Aznar, Presidente de la III República Española
No es necesario aquí extenderse mucho en las razones por las que una Monarquía carece de sentido en un país democrático, pues son más que evidentes (la institución es en sí antitética a cualquier principio democrático). Y en cuanto a las razones por las que esta Monarquía, precisamente, esta, no tiene razón de ser, también se están evidenciando. Así era, en realidad, desde hace mucho tiempo, pero sólo en estos últimos años se están poniendo claramente de manifiesto. Me remito al brillante análisis que ha hecho Andrés Boix al respecto.
No sólo la ruptura del cordón sanitario mediático-político, que hace aguas a ojos vistas, juega en contra de la Monarquía. La propia impunidad de la institución, muy acostumbrada a hacer lo que le viene en gana, resulta extraordinariamente lesiva para sus intereses. Tanto los del actual Monarca como los de su pretendido sucesor, Felipe VI (¡incluso el nombre constituye un insulto a todos sus súbditos de la Corona de Aragón, que nunca tuvieron que padecer a Felipe el Hermoso!).
El material humano del que parten (el principito es altivo, soberbio y desagradable, como los propios exégetas monárquicos reconocen) supone que el genial argumento en pro de su candidatura es que estamos ante el monarca “mejor preparado de la Historia”. De Campechano I a Preparado I. La cuestión es: ¿Preparado, exactamente, para qué? ¿Para continuar viviendo del chollo? ¿Para tener más y más hijos que puedan vivir del chollo? ¿Para colocar a sus amigotes? ¿Qué significa “estar preparado” para un monarca que, supuestamente, carece de poder efectivo? ¿Estar pre-parado, en un estado previo a la situación de desempleo, una vez se haga efectivo el cambio de régimen?
El caso es que la Monarquía, por méritos propios, se está poniendo en el disparadero. Por primera vez, en un horizonte razonable de tiempo, parece factible que la cosa vaya degenerando y degenerando, y degenerando cada vez más, hasta que llegue un momento en el que tanto una mayoría de la población, como de las clases dirigentes españolas, se planteen dar el salto hacia una República y ejecuten el sueño perverso de cualquier persona de bien: ¡Borbonear a los Borbones!
La evolución natural de las cosas juega en contra de la Monarquía. No sólo por los actuales momentos de dificultad, sino por una cuestión generacional: nadie menor de cuarenta años (es decir, nadie que no haya vivido el franquismo y la Transición, con el pavor a la dictadura y el miedo a la vuelta de la Guerra Civil que comportan), se impresionará ante la historia de que la Monarquía es un “factor moderador”, que el rey “nos salvó” en la Transición, y demás fábulas (que también comienzan a debilitarse a ojos de la gente que hasta ahora se las creía, los famosos “juancarlistas”).
El principal apoyo de la Monarquía, hoy por hoy, está en la debilidad de la alternativa republicana, que no es otra que la siguiente: la República, al igual que la Monarquía, es una alternativa “de parte”. Es decir, una alternativa deseada por una parte de la población, pero vilipendiada por la otra. No hemos avanzado mucho, en ese aspecto, desde la Guerra Civil, aunque la situación social (que justificaba el afán reformador de la República frente a una derecha particularmente impresentable y antidemocrática) sí que ha cambiado.
Somos un país más educado, más moderado, con mayor bienestar, que en 1931. A pesar de la crisis. Pero la opción republicana continúa sesgada, una vez hacemos abstracción del factor generacional (que inevitablemente socavará cada vez más, pero muy lentamente, a la Monarquía). La República recibe sus principales apoyos en la izquierda, pero comienza a difuminarse en el centro político, y es residual en la derecha. Exactamente lo mismo que ocurre ahora con la Monarquía, que tiene sus principales apoyos, su bastión, en la derecha. El apoyo del PSOE, inteligentemente cultivado por el Campechano durante décadas, se está disolviendo ahora cual azucarillo, como es notorio, aunque las clases dirigentes sigan aferrándose a ello (ya veremos por cuánto tiempo).
Los republicanos, si queremos que esta opción tenga viabilidad en el medio plazo, para dentro de cinco años (y no para dentro de veinte), haremos bien en buscar la transversalidad de lo que no es sino un sistema político, que por su propia naturaleza tendría que ser neutral ideológicamente. Y eso significa buscar que la derecha española, o al menos una parte de la derecha española, comience a apoyar explícitamente la República como forma de gobierno.
