Barbaridades jugando al Civilization (I)
La acción transcurre en Alemania, en el mes de julio de 2001. En aquella época yo estaba redactando mi tesis doctoral, un indigesto y ampuloso texto de 700 páginas que versaba sobre “comunicación electoral y formación de la opinión pública: las Elecciones Generales de 2000 en la prensa española”, cuyo principal motivo de orgullo, en lo que a mí respecta, es que contiene más notas al pie que páginas.
Aunque avanzaba a bastante buen ritmo en Valencia, la verdad es que los días no me cundían tanto como cabría desear. Demasiadas clases, demasiado tiempo perdido en absurdas reuniones o papeleo administrativo, demasiados amigos con ganas de juerga y demasiadas distracciones. Así que hice lo que desde entonces hago todos los años, si tengo ocasión: me busco un a modo de “retiro espiritual” lejos del mundanal ruido, preferentemente en otro país, donde las obligaciones académicas regladas (colaborar con el departamento de acogida, dar alguna charla, participar en algún proyecto o trabajo colectivo, …) sean relativamente pequeñas, de manera que me quede un montón de tiempo libre para trabajar en textos de largo alcance (artículos, libros, etc.), que son los que más me cuesta hacer en Valencia (la pobre gente de Ciencias, cuyas estancias consisten en encerrarse todo el día en un laboratorio, no soportan que les expliquemos qué es «investigar» desde las letras: leer, analizar y escribir, todo ello perfectamente llevadero desde nuestra habitación). De hecho, llevo siete años seguidos yéndome en septiembre (a veces diez o quince días, a veces todo el mes; a veces pagándomelo yo, a veces subvencionado) a París, y no exagero si les digo que, desde 2004, el 50% de mi producción académica “visible” (artículos, libros, etc.) sale de allí.
Pues bien, todo comenzó en Alemania: ¿por qué Alemania? Varias razones confluían para que este país, y en concreto la ciudad de Mainz, fuera un destino particularmente interesante:
1) Estuve en Mainz un mes de niño (casualmente, también en julio, de 1989), acompañando a mis padres, y puedo asegurarles que nunca me he aburrido tanto como durante ese período. En Mainz no había nada que hacer. El gran divertimento del día era acercarse a la estación de tren a comprar el Marca para saber qué tal le había ido la cosa a Perico (1989 fue el mítico Tour en el que Perico llegó tarde y el recientemente fallecido Fignon perdió por sólo 8 segundos el Tour frente a Greg Lemond, para mí que como consecuencia de derrochar energías la tarde anterior, disparando con enorme tino un escupitajo a la cámara de Televisión Española). Algunas tardes íbamos al centro de la ciudad a tomar un té alemán (contundente, como todo lo alemán, con pasteles y tartas por doquier), pero cuidado, que a las cinco pasaba la pulidora de limpieza municipal y, como Alemania es así, las tiendas (y el centro de la ciudad) cerraban a su paso, como si la pulidora fuese una Panzer Divisionen arrasando Varsovia. En resumen: si lo que quería era no tener distracciones, Mainz era un destino ideal.
2) Además, la Universidad de Mainz acoge un Institut für Publizistik (Opinión pública) fundado por Elisabeth Noelle-Neumann, creadora de la original teoría de la Espiral del silencio, enemiga atávica de Jürgen Habermas, en cuya Teoría de la Acción Comunicativa se basaba, al menos en parte, la fundamentación teórica de mi tesis. De manera que ir a Mainz también me serviría para hablar con “la otra parte” y, quizás, fundamentar mejor teóricamente la tesis.
3) Por último, la Universidad de Valencia tenía (y tiene) una convocatoria específica de ayudas para hacer estancias en Mainz, con lo que era relativamente fácil que me concediesen una.
