Mi amigo Javier Morales
Yo he nacido en Zaragoza, toda mi familia es de allí, pero vivo en Valencia desde hace más de veinte años; casi toda mi vida está ahí. Nunca he sabido a ciencia cierta cuál de las dos es mi ciudad, pero jamás he albergado la menor duda respecto a cuál es mi pueblo.
Cerler es una pequeña población pirenaica situada en el extremo oriental de Aragón, en el valle de Benasque, que ha experimentado un importante crecimiento económico a lo largo de los últimos treinta años, cada vez más acentuado, gracias sobre todo a la estación de esquí que alberga. Cerler es, también, un esplendoroso paraje natural, rodeado de montañas agrestes que en los tiempos en que no había enterrado mi salud merced al tabaco aún aspiraba a subir esporádicamente. Toda mi vida he pasado las vacaciones allí (aquí), y sigo haciéndolo. He encontrado a lo largo de estos años amigos excelentes, cuya amistad ha perdurado pese al paso del tiempo, e incluso se ha fortalecido conforme todos cambiábamos y nos dábamos cuenta de que en este pueblo habíamos crecido, habíamos encontrado un lugar de descanso y esparcimiento incomparable, y también un entorno al que no podíamos dejar de pensar que perteneceremos siempre.
Javier Morales, Javi, es uno de esos amigos. De hecho, Javi es mi amigo más antiguo, pues lo conocí en 1982 (como comprenderán, entonces no sabía que estábamos en 1982, lo calculamos mucho más adelante), a él y a su hermano Joselu, mis vecinos de apartamento y poco después, y para siempre, mis amigos.
Formamos el clásico grupo de niños gamberros que durante años ostentaron con verdadero orgullo la mención honorífica de ‘los niños más malos de Cerler’, haciendo méritos sobrados para revalidar el título año tras año. Por entonces Cerler era un pueblo más pequeño que ahora, más salvaje si Ustedes quieren, y desde luego más inocente. Nuestras actividades eran las clásicas de un niño cuando es soltado en el estado de naturaleza, y nuestras herramientas las apropiadas para tal labor. Quiero decir que nos peleábamos cada dos por tres, entre nosotros y con los demás niños del pueblo (¿quién no ha tenido un grupo de ‘malos’ a los que enfrentarse en su infancia?), y naturalmente nosotros siempre salíamos victoriosos (me permito recordar que lo del título ‘los más malos de Cerler’ no era retórica).
Javi era un chico divertido, muy seguro de sí mismo, que siempre iba de cara, siempre noble. No tenía ningún problema en decir lo que pensaba según lo veía, y obraba en consecuencia. Recuerdo hace un montón de años, con Javi, Joselu y yo acompañando a mi madre a comprar leche. Cuando entramos en el recinto, Javi se abalanzó corriendo sobre un fregadero, abrió el grifo del agua y comenzó a gritar: ‘¡mira, ahora el agua se convertirá en leche!’. Para estupor de todos los presentes (sobre todo para la señora que le vendía la leche a mi madre), el milagro cobró forma y, en efecto, todos asistimos a la conversión del agua en leche.
A los seis años el tiempo pasa muy despacio, los días son largos pero no necesariamente aburridos. Teníamos tiempo para ir en bici por todas partes, para ‘explorar’ los más recónditos rincones del pueblo y sus alrededores, para jugar a los más variados juegos de mesa, y naturalmente para ver las míticas series de los años ochenta con que TVE nos regalaba el verano (entonces éramos pequeños y no nos dábamos cuenta de que todos los episodios del Equipo A eran iguales, o tal vez sí lo hacíamos, y precisamente por eso nos gustaban tanto). Teníamos tiempo, incluso, para hacer ‘grandes proyectos’, ya saben, actividades de amplio calado, ideas a largo plazo, la principal estrella de las cuales siempre fue hacer cabañas.