Para ello, habrá que atraerse a aquella parte de la derecha española que no es monárquica, y que siempre ha mirado con desconfianza y desprecio al rey. La que, en buena medida, es monárquica porque, como los españoles en la época del turnismo de Cánovas y Sagasta, “no puede ser otra cosa”: porque la alternativa republicana le suena a todo el rollo guerracivilista que ya se han encargado de inculcarles en todos estos años.
Dentro de la derecha española, el principal sector beligerante con la Monarquía es, sin duda, el aznarista. Aznar fue el presidente del Gobierno con quien peor se llevó siempre el Campechano. El único que se atrevió a pararle los pies, ubicándole en el lugar ceremonial-representativo que le corresponde. Uno de los pocos con suficiente predicamento en la derecha española para dar un golpe de timón en una cuestión que hasta ahora –porque no había otro remedio- no habían tenido más remedio que comerse en el PP: comerse a los Borbones, porque la alternativa les parece peor, una República instrumentalizada por la izquierda y los nacionalismos.
Para ello, ante todo hay que presentar el proyecto republicano como un proyecto transversal, que sencillamente busca que las instituciones más elevadas del Estado estén sometidas también al refrendo democrático, así como al escrutinio público, como en la mayoría de los países civilizados. La naturaleza de esa República (federal, más centralista, o un Estado pseudofederal como hasta ahora) puede discutirse. Las imprescindibles medidas regeneradoras de la democracia española han de llevarse a cabo igualmente (de hecho, la sustitución de la Monarquía por la República es una de las más importantes). Pero hay que establecer, desde un principio, que la República no es una opción ideológica, sino sencillamente democrática. Más democrática, más justa, y más eficaz, que el actual engendro monárquico.
Lo que habría que hacer, por perverso que suene, es presentarle a la derecha española, y en concreto a Aznar, la atrayente perspectiva de que, con una República, él, Aznar, y demás gente como él, podría tener un papel crucial. ¿Por qué conformarse con ser jefe de Estado de facto (Presidente del Gobierno) cuando puede serlo de iure (Presidente de la República)? Y así podremos, una vez más, responder a una de las falacias que, personalmente, más veces he intentado responder en sucesivas discusiones Monarquía-República: “la falacia de Aznar”, consistente en que (dicen conspicuos juancarlistas supuestamente progres) es mejor una Monarquía que una República porque con una República podría ser presidente alguien como Aznar. Pues claro, “genio”. En eso consiste un régimen democrático. En que puede ganar alguien que no sea de los tuyos. De hecho, si a mí me pusieran entre la tesitura de votar por Aznar o por un Borbón, por una República cuyo primer presidente sería Aznar o por continuar con la Monarquía, votaría por Aznar sin dudarlo. Y, además, con ilusión.
No se me ocurre a nadie mejor que Aznar, en estos momentos, para que dé el salto desde la derecha y se sume a lo que en los próximos años va a ser una opción cada vez más popular. Cuanto antes se den cuenta en la derecha española, mejor para todos: antes llegaremos a la III República.
Buen artículo. El cordón sanitario mediático-político en torno a la monarquía está practicamente roto, los debates en los medios y las publicaciones como la del Mundo sobre la herencia del rey hubieran sido imposibles hace sólo tres años. Y lo que nos espera, porque si empezamos mirar al pasado van a salir muchas cosas.
Ahora bien, con el príncipe esta censura mediática todavía continúa. Lo que se está haciendo es trasladar la imagen de familia ejemplar del padre a los hijos, pensando que ahora mismo cuanto más defectos (pero perdonables, eso sí) se le saquen al viejo rey, más destaca el hijo en comparación.
Y cuando llegue la sucesión, que será antes de que acabe esta legislatura, todos los que ahora critican (Pedro Jota, Pere Navarro, Wyoming..) cerrarán la boca como el que más.
Comentario escrito por Albert — 04 de abril de 2013 a las 10:04 pm
[…] "CRITEO-300×250", 300, 250); 1 meneos Aznar, Presidente de la III República Española http://www.lapaginadefinitiva.com/weblogs/articulosglopez/archiv… por toptnc hace nada Lo que […]
Pingback escrito por Aznar, Presidente de la III República Española — 04 de abril de 2013 a las 11:30 pm
Sobre la idea de proponer a PPmari, no me extrañaría que esté ya dando vueltas dentro de su cabeza. Recuerdo un documental ficticio de La Sexta proponiendo la ucronía de cómo seríamos de haber ganado la guerra el otro bando, y nos mostraban al ínclito como Presidente conviviendo con ZP como primer ministro.