Que, en efecto, me concedieron, así que allí me fui yo, en julio de 2001, dispuesto a currar. Y curré, vaya si curré, como nunca lo he hecho, ni antes ni después. Tuve la enorme suerte, a los efectos que a mí me interesaban, de que la secretaria del supercatedrático alemán que tenía que acogerme en su regazo me diera hora para el día 15 de julio, de manera que, por lo pronto, la mitad de la estancia podía pasármela exclusivamente haciendo la tesis.
Me autoimpuse un maravilloso plan prusiano consistente en que me despertaba todos los días a las ocho, trabajaba hasta las once, me daba un paseo de una hora hasta la estación de tren para comprar El País (ya no estaba Perico, y no tenía sentido comprar el Marca). Comía a las doce mientras lo leía, luego leía un rato y a las tres continuaba trabajando otras seis horas, hasta las nueve, momento en el cual cenaba, leía otro rato, trabajaba un par de horas más, escribía dos capítulos de la Histeria de España y luego leía otro rato más hasta dormirme.
También tuve ocasión de ir un fin de semana a ver a un amigo a Stuttgart y otro para ver a otra amiga en Berlín (donde me hice con un infernal cd de la Love Parade), y aun así, de resultas de mi mes intensivo – prusiano en Alemania, conseguí estos resultados, para mí impresionantes: 200 páginas de la tesis bastante logradas, que, de hecho, apenas modifiqué en la revisión posterior (casi todo el análisis práctico de la prensa, que me llevé –fotocopiada- a Alemania), y 36 capítulos de Histeria de España de propina (estuve un año entero viviendo de esas rentas en LPD; en aquella época actualizábamos casi todos los días).
Pues bien, lo que a mi juicio tiene mérito es que conseguí esos resultados a pesar de que se me cruzó, a mitad de estancia, un enemigo mucho más poderoso que el Marca: el Civilization II.
Cuando fui a ver a mi amigo de Stuttgart me quedé la mañana del sábado solo en su apartamento (él tenía una competición deportiva, o algo), trasteando con su ordenador, que contaba con acceso a Internet y grabadora de Cds (mi portátil, en cambio, tan prusiano como todo lo demás en mi estancia, tan sólo tenía el word para escribir). Y en esto que, como tenía tiempo, me dije: “pues voy a jugar un poquillo al Civilization, qué diablos”. Me bajé el juego y estuve dándole hasta que volvió mi amigo, el cual, transmutándose en una especie de diabólico camello ofreciéndome droja, me dijo: “si quieres te hago una copia”. Y yo, débil: “¿por qué no?”.
Así que volví el domingo por la noche a Mainz. Todo controlado. Leo un rato y a dormir. Todo va bien. Al día siguiente, lunes, el prusianismo de mi estancia continuó, implacable. Tres horas por la mañana, el paseo antes de comer, la comida leyendo el periódico… Y entonces me dije: “¿por qué no dedicar el tiempo de lectura a jugar un poquito, una miajilla, al Civilization? Ni que sea sólo para comprobar que el cd funciona, no vaya a ser que no funcione, que todo podría ser”.
Pasó lo que tenía que pasar: pasó la mejor partida de Civilization que he jugado nunca. Tan buena que logré tener paciencia para acabarla del todo (casi siempre, llegado a un punto en el que está claro que he ganado, tiendo a abandonar la partida en plan vago-sobradillo), para exterminar, una a una, a todas las demás civilizaciones, con devoción fanática. Por supuesto, todo resto de prusianismo saltó por los aires. El lunes me acosté a las cinco de la mañana, y conforme me desperté, sobre la una, continué jugando.
Cuando me fui a dormir el martes, también sobre las cinco de la mañana, recordé un pequeño detalle: al día siguiente tenía que ir a hablar con el supercatedrático, pues tenía cita a las 14.30 horas. Gracias al Civilization, estuve a punto de llegar tarde, lo cual habría tenido, dadas las circunstancias (la única obligación que tenía a lo largo de mis primeros 15 días de estancia, en un horario que me figuro que para los alemanes es tardísimo), mucho mérito.
