El Conciliador

Los creía muertos en la era de internet, pero parece que están vivitos y coleando. Los juegos de mesa tipo Trivial, Risk, o los abstractos al estilo del ajedrez o reversi no sólo gozan de buena salud, sino que cuentan con descendencia. Los nuevos juegos de mesa, o eurojuegos, hacen furor en diversos países de Europa, ese continente que empieza justo encima de los Pirineos.

En Alemania sobre todo se editan al año más de 300 juegos nuevos de todo tipo, basados en el tablero, los dados, las fichas y, en ocasiones, algún que otro elemento o la participación de los movimientos corporales de los jugadores. Al contrario que los juegos de antaño, donde nadie conocía a su autor, aquí sí se resalta el nombre del creador hasta el punto de que surgen estrellas en este campo, que cuentan luego a veces con la adaptación de su idea a la novela, al videojuego o al cine. Estos profesionales están cotizadísimos e incluso compiten en unos premios anuales al estilo de los Óscars.

Es la hora de desempolvar El Conciliador, un juego de mesa para dos u ocho jugadores de entre 0 y 99 años. Su mecánica, aparentemente sencilla, esconde sin embargo numerosas enseñanzas éticas acerca de la necesidad del diálogo y el acercamiento entre civilizaciones. Otros juegos divierten. El Conciliador enseña y entretiene, forma mediante esa diversión.

Cada participante parte de su casilla de salida. Hay tantas como jugadores. En el centro, donde desembocan todas, hay una casilla más grande, la casilla de la Paz. Los jugadores lanzan el dado por turnos. Estos turnos han de ser previamente consensuados sin que intervenga la suerte, sólo mediante el trato amigable, cediendo siempre la posición si hay ancianitas o minusválidos. También se cede la posición a mujeres, homosexuales, enanos o gentes nacidas allende nuestras fronteras.

Una vez establecidos los turnos se lanza el dado. Todas las caras del dado tienen un uno, de forma que el primero que lanza llega a la casilla de la Paz. El orden de los turnos no supone más preferencia que la cortesía, por lo que el primero que lanza tiene que esperar el concurso de los siguientes jugadores. Cada lance acaba indefectiblemente en la casilla de la Paz, donde concluye el juego con todas las fichas compartiendo ese lugar, como símbolo de que otro mundo es posible.

En la posición de la flor de loto y ataviado con unos calzoncillos Abanderado, con el móvil encendido prendido en la gomilla y mientras trato de alcanzar la armonía universal, espero mi fichaje por parte de Mattel. 

Comments

  1. Airos wrote:

    Muchos avances científicos, abanderados por el pacífico progreso, terminaron siendo armas en terribles guerras.
    Esperamos en El Conciliador una excepción.

  2. Ponferrada wrote:

    ¿Se sabe algo del creador del juego? ¿No sería un tal Rodríguez?

  3. Uhmmmm wrote:

    «En el centro, donde desembocan todas, hay una casilla central»

  4. Alfredo M-G wrote:

    Gracias Uhmmm. Ya está corregido.

  5. Il Venturetto wrote:

    Llevo 15 días dándole vueltas al juego de marras. Cuanto más lo pienso, mejor me parece.

    Sin duda alguna, «El Conciliador» será pieza fundamental en la asignatura de «educación para la ciudadanía», junto con «alí babá y los 40 maricones» y las obras completas de Lucía Etxeberría.

    Me descubro, me agacho, me postro de hinojos, y asomo mis nalgas para felicitar al autor.