en consecuencia, contribuye a ensanchar los parámetros del debate público. Y ello es debido precisamente a que el grupo mediático que históricamente ha tenido siempre la función de apoyar al PSOE, el Grupo PRISA, ha estado haciendo dejación de sus funciones y, de hecho, cada vez abundan más sus desencuentros con ZP y su Gobierno. Ya veremos en la segunda parte de este artículo cuáles son las principales consecuencias, en lo mediático, lo político e incluso en lo social, de esta “defección” de PRISA.

Lo que nos interesa enjuiciar aquí es si resulta presentable el apoyo de Público al Gobierno, y la respuesta, con los antecedentes que se quiera, sólo puede ser negativa (incluso –y, en realidad, especialmente- partiendo de la base de que es el Gobierno quien propicia el desarrollo de un grupo mediático potente alrededor de Mediapro). En el fondo (el apoyo sistemático) y en la forma, a menudo chirriante, con la que se desarrolla dicho apoyo. Puede que sea lo que piden los lectores, que contribuye a llenar un espacio hasta entonces ignoto en lo mediático, que –desde luego- sea lo habitual en la prensa española, etc. Pero todo esto no elimina lo que es una deficiencia cierta. Que, además, (al menos, en mi opinión), por tratarse de un apoyo tan obvio y sin fisuras, no tiene por qué resultar más eficaz, a los efectos de influir en la opinión pública, que otro más difuso y distanciado.

– Pago y papel: aunque el reducido precio de Público (50 céntimos) ubica a este medio en una especie de territorio equidistante entre la prensa gratuita y la prensa de pago, es evidente que la distancia entre no pagar y pagar X céntimos es mucho mayor que entre pagar X céntimos o pagar 2X (y paro, que esto comienza a parecer una web porno). Sin duda este precio casa muy bien con el tipo de lectores que se está buscando, con el formato del diario, indisimuladamente propio, en muchos aspectos, de la prensa popular-sensacionalista (titulares grandes, portadas espectaculares, uso abundante del color) y, en fin, con la intención de alcanzar cuotas de mercado importantes con la mayor velocidad que sea posible. Sin embargo, como decía al principio de este párrafo, me atrevería a poner en discusión el futuro mismo de la prensa de pago en el contexto en el que nos movemos, por muy barato que sea su precio. Público recuerda en muchos aspectos al Periódico de Catalunya, precisamente uno de los medios impresos que más ha sufrido en sus ventas el efecto de la prensa gratuita.

Público quiere ser un complemento para el lector de diarios gratuitos, pero no sé en qué medida estamos asistiendo a un juego de suma cero (en el que tienen las de ganar los gratuitos: ¡son gratis!). En este sentido, mucho me temo que Ignacio Escolar tiene como principal competidor a su padre, Arsenio Escolar, el director del que sin duda es el diario gratuito de mayor calidad (20 Minutos). Sin duda, habría espacio suficiente para un medio de las características de Público en el sector de la prensa gratuita. La prensa de pago, en cambio, es un sector en perpetua retracción, anquilosado y atenazado por la multiplicación de fuentes informativas de la última década y su pérdida de centralidad en cuando a su influencia en el proceso de formación de opiniones. Y aunque Público no participe, o no tenga por qué participar en absoluto, de las características que históricamente han definido a la prensa impresa en España, lo cierto es que la crisis del sector trasciende claramente los vicios propios de un país y está ya sobradamente extendida en todo el mundo desarrollado. En este contexto es en el que no tengo claro que un producto tan “antiguo” y “clásico” en cuanto a su formato (papel + pago) pueda sobrevivir en un mercado tan saturado.

Otra crítica que también ha menudeado respecto de los primeros números de Público, y a la que ya he hecho referencia, es la de su sensacionalismo, en lo formal y en los contenidos que ofrece. La verdad, no estoy de acuerdo en absoluto con esta crítica, o con lo que esta crítica parece deslizar: que el supuesto sensacionalismo de Público iría en contraposición con la aún más supuesta calidad y rigor propios de los grandes diarios nacionales “de siempre”. Es cierto que Público tiende a abusar de os colores, de los grandes titulares, las portadas unitemáticas, etc. Y que, asimismo, sobre todo en las principales noticias, puede detectarse un enfoque informativo en el que se toma posición de forma más o menos explícita. Pero estos “abusos” son tales siempre y cuando hablemos desde los criterios tradicionales de evaluación de lo que es la prensa “seria”. Siempre y cuando asumamos que la prensa “seria”, en España, es realmente depositaria de una serie de valores y virtudes que exceden en mucho a sus defectos. Lo cual, desde luego, en lo que a mí respecta no es el caso. Puede que Público sea muy explícito en su adscripción ideológica, muy obvio en el tratamiento visual de los grandes temas, excesivamente cercano en sus apelaciones directas al lector, … Rasgos, por otra parte, que no ha inventado este medio, sino que llevan años desarrollándose en su auténtico “medio fuente” (Internet). Y, en todo caso, insisto: no me parece esto peor que la prensa pretendidamente “seria” que, al menos en el caso español, se pasa la vida haciendo circunloquios que permitan, a la hora de la verdad, vender cabras mucho peores, como lo malo que es el fútbol en abierto o los agujeros negros del 11M, por poner sólo dos casos.



