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Enero de 2004: Alonsito da la extremaunción al Sumo

Uno de los rasgos que han marcado los ocho años de Ánsar al frente del Gobierno de España ha sido el ejemplo que ha dado al pueblo español, también, su familia. Frente a la utilización barriobajera que Felipe González Márquez hizo de La Moncloa para proporcionar beneficios y prebendas a sus hijos, cuñados, esposas, y amiguetes corruptos y asesinos de Estado la ética de la Familia Botella-Aznar nos ha permitido saborear el magisterio político y moral de quienes nunca se sirvieron de España ni del cargo de uno de ellos sino que lo dieron todo por la patria.

Ahí están los sacrificios de junior, subvencionado a todo trapo para que demuestre a los estadounidenses que las más grandes lumbreras occidentales son españolas o conduciendo utilitarios modestos pero con clase por las carreteras europeas para que quede claro que, en efecto, en España hay 43 millones de personas con alto poder adquisitivo. O los de Anita de Ánsar y Botella, dando gusto al país con una boda sencilla y modesta pero entrañable, que ha servido para revitalizar y dar caché a instalaciones del Patrimonio Nacional mucho más cotizadas gracias a ella. Incluso Ana Botella no ha podido sustraerse, a pesar de sus deberes de madre, a la pulsión altruista que impera en la familia, y se dedica a los pobres y las putas de Madrid desde unas modernas y relucientes instalaciones.

Pero sin duda el que más ha hecho por la causa, a pesar de su tierna edad, ha sido el inefable Alonsito Aznar. Ya desde el principio del Reinado Ánsar Alonsito marcó el paso, recibiendo a la puerta del Palacio de la Moncloa a quienes defendían España allí donde más importa. La estabilidad política peligraba, y Alonsito en funciones oficiales, participando en recepciones a dignatarios extranjeros e incluso en la ofrecida a la selección española, nos dio a todos esa tranquilidad que nos faltaba. Para completar su esfuerzo, Alonsito se sacrificó ofertando su calidad humana y pericia técnica a la que era y es la más importante (y en esos tiempos necesitada) institución española: el MEMYUC. Complementando la política de Zidanes y Pavones, todos sabemos qué cotas ha alcanzado ese club de fútbol con sus sabias medidas de Alonsitos Aznares y Medinas Cantalejos.

Pero, tras estas gestas, parecía que todo estaba hecho. Y aunque sospechábamos, para nuestra tranquilidad, que Alonisto estaba en la sombra y veleba con nosotros, su ausencia del primer plano de la política española empezaba a preocupar. Afortunadamente, la visita del Presidente de un Gobierno democrático español destinada a postrarse ante el Jefe de Estado de otra nación (Ciudad del Vaticano) al más puro y genuino estilo "Piqué en presencia de César" ha permitido a la ciudadanía asistir a la reaparición de Alonsito.

Ahí estaba él, de nuevo. Al fin. Representando oficialmente a España, porque él lo vale y porque sus innatas cualidades lo avalan. Alonsito. Con 15 años como 15 soles. Cantándole las 40 al Pontífice, alardeando de su preciosa y recta mirada, de su espina dorsal impoluta y de una estatura que, si bien modesta, no permite declararle enano. Dando cuenta de lo que es una nueva y moderna España, respetuosa con la Iglesia pero ajena a sus dictados morales. Ni en cuestiones de guerras ni de pajas está la rama masculina de la familia Aznar muy dispuesta a hacer caso al Sumo. Otra cosa son las mujeres (recuerden las prisas de Ana de Botella y Ánsar por casarse y todo lo demás), pero ya se sabe que lo que estas opinen vale para la cocina y los abalorios.

Mientras el Vaticano sigue en su vigilia de la última década, a la espera de cuándo y cómo la palme el Polaco, los deberes ya están hechos. Alonsito, con esta visita final, ha bendecido al Papa, que puede morir tranuilo y en paz con la sensación de que ya nada grande le queda por percibir a través de la morfina. De una vez (si le deja el "equipo médico habitual", claro).

ABP (València)