Recuerdo que mientras hablaba con el catedrático pensaba “a ver si acaba esto pronto, que tengo trabajo que hacer, no sea que los japoneses me expulsen a traición de mi enclave estratégico a medio camino entre mi continente y el suyo”. Por fortuna, el hombre no fue demasiado cruel, me vino a decir “pero bueno, ¿se puede saber para qué vienes en julio, cuando aquí no hay ni Dios?” y concertamos una nueva cita para quince días después, justo antes de volverme. Es decir, magnífico.
Todo iba bien. Volví a mi apartamento y continué jugando. Para asegurarme de que los japoneses no me quitasen mi estratégico enclave, les hice un ataque preventivo en su continente, me fui adentrando, me fui adentrando, y al final, ya puestos, les conquisté todo. Esta vez me fui a dormir a las siete de la mañana. El jueves me desperté inusitadamente pronto (sobre las once), pensé “qué suerte, podré jugar más horas” y me puse a trabajar en ello.
Esa noche, cuando, a las cinco y media de la mañana, logré exterminar a los franceses y, con ellos, al único rival que me quedaba con vida, llegó el momento de reflexionar. Pensé que “yo controlo, tío”, a pesar de las abrumadoras pruebas en contra, y que, total, nunca me saldría otra partida como esta. Mañana viernes me despierto, me pongo a trabajar y luego, esta vez sí, de verdad, por ésas, juego un par de horillas, ná más, que no van a ninguna parte. Que, total, ya llevo 100 páginas de la tesis, que ya está bien, hay que ver, si es que esta capacidad de trabajo es de lo que no hay, como si no bastase con eso para que la estancia haya sido un éxito”.
Fue entonces cuando me di cuenta de que, después de todo, no era un adicto. Al menos, no uno de los que se dejan todo el sueldo en el casino, o se enganchan a la heroína. En un rapto de lucidez, con infinito autodesprecio, protagonicé uno de esos momentos cruciales, determinantes, que definen nuestra vida y lo que somos. Guardé amorosamente el archivo con la partida en un disquette y desinstalé del portátil, con gran dolor de mi corazón, el Civilization. Por último, llegó el momento de la verdad: cogí en mis manos el cd con el juego y, en un gesto de barbarie carpetovetónica, lo doblé hasta partirlo en dos, lo tiré, aterrorizado, a la papelera y me fui a dormir. Al día siguiente volví, obviamente con pesar, pero con contumacia, a mi ritmo prusiano anterior al “Incidente” con el Civilization, sin que ni siquiera se me pasase por la cabeza, no sé, pegar con esparadrapo el cd, a ver si aún funcionaba. Llegué a 200 páginas, volví a Valencia, descansé en agosto, le di el último arreón a la tesis en septiembre – octubre de 2001 y la terminé a principios de noviembre. Si esto no es una historia de superación y lucha contra la adversidad, ya me dirán qué es.
Comentarios cerrados para esta entrada.
Qué estremecedor, cosas así me pasaban con el OGame, jeje.
Comentario escrito por Solidamente — 11 de octubre de 2010 a las 8:20 pm
Dios… la de páginas de investigación que se han perdido en el sumidero del civilization… En cuanto al Ogame, casi fue una bendición que un amigo y yo estemos vetados en dos universos hasta el año 2032.
Comentario escrito por perri el sucio — 11 de octubre de 2010 a las 11:44 pm
Estoy algo perplejo con ustedes los de LPD. Vamos a ver: ¿Les mola Alemania o la detestan?
Comentario escrito por Oliveral — 11 de octubre de 2010 a las 11:53 pm
Oliveral, ¿acaso hay alguna duda?
Por otra parte, lanzo desde aquí el guante para que Guillermo haga un «outing» como Dios manda y cuente las verdaderas barbaridades que, con esto de los juegos de ordenador y los mecanismos de autocontención, ha llegado a perpetrar. Que esto de romper un CD y punto, la verdad, tampoco es para tanto. También es cierto que quizás yo considero más espectacular otros momentos porque tuve alguna participación en ellos…
Comentario escrito por Andrés Boix Palop (LPD) — 12 de octubre de 2010 a las 9:26 am
Certifico que me ha pasado lo mismo (en mi caso la tarea era corregir exámenes) jugando al Warcarft III, al Medieval Total War y al Rome Total War.