35 comentarios en “Público”: Un primer balance
  1. Bastante de acuerdo con el análisis. Creo que Público ha mejorado bastante en el mes que lleva en la calle. Sobre todo en la profundidad y extensiónde las noticias: al principio había muchas más, más cortas y menos elaboradas. Reconozco que estoy acostumbrado a El País, y quizá sea por eso que lo que más me chirría son las portadas estilo The Sun, que luego no se corresponden con el tratamiento de la información que se da en el interior, mucho más «serio».
    Por lo demás, me parece que está bastante bien, seguiré comprándolo cuando pueda. Aunque fuera por los columnistas, valdría la pena.

    Comentario escrito por Quettaheru — 27 de octubre de 2007 a las 6:19 pm

  2. No puedo estar más de acuerdo en el efecto negativo de las portadas y la inevitable comparación con El País. Yo soy lector del País «de toda la vida» y eso, aunque esté bastante harto de este periódico en muchísimos aspectos, genera una serie de inercias que es difícil cambiar. Supongo que por muy claro que tuvieran lo que querían hacer con Público los meses iniciales siempre acaban teniendo un componente de experimentación, de ahí que la estructuración de las noticias haya ido cambiando (también creo que a mejor).

    En mi caso, es verdad que Público es un «segundo periódico», además de El País, con lo cual ya cumplo con todos y cada uno de los tics del maligno progretarra; ¡si ni siquiera he condenado aún a Castro!

    Un cordial saludo

    Comentario escrito por Guillermo López — 27 de octubre de 2007 a las 6:59 pm

  3. Yo la mayor pega que le veo a Público es la cantidad enorme de faltas de ortografía y gramática, y de palabras saltadas que hay en el texto. Y es algo que me hace muy desagradable la lectura. ¿Tanto les cuesta tener correctores? Si estoy en el paro!

    Comentario escrito por Perri el sucio — 27 de octubre de 2007 a las 8:24 pm

  4. Un análisis muy interesante.

    ¿Y qué te parece el tan publicitado cambio de El País (Tijuana, Marihuana, Rabia, Arabia… Querer comprender)? Yo supongo que la desencadenante de una renovación muy necesitada por El País ha sido precisamente la aparición de Público.

    Y sobre el cambio en sí, bueno, no ha sido muy sustancial, ¿verdad? Me gusta más la nueva maquetación (la anterior era muy ‘clasicona’), algo más dinámica y ‘moderna’, pero no me acaba de convencer la nueva división de secciones, que parece decir que Internacional, España y Economía son ‘lo serio’ y Sociedad, Deportes, Cultura y demás son, precisamente, ‘lo demás’.

    Un nuevo espacio que sí me gusta es el que han llamado ‘La cuarta página’, aunque ya veremos cómo lo van rellenando, y en principio también me gusta la mayor presencia de esos pequeños artículos o comentarios ‘de firma’ junto a las noticias, aunque evidentemente darán una imagen ideológicamente sesgada de la información a la que acompañen.

    En cuanto a los suplementos, EPS me gusta aun menos -ya es muy poco más que eso que se suele llamar ‘revista de tendencias’-, el suplemento Domingo me sigue gustando por la profundidad de sus reportajes (aunque el de Guantánamo me pareció banal ante la oficialidad de la visita) y el interés de sus columnas (grande Timothy Garton Ash) y al Babelia de hoy aún no he podido echarle un vistazo, aunque ya veremos si no se hunde aun más en la mera promoción de los productos Alfaguara y demás con su nuevo director.

    Y, en fin, que me interesaría conocer tu opinión.

    Saludos.

    Comentario escrito por Chemi — 27 de octubre de 2007 a las 9:00 pm

  5. Guillermo dice: «La verdad, no estoy de acuerdo en absoluto con esta crítica, o con lo que esta crítica parece deslizar: que el supuesto sensacionalismo de Público iría en contraposición con la aún más supuesta calidad y rigor propios de los grandes diarios nacionales “de siempre”. Es cierto que Público tiende a abusar de os colores, de los grandes titulares, las portadas unitemáticas, etc. Y que, asimismo, sobre todo en las principales noticias, puede detectarse un enfoque informativo en el que se toma posición de forma más o menos explícita. Pero estos “abusos” son tales siempre y cuando hablemos desde los criterios tradicionales de evaluación de lo que es la prensa “seria”. Siempre y cuando asumamos que la prensa “seria”, en España, es realmente depositaria de una serie de valores y virtudes que exceden en mucho a sus defectos. Lo cual, desde luego, en lo que a mí respecta no es el caso.»

    Yo creo que sí es sensacionalista. Y que no hay que comparar con nadie. De ese mismo modo podríamos decir que el contenido del gratuito 20 Minutos tampoco es sensacionalista. «Público» abusa de los titulares grandes y de estilo opinativo, hasta un punto exagerado, independientemente de lo que hagan los demás.

    Precisamente, no sé si os habéis fijado, una de las partes más interesantes de la renovación de El País, es el cuidado por titulares, subtítulos, pies de foto y demás recursos destacados. Ahora se preocupan de que sean muy informativos al estilo clásico, es decir, que el lector se entere del «meollo» con un vistazo y de una forma, ejem, «objetiva». Esto se da sobre todo en las secciones de Nacional, Economía e Internacional. Para Cultura y otras nuevas subsecciones escogen el titular llamativo pero no opinativo, y también se percibe que al menos en estos momentos lo cuidan bastante.

    Comentario escrito por Alfredo M-G — 27 de octubre de 2007 a las 9:24 pm

  6. Chemi (y Alfredo), sobre el cambio de El País, me temo que yo soy lo más parecido a un señor con bigote, gemelos, reloj de bolsillo y monóculo que puedas imaginarte para este tipo de temas. Que me «pone» lo clásico y la tradición, vaya. A mí el cambio de diseño, en consecuencia, no me ha gustado demasiado, y además lo veo una cuestión de matiz (que no es para tanto, vamos), teniendo en cuenta los aspavientos con los que lo habían publicitado. Pero en mi descargo diré que para mi gusto El País no debería haber sido cómplice de los coloristas y que, en consecuencia, debería haberse mantenido totalmente en blanco y negro.

