ACTUALIDAD DE ESPAÑA                           SEPTIEMBRE DE 2001

13/09/2001: Las auditorías de la señorita Pepis

Tras la eclosión del caso Gescartera y la posterior vorágine de información que nos ha inundado durante todo este tiempo, ha pasado prácticamente desapercibido un aspecto de la cuestión que a nuestro juicio nos parece crucial: La responsabilidad de la empresa auditora.

En España es obligatorio que las empresas sometan las cuentas de cada ejercicio a la fiscalización de un auditor. El informe de auditoría es básico para que los accionistas o co-propietarios de la empresa conozcan la situación patrimonial y contable de la misma de forma cierta. Asimismo, se trata de un informe que es tenido en cuenta por otras empresas o entidades bancarias a la hora de entablar relaciones comerciales o financieras, dado que se trata de una "radiografía" que muestra la "salud" de la empresa en cuestión. Como vemos, y perdonen esta introducción de tono irritantemente pedagógico, se trata de una certificación de gran trascendencia que emite la empresa auditora bajo su responsabilidad en la que además acredita que los datos recogidos en su informe responden a la realidad económico - financiera de su cliente.

Naturalmente nos estamos refiriendo a países con cierta tradición democrática, cuyo exquisito respeto a las reglas del juego económico les obliga a poner los medios necesarios para preservar la transparencia de sus mercados y de los agentes que operan en ellos. En cambio en nuestro país, amigos, chulos como somos más que nadie, las auditorías que se realizan a las grandes empresas no pasan de ser más que un servicio que se presta a un determinado cliente para cubrir una obligación legal. Nada más. De hecho, si nos fijamos en los grandes escándalos financieros de los últimos años protagonizados por entidades financieras (y no hablamos ahora solamente de Gescartera), podríamos pensar que, en definitiva, la empresa auditora no hace más que poner la firma allí donde le dice el cliente, y cobrar. Cómo entender si no que una empresa auditora del prestigio de Price Waterhouse (contra quien los accionistas de Banesto han iniciado acciones legales, por cierto) certificara en su informe de 1992 la excelente salud del Banco, gracias a lo cual se autorizó una ampliación de capital por 100.000 millones, y unos meses más tarde informara de un espectacular agujero financiero en el mismo banco por importe de 605.000, (por cierto, esta última auditoría la pagaba el Banco de España, aunque estamos seguros de que se trata de una mera coincidencia).

Y si hablamos de Gescartera, ¿Cómo es posible que en ninguna de las auditorías realizadas en los últimos años se detectara presencia de una estafa continuada que ha llegado a sumar 18.000 millones, peseta arriba peseta abajo?. Esperamos ansiosos la declaración de los responsables de Deloitte&Touche (que así se llama la auditora), para que expliquen las causas de este pequeño despiste.

No caeremos en el error de generalizar nuestras sospechas a todo el sector. Sobre todo porque tenemos constancia por nuestras relaciones profesionales al margen de LPD (no es por nada pero de algo hay que vivir) de la existencia de empresas de auditoría que realizan su trabajo con toda profesionalidad. Se trata en su mayor parte de empresas pequeñas que auditan a entidades de pequeño o mediano tamaño y que para hacer su informe no se limitan a examinar la información que le ofrece el cliente sino que se dirigen directamente a los proveedores, clientes y entidades financieras con quien tiene relación comercial la empresa auditada, al objeto de cotejar debidamente todos los datos. Si los linces de Deloitte&Touche hubieran hecho una simple comprobación en las oficinas bancarias donde se supone que estaban depositados los activos de Gescartera, se hubiera descubierto la chapuza mucho antes de lo que se ha hecho. Pero claro, ¡Cómo van a dudar de la palabra de un buen cliente, que además paga religiosamente (nunca mejor dicho) todas las minutas!.

Naturalmente el gobierno y el P.P. eluden toda culpa en este asunto (también). Por lo visto el hecho de estar gobernando desde hace casi 6 años no consideran que les afecte hasta el punto de asumir algún tipo de responsabilidad más allá de lo que dictamine la Comisión Parlamentaria creada al efecto, que como toda comisión de este tipo tiene como principal objetivo poner el ventilador para que la porquería afecte a todos un poco. Sin embargo, aun a riesgo de ser impertinentes, rogaríamos a nuestro dilecto Presidente que considerara la posibilidad de poner un poco de orden en el sector de las auditorías: O se elimina la obligación de auditar las cuentas (en las condiciones actuales sirve de bien poco como se ha visto) o se ponen los medios para que en los casos en que no se cumpla fielmente con esa responsabilidad, a los culpables le salga un poco más caro que hasta ahora (por ejemplo, se nos ocurre, enviándolos a la puta cárcel).

 

11/09/2001: Mucha policía, poca okupación

La Policía española ha demostrado, una vez más, su malsana preocupación por detener a personas encargadas de cobijar a luchadores por la libertad del buen pueblo vasco.

La actuación policial de Barcelona es un atentado más de un Estado fascista y represor que no respeta las libertades individuales más básicas: ¿cómo puede vivirse en un país en el que no se respeta la libertad básica de todo ciudadano de instalarse con sus amigos en casa de cualquier persona y degradarla empleándola como fumadero de opio, taller o teatrillo improvisado?, ¿qué clase de nación totalitaria y de desmadrado capitalismo estamos contruyendo, en la que no se respeta la legítima opción de que unas personas opten por vivir sin trabajar ni pagar casa ocupando viviendas compradas con otros ciudadanos que, paletos ellos, se desloman para hacerse con algún inmueble?

