Comunicación Política: Un primer acercamiento al concepto
En este weblog ya hemos comenzado a tocar (en el anuncio del Congreso de Comunicación Política, en el análisis del libro de Pierre-André Taguieff sobre el populismo, así como, inevitablemente, en la mayoría de los artículos dedicados a la opinión publicada), y a buen seguro volveremos a la cuestión a menudo, temáticas asociadas con el complejo campo de la comunicación política. Se trata de un campo eminentemente interdisciplinar (no sólo entre las dos áreas que conforman el término, esto es, las ciencias de la comunicación y las ciencias políticas, sino en el que confluyen también muchos otros ámbitos de estudio afines, como la sociología o el derecho); intrínsecamente asociado con otro ámbito de estudio -la opinión pública- de naturaleza si cabe más difusa en cuanto a su definición; sujeto a adaptación en virtud de la naturaleza del contexto político en el que se desarrolla (partiendo de la distinción básica entre dictadura o democracia, y tomando en consideranción las características específicas del sistema político concreto que se está analizando), así como del sistema mediático asociado al anterior; y dedicado, en fin, al análisis de un gran número de situaciones y enfoques (procesos electorales; sondeos de opinión; publicidad y propaganda políticas; comunicación de crisis; comunicación institucional; periodismo político; y un largo etc.).
Podríamos partir, siguiendo a Javier del Rey, diciendo lo que no es la comunicación política:
La comunicación política no es la política, no se identifica con ella, enunciado que (…) tendrá que soportar la convivencia con este otro: política y comunicación son consustanciales. ¿Paradoja? Paradoja, tal vez, pero aparente. No todas las transacciones políticas son reducibles a términos y categorías de comunicación, pero muchas de ellas no llegan a buen puerto sin el recurso a la comunicación, sin un flujo de mensajes que surta determinados efectos, sin un adecuado proyecto de comunicación. Si tenemos en cuenta que las circunstancias en las que se desarrolla un proyecto político suelen ser adversas -partido y candidato tienen que abrirse camino en una atmósfera psicológica cargada de ruido y abiertamente competitiva-, notaremos que la comunicación, en la política, es algo más que un gabinete de prensa. La comunicación política no es la política, pero la política -parte considerable de ella- es, o se produce, en la comunicación política.
Esta indisociable unión entre medios de comunicación y políticos genera, en esencia, una nueva forma de hacer política que, indudablemente, es preciso analizar. Como señala Fermín Bouza:
El enfoque de la Comunicación Política introduce un factor de realidad inmediata en el análisis político, al observar el fenómeno ideológico desde la nueva perspectiva de los medios de comunicación, que son más que vehículos o transportes de las ideas: las forman o deforman de un modo que aún no conocemos suficientemente. Todo indica que está emergiendo una forma de hacer política y de entender las ideologías fuertemente mediada por los medios, y aquí sí vale la redundancia. Esta nueva forma de hacer política está siendo estudiada y también está siendo criticada, e incluso este factor de la crítica parece prevalecer sobre el estudio, de tal manera que el resumen general de la cuestión es más producto de ese acercamiento crítico que de la misma investigación: «la política −se dice− es un fenómeno de imagen mediática, y poco más». Hay, efectivamente, algo de eso. Pero quizá hay también elementos positivos en este nuevo mundo de la política a través de los medios que la hacen distinta −pero no peor− a la política clásica. Es una cuestión a investigar y a debatir.
Un campo de investigación académico, pero también una importante disciplina profesional, que abarca tanto a expertos en marketing y relaciones públicas como a periodistas, sociólogos, etc. Así lo indica Paco Seoane en la presentación de su blog, dedicado precisamente a la comunicación política:
Hay dos maneras de entender la comunicación política: como profesión y como campo de investigación académica.
Como profesión, la comunicación política es sinónimo de márketing electoral. Se concibe al votante como un consumidor que debe elegir entre una gama de productos, en este caso líderes y partidos políticos. Periodistas, publicistas, politólogos y sociólogos figuran entre los profesionales que tienen como misión vender al candidato.