    Sé que esto es totalmente contradictorio con lo que decía (y Alfredo sacaba a colación) respecto del diseño de Público, pero hablo de mi gusto personal respecto de un diario con el que he crecido. Y no es lo mismo, insisto, acercarse a un medio por primera vez que ir viendo cómo cambia. En realidad, no es que estés diciendo nada que no haya dicho yo, Alfredo, yo también creo que el diseño de Público sigue fielmente muchos de los rasgos del sensacionalismo. Lo que quería decir es que no creo que debamos rasgarnos las vestiduras por ello, y que a mí, más que el formato, me interesa el contenido y la honradez en el tratamiento informativo (por eso el principal defecto que le veo a Público es su seguidismo con el Gobierno). En España nunca hemos tenido prensa sensacionalista al estilo inglés o alemán y eso quizás nos ha hecho pensar que la prensa de referencia es también prensa «seria». Al menos, la prensa «seria» se vende incesantemente como tal. Y conjugar eso con la ideologización constante o las guerras privadas estilo derechos del fútbol me parece mucho peor que el sensacionalismo «formal».

    Por último, lo del proceso de cambio de El País. Bueno, yo creo que es evidente que están preocupados, por un lado, por su pérdida de centralidad – exclusividad en el «espacio mediático» de la izquierda, aunque sean (y seguirán siendo por mucho tiempo) el grupo mediático más importante de España. Y, por otro, por el envejecimiento de su público y la apertura del mercado de la comunicación, en la que ellos han aprovechado muy bien algunas de sus oportunidades (por ejemplo, con Canal + y después las plataformas de TV por satélite), pero se han quedado atrás en otras.

    Particularmente en Internet, donde su aciaga apuesta por el pago (de 2002 a 2005) les sigue pasando factura. Su reacción en Internet, con todo, me parece adecuada, y me gusta bastante cómo están tratando de integrar otro tipo de contenidos (contenidos del público, contenidos audiovisuales, etc.) como parte de su oferta. Ahora bien, con esto pueden conseguir la recuperación del liderazgo en Internet y atraer a lectores jóvenes, pero ¿evitar el envejecimiento de los lectores del diario en papel? Esto me parece una misión casi imposible. Y la apuesta latinoamericana que simboliza el cambio de lema («el periódico global en español») no creo que fructifique fácilmente (y, sí, lo confieso, tampoco me gusta el cambio de lema).

    Un cordial saludo

    Comentario escrito por Guillermo López — 27 de octubre de 2007 a las 9:41 pm

  7. Hola:

    Pues yo, a pesar de defender que le debemos una copa a Zapatero por la aparición de Público, ando chasqueado con el invento. Con la gente que tienen en plantilla, esperaba un producto de más calidad. Sin embargo, sí puedo defender que, por lo demostrado hasta la fecha, son un medio de comunicación más serio que los que se retrataron el 11-M aquí abajo. Y con colorines y con titulares basura -i.e.»La ciencia española descubre la vacuna contra la malaria», traducido en izaronews como «Un científico vasco descubre la vacuna contra la malaria»- y todo, porque no hay más cera que la que arde.

    Para la siguiente entrega, propongo un mini-apartado que trate el tema de la tángana con los quiosqueros. Mi ex-quiosco, por ejemplo, no lo vende desde hace semanas, y me consta que hay más en esa misma situación. Me consta por mi nuevo quiosco, sito a dos manzanas del viejo, que ese boicot no está haciendo mucho daño por el tipo de público al que va dirigido el periódico.

    Eso sí, la sección de deportes es para llevarla enterita al TPI.

    Saludos,
    pep

    Comentario escrito por popota — 28 de octubre de 2007 a las 12:41 am

  8. Excelente análisis, Guillermo. Está claro que Público aún tiene que encontrar su hueco definitivo en el panorama mediático actual, pero eso le pasa a todos. Le pasó a proyectos frustrados (como El Independiente, que tenía muy claro su espacio, y por eso acabó como acabó) y a proyectos «exitosos» (el caso de La Razón, que llegó a plantearse ser un periódico vespertino).
    A mí lo que me joroba de estas dificultades para abrirse un espacio en el caso de Público es el lobby de los quiosqueros (que manda huevos que los quiosqueros puedan formar un lobby). En Valencia aún, un mes después, hay muchos problemas para encontrar Público en los quioscos. Vas, y el quiosquero, todo chulo te dice «No nos llega», y si le estiras de la lengua te dice que no lo reciben porque ganan menos porcentaje con su venta, que pierden dinero, etc. etc. Endevé.
    Yo creo que ése es el problema más urgente que tiene Público en estos momentos, desde un punto de vista de la gestión inmediata.
    Lo dicho, muy buen análisis. Esperamos ansiosos la segunda parte.

    Comentario escrito por Manolo — 28 de octubre de 2007 a las 5:34 pm

  9. Creo que el análisis es muy generoso con Püblico, cuyo enfoque no deja de ser superficial y redundante. Pocas cosas hay en Público que no se encuentren en otros periódicos. Y casi todo lo que se encuentra en Público está mejor y más detalladamente contado en otros medios. Personalmente, me ha resultado decepcionante.