Por aquel entonces (la época que va, más o menos, desde los cinco a los doce años) la independencia del hogar familiar era algo aún muy lejano, pero esto no quiere decir que no desarrolláramos proyectos alternativos que nos permitieran vivir momentáneamente en un simulacro de independencia. El problema es que, ambiciosos como éramos, siempre intentábamos ir un poco más allá. La cabaña tipo de nuestra infancia, una clásica cabaña hecha con palos, nos parecía, por decirlo con claridad, un proyecto ‘de perdedores’. Nosotros, rodeados como estábamos de suculentas obras a medio terminar sobradamente nutridas de cemento, tablas, clavos y demás herramientas, debíamos aspirar a mucho más. Así que nuestras cabañas siempre tendrían sólidos cimientos, varias habitaciones, cuarto de baño, dos plantas y a ser posible aire acondicionado. Recuerdo aún hoy a Javi tomando prestados sacos de cemento de cualquier obra de Cerler, pasándonos a Joselu y a mí tres o cuatro paquetes con clavos, más que suficientes para levantar todo el pueblo, llevándonos tablas mucho más grandes que nosotros y mezclando el cemento con agua para poner la primera piedra de nuestra nueva, esplendorosa cabaña. Naturalmente, nuestras cabañas nunca pasaban de la primera piedra (siempre había discusiones porque Joselu, por ejemplo, se manifestaba a favor de una ordenación del espacio que primase la sala de estar, Javi no dejaba de preocuparse por los dormitorios, y yo me preguntaba angustiado qué sería de la piscina), pero a estas alturas me imagino que ya sabrán que eso era lo de menos. Lo importante era la ilusión de planificarla, de tomar prestadas las herramientas, de encontrar la ubicación adecuada, y de comenzar el trabajo. Muchos años después, cuando los tres comenzamos nuestros estudios y Javi se decantó, con éxito, por la arquitectura, no pude menos que pensar que algo tendría que ver su entusiasmo por estos proyectos continuados en pos de ‘la cabaña única’, y de hecho creo que alguna vez así se lo comenté.
Porque Javi, Joselu y yo nos conocimos a una edad casi inusualmente temprana (Javi tenía seis, yo cinco y Joselu cuatro años), pero inusual no tanto por la época en que comenzamos a ser amigos, sino por haber mantenido esta amistad todos estos años, con las lógicas perturbaciones provocadas por la adolescencia pero con un sólido vínculo que hundía sus raíces en muchos años jugando juntos, compartiendo buenos momentos y recordándolos gratamente. Javi y Joselu son mis dos amigos más antiguos, pero también son, lo han sido siempre, dos de los mejores. Pasé mi infancia al lado de Javi, nací a la adolescencia también con él (comencé a beber y a fumar en Cerler, por ejemplo), y ambos vimos cómo la adolescencia iba pasando para entrar en el horrísono mundo laboral; mientras yo me dedicaba a ejercer como parásito social en el mundo universitario, Javi trabajaba de sol a sol, y trabajaba muy bien, en un despacho de arquitectos, con un importante futuro profesional labrado paso a paso.
Sin embargo, si yo nunca dejé de lado Cerler y siempre ha sido una parte fundamental de mi vida, Javi fue un paso más allá y convirtió Cerler en el eje de la suya. No abandonó el pueblo de su infancia, sino que lo convirtió en su pueblo, su tierra. Aficionado al montañismo desde muy pequeño (es complicado vivir tan cerca de las montañas y no amarlas), Javi dedicaba sus vacaciones, siempre que podía, a escalar los picos de los Pirineos y los Alpes, con la pericia que da la experiencia y el aprecio respetuoso por las montañas que dicha experiencia acaba creando en los alpinistas. Yo observaba a Javi con admiración, no con preocupación. Él era feliz en las montañas y en Cerler, siempre que podía se escapaba unos días a este su pueblo, pues probablemente era aquí donde él se sentía en paz consigo mismo.