Como campo de investigación académica, la comunicación política consiste en el estudio de la relación entre los tres vértices del triángulo formado por los medios de comunicación, la democracia y la ciudadanía. Se trata de un terreno conflictivo (los políticos y los periodistas casi nunca se ven reflejados en el retrato del investigador) pero sumamente interesante para los profesores universitarios de disciplinas como la Sociología, la Ciencia Política o la Comunicación.
Por último, Dominique Wolton propone una definición que añade al cóctel político-mediático una tercera instancia representativa de la opinión pública, la de los sondeos de opinión:
Al principio, la comunicación política designaba el estudio de la comunicación del gobierno al electorado, y luego el intercambio de discursos políticos entre la mayoría y la oposición. Más tarde, el campo se ha ensanchado al estudio del papel de los media en la formación de la opinión pública, y después, a la influencia de los sondeos en la vida política. Hoy engloba el estudio del papel de la comunicación en la vida política en sentido extenso, e integra tanto los media como los sondeos, el marking político y la publicidad, con especial interés por los periodos electorales. ¡ En surna, la comunicación política designa toda comunicación que tiene por objeto la política!… Esta definición, demasiado amplia, tiene, sin embargo, la ventaja de tomar en cuenta las dos grandes características de la política contemporánea: la ampliación de la esfera política y el espacio creciente otorgado a la comunicación, con el peso de los media y de la opinión pública a través de los sondeos.
Prefiero una definición más restringida. La comunicación política es «el espacio donde se intercambian los discursos contradictorios de los tres actores que tienen la legitimidad para expresarse públicamente sobre la política y que son los políticos, los periodistas y la opinión pública a través de los sondeos». Esta definicón insiste en la idea de interacción de los discursos mantenidos por los actores que no tienen ni el mismo estatuto ni la misma legitimidad, pero que por sus posiciones respectivas en el espacio público constituyen en realidad la condición de funcionamiento de la democracia de masas.
El concepto de comunicación política, por su parte, se enfrenta a dos límites: de un lado, las relaciones entre expresión y acción; de otro, la parte creciente que toma la lógica representativa como medio de regular las oleadas de comunicación numerosas y heterogéneas. Estos dos límites están directamente ligados al concepto de igualdad de opiniones en el seno de la comunicación política. Es evidente que sin esas dos condiciones teóricas (el derecho a la expresión y la igualdad) el modelo democrático no se encontraría frente a esos límites. Hace falta, pues, ser prudente en el análisis y la crítica, y tener bien presente que se trata de contradicciones de un pequeñisimo número de democracias en el mundo, las que gozan de todas las libertades. Son las únicas que, por primera vez en la historia, reconocen el derecho a la expresión y la igualdad de las opiniones. Las desviaciones, errores y límites del funcionamiento del espacio público y de la comunicación política no deben, pues, hacer olvidar su carácter reciente, y el hecho de que están ligados a situaciones eminentemente favorables en la historia política. La comunicación política sigue siendo el «motor» del espacio público.
Sondeos, medios y representantes políticos, en calidad de principales representantes de la opinión pública (a los que cabría añadir las manifestaciones sociales como una cuarta representación, más directa, más limitada y parcial -en cuanto a su alcance y su enfoque-. del sentir del público), al desarrollar el proceso de formación de la opinión pública mediante la interacción entre sí, elaboran también un discurso político que necesariamente debe ser vehiculado por los medios de comunicación: la comunicación política. Sirva este breve y asistemático listado de definiciones (ceñido a textos en español y accesibles a través de la web) como presentación de la disciplina.
En resumen, la comunicación política es, fundamentalmente, la política mediada, transmitida a través de los medios de comunicación social. Y aunque es difícil concebir la política, al menos la política democrática, sin el papel fundamental de los medios para interrelacionar a representantes y representados, al poder político y al público, lo cierto es que, dadas las complejas y variantes relaciones entre el poder político y los medios de comunicación, y dada la también cambiante naturaleza de dichos medios, el campo de estudio no hace más que ampliarse y evolucionar. Me permito incluir, por último, un también breve listado de monografías de referencia en español y catalán, de nuevo sin pretensión de exhaustividad:
- Berrocal, Salomé (coord.), Comunicación política en televisión y nuevos medios, Barcelona, Ariel, 2005.