    Comentario escrito por Marta Signes — 28 de octubre de 2007 a las 8:31 pm

  10. Creo que alguien lo ha mencionado ya; vale la pena comprarlo, aunque no sea más que por sus columnistas.
    En cualquier caso siempre es bienvenido un nuevo medio, y más en eso que llaman «la izquierda».

    Comentario escrito por l.g. — 28 de octubre de 2007 a las 9:55 pm

  11. Guillermo, en España sí que ha habido prensa sensacionalista, lo que ocurre es que ha terminado fracasando. Recuerda el diario Claro que quisieron montar los alemanes y se comió la mierda. Y tampoco se puede decir que en los gratuitos esté triunfando. Está Qué! por 20 Minutos y ADN.

    Sobre Público, yo «superopino de que» se puede leer. Es interesante. Ahora bien, no lo considero superior a El País, ABC, El Mundo y La Vanguardia. Sí a El Periódico, que como habéis señalado, se le parece bastante.

    Los columnistas no me parecen ni de coña la mitad de buenos que los buenos de El País, El Mundo o ABC. Pero tampoco son deleznables como los malos de dichos periódicos.

    Yo de todas formas soy un triste. Que mi sabor favorito es el de los yogures naturales del Carrefour. Pero las portadas y que Moncloa les dicte muchas noticias me lo tomo como insultos a mi madre.

    En fin, en general aprueban, pero para quitarme a mi El País hay que echarme agua hirviendo.

    Comentario escrito por Álvaro — 29 de octubre de 2007 a las 4:07 am

  12. ¿Qué quieren que les diga…?

    A mi «Público» me parece el «Diario de los Papichulo»…solo le falta homenajear a los Tabloids británicos y sacar diariamente a una rubia pechugona en la contraportada.

    En cuanto a «El Pais»…»El BOE de PSOE» hace tiempo que dejó de ser interesante.

    La prensa de la derecha no la analizo porque no tengo los arrestos suficientes…

    Comentario escrito por Garganta Profunda — 29 de octubre de 2007 a las 8:41 am

  13. Es cierto lo de los intentos fracasados de hacer sensacionalismo. Recuerdo el Claro. Además, tenía el morbo añadido de que lo editaba el ABC, fue una rutilante idea de LuismAnsón que duró unos quince números o así. Tenía todos los clásicos, tía en bolas incluida.

    Yo siempre he defendido la teoría de que en España no hay prensa sensacionalista porque su mercado ha sido absorbido por el extraordinario desarrollo de las revistas del corazón, por un lado, y la prensa deportiva, por otro. Que, a fin y al cabo, son dos de los tres nutrientes básicos de la prensa sensacionalista de toda la vida. El otro, los sucesos escabrosos, lo cubría en su día «El Caso» (qué pedazo de periódico. De hecho, ¿no lo intentaron reeditar? Recuerdo, entre otros, el titular «Bolas de veneno en la Casa del Terror», porque alguien había envenenado a su familia con naftalina, o algo así), y ahora, sobradamente, la televisión.

    Por lo demás, comparto contigo la adicción a El País (no así a los yogures del Carrefour, yo compro cuajadas, en plan Patxi; aunque te recuerdo que soy el tío que prefiere la prensa en blanco y negro), pero cada año que pasa me cabreo más.

    Un cordial saludo

    Comentario escrito por Guillermo López — 29 de octubre de 2007 a las 10:07 am

  14. Hola Guillermo, te dejé un comentario ayer. Básicamente, decía que el Público me ha decepcionado. Ni cuenta cosas nuevas o distintas ni lo hace demasiado bien. No entiendo muy bien qué necesidad hay de ser complacientes.

    Comentario escrito por Marta Signes — 29 de octubre de 2007 a las 4:31 pm

  15. Hola…

    Creo que el movimiento de colaboradores, con el reciente desembarco de Boyero al País, merece algo de atención.

    A mí los cambios en el diario de Prisa me gustan bastante, otra cosa es que le resulten efectivos para que agarrados como yo aflojen los euros, que no llegamos a 600 euros al mes y si no me dan un dvd o libro no me compro el periódico.

    Recuerdo un titular del Claro: «Pelotón de cobardes», fue justo el día en que Indurain se escapó con Chiapuchi y se vistió por primera vez de amarillo. Puede que el navarro lo leyera y se inspirase… ¿Quién sabe?

    Comentario escrito por LC — 29 de octubre de 2007 a las 7:08 pm

  16. Yo es que confieso que me ponen mucho dos cosas, Marta:

    1) Que nazcan nuevos medios y, en particular, nuevos periódicos, sobre todo por lo anacrónico del último caso.
    2) Que alguien intente hacerle la competencia a PRISA. Público es, hasta donde puedo atisbar, el único que lo intenta desde los tiempos de El Independiente. Y como lector del diario de PRISA que está harto de PRISA y del diario de PRISA en muchísimos aspectos, sólo puedo aplaudir la iniciativa.

    Ahora bien, ¿complaciente? Yo tampoco diría tanto. No comparto, por otra parte, tu argumento de que lo que Público ofrece ya lo ofrecen otros medios. Lo último que esperaría de un periódico en papel es que fuera fuente de innovación. Y el caso es que Público, en esa especie de territorio híbrido entre los diarios gratuitos y los de pago, sí ha innovado en una serie de cuestiones, como la ausencia de editoriales, la atención que presta a algunas secciones, incluso el sensacionalismo formal, … Y aunque todo esto estuviera en otros medios, la cuestión no es sólo que esté, sino en cuántos y cómo accedemos a ellos.