Sin embargo, la montaña es traicionera y el pasado 31 de Julio Javi murió de resultas de un accidente de montaña en los Alpes: Javi sufrió una caída de treinta metros y no pudo superar sus heridas, aunque aún le dio tiempo a salvar a sus compañeros de escalada agarrándose a un saliente, lo que impidió que sus amigos cayeran con él.
Pueden imaginarse cómo me siento en estos momentos: siento que me han arrancado una parte fundamental de mi vida; siento mi dolor por la muerte de mi amigo, y veo ese dolor amplificado hasta lo inexplicable en su familia.
Siento el dolor, y también la impotencia. La muerte siempre es terrible, pero hay algo profundamente injusto, antinatural, en la muerte de un chico de veintisiete años.
Ahora, sólo nos queda el recuerdo. Que no es poco, aunque en estos momentos duela casi tanto como reconforta, pues son muchos años. Toda una vida.
Comentarios cerrados para esta entrada.
Un abrazo, Guillermo.
Y el pesame a los suyos.
Comentario escrito por Manolo — 06 de agosto de 2003 a las 6:46 pm
Bellísimo.
Yo por desgracia también he experimentado el dolor por la muerte de un gran amigo tan joven como Javi y te aseguro que nunca se olvida. Lo peor de todo es cuando estás con su familia. ¿Qué se le puede decir a una madre que ha perdido a un hijo en la flor de la vida?, ¿cómo vas a consolar a un padre que se enfrenta a la experiencia antinatural de enterrar a un hijo?. Es imposible. Tan sólo se puede estar allí y llorar con ellos. Y rendir homenaje a una bella amistad como tú has hecho aquí.
Siento ser tan trágico pero me niego a participar en la ordinariez de los que en estos casos insisten en que «hay que levantar el ánimo», y en que «la vida sigue».
Un fuerte abrazo, Guillermo, y mi pésame también a su familia.
Comentario escrito por pablo — 06 de agosto de 2003 a las 7:10 pm
Javi estaría orgulloso de lo aquí escrito.
Mi más sincero pésame. Lo siguiente es una frase muy tópica, pero que, probablemente, encierra un deseo de que todo vaya a mejor:ánimo.
Comentario escrito por KR — 06 de agosto de 2003 a las 7:39 pm
Estoy casi seguro de que Javi lloraría de «alegría» al leerlo y que daría gracias a Dios o a lo que sea, por haberte conocido.
A mí sí que me has llegado a conmover Guillermo. Lo siento, y a partir de ahí me quedo sin palabras…
Comentario escrito por Solid — 06 de agosto de 2003 a las 7:58 pm
animo y adelante
Comentario escrito por Anónimo — 06 de agosto de 2003 a las 10:38 pm
Las palabras cuestan más de lo normal cuando los sentimientos imperan en momentos como este. Aun así, has dado forma en esas líneas a un hermoso recuerdo.
Lo siento de verdad, mi pésame a los suyos y a todos los que tuvieron la suerte de conocerlo.
Un abrazo muy fuerte, Guillermo.
Comentario escrito por David — 07 de agosto de 2003 a las 2:02 am
Qué duro es decir algo que pueda animar en un momento asi :(
Un texto muy emocionante,tocayo.
Mi más sentido pésame
Comentario escrito por Guillermo — 07 de agosto de 2003 a las 10:52 am
No sé si eso servirá para algo, pero apuesto a que has hecho participar un poquito en tu duelo a cualquiera de los que hemos leído tu recuerdo.
Un abrazo
Comentario escrito por Jesús — 07 de agosto de 2003 a las 1:42 pm
Animo Guillermo!
No nos conocemos, pero te deseo que lo sobrelleves lo mejor que puedas.
A mi también me gusta el alpinismo y conozco bien vuestro pueblo, todavía me acuerdo cuando subí al Aneto. Que bonito!!!
Si se me permite la expresión decir que el mundo es un pañuelo, ayer mismo hablaba con mi madre sobre la tragedia de tu amigo y hoy me entero que era amigo de una persona que no conozco, (pero admiro) creadora de una pagina que se encuentra entre mis favoritas ( o la que mas) de todo internet.
