Extremidades

Me fascina el deporte paraolímpico. Sobre todo la natación, y dentro de la natación los cien metros muñones. El tío de los cuatro muñones con gorro y gafas que va a toda la velocidad que le permite la ausencia de extremidades, preocupado por esa velocidad, pero sobre todo preocupado por qué hacer cuando llega a la pared con la cara. Interiorizando la velocidad de otra forma al resto de los mortales y diciéndose conforme llega uy, uy, uy, qué loco voy, qué voy a hacer. Vive una velocidad distinta, relativa. Es algo einsteniano.

Seguramente cuatro administrativos del C.O.I. hayan tenido que lanzarle a la piscina. Cómo incluir eso dentro de las funciones de un administrativo de categoría internacional. Mamá, estoy en el C.O.I., lanzando a un hombrecillo con los miembros cercenados al agua. Se los llevó la gangrena. Y luego mucho trabajo de oficina e informes. Y entre los informes de pronto esa verdadera labor de echar al agua a ese tío, al Tío Muñones, porque lo demás es una tapadera, un justificante para que se pueda llegar ahí con cierta normalidad, para darle una pátina de cotidianeidad a eso. Ese ambiente paraolímpico con chistes manidos y groseros sobre que tal nadador se impulsa con el gran miembro que tiene (en realidad dicen polla en otros idiomas), un chiste hecho en la piscina paraolímpica cien mil veces. Pero siempre consigue sonrisillas de compromiso para quitar la tensión paraolímpica, una tensión de verse rodeados por gente muy hecha mierda pero a la vez muy competitiva y que puede tener muy mal carácter fruto de la adversidad.

Pero aún más fascinante es el impulso de superación, lo que lleva al Tío Muñones a dedicarse a la natación. Antes del accidente no había pisado una piscina en la vida. Ni siquiera hacía footing. Es perder los miembros y decir, ¿qué hago? Nadar, hostia. Voy a dedicar mi vida a la natación, voy a llegar al canal de Panamá, al mar Cantábrico. Cuando están todos los miembros no había manera y justo ahora llega un impulso irrefrenable a nadar, correr o lo que sea. Justo ahora. O a jugar al baloncesto en silla de ruedas. Justo ahora. El enemigo de la buena salud: tener todas las extremidades. Con todas las extremidades uno tiene demasiado peso y tiende al sedentarismo y la melancolía.  Si algo le sobra a este mundo opulento son extremidades. Demasiadas piernas, demasiados brazos para ¿al final qué?

Comments

  1. Bunnymen wrote:

    Sin extremidades –> Atleta
    Sin cabeza –> Ministro

  2. Asín...nos va wrote:

    «Demasiadas piernas, demasiados brazos para ¿al final qué?»

    Sencillo: coge el dinero y corre.

  3. AnonymousCoward wrote:

    No me puedo creer que hubiera un momento en su vida en que no le gustara Noguera. Usted es puritito Noguera.

  4. Solidamente wrote:

    Creo que lo implícito en el texto es que si te amputan cierto miembro no tienes ya ganas de deporte…