- Canel, María José, Comunicación política. Una guía para su estudio y práctica, Madrid, Tecnos, 2006.
- Dader, José Luis, El periodista en el espacio público, Barcelona, Bosch, 1992.
- Dader, José Luis, Tratado de comunicación política, Madrid, J. L. Dader, 1998.
- Del Rey, Javier, La comunicación política, Madrid, Eudema, 1989.
- Gifreu, Josep, y Pallarès, Francesc (eds.), Comunicació política i comportament electoral, Barcelona, Mediterrània, 1998.
- López Eire, Antonio, y de Santiago, Javier, Retórica y comunicación política, Madrid, Cátedra, 2000.
- Maarek, Philippe, Marketing político y comunicación, Barcelona, Paidós, 1997.
- Monzón, Cándido, Opinión pública, comunicación y política, Madrid, Tecnos, 1996.
- Monzón, Cándido, Encuestas y elecciones, Madrid, Tecnos, 2005.
- Muñoz – Alonso, Alejandro y Rospir, Juan Ignacio, (eds.), Comunicación política, Madrid, Universitas, 1995.
- Muñoz – Alonso, Alejandro y Rospir, Juan Ignacio (eds.), Democracia mediática y campañas electorales, Barcelona, Ariel, 1999.
- Pizarroso, Alejandro, Historia de la propaganda. Notas para un estudio de la propaganda política y de guerra, Madrid, Eudema, 1993.
- Rodotà, Stefano, Tecnopolítica. La democracia y las nuevas tecnologías de la comunicación, Buenos Aires, Losada, 2000.
- Sampedro, Víctor, Opinión pública y democracia deliberativa. Medios, sondeos y urnas, Madrid, Istmo, 2000.
- Timoteo, Jesús, Gestión del poder diluido. La construcción de la sociedad mediática (1989-2004), Madrid, Pearson Educación, 2005.
- VV.AA., Opinión pública y comunicación política, Madrid, Eudema, 1992.
- VV.AA., Comunicación y política, Barcelona, Gedisa, 1998.
- VV.AA., El nuevo espacio público, Barcelona, Gedisa, 1998.
Comentarios cerrados para esta entrada.
A ver Guillermo, una pregunta. ¿Es el famoso video de CiU un ejemplo de comunicación política? ¿Lo son también los del PP nacidos de la factoría FAES?
Si las respuestas a las dos preguntas anteriores son afirmativas, me quieres explicar pues qué es la propaganda. A ver si va a resultar que no existe y los mecanismos de adoctrinamiento político van a recibiar ahora el tan «científico» término de «comunicación política».
Comentario escrito por alejo — 19 de noviembre de 2006 a las 5:23 am
En efecto, lo son. Una categoría integra a la otra. La propaganda es comunicación.
Un cordial saludo
Comentario escrito por Guillermo López — 19 de noviembre de 2006 a las 8:15 am
La pregunta intentaba ser un poco más incisiva. Pongámonos en el corriente «video del PP sobre la inseguridad ciudadana en España». Sí, ése creado con segmentos de revueltas que acontecieron cuando gobernaba… el PP o mientras gobierna… Uribe en Colombia.
¿Estamos en ante un caso de «comunicación política» o de propaganda pura y dura? Si toda la propaganda es «comunicación política», ¿es toda «comunicación política» propaganda? Si la respuesta a esta segunda pregunta es negativa, ¿por qué denominamos pues «comunicación política» a algo que en esencia son operaciones de propaganda?. Si la respuesta fuera afirmativa, ¿por qué nos inventamos y utilizamos pues el neologismo «comunicación política» en vez de el más tradicional «propaganda»?
Comentario escrito por alejo — 22 de noviembre de 2006 a las 6:03 pm