Periodismo
Independiente
La
Conspiranson contra el Imperio del Monopolio - Otoño 2000
28/11/2000:
El País salda cuentas con Liaño
Anteayer
Domingo El País y El Mundo publicaron sendos artículos
sobre el nuevo libro de Pilar Urbano, "Baltasar Garzón:
el nombre que veía amanecer". Independientemente de
que el título dice mucho de la filiación opusdeísta
de la Urbano, la coincidencia entre ambos periódicos nos
gustó por el capítulo seleccionado. Mientras que El
Mundo optaba por hablar del asesinato, la corrupción y los
crímenes de Estado durante la era del felipismo (el capítulo
dedicado a Garzón y los GAL), El País despachaba su
venganza contra Gómez de Liaño y los "fiscales
indomables" publicando ÍNTEGRAMENTE el capítulo
dedicado a las relaciones de Garzón con Liaño y el
caso Sogecable, dedicándole seis páginas, seis, una,
dos, tres, cuatro cinco y seis páginas de su suplemento del
Domingo, es decir, casi lo mismo que su "especial Su Majestad
el Rey" de la semana pasada.
En este último capítulo, escrito en el mejor estilo
de la escuela de la AEPI, a la que, sin embargo, la periodista no
parece pertenecer en estos momentos (se fue del diario El Mundo
a raiz de la aparición del impío vídeo de Pedro
J., sin duda), pudimos encontrar algunas cosillas deliciosas, básicamente
lo malos que son todos los que intentaron meter en la cárcel
a Polanco (independientemente de que lo sean, que eso nadie lo pone
en duda) y, sobre todo, lo bueno y angelical que es el juez Garzón,
para el cual sólo una cosa tiene importancia: la Justicia,
con mayúsculas (claro). Cada vez que el juez Joaquín
Navarro Estevan le amenazaba con hundirle, o cuando Liaño
le decía a Garzón que todos los de PRISA eran "una
pandilla de prevaricadores", Garzón, imperturbable,
respondía: "para mi sólo una cosa es importante:
la Ley; yo no puedo basarme en afinidades personales o sentimientos
subjetivos para juzgar, sino sólo en la superior necesidad
de la Justicia que demandan los ciudadanos, y bla bla bla...".
Hombre, ya sabemos que Garzón es de los pocos jueces que
trabajan y son eficaces, y su labor es encomiable por mucho que
conlleve también cierta dosis de vanidad para aparecer en
los periódicos, pero tampoco hay que pasarse, ni en el tono
que utiliza Garzón para contar sus impresiones ante los múltiples
pasteleos en los que quisieron meterle ni tampoco en utilizar seis
páginas, seis, del suplemento dominical de El País
para tomarse cumplida venganza de la acción de un juez que,
a fin de cuentas, no pasaba de ser un pobre loco.
18/11/2000:
EGM
Esta
semana han aparecido los datos trimestrales del EGM, ya saben, esos
aparatos que no miden la audiencia de su receptor ni del nuestro
pero que, al parecer, tienen un ridículo margen de error
del 3%. Y los datos son ilustrativos: como siempre, todos ganan:
- La
Cadena SER bate su propio record, posiblemente por decimoctavo
trimestre consecutivo, y se coloca en primera posición con
una audiencia de 4 millones de personas, sin duda todos ellos atraidos
por las filípicas de Javier Pradera en Hoy por Hoy.
- Onda
Cero consigue un increíble éxito, aumentando en más
de medio millón de oyentes. Estamos seguros de que el fichaje
de José María García por la emisora no ha influido
lo más mínimo en este descomunal ascenso, sino el
buen hacer de la emisora de Telefónica, en la cual los periodistas
entran críticos y salen con los pies por delante, como Julia
Otero.
- La
Cadena COPE, ahondando en las verdaderas razones del aumento de
Onda Cero, desciende en prácticamente la misma cantidad de
oyentes que gana la emisora de Telefónica. ¡Qué
curioso! ¿Verdad? 657.000 oyentes menos para la COPE y 659.000
más para Onda Cero. Pero no se preocupen: en lo que verdaderamente
importa, esto es, las tertulias de la emisora de los obispos, todo
va bien, Pedro J. sigue fustigando al felipismo que no cesa de invadirnos.
- Y,
finalmente, Radio Nacional asciende claramente beneficiada por el
descanso que no se tomó Carlos Herrera después del
intento de atentado que sufrió por parte de ETA. La llegada
de profesionales como Nieves Herrero a la emisora aumenta la competencia
por saber en la cadena de qué Herreros (Luis Herrero y el
espíritu de Antonio Herrero en la COPE, Carlos Herrera y
Nieves Herrero en RNE) hay más cuchillos de palo.