    Un cordial saludo

    Comentario escrito por Guillermo López — 29 de octubre de 2007 a las 7:29 pm

  17. Un muy buen análisis, Guillermo, pero echo en falta una mayor crítica a lo que, en mi opinión, hunde en la mediocridad más absoluta a este nuevo diario: su absoluta y desvergonzada falta de ecuanimidad e imparcialidad. Creo que sostienes que eso no es ningún problema, pues en este país todos los medios tienen una marcada orientación ideológica. Me parece un argumento pobre, ese eterno recurso al «y tú más» con el que en España tapamos nuestras propias carencias, o las de aquellos a quienes apoyamos.

    No creo que la juventud pase de la prensa escrita de pago por el eurillo que vale. Sólo en cafés de la máquina de la oficina uno se gasta más. Más bien me parece que la obstinada parcialidad de los medios ahuyenta a un público que lo que menos desea en esta vida es «que le coman la olla». Quizás un medio más equidistante de los dos espectros tendría más éxito del esperado entre los jóvenes…

    Por último, no entiendo como en un blog de calidad como éste deslizas comentarios benevolentes sobre la prensa gratuita. A ver, se trata de una prensa analfabeta, frívola, superficial, sensacionalista hasta la náusea (portada del Qué de hace meses: «En Alcorcón hay Latin Kings… y la van a armar») y, en definitiva, destinada a un público de un nivel cultural-adquisitivo bajo-ínfimo sin una mínima capacidad de crítica ni de contraposición de ideas. Es decir, los que cada mañana veo en el Cercanías que lo leen: SergiXavieres, peruanas lavaculos y lesbianas de vagina dentada.

    Comentario escrito por Montecristo — 30 de octubre de 2007 a las 9:56 am

  18. Ahora que me acuerdo, estoy indignado, ¿cómo que primer balance? ¡Aquí el primero!: http://www.lapaginadefinitiva.com/weblogs/alfredo/?p=159

    Comentario escrito por Alfredo M-G — 30 de octubre de 2007 a las 12:37 pm

  19. Portadas de los periódicos «serios» hace ocho meses:

    «De Juana pasea por la Concha con su novia»

    Comentario escrito por popota — 30 de octubre de 2007 a las 2:41 pm

  20. Ahí va otra, Popota:

    Avui: «Independència al 2014»

    Jejeje… si es que, si quisieran, podrían dejar en el paro a todos los humoristas de España.

    Comentario escrito por Montecristo — 30 de octubre de 2007 a las 3:20 pm

  21. Peca de amarillismo y es demasiado previsible.

    Comentario escrito por publico — 30 de octubre de 2007 a las 8:46 pm

  22. Yo me alegro de todo lo que joda a El País y a Prisa, pero la verdad es que público es muy flojo, su sensacionalismo es demasiado exagerado, solo salvaria la parte de ciencia -también superficial, pero por lo menos hay algo, cosa que en los otros nada-,

    Al menos la opinión no es tan asquerosa como los fans del Gal y la Guardia Civil y ultranacionalistas españoles del Pais, y supongo que si cultura se dedica a promocionar los productos de Mediapro ya será algo menos excluyente de las otras culturas del estado que el País con su recalcitrante odio patológico y fanático contra las culturas catalana, vasca y gallega… aunque en eso quizá tenag excesivas esperanzas y confianza en Jaume Roura, por lo menos es cruyfista, ya es algo

    A ver si funciona algo y podemos oir a los jovencitos aspirantes a ‘progre’ descafeinado decir memeces diferentes y mas variadas que las que leen en el País.

    Comentario escrito por peret — 31 de octubre de 2007 a las 10:11 am

  23. Completamente de acuerdo con el análisis.

    Personalmente, tan sólo añadir que lo que más me gusta del diario es la «caña» que le da al PP llamándolo por su nombre. La derecha en España es la peor rémora histórica para la modernización y asentamiento de de un mínimo estado del bienestar de esta país.

    Por otro lado, me gustaría que fuera un poquitín menos zapaterista y nos diera un poco más de cancha a los que vivimos extraradio más a la izquierda.

    Un saludo

    Juli

    Comentario escrito por Juli Just — 01 de noviembre de 2007 a las 1:06 pm

  24. Es sensacionalista y absolutamente parcial, pero lo peor es que le da eco a todas las disputas de cloaca que se traen los políticos españoles, amplificando su inoperatividad, inmersos como están en un asqueroso electoralismo permanente y la más impúdica demagogia. En esto no se diferencia del resto, por ello no lo acabo de ver como algo realmente nuevo.
    Por cierto ¿Podría alguien explicarme que tiene que ver este Público con el portugués, que ya existe hace años? Tienen la misma cebecera pero no acabo de ver mas conexiones.

    Comentario escrito por Anton — 02 de noviembre de 2007 a las 12:57 am

  25. La parcialidad es lo de menos. Lo más sangrante es que suple su anorexia de información y comentarios con páginas atiborradas de colorines, foticos gigantes y tipos de letra de 100 puntos. En suma, que ofrece poco más que un diario gratuito, y cuesta cincuenta veces más (sí, señores sabihondos, ya sé que en el mundo matemático ideal cuesta infinitas veces más, pero en el mundo real la unidad mínima monetaria es un céntimo).

    Comentario escrito por Sumquodest — 03 de noviembre de 2007 a las 9:19 am

  26. Perdón de antemano por el rollo, pero no me voy a reprimir. Joder, que no todos los días sale un periódico nuevo a la calle. Ni, sobre todo, todos los días se actualiza LPD. Así que avisados quedáis.