Ánimo.
Comentario escrito por aitor alegria — 07 de agosto de 2003 a las 2:07 pm
Hay gente querida que, en la abigarrada línea 1 de la vida, se baja unas estaciones antes que nosotros. Pero el tren sigue en marcha, inexorable, llevándonos lejos de donde quedaron esos seres que nunca olvidaremos.
Ánimo, Guillermo.
Comentario escrito por JR — 07 de agosto de 2003 a las 3:27 pm
Muchas gracias a todos. Yo sólo puedo decir que quería escribir algo en recuerdo de Javi. Os agradezco vuestras palabras, de verdad.
Comentario escrito por Guillermo López — 07 de agosto de 2003 a las 6:57 pm
Un fuerte abrazo Guillermo, mi pesame tambien para su familia.
Y llora por tu gran amigo lo que haga falta…
«Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado
que por doler me duele hasta el aliento.»
Miguel Hernandez, Elegia a Ramon Sijé.
Comentario escrito por Enrique — 07 de agosto de 2003 a las 11:16 pm
Guillermo, tampoco te conozco, pero como ha dicho alguien por ahi has sabido transmitir tu dolor a todos lo que te leemos y adimiramos y por gracia de Dios o de lo que sea también disfrutamos de amistades entrañables cuyas aventuras y deventuras (la mayor es la muerte) nos alegran y duelen tanto como a las que le acaecen a un hermano. Tampoco creo en el vulgar «la vida sigue» y creo que no hay consuelo externo para esa clase perdidas, por que son muy de uno…pero puedo asegurarte que tu amigo tuvo un gran amigo y que gente como vosotros le dais sentido a un mundo un poco jodido. Un abrazo…
Comentario escrito por streptococo — 08 de agosto de 2003 a las 3:37 pm
Lamento muchísimo que Javi no vaya a seguir disfrutando de la amistad de una persona como tu.
Te vengo admirando desde que descubrí LPD pero lo de tu recuerdo si que ha sido lo mas definitivo que te he leido.
Un abrazo muy afectuoso.
Comentario escrito por ignacio — 11 de agosto de 2003 a las 12:21 pm
Gracias Willy
Comentario escrito por Ana — 12 de agosto de 2003 a las 11:35 am
Un abrazo muy fuerte Guillermo
Comentario escrito por adelgado — 12 de agosto de 2003 a las 5:24 pm
Yo también me he emocionado leyendo el hermoso texto, Guillermo.
También he recordado algún amigo que perdí. Y he deseado haber conocido a Javi. Tú lo conociste y puedes considerarte afortunado por ello.
Sólo puedo decirte que según vaya pasando el tiempo, los recuerdos volverán a ser reconfortantes y poco a poco dejarán de ser dolorosos.
Ánimo.
Comentario escrito por Pedro — 13 de agosto de 2003 a las 12:59 pm
Solo puedo decir que yo también conocía desde mi infancia a Javi y siento tanto como tu la pérdida de este gran amigo, para todos los que lo conocíamos bien ha sido un golpe muy duro difícil de superar porque no es una persona que se olvide fácilmente.El paso del tiempo no lo borrará de nuestra mente, siempre estará alli.
Comentario escrito por Laura — 14 de agosto de 2003 a las 1:37 am
Hola Guillermo,
Yo si que conocía a Javi. Vivo en Madrid igual que el lo hacía.
Mi relación con Javi era a través de un amigo nuestro común , Kike , al cual conocía en los años que pasé en la residencia LA RUA , en Madrid.
Mi mejor recuerdo de el es el día que el Real Madrid ganó su última copa de Europa , que nos fuimos los dos a la cibeles a celebrarlo. Estuve cenando con el y con otros dos amigos el Viernes antes de que se fuera a ese maldito viaje a los alpes en el que estaba tremendamente ilusionado con lo que iba a hacer .
