Charles
de Gaulle
O sea, Francia
Con
Charles de Gaulle, más conocido como General de Gaulle, Francia
dio al mundo un estadista de verdadero peso. Pues pocos como él
tuvieron claro que ante todo lo más importante del mundo
(lógicamente excluyendo a uno mismo de la competición)
cayera quien cayera era, precisamente, el Estado.
Orígenes:
De
Gaulle nace en Lille, al norte de Francia, un 22 de noviembre de
1890. Cuentan las crónicas (redactadas por él mismo,
pues De Gaulle era también un genial escritor e intelectual)
que ese día algo extraño se presentía en el
ambiente. Aunque ninguna estrella anunció la buena nueva,
las gentes de bien intuyeron desde el principio que algo estaba
pasando.
Los
padres de la criatura, aunque franceses de bien que tenían
claro que era conveniente enseñar a su hijo que Francia era
"una, grande y libre", no estaban muy de acuerdo con ciertas
derivas republicanas y laicistas de la III República. Para
evitar que De Gaulle hijo estuviera expuesto a nefandas influencias
anticatólicas le envían a estudiar a Bélgica.
Acabados sus estudios de Gaulle es expedido a Saint-Cyr, escuela
militar donde todo el africanismo francés empezaba a aprender
lo que valía un peine.
Gestas militares:
Las
acciones de guerra en sentido estricto de De Gaulle a lo largo de
su vida fueron escasas. Se ciñen, casi exclusivamente, a
la I Guerra Mundial, en la que realizó gestas de brillantez
comparables a las de su país. Es decir, que hizo el ridículo
más espantoso. Herido varias veces De Gaulle comprendió
rápido que lo mejor era caer prisionero. Cuenta la leyenda
que una vez enjaulado trató de huir cinco veces. No es complicado
juzgar que las habilidades del entonces capitán no eran excesivas.
Carrera política:
Como
cualquier gran hombre De Gaulle aprendió de sus errores.
Sano y salvo tras acabar su cautiverio con la guerra nuestro hombre
decide dedicarse a la política militar, tradición
muy española pero en la que él ejerce un notable magisterio.
El período de entreguerras es aprovechado por De Gaulle para
publicar uno tras otro libros incendiarios en los que ponía
de manifiesto la excesiva consideración que se estaba teniendo
con los alemanes y los riesgos que ello comportaba. Nuestro ardiente
defensor de la patria preconizó con denuedo una mutación
de la política militar francesa, eminentemente defensiva.
A su juicio Francia debía preparar un gran ejército
dispuesto a invadir Alemania cuando fuera necesario (es decir, a
su juicio, en cualquier momento). A estas labores pacifistas De
Gaulle unió su carrera autor de infumables bodrios pseudo-literarios.
Cuando
estalla la II Guerra Mundial el ya coronel De Gaulle comanda la
división de carros de combate que, en teoría, debía
hacer frente a las unidades alemanas en las Ardenas (justo allí
donde no había línea Maginot). Las Panzer Divisionen
de Rommel, que entraron precisamente por ahí, no tuvieron
ningún problema en deshacer las líneas francesas,
lo que les permitió alcanzar por el sur al ejército
anglo-francés que defendía la frontera belga y que
quedó así atrapado en una molesta y desastrosa pinza.
Constatado
una vez más que las armas no eran lo suyo, De Gaulle supo
hacer valer esta derrota como una victoria política al grito
de "ya lo decía yo". En recompensa, y probablemente
para alejarlo del frente, el Gobierno francés lo nombra asesor
ministerial.