A los amantes de lo alemán (que somos más de lo que parece) les animo a que se lean la serie completa «berlin noir» escrita por Philip Kerr. Son seis impresionantes novelas de detectives protagonizadas por un ex-policía ex-miembro de las SS a su pesar. Estoy acabando el quinto.
Comentario escrito por desempleado — 12 de octubre de 2010 a las 12:35 pm
Estimado Andrés.
Cuando leí tu LPD Low Fare sobre Alemania parecía como escrito para mi. Y de igual manera para casi todos aquellos, más o menos conocedores de este país, a los que les envié el link con tu artículo. Sólo una frase resonaba en mi cabeza: «Ja, genau. So is(t) es». Supongo que nuestro apego hacia ese país sea parecido, quién sabe. Por no hablar de lo que siento hacia el nuestro. O mejor explicado: lo que siento cuando me encuentro en el nuestro. Eso, mejor, no lo comento.
Comentario escrito por Oliveral — 12 de octubre de 2010 a las 12:36 pm
El puto Civilization es la dronja del diablo… Me pasaba tres cuartos de lo mismo con Baldur’s Gate pero al contrario que el primero, este era finito y una vez acabado perdía la gracia.
Comentario escrito por ruboslav — 12 de octubre de 2010 a las 1:35 pm
Era 1995 y al iniciar el curso de COU me regalaron un 486 para mejorar la redacción de los trabajos. Esa era la idea hasta que se cruzaron en mi camino estos cuatro jinetes del apocalipsis:
– UFO (Enemy Unknown)
– Colonization
– Master of Magic
– Lords of the Realm
Recuerdo que no llegué a instalar el office.
Comentario escrito por Anchorman — 12 de octubre de 2010 a las 2:39 pm
El UFO: otro gran destructor de vida social, sin duda. Yo me lo acabé.
Comentario escrito por ruboslav — 12 de octubre de 2010 a las 3:01 pm
Se me acumula el trabajo. ¡Que aún me quedan muchas barbaridades que contar asociadas con el Civilization!
En cuanto a Alemania, la verdad es que Andrés le tiene bastante más cariño al país, su organización, su idiosincrasia, … Que yo. Lo cual no quiere decir que yo no se lo tenga, ojo, ese grado de civilización y limpieza también me provoca, al aterrizar en el caos chabacano español, el mismo desánimo
Un cordial saludo
Comentario escrito por Guillermo López — 12 de octubre de 2010 a las 5:08 pm
A un conocido escritor de cf, Iain Banks, le ocurrió algo parecido; entregó una obra tarde y mal por su adicción al Civ, incluso llegó a disculparse públicamente.
Comentario escrito por fonz — 12 de octubre de 2010 a las 6:59 pm
Yo siempre me pregunto lo mismo…¿qué notas habría sacado durante la carrera de no ser por «PcFutbol», «Civilization II», «Panzer General», «Diablo II» y «Baldur´s Gate» (este último puso en peligro mi examen FIR hasta límites insospechados)?
Comentario escrito por Garganta Profunda — 13 de octubre de 2010 a las 8:57 am
Anotado lo de Philip Kerr, aunque he visto que es un escocés y, ufff, no sé, a mí me gusta más cómo escriben sobre alemania los propios alemanes o, como mucho, los franceses. Pero voy a hacer, aún así, una razzia en Amazon ahora mismo.
Gracias por los halagos al LPD Low Fare sobre Alemania. El otro día me lo agradeció mucho una colega de Facultad que andaba cabreada tras una ruptura y ahora está encantada, tratada como una Princesa de cuento de hadas, por un alemán buenorro, culto, ordenado, con un buen trabajo y un buen sueldo y que, encima, se va a hacer senderismo con los amigos un fin de semana de cada dos.