Mi recuerdo de el era el de una persona que al principio era solo conocido pero que después de muchas noches de fiesta y de compartir partidos de la Champions se había convertido en mi amigo.
teníamos un pequeño club del futbol kike , Javi y yo y ya sabíamos que todos los Miírcoles que jugase el Madrid había cita en casa de Kike . El traía las cervezas y yo solía traer unas pizzas.
Casi siempre acababan terciándose unas copas después y al día siguiente lo normal era levantarte por la mañana y acordarte de javi por habernos liado de nuevo hasta las mil.
Pero por encima de todo eso , era una maravillosa persona . Parece que se dice siempre lo mismo de la gente que muere pero en este caso tanto tu como yo sabemos que es verdad.
Podría extenderme muchísimo hablando de el, pero solo quiero decir que tampoco yo le olvidaré a pesar de que aún pienso que uno de estos Jueves me va a llamar Kike diciéndome que ha quedado con Javi a echar unas cerves.
han pasado ya dos semanas y aún no me lo creo ni lo he asumido.
Que puta vida esta!!
Un fuerte abrazo
Comentario escrito por Jose Ignacio — 18 de agosto de 2003 a las 11:50 am
Gracias Guillermo, y a todos los que habeis escrito porque nos habeis ayudado de verdad. 1 abrazo fuerte.
Comentario escrito por EDU — 19 de agosto de 2003 a las 12:00 pm
Es precioso Gui.
Un abrazo muy fuerte.
Comentario escrito por Isabel — 19 de agosto de 2003 a las 6:22 pm
Hola Guillermo.
Lamento mucho lo de tu amigo.
Aunque últimamente no participo en el foro y no mantenemos ningún contacto, quiero que sepas que te aprecio y que te acompaño en el sentimiento.
Un abrazo.
lolo.
Comentario escrito por brisas — 19 de agosto de 2003 a las 6:41 pm
Guillermo, es increíble; precioso. Un abrazo para ti y para toda la familia Morales.
Comentario escrito por Mapi — 20 de agosto de 2003 a las 6:48 pm
nimo.
Comentario escrito por Gabrudos — 22 de agosto de 2003 a las 1:32 pm
Guillermo,
A la vuelta de vacaciones he leído sobrecogida los recuerdos de tu infancia que nos llevaban irremisiblemente al triste desenlace de tu amistad con Javi. Nuca se que decir en estas ocasiones, tan sólo se me ocurre desearte que te recuperes de este golpe cuanto antes.
Un beso
lula
Comentario escrito por lula — 26 de agosto de 2003 a las 12:57 pm
Guillermo,
A la vuelta de vacaciones he leído sobrecogida los recuerdos de tu infancia que nos llevaban irremisiblemente al triste desenlace de tu amistad con Javi. Nuca se que decir en estas ocasiones, tan sólo se me ocurre desearte que te recuperes de este golpe cuanto antes.
Un beso
Comentario escrito por lula — 26 de agosto de 2003 a las 12:58 pm
Joder,
Que decir que no este dicho, al leer el texto de Guillermo y todos los post se me ha vuelto a poner un nudo en la garganta.
Javi, nunca te olvidaremos.
Comentario escrito por Sebas — 04 de septiembre de 2003 a las 6:18 pm
es increible todo lo que llevo leyendo desde hace mas de 20 minutos, no conozco a casi nadie delos que estais ahi pero si a javi, de quien puedo decir que para mi fue un gran amigo,entra;able, insuperable… y un millon de cosas mas. para su familia y todos sus amigos,desde donde estoy, que es muy lejos, un beso muy grande.
y para ti javi solo decirte haya donde estes que gracias por haber sido un gran amigo y que te ehcaremos de menos siempre, absolutamente siempre
Comentario escrito por ainhara — 06 de septiembre de 2003 a las 4:00 pm
La vida está llena de pasajes absurdos. Quédate con los que no lo son. ¡Un fuerte abrazo!.