    Desde que tengo uso de razón, amén de gratuitos y otros modelos de prensa de menor ambición, recuerdo que haber asistido al nacimiento de varios periódicos, El Mundo, El Sol, El Independiente, Claro (dirigido, por cierto, si no recuerdo mal, por el padre de Ignacio Escolar, ¿no?), La Razón… (de los que sólo el primero y el último han resistido) mientras que, si no se me escapa algún otro, he asistido, entre brumas, al fallecimiento de El Alcázar, Ya y, más recientemente, Diario 16. En realidad, salvo que me equivoque en el recuento, han nacido más o menos los mismos medios que han muerto. El anémico panorama de la prensa en España, aunque los costes sean cada vez menores (los referentes a los medios técnicos pero también los de los llamados “recursos humanos” gracias a la producción en serie de las Universidades y demás centros formativos españoles de carne de cañón especializada en teletipos, notas de prensa y copy&paste), parece no permitir mucho más. Y es una pena. Aunque no tanto cuantitativamente como cualitativamente, porque lo que sí que está claro es que las ambiciones de los distintos medios referidos no son demasiado diferentes a lo que ya hay o había en el mercado (quizás con la excepción del experimento semanal que fue El Independiente, pero que, seamos sinceros, tampoco era precisamente Die Zeit).

    Por eso mola, ilusiona, que aparezca un nuevo periódico y que lo haga con la ambición, al menos, de durar. La irrupción de Público, que a decir de la competencia cuenta con un gran respaldo económico (e incluso político), por dar cobertura a cierta “sensibilidad” zapaterista hasta ahora más o menos huérfana, es refrescante. Lo es para el lector potencial de prensa, pero sobre todo para nosotros, que estas cosas nos alegran la vida: descubrir cómo lo que antes se llamaba sensacionalismo ahora es una “puesta en página moderna”, constatar que Anson era un avanzado a la hora de definir qué ha de ser una portada en un diario moderno, escuchar en las radios y periódicos de la competencia las cordiales bienvenidas al recién llegado, con un mal rollito que demuestra que, como mínimo, los tiempos han cambiado tanto y el vector económico del negocio lo tienen todo el mundo tan claro que ya ni disimulan… LPD o Guillermo, que tienen mucha más clase, porque además se lo pueden permitir, dado que Público no les va a hacer perder un solo euro, pueden darles la bienvenida con los brazos abiertos. Pero son los únicos que lo han hecho de corazón, la verdad.

    Más allá de la crisis del papel o de la propia prensa de pago, una primera reflexión viene a la mente de cualquiera, sabedores de que esto, además, es España, en cuanto aparece un nuevo periódico. Es más o menos lo mismo que piensa la gente cada vez que descubre que Gabilondo sigue presentado las noticias de Cuatro. Esto está muy bien, sí, pero ¿cuántos meses le damos? Pues bien, creo poder afirmar que este escepticismo es digno de mejor causa. Los periódicos en España, está más que demostrado, pueden sobrevivir sin problemas bajo ciertas condiciones, que se resumen en:
    – tener suficiente publicidad, a falta de ventas, garantizada durante un tiempo prudencial, dos o tres años, hasta que se consolidan, si es que lo hacen.
    – y ya está, no hace falta nada más.

    La Razón demostró ya en su día, por ejemplo, cómo sin ventas de ningún tipo, pero contando con el favor de todas las Administraciones Públicas y grandes empresas nacionalizadas, la cosa puede sobrellevarse durante años sin problemas y a pesar de tener menos lectores que esta página durante un par de años. Los motivos por los que, a pesar de que la gente leía menos eso que LPD, la Comunidad de Madrid y el entonces Gobierno de España, así como Telefónica, Endesa, BBVA, Repsol y asimilados inundaban con publicidad el opúsculo de Anson, los pueden imaginar.

    De forma que podemos afirmar que, si La Razón resistió y llegó incluso a vender, con paciencia, unas decenas de miles de ejemplares, no hay motivos para pensar que Público no pueda hacerlo. En el fondo, los que apuestan por el fracaso empresarial de la iniciativa confían ciegamente en dos condiciones que han de darse conjuntamente para que éste sea inevitable: la incompetencia de sus creadores y la insobornable rectitud de los actuales responsables de distribuir el maná de la publicidad. Juzguen Ustedes mismos si creen que se dan ambas circunstancias. Si no van de la manita, las dos, el recién nacido tiene muchas probabilidades de prosperar.

    Con todo, aunque la cosa pueda ayudar un tiempo, un periódico ha de acabar logrado hacerse un hueco entre los lectores. No es sencillo, porque esto del periódico es como la marca de cigarrillos. La gente tiene sus manías, sus hábitos, y sacarla de allí no es sencillo. Algunos raritos van cambiando, prueban aquí y allá, pero no es lo normal. Y lograr quebrar costumbres tan arraigadas no es fácil, Pero se puede hacer.

    Incluso cuando parece difícil. Piénsese, de nuevo, en La Razón. Ingenuo que era uno en esa época, pensaba que la cosa no fructificaría, por mucho respaldo corporativo que tuviera la iniciativa. Los conservadores de toda la vida, católicos y monárquicos, estaban enganchados al ABC; mientras que la derecha más sandunguera, amante de las emociones fuertes, del sensacionalismo y del populismo pero con una visión social de la vida moderna (en la que se puede follar tranquilamente, a la luz del día, sin necesidades de dobles morales y mandangas), ya tenía El Mundo. Luego resultó que no, que quedaba un nicho de mercado, que combinaba el sensacionalismo de El Mundo y el tradicionalismo en la más bella tradición azul mahón pero reconvertido a la Monarquía constitucional (como la propia institución) de ABC. Estos lectores, amantes de las emociones fuertes, descubrieron que La Razón les daba las dos cosas en una sola. Y, además, la entrega de ABC a los vascos dio motivos a los fundamentalistamente centralistas para completar el trasvase. La historia es de todos conocida: La Razón está ahí, lozana y envidiablemente preñada de publicidad, todavía hoy, años después.