Comentario escrito por Borratxo i fí. — 05 de abril de 2013 a las 7:24 am
En la República Federal de Alemania se vivó hace unos años un interesante debate en torno a la figura del presidente de la República, cuando la polémica elección de Christian Wulff para el cargo, quien fue impuesto como candidato por su compañera de partido Angela Merkel. El presidente de la RFA no es elegido directamente por los ciudadanos, como en Francia, sino por una asamblea de parlamentarios. La izquierda, consciente de que carecía de la mayoría parlamentaria necesaria, presentó entonces a un candidato que la derecha difícilmente podía rechazar: Joachim Gauck, un pastor protestante que se significó por su lucha contra la RDA y que estuvo encargado del desmantelamiento de los archivos de la Stasi. Las votaciones lógicamente se bloquearon, pero al final ganó la candidatura de Wulff, dejando un sabor amargo dentro de la coalición del gobierno conservador-liberal.
Ante el bloqueo de las votaciones, que se hacía interminable, muchos se preguntaban qué sentido tenía la figura del presidente de la República que, al fin y al cabo, sólo tenía una función meramente institucional, sin apenas poder político,
similar a nuestro rey de España. Hubo quien propuso que fuese el presidente del Bundestag quien asumiera las funciones del jefe del Estado, ya que son en su mayoría únicamente representativas: firmar leyes, acudir a actos oficiales, pronunciar discursos, entregar premios, etc.
Por cierto, Wulff acabó dimitiendo por el mismo escándalo que el Molt Honorable Camps, por haber aceptado regalos de empresarios durante su etapa como presidente de la Baja Sajonia, y Merkel tuvo que tragarse entonces a Gauck, que volvió a ser propuesto por la izquierda y resultó elegido. Esta vez sus compañeros liberales de la coalición de gobierno no dudaron en apoyar rápidamente a Gauck con el fin de marcar perfil de independencia ante la cancillera.
Personalmente prefiero el modelo alemán, con un presidente con función representativa pero sin apenas poder, a la república presidencialista de Francia, con un presidente con grandes poderes. El poder ejecutivo debería estar únicamente en manos del jefe del gobierno, sin compartirlo con otras instituciones que no han sido elegidas a través de las elecciones al parlamento, que es la institución que legítimamente ha de controlar la acción del Gobierno. Ahora bien, dado el carácter meramente institucional que debería tener entonces el presidente de la República, me parecería bien deshacernos de la figura del jefe del Estado y que sus funciones las asumiera nuestro presidente del Congreso.
Comentario escrito por Guerau — 05 de abril de 2013 a las 8:00 am
Puestos a elegir un primer presidente republicano, mejor Rajoy que Aznar, ¿no? A fin de cuentas Aznar es como los catalanes: jode la marrana, hace cosas… sólo le falta exportar. La quietud de Rajoy parece mucho más indicada para el cargo.
Saludines
Comentario escrito por Teodoredo — 05 de abril de 2013 a las 8:18 am
Una idea muy ingeniosa, Guillermo. La voy a usar a partir de ahora.
La verdad, el argumento de «es que cualquiera puede llegar a presidente, ¿te gustarían Rajoy o ZP de jefes de Estado?» de los monárquicos se cae solo: ojalá que esos pajarracos ocupasen cargos simbólicos sin más responsabilidad que presidir desfiles, condecorar a quien toque, y dar la brasa en Navidad.
Ya más prácticos, otra cosa es cómo organizamos la elección del Presidente. Si es tipo Francia, por votación directa (que a mi me parece lo mejor, para que el Presidente tenga una legitimidad que le sirva de contrapeso al Gobierno, que hoy por hoy tiene demasiado poder), posiblemente salgan más Presidentes de la izquierda. Si lo institucionalizamos, tipo Alemania, la derecha podría beneficiarse de todos esos pequeños pluses que le da la ley electoral. Habría que vendérselo así.