Comentario escrito por germán — 08 de septiembre de 2003 a las 6:14 pm
Recuerdo que conocí a Javier hace ahora exactamente diez años. Era el principio del primer curso de Arquitectura, y teniamos dieciocho años(quinta del 75). Como era natural el primer día de clase nadie se conocía, y es precisamente en esos primeros momentos cuando se forjan las amistades más desinteresadas y duraderas en la Universidad.En nuestra clase formamos un grupo curioso compuesto de madrileños y de gente de fuera (que vivían en Colegios Mayores) en el que estábamos Nacho (el mejor amigo de Javier en Arquitectura)José Manuel,Raúl,Miguel,Álvaro, Alejandro….Javier y yo.
Desde el primer momento congeniamos bastante porque éramos tipos de carácter muy similar. Javier me pareció entonces una persona muy abierta, de carácter alegre, sincero y sobre todo un tío muy práctico ,cosa que en nuestra carrera no es habitual, pues está llena de artistas descarriados….
Compartimos durante esos años indistintamente grupo de trabajo y juergas, y entre todos nos ayudamos a llevar lo mejor posible los «trances» duros de nuestra carrera(entregas de proyectos,exámenes de Arte o Estructuras, apuntes imposibles de encontrar…)Con Javier nos salían especialmente bien las prácticas de Estructuras, pues consiguió algún método infalible para hacer copia de los enunciados antes de que nos las pusieran…un tío espabilao, y buen compañero, pues compartía sus hallazgos.
La carrera nos fue bien, así que la hicimos casi en paralelo(nuestro plan de estudios era de seis años, y el fin de carrera aparte, con lo que la broma se ponía como poco en seis años y medio). Yo terminé un poco antes que el resto de este grupo de compañeros, y en seguida me puse a trabajar. Javier lo haría poco después, en un estudio fuera de Madrid.
Lo malo que tiene la Universidad es lo difícil que supone mantener el contacto con el grupo que formas, porque muchos se vuelven a su tierra, o intentan aventuras en otros lugares. Coincidíamos esporádicamente en algún copeo o cena de la clase, pero poco a poco vas perdiendo el contacto fluido… Aun así, cuando echas la vista atrás, recuerdas a esos amigos, y te dices que un día les vas a llamar, que vas a organizar una cena… pero luego lo dejas para no se sabe cuando. Yo me acordaba también de Javi, y con una sonrisa pues el muy cachondo todavía tenía mis apuntes de estructuras de sexto, con los que por supuesto aprobó sin problemas. Pensé, «un dia con la excusa de los apuntes, le llamo y nos contamos cosas»… pero como digo, en la vorágine del trabajo diario son llamadas que se olvidan sin querer.
Hace casi un año que le ví por última vez, aunque sabía de él a través de Nacho, que vive en Madrid y es muy amigo suyo.
Este verano he estado fuera del pais, y he vuelto a finales de Agosto. Una de las cosas que tenía pendientes era ver que nuevos escrito había en LPD,que es mi página de arranque. Cuando ví el título de un Artículo «Mi amigo Javier Morales», recordé que yo también tenía un amigo que se llamaba así, por lo que me puse a leerlo. No podía creer lo que Guillermo contaba a mitad de la carta (lo del principio sí me lo podía creer, porque conocía a Javier y era un fiel reflejo de su personalidad).Quise pensar que en toda España debía haber más de un Javier Morales, y más de uno Arquitecto, por lo que no me di por derrotado. Busqué en la web de la Escuela y en la del Colegio de Arquitectos de Madrid y no encontré ninguna noticia, así que pensé que sería una terrible coincidencia, y que si de verdad hubiese pasado algo , yo ya me habría enterado.