A pesar
de la llamada de De Gaulle a otros menesteres la suerte de los franceses
durante la guerra no cambia. La Asamblea nacional decide dar a Pétain
(héroe de la I Guerra Mundial y figura que merece sin duda
estar en nuestro Sanedrín) plenos poderes que éste
emplea para firmar un armisticio con el invasor. La medida logra
ceder la mitad norte de Francia a los alemanes pero preserva las
vidas y haciendas de numerosos franceses, que tanto en las colonias
como en el Sur de la metrópoli tendrán en adelante
un aventajado Gobierno-títere colaboracionista. Y, sobre
todo, irrita sobremanera a De Gaulle, para quien esa rendición
es injustificable. De acuerdo con su lúcido análisis
el Gobierno debiera haberse retirado al África francesa cediendo
toda la Francia continental a las imparables fuerzas alemanas y,
desde ahí, haber comenzado una Guerra desde esta especie
de insularidad a la británica.
Este
es el momento en que De Gaulle da su primer golpe de Estado. Se
autoirroga, no sabemos muy bien (ni sabe nadie) en condición
de qué, la representación de la "Francia Libre·
única y verdadera y se instala en Londres, ciudad desde la
que se dedica a tratar de dar pequeños golpes de Estado en
las colonias francesas para lograr una mínima base territorial
desde la que "recuperar un día la Metrópoli".
Estos golpes militares tienen éxito únicamente en
el África central y De Gaulle instala su "capital"
en Brazzaville.
Ante
esta fortaleza militar y política los ingleses no pueden
sino rendirse a la evidencia, y Churchill reconoce a De Gaulle y
la Francia Libre. A partir de ese momento el General De Gaulle se
dedica, a lo largo de todo el curso de la guerra, a portarse cual
mosca cojonera incordiando en cualquier operación militar
para reclamar, con la excusa de haber aportado a cada batalla un
centenar de hombres, la parte de Frncia en el reparto del botín.
De esta manera De Gaulle construye una Francia Libre y Mendigante
a base de despreocuparse del curso de la Guerra y sólo interesarse
por la suerte de las colonias francesas. Como dejan bien claro sus
memorias su única obsesión es que una vez "liberados"
estos pueblos vuelvan al redil francés.
Acabada
la Guerra con la notable participación francesa de todos
conocida De Gaulle hace su triunfal entrada en Paris. Como la cosa
ya no se sostenía en pie y los aliados no estaban para bromas
debe ceder el poder y se instaura la IV República. De Gaulle,
desde el primer momento, se da cuenta de que la cosa no va a funcionar.
Como muy bien diagnostica el sistema de partidos y la democracia
no podían sino echar al traste el bello sueño político
que él había edificado. De manera que aprovechando
los sucesos de Argelia (la Guerra, vamos) y tras una inquietante
reunión con los jerifaltes del Ejército (colocados
por él) el Gobierno decide darle plenos poderes. Se trata,
evidentemente, de su segundo golpe de Estado. La transmisión
de poderes fue idéntica a la realizada con Pétain,
con la diferencia de que este último tuvo la elegancia de
no amenazar claramente con las tropas.
Desde su estrenada Presidencia de la República De Gaulle
gobierna como un monarca ilustrado, gozando de una gran popularidad
(su proyecto de Conbstitución es unánimemente refrendado
salvo en Brazzaville, donde por lo visto sabían ya cómo
se las gastaba). Pero los tics de personalidad de cada cual son
difícilmente camuflables y Mayo del 68 dará otra oportunidad
a nuestro héroe para demostrar su talante. Ante los disturbios
que agitaban las calles de Paris De Gaulle, ni corto ni perezoso,
envía un claro mensaja a todo aquel que quiera escucharlo:
se desplaza Baden-Baden lugar en el que estaban las tropas de élite
francesas ocupando pacíficamente Alemania como se acordó
tras la Guerra y desde allí hizo una alocución a la
patria por radio, dejando meridianamente claro, a cualquier buen
entendedor, qué pensaba hacer el general. Por si acaso alguien
no captó el mensaje disolvió la Asamblea. Al día
siguiente una multitudinaria manifestación en su favor recorre
Paris y las fuerzas del orden, sin necesidad de recurrir al Ejército,
dominan la situación. En las nuevas elecciones los partidarios
de De Gaulle arrasan.