Comentario escrito por Regularizado — 05 de abril de 2013 a las 8:57 am
Regularizado #6, no entiendo qué contrapeso debe ejercer un presidente de la República respecto al Gobierno. Si se diseña un sistema electoral que garantice la proporcionalidad y la pluraridad del parlamento, y por tanto su representatividad, así como diversos mecanismos de participación directa, y efectiva (no como ahora), de los ciudadanos en las instituciones, la figura de un jefe del Estado con capacidad de intervención en la vida política es innecesaria e incluso desestabilizadora. Cabe recordar que a un presidente de la República no se le puede apartar del cargo con una moción de censura. Él es en la práctica un monarca a plazo fijo. A un presidente del Gobierno, en cambio, sí que se le puede tumbar en cualquier momento.
Comentario escrito por Guerau — 05 de abril de 2013 a las 9:37 am
Yo siempre he tenido una duda respecto a esto… Si hay una república, ¿hace falta, por huevos, que haya un presidente de la república? En EEUU no es así, ¿no? (puedo estar equivocado, creo que no) ¿Por qué aquí sí sería necesario?
Gracias.
Comentario escrito por ytrio — 05 de abril de 2013 a las 10:24 am
ytrio #8, la pregunta es: ¿Al presidente de los Estados
Unidos de América se le puede apartar del cargo mediante una moción de censura en el parlamento? Aquí hay que tener en cuenta el hecho de que el presidente no ha sido elegido por el parlamento.
Comentario escrito por Guerau — 05 de abril de 2013 a las 10:40 am
Algunos miembros del PP sí se han declarado republicanos pero muy discretamente como la delegada del Gobierno en Madrid. El problema en la derecha en la historia es que no ha sido especialmente monárquica ni republicana, ha sido más bien caudillista. Éste sí es un lastre del que se tienen que librar ya. En 1994, José Luis de Vilallonga publicó en La Vanguardia un artículo llamado «Carta de París» en el que hablaba de García Trevijano y de los intentos de algunos miembros de la derecha para instaurar la República a medio plazo. Dio mucho que hablar en la época.
Sobre qué tipo de república habría mucho que discutir: no hay suficiente cultura política en España para que el debate sea serio, ni siquiera entre los jóvenes. Y basar un nuevo sistema político sólo en el hartazgo del anterior no es lo más recomendable.
Comentario escrito por JoJo — 05 de abril de 2013 a las 10:59 am
@Guerau
Usted lo ha dicho, «no como ahora». Ahora mismo el presidente del gobierno, siempre que tenga mayoría absoluta, controla TODO: el Congreso (via su partido), nombra a los jueces, controla TVE… Si vamos a seguir como hasta ahora pero cambiando al Rey por un Presidente, yo prefiero reforzar su figura para que haya algún contrapeso. Sin interferir directamente en la labor de gobierno, pero con una legitimidad democrática propia y algún mecanismo de control, por ejemplo, capacidad para convocar dos referendums durante un mandato.
Obviamente, yo también prefiero una democracia inclusiva con participación directa y controles institucionales efectivos, y que el Presidente sea un florero. O directamente sin presidente: en Suiza, el gobierno es un órgano colegiado de 7 consejeros federales (equiparables a un ministro) que se turnan cada año en las tareas «presidenciales», que compaginan con sus tareas «ministeriosas».
Comentario escrito por Regularizado — 05 de abril de 2013 a las 11:05 am
Pues sí, el problema de la izquierda es que no quieren la III República sino que vuelva al segunda y eso la derecha nunca lo aceptará.
Recuerdo que uno de los eslóganes infantiles y machacones de Aznar durante su gobierno era ese de que quería que España fuera un «país serio». Sería hora de que la derecha se planteara ser una «ideología seria» eliminando contradicciones. Porque la ideología liberal no casa bien con la monarquía o con la Iglesia. Ese conjunto de ideas incompatibles metidas juntas en el mismo partido da una imagen de insinceridad que no hace falta que lleguemos a los extremos esperpénticos de las conspiraciones del 11M o las excusas del caso Bárcenas para que todo el mundo tenga la impresión de que nos están engañando. Para que la gente se tome en serio a la derecha deben ser sinceros consigo mismos y dejar de defender una cosa y la contraria. Por ahí podría enraizar el republicanismo de derechas, por coherencia.
En cuanto al jefe de estado la opción que más me gusta es la americana y no es por ahorrarnos un mandatario fusionando al jefe de estado con el del ejecutivo sino porque ese sistema permite una buena separación entre el legislativo y el ejecutivo.
Comentario escrito por emigrante — 05 de abril de 2013 a las 12:11 pm
Creo que en una república tampoco es imprescindible separar los cargos de jefe del estado y de jefe del gobierno.