Al día siguiente, me llamó Nacho, para charlar de varios temas,y de repente me interrumpió: «por cierto, ¿tú ya sabes lo que le ha pasado a Javier?».En ese momento me quedé helado,la coincidencia se había hecho realidad del todo. No supe qué decir, como no sé qué decir ahora…
En Javier tuvimos más que un amigo, un compañero en la más profunda extensión de la palabra. Nunca un no, siempre una calculadora o un lápiz a nuestro lado para rematar la última entrega (que nunca era la última…) pero sobre todo algo muy especial, y que yo siempre valoré mucho: alguien que se preocupaba por los resultados de sus compañeros y se alegraba sinceramente de sus éxitos como si fueran propios (algo muy difícil de ver en una carrera tan competitiva como la nuestra) animándoles en sus fracasos para superarlos (independientemente de que a él le hubiera ido mejor o peor…)
Con Javier se nos va un compañero con mayásculas,cuya sonora sonrisa no se me olvidará fácilmente…
Todavía me debes unos apuntes, Javi,así que no creas que te podrás esconder eternamente, seguro que algún día te veré y charlaremos lo que nos dejamos pendiente.
Nunca os dejéis una llamada por hacer a un amigo,o a alguien que queráis, puede que se quede pendiente mucho tiempo…
Guillermo, gracias por tu semblanza de Javier, era un tipo entrañable, y se merece este recuerdo tan emotivo…
Haz extensivo mi pesar y este recordatorio a los suyos. Un fuerte abrazo,
Julio Touza
Comentario escrito por Julio Touza — 13 de septiembre de 2003 a las 5:49 am
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios. Para mí escribir este texto, y ver la respuesta que ha tenido, ha sido un consuelo parcial, y en cierto sentido una deuda pendiente, por la muerte de Javi.
Lamento mucho que tuvieras noticias del triste suceso a través de nuestra página, Julio. Yo también me quedé con cosas pendientes que hablar, que compartir, con Javi (por ejemplo, aunque yo sí fui a verles a Madrid, Javi, a diferencia de Joselu, nunca vino a Valencia, a pesar de que todos los años hablábamos de que alguna vez se pasaría).
Un cordial saludo
Comentario escrito por Guillermo L�pez — 15 de septiembre de 2003 a las 12:55 pm
Ante todo perdonad, amigos, por haber pospuesto este momento hasta el día de hoy. Desde que leí esta página he estado pensando en poner mi granito de arena y mi recuerdo a mi AMIGO, Moralitos. Y algo me ha impedido hacerlo, y algo ha ido retrasando este momento hasta que mi corazón no ha podido más. Supongo que es normal negarse a aceptar la realidad y pensar que no has perdido un amigo, sino que simplemente lo has dejado de ver. Me duele y me cuesta escribir sobre el y odio pensar que se ha ido. Pero te lo debo, amigo mío. Va por ti.
Queridos amigos:
Me ha llenado de emoción leer esta carta a nuestro común amigo Javi (Moralitos de ahora en adelante). Te agradezco mucho que hayas compartido con todos nosotros tus vivencias con él. A mi también me gustaría aprovechar estas líneas que nos brindas para dar mi propia visión de Javi, ya que cada uno guardará siempre para sí su imagen de un Moralitos, distinta para cada uno de nosotros y a buen seguro igual de linda y positiva. Un tío grande, este Moralitos. A mí, Canito como me llamaba él, me quedan mil imágenes, mil recuerdos, mil sonrisas siempre vitales, llenas de energía. La gente como él no pasa por esta vida desapercibida, sino todo lo contrario. Todo lo que hacía, todo lo que decía, todo lo que defendía lo hacía con una pasión y una fuerza demoledora. Nos agotaba a todos. Ya fuera en un concierto de música, ya fuese esquiando, ya fuese comandando al grupo en una salida nocturna… siempre era el que más ganas, el que más vitalidad, el que quería siempre más.