Tras
este canto del cisne apenas un año después el General
dimite tras perder un referéndum sobre descentralización.
Se retira a crear su Santuario en Colombey-les deux églises
y a escribir las partes pendientes de sus memorias, que no puede
acabar porque la muerte le alcanza en 1970 (9 de noviembre). Tampoco
perdimos gran cosa, no tanto por falta de calidad literaria de los
textos, como porque hábilmente De Gaulle hgabía publicado
casi todo en vida aprovechando su posición de Presidente
de la República y logrando unas ventas espectaculares.
A pesar
de lo anterior, destaquemos que De Gaulle tuvo como innegable virtud
saber sacar a Francia de los múltiples atolladeros donde
esta insitió en meterse. Por citar unos pocos:
-Con la creación de la Francia Libre impuso la increíble
presencia de Francia (mitad ocupada, mitad colaboracionista, recordemos)
entre las cuatro potencias victoriosas de la guerra. Amante de la
radio, se pasó buena parte de la guerra lanzando diatribas
contra los germanófilos por la BBC. Algún que otro
francés se le unió en África, animado por los
discursos del general. Entre De Gaulle y Leclerc consiguieron salvar
el honor patrio, y hay quien se pregunta cómo consiguió
convencer a los yanquis para que les dejaran entrar los primeros
en París...como si el desembarco de Normandía fuera
acción suya. Un genio de la política. Hoy en día
aún se lee colgado en muchas panaderías de nuestro
país vecino (claro, La Baguette Patriotique) el manifiesto
de llamada a la desobediencia, firmado y radiado el mismo día
del infamante armisticio de Pétain . ¡Qué grande!
Gracias a De Gaulle, los franceses todavía no se han dado
cuenta de que la última guerra que ganaron fue en 1659 frente
a unos mendas, con la paz de los Pirineos que se nos llevó
el Rosellón y la Cerdanya. En todas las demás (la
de los 7 años, las de la coalición, las de Napoleón,
la Franco-prusiana, la 1a y la 2ª mundiales, sin citar a cachondeos
tipo los 100 mil Hijos de San Luis o las trifulcas de Luis Napoleón,
vulgo III), hicieron el ridículo como se espera de gente
civilizada. Miren si no a los italianos, e incluso a los americanos
en Vietnam. Ganar guerras es de bárbaros.
-Con
la ayuda de sus colaboradores de la Cruz de Lorena (símbolo
de la Francia Libre, para molestia de los alemanes que la incorporaron
al 3er Reich), reconstruyó la sociedad francesa de la posguerra
creando la base del único estado socialista que todavía
perdura en el mundo. Lo de Cuba y China es de chiste si lo comparamos
con lo que Charles montó en Francia, casi siempre por duplicado
cuando no por triplicado: las petroleras Elf y Total, la instalación
de las montadoras Citroën, Renault y Peugeot, EdF-GdF y la
transferencia de tecnología nuclear americana que acabó
en Framatome (1ª agencia nuclear mundial), la Force de Frappe
balística, los sindicatos nacionales subvencionados -también
tres o cuatro-, la ayuda estatal a las distribuidoras de agua Lyonnaise
y Génerale, siempre de la mano en chanchullos de obras públicas
y concesiones, el todopoderoso CNRS, Comité Nacional de Investigación
Científica, la France Télecom y las televisiones públicas,
la Escuela Nacional de Administración y sus famosos tecnócratas,
el Crédit Lyonnais y el Crédit Agricole, el Instituto
Pasteur de Biología Molecular...la que montó, madre.
Por cierto que ni uno solo de sus colegas se quedó sin trabajo.