Especialmente, si la jefatura de estado va a ser únicamente una figura decorativa, como el Campechano o el presidente alemán (o en menor medida, el italiano). Para leer discursos por navidad, proponer a las Cortes que el que ha ganado las elecciones forme gobierno o inaugurar congresos científicos (porque a inaugurar carreteras o pantanos, cuando la foto merece la pena, suele ir algún politicastro que no quiere que le quiten protagonismo en la foto), no hace falta todo ese tinglado, con residencia oficial, funcionarios a su servicio, «cuarto militar»,… Además, que aunque sea una figura decorativa, tiene cierta influencia en las instituciones, y puede usarla en beneficio propio tal como lo ha estado haciendo el actual inquilino de la Zarzuela, aunque sólo sea para combatir el aburrimiento.
Mejor nos lo ahorramos. Uno menos.
Comentario escrito por Lluís — 05 de abril de 2013 a las 3:47 pm
Os veo demasiado tibios…, puestos a rupturistas, nada de presidente Aznar, sino Presidente Aguirre, Esperanza, claro… :D
Comentario escrito por asertus — 05 de abril de 2013 a las 4:37 pm
Lo bueno – o lo malo, según se mire- del sistema americano es que Congreso y Senado no se eligen al mismo tiempo que al presidente, con lo que el Jefe no puede confiarse en que sus cuatro años va a ser un monarca absoluto con fecha de caducidad.
Solo con que hubiera aqui elecciones para renovar la mitad del Congreso cada dos años, se le iban a caer las bragas a Rajoi y a más de uno
Comentario escrito por galaico67 — 05 de abril de 2013 a las 4:47 pm
Don Guillermo, en esradio la mayoría no son monárquicos. Incluso algunos se declaran republicanos.
Y en la otra banda, aquí en Cataluña no es extraño encontrar nacionalistas bastante más atraídos por el Rey que por el ZP o Rajoy de turno.
Vamos, que la relación monárquicos-republicanos es algo más difusa y transversal que lo que usted expone. Al menos en el entorno que conozco.
Y en lo del jefe de estado, estoy con Lluís. No más cargos decorativos, por favor.
Comentario escrito por Alcalá — 05 de abril de 2013 a las 9:40 pm
Yo no tengo problemas en una República como la que dice Guillermo. Es más, la república o es así o no será. Pero que sea así no significa que la derecha ultramontana la vaya a aceptar y a hacer suya. Repasemos los jefes de estado y de gobierno de la II República, hasta la guerra al menos, y veremos a muchos Aznares, a muchos Rajoys y a muchos Mayores Oreja. Y no por ello la derecha española se hizo republicana. El mero hecho de que hubiera también la posibilidad de que no todos los resortes del poder estuvieran siempre en sus manos fue suficiente para que a la derecha española la cosa no le gustara del todo.
Por lo demás, compro sin problemas esa idea de que el Presidente del Congreso ostente la Jefatura del Estado.
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 07 de abril de 2013 a las 6:27 pm
primero se erige en el primer representante del sectro Rajoyista de LPD y ahora empieza la campaña para el sector pro Aznar Pte de la III Republica… usted es un infiltrado oiga
Comentario escrito por Mochuelo — 08 de abril de 2013 a las 12:23 pm
#16 Alcalá, más o menos decía eso. Que la mayoría de los apoyos de la república están en la izquierda, pero que hay una facción de la derecha que no se encuentra cómoda con el Borbón. Lo que no significa que sea republicana: el pavor a una vuelta de la II República es tal que ven al Borbón como un mal menor. En cuanto a los nacionalistas catalanes, es verdad que tanto el Campechano como su hijo han tratado de cuidar ese flanco (y bien que hacían), y la prueba es que el rey convierta la designación de un abogado para su hija en un gestito más. Dicho esto, en Cataluña está ERC, un partido nacionalista republicano, que se ubica en la izquierda. Excepciones hay, claro, pero la distribución general sí que es esa.