Lo más curioso de ciertos grupos sociales es que, a pesar de su "pacifismo solidario" su actitud "libertaria" y "antiglobalizadora" no tienen empacho en alojar a irredentos asesinos o a sus apoyos logísticos, ni en protestar contra la violencia a patada limpia.

A estos kompañeros de batalla sólo podemos sugerirles que quizá, sólo quizá, están poniéndoselo a huevo a la policía (fascista, torturada, asesina ... ya saben). Si cada vez que ésta hace una redada en un grupo de estos caen una decena de colaboradores de ETA, ¿no habrá llegado el momento de, al menos, tratar de pasar desapercibidos? Porque de otra forma la sucia labor de represión (detener asesinos cómplices) estatal se la ponen en bandeja.

07/09/2001: Lío clerical

Por si a los pobres prelados españoles les faltaran preocupaciones (modelo de IRPF cada vez más alejado de lo que fueron sus previsiones iniciales en cuanto a financiación, paradójicamente acompañados de los dolores de cabeza producto de la habilidad de sus secciones de monjitas para colocar sus modestos ahorrillos en los chiringuitos financieros más sospechosos del país) el inicio del curso político y escolar comienza en España haciendo honor a la tradición laicista de nuestra escuela (que brilla por su ausencia): con un follón con la asignatura de Religión.

Mientras en España la población acepta con sorprendente paciencia que sus hijos hayan de dedicar tiempo y esfuerzos a esta materia o a sus absurdas alternativas (lo que no deja de llamar la atención si se compara con, por ejemplo, los encendidos debates que provoca la enseñanza de las lenguas vernáculas) parece que, en cambio, la opinión pública no ve con buenos ojos que los obispos seleccionen con criterios religiosos al personal. Enseñar Religión no está demodé, pero empeñarse en que la enseñen personas religiosas sí.

A pesar de lo que se palpa en la calle y la prensa lo que es un escándalo en esta historia es que esa señora y otros tantos miles de beatillos de toda España tengan trabajo enseñando a chavales en colegios e institutos públicos y concertados y sus sueldos sean pagados por el Estado. Situación lamentable por muchos motivos:

- En primer lugar porque no es de recibo a estar alturas seguir adoctrinando en la escuela a la muchachada. El tiempo, dinero y esfuerzos perdidos (inútilmente, además) en tratar de infundir religiosidad en los jóvenes y materialistas espíritus de los niños españoles podría dedicarse a enseñar una historia de los grandes sistemas éticos y estructuras de convivencia social, por ejemplo. Se colmaría así una terrible laguna. O, si se quiere, podría emplearse en tratar de enseñar álgebra básica o algo de gramática a las nuevas generaciones, pues a la vista está que con las horas que le dedican de momento no tienen de sobra.

- Especialmente indignante es que ciertos señores y señoras cobren del Estado por un trabajo que podría hacer casi cualquiera pero, sobre todo, en el que se desconocen todos y cada uno de los requisitos habituales para que alguien perciba dinero de la Administración (es decir, de todos los ciudadanos). ¿Cuáles son su méritos? ¿Cuál el criterio de selección? Pues pura y simplemente haber sido meapilas profesionales o estar cerca de alguno de ellos. Cercanía al párroco y comunión semanal. Tocar la guitarrita en las colonias y cosas de esas.

A esos señores los eligen desde el Obispado de forma discrecional. Vamos, que eligen a quien les da la gana y por lo que les da la gana atendiendo a lo que debe ser su objetivo: que enseñen bien religión. Pues va y resulta que esta privilegiada, que nunca se quejó de este amplio arbitrio episcopal cuando era ella la beneficiada, ahora va y monta en cólera porque los obispos le han quitado lo que le dieron. Podrían haberlo hecho porque sí (estando las cosas como están, y dado cómo eligen, pueden hacerlo), pero es que encima han tenido la delicadeza de explicar el asunto. Y, para más inri, de forma razonada. Porque si de lo que se trata es de enseñar doctrina (que ya digo que me parece un escándalo, pero así es), ¿qué menos que el profesor sea un pulcro creyente, y que al menos aplique en la práctica lo que dice ser su guía vital espiritual? Esta señora, en cambio, lleva desde antes del verano montando follón, con la esperanza de acojonar a la Conferencia Episcopal. De momento, por lo que se ve, sin éxito (pues buenos son ellos).

Lo que está claro es que esta Profesora de Religión tiene más cara que espalda, además de carecer del más mínimo sentido de la honradez intelectual. Porque de seguir su propia doctrina ella no debería haber trabajado ni cobrado nunca como profesora de religión (al menos no sin haber pasado una selección seria). De nuevo la historia de siempre. Uno no puede ofenderse de que le traten de modo arbitrario y haciendo uso de poderes discrecionales cuando, precisamente, lo que pretende es resultar beneficiado de un trato discrecional y arbitrario. Esto debiera ser el a,b,c (que no ABC) de primero de lógica para todos, pero lamentablemente menudean situaciones de esta índole sin que suelan ser desenmascaradas.

 

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