Diez años hace que le conocí, 3650 días, día arriba día abajo, desde aquel día en que esperábamos pacientemente a nuestra matriculación en la residencia universitaria. Como lo que nos matriculaban era el rulé, llevábamos todos el albornoz puesto y estábamos ligeramente asustados, acojonados es decir, al oír gritos que se fundían con música de Wagner. Moralitos sonreía tranquilamente. Tampoco conocía nuestro destino, pero no le importaba. Nunca le importó. El iba a vivir una experiencia única y estaba mas curioso y excitado que asustado.
Podría contaros las mil y una aventuras que me tocó vivir con él, como cuando yo no era más que un mal estudiante y él ya trabajaba, yo le sacaba a cuchillo todos los jueves. El sonreía pícaro y me despertaba cada mañana desde el trabajo para reírse, decirme que estaba “un poco cansado” y jurarme que cuando yo trabajase se iba a asegurar que cada viernes por la mañana iba a parecer que tenía clavos en las sienes. Y cada viernes por la mañana, mientras yo me quitaba las legañas frente al ordenador, Moralitos me llamaba y me decía “ya te lo dije”. Yo solo podía balbucear un escueto “maricón” y colgar escuchando sus risas. O cuando vimos la última final de la Copa de Europa y se trajo una botella de champaña. No le importó que se lo hubiese prohibido, que le jurase y perjurase que en casa de un Atlético no se brindaría por el Madrid. Pero, como siempre, se salió con la suya y acabé brindando por los éxitos de un equipo que no era el mío pero sí el de mi amigo. Y así podría seguir relatándoos mil y una peripecias acontecidas en diez años de intensa amistad. Os aseguro que ninguna de las experiencias que viví fueron aburridas o monótonas, al contrario, Moralitos tenía la enorme capacidad de contagiar su estado de ánimo, de empujarnos a nuevas experiencias, de conseguir que todos tuviéramos una sonrisa en la boca… y generalmente un cubata en la mano.
No penséis que mi amistad con el Moralitos se limitó a días de vino y rosas, es que con Javi cualquier día o actividad tenía su justa recompensa, y dormir hubiera sido simplemente una pérdida de tiempo.
Por eso, aunque me llena el corazón un enorme vacío, una terrible desazón, una enorme pena derivada de su pérdida, sé que en alguna parte está nuestro Moralitos, con su sonrisa indeleble quitándole el primer hielo a su copa, que si no se le agua el copazo.
Desde aquí mando muchos abrazos y ánimos a todos los amigos de Javi, muy especialmente a su familia. Javi nos enseñó a muchos cómo había que vivir la vida, y él a buen seguro quisiera que continuáramos adelante con el mismo vigor que nos demostró a todos.
Muchas gracias, Guillermo, por darnos la oportunidad de expresarnos en este medio. Por ti amigo.
Comentario escrito por Kike — 07 de octubre de 2003 a las 2:22 am
Perder a un amigo como Javi es perder un punto de apoyo muy importante,es echar de menos las subidas a Cerler,sus visitas a Zaragoza,sus llamadas de teléfono para contar nada y simplemente saber el uno del otro,pero sobre todo, es tener la sensación de que se ha ido uno de esos que piensas,¿por qué el?,¿por qué ahora?.Es cierto que a los amigos los elige uno, y sin querer te sientes más afín con unas personas que con otras;compartes vivencias, o simplemente te sientes agusto con ellas.Digo esto porque así me sentía yo cuando pasábamos ratos juntos.Hacíamos coñas,nos reíamos e incluso nos poníamos serios con según que temas(entre muchos,mis estudios…), habia tiempo para todo.
Ahora, la tristeza del momento pasa a ser recuerdos imborrables de Javi.El consuelo que busco ante una tragedia como esta,se me hace más llevadero sabiendo que fuimos amigos y que tengo muchos recuerdos para estar orgulloso de ello.Nunca nadie me llenará ese vacio que me ha dejado, pero pese a todo,estoy agradecido por haberle conocido.
Gracias Guillermo por la memoria que has hecho y por darme esta oportunidad de contar lo que Javi era para mi. 1 SALUDO
Comentario escrito por Chichas — 24 de octubre de 2003 a las 11:49 am