    Público busca un nicho de mercado, se supone, “a la izquierda de El País”. Están de suerte, porque pueden encontrar no un nicho sino un cementerio entero. Los optimistas se agarrarán a este dato, mientras la gente de orden, displicente, piensa para sus adentros que da igual que sea muchos o pocos: son gente que no lee periódicos. Y tienen razón, ya que años de prensa española a la antigua han educado a la población en que, si uno quiere encontrar una orientación adaptada a principios de reparto propios de una socialdemocracia moderada como pueda ser la CSU alemana, mejor que vaya despidiéndose de poder leer un periódico en España. Y claro, esa falta de costumbre se nota. Adicionalmente, conocida es la tendencia de El País, cuando lo siente como empresarialmente necesario, de ampliar un poquito sus horizontes para tratar de copar el ala izquierda del liberalismo conservador pero socialmente avanzado que representa su línea editorial desde su fundación.

    La apuesta de Público es por eso especialmente interesante, ya que dota de una voz que faltaba al panorama mediático español. Puede tener, además, dada la guerra abierta que le ha declarado El País a Rodríguez Zapatero como consecuencia, entre otras cosas, de que le quieran tocar la cuenta de resultados por la izquierda, efectos muy positivos para la prensa española. Porque si bien El País nunca ha sido entusiásticamente zapateril (otra cosa es que no tuvieran más remedio que poner buena cara, dadas las alternativas), ahora que se siente abandonado en sus (según ellos) legítimos intereses de forrarse con cierta cobertura y protección pública, está claro que la cosa puede producirse sin complejos. Ya saben, que si no basta el talante y hace falta, además, talento, como le dijeron a ZP antes de las elecciones de 2004. Como consecuencia de ello es posible que El País pueda aspirar a convertirse en ese medio conservador pero liberal y democrático, más o menos plural y de calidad, que España no ha tenido nunca. Aunque sólo fuera por eso, aunque sólo fuera porque gracias a ella hay una pequeña posibilidad, por remota que sea, de que se produzca este deslizamiento en el ahora diario global y con fotos en color en español, la salida a la calle de Público habría valido la pena.

    Por lo demás, está por ver que la apuesta del nuevo periódico por atraer nuevos lectores, que son de una generación acostumbrada a obtener las noticias por muy diversos medios, salga bien. Han acertado, al menos, en romper una tendencia muy española, porque le han dejado ponerse a los mandos a un tipo avispado y muy joven, de 31 añitos, que en consecuencia ha de estar más enterado de qué piensa y cómo siente la juventud española que los tradicionales expertos cincuentones en prospecciones de mercado. Desde que Cebrián tuvo a su mando los informativos de la TVE de Franco y luego El País, o desde que Gabilondo se encargó de las noticias en TVE, no había vuelto a encargarse a un chaval joven que dirigiera un medio nacional. A ver si la gerontocracia mediática española se renueva mínimamente gracias a esto.

    Y, a todo esto, ¿qué tal está el periódico? Pues supongo que es demasiado pronto para poder ser justo en el juicio, pero a mí no me gusta demasiado: puesta en página demasiado “moderna” para mi gusto, mucha foto, noticias poco desarrolladas, poco análisis, una sección de internacional decepcionante, demasiada opinión en pildoritas pero muy poca reflexión desarrollada… Por lo visto, la nueva generación a la que va dirigida el nuevo diario sí parece una generación que, según quienes lo han concebido, lee menos o tiene menos interés en ciertos contenidos más elaborados.

    En cambio, ha de reconocerse que sí están tratando ciertos temas y desde ciertas ópticas que, hasta la fecha, no tenían demasiado eco en la prensa generalista española o, más directamente, en los medios de comunicación. Pero no tengo claro si, por ejemplo para mí, que me considero parte de la generación a la que se supone que el periódico va dirigido, Público va a serme de utilidad:
    – prácticamente todas las noticias que pueda dar, con el nivel de profundidad que las trata, ya las recibo por otras vías
    – puedo acceder a los reportajes o cuestiones más específicas que traten, sin problemas, en su web, dado que a buen seguro, caso de que haya algo de verdaderamente interés y original que valga la pena, lo normal es que alguien me informe de que existe y lo lea en Internet
    – sin embargo, la cantidad de contenidos por así decirlo no sólo “densos” sino “originales”, no son demasiados como para justificar, a mis ojos, la compra
    – echo verdaderamente en falta secciones de política, de internacional y de economía más sólidas y con enfoques y contenidos alternativos (lo de internacional es especialmente sangrante, dado que el blog de su redactor jefe es muy interesante como fuente fiable, rigurosa y profunda de noticias alternativas)
    – incluso la sección de deportes, la verdad, me interesa menos que las de otros diarios generalistas (a decir verdad, la cosa es más fácil de resumir: la sección de deportes es de vergüenza ajena)
    – faltan reflexiones de gente ajena al diario y las que hay son cortas y poco elaboradas, muy condicionadas por el escaso espacio de que disponen.

    De todas formas, supongo que no soy yo, en el fondo, el modelo de lector que busca Público. A mí, aunque su línea editorial no me convenza, me sigue resultando más interesante el producto que me ofrecen medios como ABC o El País, pero probablemente es que, en fondo, yo me parezco más a la generación de quienes tienen 40 ó 50 años que a los de mi edad, que son los que Público quiere captar. No a todos, pero sí a los suficientes como para que la aventura fructifique. Y no estaría mal que así fuera.

