Richard
Nixon
(1913-1994)
37º PRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA
Los
orígenes
Richard
Nixon nació en California un hermoso día de Enero del año 1913,
es decir, en los prolegómenos de la I Guerra Mundial. Bien pronto
destacó por sus dotes políticas en todos los órdenes de la vida,
y por su desmesurado interés por convertir cualquier proceso administrativo
en un farragoso intercambio continuo de certificados, pólizas y
todo tipo de papelorios en el que el joven Nixon se movía como pez
en el agua. En efecto, Nixon era, ante todo, un Burócrata, y por
tanto su destino en la vida estaba bien claro: Washington D. C.,
a donde muy pronto encaminaría sus pasos en busca de la felicidad
detrás de una ventanilla de la Administración.
Sin
embargo, la II Guerra Mundial se cruzó en su camino cuando se disponía
a realizar oposiciones para convertirse en funcionario de 4º nivel;
Nixon pasó a ocupar, con el grado de teniente, un puesto en el Ejército
americano que se enfrentó, con éxito, a los torvos japoneses en
Nueva Caledonia, Guadalcanal, y multitud de ridículas islas de las
que nunca habríamos oído hablar de no haber mediado una guerra mundial.
No consta que Nixon fuese nombrado héroe de guerra, pero estamos
seguros que acreditó méritos suficientes como para alcanzar tal
honor; lamentablemente, el que se convertiría en principal enemigo
de Nixon con el paso de los años, el comunismo, rondaba por todas
partes, incluso dentro del Ejército americano, dispuesto a ningunear
a los mejores.
Fundamentos ideológicos
Ante
todo, Richard Nixon era un pragmático, alguien que consideraba que,
en política, todo es relativo. En consecuencia, supo contener su
aparente anticomunismo furibundo para llegar a acuerdos con los
máximos representantes del bloque del Este, al tiempo que retiraba
a las tropas norteamericanas de Vietnam. Políticamente, Nixon estuvo
muy influido por el padrinazgo del general Dwight Eisenhower, lo
que nos hace pensar que, en la práctica, Nixon consideraba que el
ideal de organización humana es el estamento militar. En esa dirección
parece apuntar su obsesión por controlarlo todo y su visita a Franco
en 1973, en busca de fuentes nutricias donde inspirar su doctrina,
sin duda (aunque parece que hubo momentos de dicha entrevista en
los que el Caudillo, a causa del mal inglés de Nixon, se quedó un
tanto traspuesto).
En un país como EE.UU., hablar de ideologías no deja de ser un destarifo.
En EE.UU. hay UNA ideología, y punto. Todo lo demás son variaciones
sobre un mismo eje que nunca llega a poner en peligro el basamento
de la Patria. Por eso, a la hora de la verdad, y con la excepción
de uno o dos presidentes extremistas (Roosevelt y Reagan, cada uno
en lo suyo), sigue resultando difícil diferenciar en demasía las
políticas demócratas de las republicanas (antaño, aunque parecía
mucho más sencillo establecer una diferenciación, en la práctica
pasaba lo mismo: los demócratas eran racistas, y los republicanos
también, pero lo disimulaban un poco).
Carrera
política
Cuando
Nixon volvió a su país, su preocupación por el acelerado ritmo de
bolchevización de la sociedad americana le incitó a pensar que,
él también, podía hacer algo por su país, así que se presentó a
las elecciones al Congreso por California frente al candidato demócrata,
Jerry Boris, un recalcitrante comunista, según Nixon (a fin de cuentas,
provenía de la época del New Deal de Roosevelt); ni que decir tiene
que Nixon ganó holgadamente. El paso de ahí al Senado fue relativamente
sencillo, habida cuenta de la eficacia del político republicano
y de su profesión de fe continua contra la III Internacional; no
nos extraña en absoluto que el general Dwight Eisenhower se fijara
en Richard Nixon, a sus 39 años, como vicepresidente de su candidatura,
con éxito, por cierto; durante los ocho años de presidencia del
general Eisenhower, en la práctica fue Nixon quien se encargó de
la política del día a día; Ike estaba demasiado ocupado viendo películas
de la II Guerra Mundial y amenazando a los europeos con hundir sus
economías en el espinoso asunto del Canal de Suez; el balance de
estos ocho años, claramente sartisfactorio, posibilitó que Nixon
se postulara, sin demasiados problemas, como candidato a la presidencia
por el Partido Republicano.