# 18 Mochuelo, mi rajoyismo es firme y profundo, y más conforme más se acercan los cantos de sirena de la intervención. No puedo decir lo mismo de mi aznarismo, pero si hay que elegir entre que pueda ganar Aznar o que siga para siempre el Campechano y su prole, la elección es clara :)
Un cordial saludo
Comentario escrito por Guillermo — 08 de abril de 2013 a las 12:57 pm
[…] querido Príncipe de Asturias, Camarada Brillante Preparao o, como señalan acertadamente algunos, el futuro Pre-parado I, es unánimemente ensalzao como un tío preparao, mu competente, mu honrao y mu trabajador. […]
Pingback escrito por Blindar al Heredero | Blog jurídico | No se trata de hacer leer — 10 de abril de 2013 a las 10:25 am
¡Viva el Rey!
Vamos a ver, el problema de una «República presidida por Aznar» no es que la presida quien gane las elecciones sea del signo que sea, es que lo más natural para llegar a una República o cambiar la forma del Estado es que haya que reescribir la Constitución o hacer otra nueva. Un periodo constituyente con una mayoría absolutísima del PP, que aún bajando votos parece que ampliará incluso la mayoría, puede ser muy divertido. Era el señor Aznar, precisamente, el que decía, cuando se empezó a escribir la Constitución de la UE, que había que poner claro que Europa era una sociedad cristiana, o que el cristianismo estaba en nosotros, o que ¡Viva Cristo Rey! -no me acuerdo exactamente- pero ya sabemos a qué conduce todo eso, que no se suelta alegremente para poner dar un toque folclórico. La posibilidad de ir a mucho peor la veo muy cercana. Esta serie de iniciativas para lo que pueden servir es para darle todos los resortes del poder al PP y la Iglesia aún más. Dicho lo cual, si es tan sencillo como cargarse la jefatura del estado y dársela al presidente, sin profundizar más en los cambios, compro. En caso contrario, me parece imprescindible que el sistema electoral sea más proporcional antes de abordar cambios tan importantes como éste.
Comentario escrito por Álvaro — 15 de abril de 2013 a las 11:25 am
[…] letanía habitual sobre lo bien preparado que está y sobre su ausencia de carisma campechano, que le han merecido el apodo, atribuido por LPD hace unas semanas y hoy de alcance universal, de “Prep…. Pero… ¿qué significa exactamente estar “bien preparado” para esto? ¿Para cobrar? ¿Para […]
Pingback escrito por Ladies of Spain – Andrew Morton (II) « La Página Definitiva — 22 de abril de 2013 a las 8:27 pm
[…] letanía habitual sobre lo bien preparado que está y sobre su ausencia de carisma campechano, que le han merecido el apodo, atribuido por LPD hace unas semanas y hoy de alcance universal, de “Prep…. Pero… ¿qué significa exactamente estar “bien preparado” para esto? ¿Para cobrar? ¿Para […]
Pingback escrito por Ladies of Spain – Andrew Morton (II) « La Página Definitiva — 22 de abril de 2013 a las 8:27 pm
[…] gelarà la sang si considerem que hi ha sectors que defensen un model americà, amb el tenebrós José M. Aznar de president, o contemplem els nostres veïns del nord, bressol de la democràcia moderna, però amb un seguit […]
Pingback escrito por Càsting monàrquic | Giliet de Florejacs — 03 de junio de 2014 a las 9:57 am
Ya lo han apuntado algunos: al obvio problema de la falta de legitimidad democrática de la Jefatura del Estado actual se suma el de la pertinencia de que exista esa figura separadamente de la jefatura del gobierno. En América, tanto del norte como del centro como del sur, no es así, ni puñetera falta que hace.
Dejémonos de chorradas ya y de carguitos, que si solemos cargar contra las numerosas sinecuras de que gozan nuestros políticos, la Presidencia de la República va a ser el premio gordo para la banda de corruptos e inútiles que suelen ocupar esos cargos.
Comentario escrito por Ksiaze — 03 de junio de 2014 a las 12:50 pm
El problema no es la republica o la monarquia el problema es la bandera. Que tiene que ver una forma de gobierno con un simbolo. ¿Que bandera propones si hubiera republica en España?. ¿Otro Referendum para elegirla?.
Comentario escrito por Alfredo — 03 de junio de 2014 a las 5:14 pm
[…] muy bien preparado para ejercer su labor (cualquiera que sea ésta). Tanto dieron el coñazo que en LPD le pusimos el mote de Preparado (con la derivada ocasional de Pre-Parado, en emocionada referencia a su condición futura). Y, como […]
Pingback escrito por Felipe VI te trae tanques y República « La Página Definitiva — 04 de octubre de 2017 a las 9:22 pm