Una anécdota: A Jacques Monod le regalaron el título
de Doctor en Medicina después de la guerra. Como no quería
matar a nadie (de medicina poco sabía), se puso a investigar
en biología básica y convenció a Charles del
futuro de la rama. De Gaulle, en una de sus mágicas intervenciones
(del tipo "es difícil gobernar un país con más
de 500 quesos"), en un consejo de ministros reunido para decidir
qué hacer con el recién aprobado presupuesto de incentivo
a las tecnologías, se dejó explicar proyectos de misiones
a la luna, centrales energéticas que aprovechan la fuerza
de la marea, bombas de neutrones y aviones supersónicos para
espetar al oir el signo "biología molecular" "hummmm...
biología molecular... bonito y sugestivo nombre... me gusta,
queda aprobado". En su descargo, a Francois Jacob y a Jacques
Monod les dieron el Nobel por detallar el funcionamento del ARN.
Ha habido otros y habrá más. Sin ir más lejos,
Luc Montaigner, descubridor de la accion del HIV en el SIDA, está
en la recámara. En esto, los franceses les dan sopas con
onda a todos, gracias al General.
-Feliz
aquel que -alejado de problemas- como en remoto tiempo los mundanos
(interesante ver su casita en Colombey-les-deux-eglises. La casa
de un general, de acuerdo, pero humilde casa para el hombre más
importante para su tierra desde Bonaparte. Además llena de
fotos autografiadas de hombres ilustres, que coleccionaba como verdadero
paleto que era), fue llamado para resolver el desaguisado en que
cayó la IV República en la sucísima guerra
de Argelia. Refresquen la memoria: tortura a diestro y siniestro
aprobada por el anterior presidente, apartheid contra los moros
musulmanes, OAS llena de salvajes militares metiendo caña
y aterrorizando a la población... si no es por Charles, el
único con carisma suficiente como para decidir la retirada
y dar la independencia a Argelia, menudo papelón de los enfants
de la patrie.
De paso, se trajo a Alain Delon de Indochina y les dejó el
muerto a los yanquis. Artífice de la "descolonización"
francesa, que puede sonar a cachondeo viendo el mangoneo que Charles
impuso a la Confederación Africana de Estados (400 intervenciones
paracaidistas de la Legión Extranjera desde 1960, pero de
eso tampoco nos enteramos). Miren el caso Elf, qué bonito.
-La OTAN. De Gaulle fue el único con huevos para decir que,
si las tropas USA no iban a ponerse en esa organización bajo
mando de ningún militar de alto grado francés, él
tampoco iba a dejar que los Marshalls mandaran en sus soldados,
bajo ninguna circunstancia. ¡Y se salió de la OTAN,
tan pancho! ¿Pueden ustedes creerlo? PUES ES VERDAD, ¡Oh
la la ses oeufs! Por si fuera poco, también montó
cual moderno Clodoveo un simpático paripé con motivo
de la reconciliación franco-alemana en el 51 frente a la
catedral de Reims (Clovis o Kloewig, como gusten), dándole
a Konrad Adenauer un amistoso abrazo que casi lo desconyunta.
-Finalmente,
con la excusa del mayo del 68 no se le ocurre otra cosa que reformar
el estado y proclamar la V República con aquel famoso "
libertad si, libertinaje no". Y encima supo retirarse a tiempo
cuando los franceses, tan suyos, le negaron en referendo la reforma
administrativa descentralizadora.
Como un editorialista de L'Aberration explicó el día
de la muerte de Miterrand, Francois fue el francés típico:
colaboracionista con Pétain, resistente de última
hora, pro-tortura en Argelia, sesentayochista en los setenta, socialista
cuando por fin se veía el final del oscuro túnel...
De Gaulle, él, fue La France. De hecho, se le llenaba la
boca cuando pronunciaba esas, en él, mágicas palabras.
Qué envidia... ¿se imaginan cómo hubiéramos
reescrito la historia si este señor se hubiera llamado Carlos
Del Gallo, nacido en Bielsa? Pues eso, ¡tres hurras pour mon
general!
P.S.: Hay un lamentable personaje político francés
de la extrema derecha tradicionalista que se llama Charles de Gaulle
Jr. No confundamos al padre con el hijo.
|