16/11/2000:
El Libro
Tras
la irrupción de Jesús Cacho en el mundo del ensayo-denuncia
contra Polanco, Pedro José Ramírez, Director del periódico
El Mundo ha decidido lanzarse al ruedo. Acaba de irrumpir
en las librerías el fruto del desahogo mencionado. En el
libro Pedro Jota relata el período de tiempo transcurrido
entre las elecciones de 1993 (ganadas por el PSOE o más bien
perdidas por el PP) y las de 1996 (ganadas por el PP o más
bien perdidas por el PSOE). Ciertas personas, incluidas Luis María
Anson, han acusado aviesamente a periodistas como Pedro Jota y amigos
suyos como Antonio Herrero o Pablo Sebastián (acrisolados
defensores de la trinchera de la independencia periodística)
de crear una conspiranson en esas fechas para derrocar
a un Felipe González que, por lo visto, era imbatible en
las urnas. El libro de Pedro Jota desmiente desde la objetividad
y la evidente honradez intelectual de su autor semejantes patrañas.
Como
se está encargando de repetir Pedro Jota constantemente,
no hubo conspiración, porque no hicimos nada ilegal.
Si bien es cierto, reconoce, que se reunían y acordaban estrategias
informativas para hacer frente al hostigamiento del Gobierno, ninguna
de estas reuniones tenía objetivos reprobables. Lo único
que perseguían era la caída de un régimen
totalitario, que no puede considerarse democrático
empleando todos los medios posibles para ello, entre los que se
encontraban, cuando no había más remedio, el periodismo
de investigación. La intención de este bello
modo de ejercer la profesión, por otra parte, no podía
ser más legítima: desalojar de la Moncloa a ese líder
de la corrupción y el terrorismo de estado que era Felipe
González. Estas actividades, además, estaban amparadas
por la legítima defensa, pues el propio Pedro José
asegura haber estado en peligro de desaparecer físicamente.
Esta terrible presión a la que le sometió la hez polanquista-felipista
de la sociedad, sin embargo, no le ha sido reconocida, y por ello
el autor busca ahora un merecido reconocimiento.
24/10/2000:
Radio Nacional de España y el servicio público
Un
servidor tiene la sana costumbre de no escuchar nunca Radio Nacional
de España desde que estuvo viviendo una temporada en París
y por las noches no tenía más remedio que escuchar
la tertulia nocturna de esa cadena (emitida por radio exterior).
Estaba moderada por un tal Sr. Rico (Manuel Antonio o algún
nombre estrafalario semejante) que, al parecer, es de lo más
profesional y ponderado de la casa. La tertulia en cuestión
estaba compuesta por toda una serie de señores demócratas
de toda la vida. Para que se hagan una idea (el PP había
ganado las elecciones sólo un año antes) de la pluralidad
que acogía la cadena en las noches de esa época incluso
permitían opinar a un felipista (por supuesto
sólo a uno). Si tenemos en cuenta que el díscolo de
la tertulia era un periodista de El Mundo pueden hacerse
una idea de por donde iban los tiros. Al final del programa, allá
a las 12 menos 10, dejaban a los oyentes opinar algo (generalmente
un ingenioso comentario sobre la parte del cuerpo de un socialista
más apropiada para colgarlos en la plaza pública,
apreciación jaleada por los comentaristas). Y una noche llamó
una señora para recriminar el excesivo partidismo de los
tertulianos. En ese momento saltaron todos como un resorte para
poner a caldo a la mujer en cuestión (una anciana de 70 años)
y le acabaron diciendo que si no le gusta, no tiene más
que cambiar de canal. La anciana, con una paciencia y sentido
común admirables, pasó a exponerles someramente que
la condición de servicio público de RNE que tanto
dinero nos cuesta a los españoles (y que obliga a que se
comporte como tal) se justifica entre otras cosas en que a veces,
como era su caso ya que vivía en Londres (y el mío
a la sazón), la opción de cambiar de canal
no existe. Por supuesto los tertulianos no se dejaron amilanar y
concluyeron que si la señora en cuestión vivía,
como había comentado, desde hacía 40 años en
Londres por algo sería (no sabemos si el comentario
se refiere a la poca españolidad que demostraba no habiendo
regresado o al comportamiento antiespañol que la obligó
a marchar de una España que vivía sus mejores glorias
en esos tiempos).
Parece
que desde entonces la cosa no ha cambiado mucho. RNE tiene en nómina
a un tipo de la condición de Carlos Dávila, que sin
duda es un flamante representante del periodismo más hispano.
Tras su éxito en programas de debate al lado del padre Apeles
o Marlene Maurreau el Sr. Dávila pontifica a sueldo de todos
los españoles. Su labor, comprometida como ninguna, ha alcanzado
nuevas cotas estos días. Nos ha explicado gentilmente la
ausencia de Zapatero en el próximo debate presupuestario
aduciendo oscuros motivos para ello (la falta de huevos del socialista
y que además le están haciendo la cama en su propio
partido etcétera, etcétera). Al parecer, simplemente,
la madre de Zapatero está gravemente enferma. Pero ya se
sabe que una explicación así no está a la altura
de alguien como Dávila, periodista de investigación
acreditado que tantas exclusivas ha firmado. Parece ser que Zapatero
empieza a preocupar seriamente a quien controla RTVE, y ya han mandado
a los perros de caza.
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