Las
elecciones de 1960 fueron, hasta la aparición de las papeletas mariposa
de Florida en los comicios recién finalizados de 2000, las más disputadas
de la historia de los procesos electorales en los EE.UU. La solidez
de Nixon, los réditos obtenidos durante muchos años de carrera política,
su enorme capacidad intelectiva, se enfrentaron al populismo demagogo
de J. F. Kennedy. Naturalmente, ganó este último, gracias, entre
otras cosas, a un debate televisado que con el tiempo adquirió proporciones
míticas: Nixon, para no situarse en posición de inferioridad frente
a su rival demócrata, renunció a maquillarse ante las cámaras; el
resultado fue que todos los espectadores que habían visto el debate
por TV pensaron que el ganador había sido Kennedy, mientras que
los que lo oyeron por la radio se decantaron por Nixon. Como por
aquella época la TV ya estaba suficientemente desarrollada, Kennedy
ganó las elecciones (eso sí, por los pelos y con sospechas de fraude)
y Nixon, poco amigo de la política del maquillaje y la imagen hasta
ese momento, se retiró a sus cuarteles de invierno.
Dos años después era derrotado en las elecciones a Gobernador de
California; parecía un cadáver político, pero su constancia, su
fidelidad al Partido Republicano y, sobre todo (suponemos), la existencia
de importantes padrinos en la política norteamericana le permitieron
una segunda oportunidad en las elecciones a la Presidencia en 1968,
venciendo en las primarias republicanas, entre otros, a Ronald Reagan,
lo que da idea de la solidez política de nuestro hombre. La victoria
de Nixon frente al candidato demócrata, Hubert Humprey, fue incontestable;
Nixon logró la victoria en 32 estados, contando además con el handicap
de que en estas elecciones concurrió un tercer candidato, George
Wallace (una especie de Pat Buchanan de los años 60, imagínense),
que le robó votos por la derecha y consiguió el triunfo en cinco
estados sureños.
Durante su presidencia, Nixon llevó a cabo múltiples reformas internas
en EE.UU. y, sobre todo, se destacó por su acertada política exterior,
de la que luego hablaremos. En líneas generales, Richard Nixon fue
un gran presidente de los EE.UU., como quedó demostrado con su victoria
en 1972 ante el candidato demócrata McGovern, realmente humillante:
Nixon sólo perdió en Massachussets (reducto de los progres más progres
en EE.UU.) y en Washington, D.C. (una pequeña puñalada: los burócratas
se negaban a seguir trabajando para alguien tan exigente, preferían
a un demócrata indulgente que les permitiera hacer descansos de
un par de horitas por las mañanas).
Las
cosas habrían seguido yendo muy bien, pese a los problemas derivados
de la crisis del petróleo, de no ser por la manía de Nixon, como
buen burócrata, por tenerlo todo bien organizado, particularmente
la estrategia de los demócratas ante la inminente campaña electoral
de 1972;pero eso se lo contamos a continuación.
Grandes Hazañas
La presidencia de Nixon fue pródiga en aciertos, de hecho sólo cometió
un error que, a la postre, le costó la presidencia.
Veamos:
-
Fin de la Guerra del Vietnam: aunque en el imaginario colectivo
está inserta con fuerza la idea de que Kennedy fue un presidente
pacifista, mientras Nixon, por su radical anticomunismo, podría
ser más proclive a entrar en conflictos con los rusos, a la hora
de la verdad lo que cuentan son los hechos, y estos nos dicen que
fue precisamente Kennedy quien metió a los EE.UU. en la Guerra del
Vietnam, y Nixon quien los sacó, dando por finalizada la guerra
y oficializando así la derrota más vergonzosa de EE.UU. (de hecho,
su única derrota) en toda su historia.