    Mientras tanto, y aun con sus fotitos a color y su tendencia a la «segmentación» de las noticias, el nuevo El País meparece mucho, muchísimo mejor.

    Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 04 de noviembre de 2007 a las 9:53 am

  27. Pensé que el verdadero periodista era aquel que buscaba la información de la manera más objetiva posible.

    Pero veo que aquí lo que se celebra no es que haya un nuevo periódico que por fin intente ser objetivo, es decir, ser un oasis en el desierto de la politización de la información. No.

    Lo que aquí aquí se celebra, entre gente mayormente formada y culta, es que por fin haya un periódico que 100% le bese el culo al gobierno de turno y que no discrepe de él. Increíble.

    ¿Lo estáis diciendo en serio? ¿Y vosotros sois los que váis a educar a las generaciones futuras? ¿en qué? ¿En ser sumidos a todo poder del signo político -rojo o azul- de vuestras creencias?

    Ahora empiezo a entender por qué hay gente que todavía definende a Franco, a Castro o a Chávez.

    Comentario escrito por Qué país... — 07 de noviembre de 2007 a las 2:31 pm

  28. Copio y pego lo que decía al respecto:

    «Como consecuencia de ello es posible que El País pueda aspirar a convertirse en ese medio conservador pero liberal y democrático, más o menos plural y de calidad, que España no ha tenido nunca. Aunque sólo fuera por eso, aunque sólo fuera porque gracias a ella hay una pequeña posibilidad, por remota que sea, de que se produzca este deslizamiento en el ahora diario global y con fotos en color en español, la salida a la calle de Público habría valido la pena.»

    Comentario escrito por Andrés Boix — 07 de noviembre de 2007 a las 4:07 pm

  29. Andrés, tú mismo me lo confirmas.

    En vez de hablar de periodismo (dar noticias objetivamente, tal y como yo lo entiendo), estáis hablando de si tal o cual periódico es más o menos conservador, o liberal o lo que sea.

    Es decir, a ver qué periódico es más subjetivo y más cercano a mis ideas.

    Para mí, ni la sección de opinión de El Mundo ni de El País, ni lo dice Jiménez Losantos por las mañanas, pueden considerarse «periodismo».

    Para mí simplemente son opiniones subjetivas que defienden unos intereses concretos, fundamentalmente de grupos empresariales concretos. Y que mientras unos se están forrando, otros les seguimos el juego político nos tiramos a las trincheras para pegarnos en una lucha estéril.

    El nacionalismo, la izquierda-derecha, las monarquía, etc no son sino fruto de todo lo anterior.

    Comentario escrito por Qué país... — 07 de noviembre de 2007 a las 5:51 pm

  30. Repito, yo creo que lo mejor que puede venir de la salida de Público es que El País apueste por la calidad y por una mayor pluralidad.

    Se trata de hacer las cosas bien o mejor, no de ser objetivos ni de carecer de una determinada posición ideológica de base, porque eso es inevitable. Si no lo aceptas, sencillamente, puedes llevarte el scatergoris y jugar a otra cosa o en otro planeta. La cuestión es que, dentro de esos parámetros, al menos, la información sea de calidad, bien desarrollada, contrastando opiniones.

    Y, como decía, que al menos la línea editorial del medio ampare la expresión de opinones lo más plurales posible.

    Comentario escrito por Andrés Boix — 08 de noviembre de 2007 a las 11:48 am

  31. La línea editorial siempre amparará la pluralidad que le exiga una cuenta de resultados.

    Ojo, que yo lo veo normal, que son empresas y tienen derechos a tratar la información como le venga en gana, que para eso hay libertad de expresión.

    Y que si yo tuviese la pasta y montara un grupo, me fumigaría a todo articulista o periodista que intentase desviarse de mi línea editorial. Para eso es mi pasta y hago lo que quiero con ella.

    Pero siempre que un periódico pertenezca a un grupo mediático tan grande como los que existen en España (no quiero ni hablar de Alemania o Estados Unidos), la política y la cuenta de resultados SIEMPRE estará por encima que el intentar ser plurales y objetivos.

    Y El País no se escapa de esto. ¿Qué son más plurales? Sí, siempre y cuando NO SE METAN con Prisa, o beneficien a la competencia.

    Pero vamos, creo que en el fondo pensamos lo mismo.

    Comentario escrito por Qué país... — 08 de noviembre de 2007 a las 3:21 pm

  32. Va a ser que sí, que estamos sustancialmente de acuerdo.

    Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 08 de noviembre de 2007 a las 5:46 pm

  33. Pues a mí, y por abreviar, me parece una PUTA MIERDA, por no abundar en análisis del tipo: «estoy sustancialmente en desacuerdo» o «si intersecciono mi impresión con la tuya a razón de siete cada una catorce hace la media».

    Comentario escrito por pepito — 12 de noviembre de 2007 a las 12:27 pm

  34. Vaya, entre el análisis de Guillermo y el comentario de Andrés tengo de sobra para un refrito-trabajo para clase.

    En serio, buena disertación Guillermo.

    Saludos.

    Comentario escrito por Silvia — 20 de noviembre de 2007 a las 2:58 am

  35. Con el cambio, El País ha perdido información y columnas de opinión. Vaya, tiene menos contenido.
    Ahora es más rápido leerlo. Más ágil.

    Comentario escrito por Mar — 25 de noviembre de 2007 a las 8:26 pm

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