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 13 de octubre de 2010 a las 10:13 am
Andrés: gracias de nuevo. Quién no ha sufrido la adicción en sus carnes?…. Yo tampoco me libro. Lamentablemente el tema doctorado lo compagino con la vida laboral en una empresa privada y con la manutención de la familia, así que empiezo a perder los callos de los dedos por no tener tiempo ni ganas para jugar más.
Loas a Sid Meier & Co.
Civilización, Age of Empires, UFO (yo tb lo acabé), etc.
Por cierto, dado el interés del tema, no puedo menos que comentar que a mí Berlín Noir me ha encantado. El último, sublime, algún altibajo entre medias. También recomiendo El Tercer Reich, de Bolaño, que parece que os mola el tema de los juegos de estrategia y simulaciones militares. Eso si sois capaces de leer frases de 4 folios. En esa línea, me atrevo a recomendar tb PILOTOS, CAIMANES Y OTRAS AVENTURAS EXTRAORDINARIAS- JACINTO ANTON.
Saludos.
Comentario escrito por pepito71 — 13 de octubre de 2010 a las 12:41 pm
Guillermo, te acabo de perder mucho del respeto que te tenía. ¿Romper un CD del Civilization II para ponerte a trabajar? Se ha enviado a gente al gulag por menos que eso.
Al menos no era un CD original.
Comentario escrito por jasev — 13 de octubre de 2010 a las 2:09 pm
Respecto a Berlin Noir. No hace falta irse a Amazon, menos el último estan todos en edición de bolsillo.El próximo que leeré al respecto es «historias de Berlín» de C. Isherwood. Recomendado por Gore Vidal, nada menos.
Comentario escrito por desempleado — 14 de octubre de 2010 a las 10:56 am
Aviso, para frikis de cosas de ordenadores…
Quería comentar algo relativo al otro post del Civ V…, los que jugaron (jugamos) algo al IV ya vimos que iba bastante lento, sobre todo con el juego ya avanzado, con muchos «bichos» en pantalla…
Resulta que para el nuevo, como además meten mucha carga gráfica, han tenido que rediseñar totalmente el núcleo del juego, y han hecho uso intensivo del los «multi cores», de los procesadores actuales.., de ahí los requisitos mínimos (dual core, mejor quadcore etc.. ) bueno, el caso que aquí tenéis un resumen del tema..
http://tinyurl.com/36x62pv
Siempre se puede ser más friki que jugando al Civ, y es estudiando cómo está hecho….
Saludos
Comentario escrito por asertus — 14 de octubre de 2010 a las 11:08 am
Descubrí LPD hace dos días y llevaré más de 9 horas leyendo tu blog, aunque sea más de Age of Empires. Lástima haber estudiado Comunicación Audiovisual en la EPSG (UPV) y no cursar ninguna de tus asignaturas (y lástima en general por la facultad en sí).
Enhorabuena.
PD: Oliveral, he leído en algún artículo que eres de El Burgo de Osma y yo, habiendo nacido y vivido en Valencia me siento de Santervás del Burgo. Mañana voy para allá cual gacela en celo.
Comentario escrito por Alberto — 29 de octubre de 2010 a las 2:30 am
Si os gusta controlar un pais y hacerlo evolucionar a lo largo del tiempo (Y no necesariamente a base de dar porrazos a todos los vecinos que se ponen a tiro) os recomiendo el Europa Universalis II. Una grandiosa mezcla de guerra (no podía faltar), diplomacia, colonización, conversiones religiosas y lucha contra la adversidad (Los puñeteros eventos aleatorios)
Puede ser un poco complicadillo al principio, ya tiene sus añitos y, en realidad, no se parece nada al Civilizacion (Ni a otros juegos de estrategia que yo conozca), pero puede resultar igual de adictivo y desafiante.
Comentario escrito por Aitor — 03 de noviembre de 2010 a las 1:03 am