-
Desarme: Durante la presidencia de Nixon se abrieron conversaciones
con la Unión Soviética para limitar el arsenal estratégico nuclear
de ambos países. La capacidad de Nixon para llegar a acuerdos, su
pragmatismo e inteligencia, y en segunda instancia el regalo de
millones de toneladas de trigo que se vendieron a la U.R.S.S. a
precio de saldo (lo que provocó la inflación del precio de este
producto en el mercado americano), posibilitaron la visita del presidente
americano a la Unión Soviética en 1972, devuelta por Breznev al
año siguiente. Los resultados de este acercamiento fueron la firma
de un importante tratado de no proliferación de armas nucleares,
en la práctica lo más parecido a la edificación de un sistema de
seguridad mínimo frente al peligro nuclear, aunque no estuviera
basado en un escudo antimisiles.
-
Deshielo con China: Otra novedosa iniciativa de la presidencia de
Nixon fue el acercamiento a la China comunista, por entonces un
país aislado de prácticamente todo el mundo, pero que ya “apuntaba
maneras” de futura gran potencia con la que en algún momento habría
que contar, tanto para la política como para las relaciones mercantiles.
Por eso Nixon visitó en 1972 China y se entrevistó con Mao, el Gran
Timonel, en el contexto del final de la guerra en el Vietnam.,
-
Por último, en el plano interno Nixon se enfrentó con el problema
de la lucha por los Derechos Civiles, que trató con enorme pasividad,
avanzando muy lentamente en la reducción de las desigualdades (claro
que era republicano y aún no sabemos si tenía “compasión”); en el
plano económico, la lucha con la crisis del petróleo se antojaba
muy difícil; Nixon optó por echar mano de las reservas energéticas
de EE.UU., que ya saben Ustedes que en Estados Unidos, al menos
en apariencia, son casi infinitas.
- Pero la realización más importante de Nixon, sin lugar a dudas,
fue la incidencia del caso Watergate, que desde entonces ha martirizado
ya a varias generaciones de estudiantes de Ciencias de la Información
y, en general, a cualquiera que lea periódicos, escuche la radio
o vea la televisión, es decir, a cualquiera, porque los medios no
pierden ocasión de autoconstituirse en referentes morales de la
sociedad y, habida cuenta de su larga historia de despropósitos,
errores y manipulación descarada del público, tienen poco donde
agarrarse, la verdad. ¿Qué sabemos hoy de Watergate? Pues no mucho,
los dos periodistas que “descubrieron” el escándalo, Woodward y
Bernstein, guardan celosamente la identidad de “Garganta profunda”,
la fuente interesada que desveló el terrible pecado de Nixon, el
espionaje político. Sinceramente, visto desde España, el caso Watergate
nos parece una mariconada de escándalo; aquí eso está al orden del
día, todos se graban a todos (y el CESID a todos ellos) y no pasa
nada, es una de tantas costumbres que ya forman parte inherente
de nuestra sociedad; que aprendan a formar bandas de asesinos o
a vender el patrimonio de los amiguetes y verán lo que es bueno.
En cualquier caso, el resultado del caso Watergate fue la dimisión
de Nixon como presidente de los EE.UU. y su entierro definitivo
como figura política. A partir de Watergate, Nixon se convirtió
en un apestado, en el modelo de lo que no debería ser un político;
pese a la perplejidad que esto pueda causar en principio, dado que
el balance de su presidencia es globalmente bueno, lo cierto es
que actualmente nadie recuerda a Nixon, o al menos nadie lo recuerda
como algo distinto de un corrupto sinvergüenza grabador de cintas
en hoteles.
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