ACTUALIDAD DE ESPAÑA                           NOTICIAS DE ABRIL DE 2001

20/04/2001: A vueltas con el DNI vasco

Todo el show que hay organizado con el manido documento vasco de identificación está empezando a pasar de castaño oscuro. Por higiene mental sería de agradecer que ciertas afirmaciones, cuando menos aventuradas, fueran revisadas por sus autores desde el tamiz del sentido común.

En primer lugar el DNI vasco (que por cierto tampoco se entiende el afán en denominarlo así) nos genera cierta perplejidad en materia de diseño. ¿Hay alguien que pueda discrepar sobre lo hortera del documento? Si el actual DNI español ya es una molesta algarabía de colores que sumen en la perplejidad a cualquier habitante de una urbe distinta a Marbella, los amantes de la sobriedad han encontrado un enemigo todavía más temible: Euskal Herria se construye de muchas maneras, pero todas ellas conllevan el empleo de muchos colorines a la vez, y preferiblemente en tonos pastel. ¿Para cuándo una revuelta cívica de verdad reclamando a las Administraciones un cierto decoro en el grafismo?

Por otro lado lo más esperpéntico del asunto es que quienes más preocupados debieran estar con el hecho de que algunos malandrines pretendan votar con un carnet de mentirijillas son los que defienden el manido y manoseado carnet a capa y espada. Mientras tanto los principales beneficiados con todo esto nos manifiestan su preocupación casi a diario. A la disparatada fiesta se ha unido el Fiscal General del Estado, el nunca suficientemente bien ponderado Sr. Cardenal, anunciando no se sabe muy bien qué persecución de los malvados vascos que pretendan hacer uso de su derecho al voto identificándose con el documento. Por aclarar algo las cosas:

1. Nadie puede delinquir ni incurrir en falta alguna por pretender identificarse con el DNI vasco. Del mismo modo que nadie puede hacerlo pretendiendo atestiguar su identidad con, por ejempli, el carnet del maquillaje de la Srta. Pepis. Lo único que puede ocurrirle al sujeto en cuestión es que no pueda votar si se obceca en hacerlo identificándose de esa guisa. Así que, a poco que varios cientos de concienciados se lo tomen muy en serio, la merma de votos para ciertas formaciones será notable. ¿A qué tanto miedo de PP y PSOE?

2. En cambio los que sí pueden llegar a cometer un delito y en cualquier caso una falta administrativa son los responsables de las mesas electorales que permitan a los ciudadanos votar con el DNI vasco. Su obligación es cumplir la ley y las bromitas podrían salirles caras. Se trata, con todo, de una cuestión menor. Lo realmente importante es que desde el momento en que un interventor del PP o del PSOE logren probar que en una urna se ha introducido un solo voto de alguien identificado irregularmente pueden impugnar (y seguro que con éxito) los resultados de la mesa en cuestión. De forma que votar con el DNI vasco y la permisividad de las mesas al respecto lo que provocaría es un claro beneficio a estos partidos, que tendrían una excusa fantástica para solicitar la anulación de todas las mesas que les resultaran desfavorables. Por contra no vemos al PNV-EA impugnando una mesa amparándose en ese motivo, so pena de correr con el mayor de los ridículos.

¿Alguien entiende algo?

12/04/2001: Irrupción episcopal en campaña

El último episodio de la guerra contra ETA orquestado por los círculos más numantinos próximos al Gobierno ha sido la filtración (a través de "El Mundo") de la presunta intención de la Conferencia Episcopal de excomulgar a todos los terroristas de ETA. La noticia, convenientemente aireada por TVE, pone de manifiesto las extravagantes consecuencias de llevar hasta el extremo la presión sobre el nacionalismo cara a las próximas elecciones vascas.

En efecto parece claro que el Gobierno, puestos a ofender a los obispos y la jerarquía católica del país o a privarse de algo de munición de campaña, por bajo que sea su calibre, opta claramente por la primera de las opciones, desmintiendo valientemente las clásicas acusaciones de que el PP está vendido a los curas y majaderías semejantes.

Por otra parte sorprende que una noticia tan evidentemente absurda (la excomunión es competencia de los obispos vascos, a los que no vemos enfrentándose a sus fieles con una medida de esa naturaleza, o del Papa, autoridad muy lejana para mezclarse en estos asuntos) haya creado tanto revuelo en medios nacionalistas. ¿No habíamos quedado en que ahora el "seminario" era Haika? La importancia sociológica que el reconocimiento social de los "luchadores" por EuskalHerria sigue teniendo, y que se manifiesta en el claro desagrado con el que se acoge el despego de instituciones como la Iglesia respecto a la lucha armada, demuestra la relevancia de atacar por esa vía. No tanto por el asunto del catolicismo, verdadera chorrada (y más en cuanto a excomuniones al por mayor, verdadera aberración teológica en una Iglesia en la que la noción de perdón es clave), sino a través del entramado social vasco. La pérdida de apoyos, más o menos explícitos, que recibe la violencia en amplios sectores del vasquismo más tradicional es un paso previo imprescindible para lograr alcanzar un clima social que permita la derrota cívica del terrorismo.

 

11/04/2001: Parejas de hecho de derecho

Una de las más absurdas reivindicaciones que nuestra sociedad padece en los últimos años es la de ciertos grupos sociales que reclaman el reconocimiento de ciertos derechos a ciertas estructuras de convivencia, lo que suele denominarse "parejas de hecho". Como suele ocurrir en muchos casos la algarabía mediática de lo "políticamente correcto" impide analizar con claridad las líneas principales del problema. Lo sorprendente no es que hasta el PP se esté lanzando a aprobar leyes de parejas de hecho, sino que no se escuchen hasta la fecha voces que (sean de derecha o izquierda) desde el sentido común pongan algunos puntos sobre las íes. Como es habitual suplimos el laxismo de los intelectuales patrios con la generosidad que nos caracteriza.

¿Es posible legalizar las parejas de hecho? No, pues ya son legales. A nadie se le impide vivir con quien le da la gana. Esta obviedad es preciso resaltarla pues aunque parezca sorprendente la falta de rigor del debate sobre el particular permite a veces que esta confusión aparezca.

¿Se puede reconocer un estatuto jurídico especial a una pareja que conviva de forma conjunta? Sí. De hecho es lo que se ha hecho siempre. Se le ha llamado toda la vida "matrimonio". Aclarado este punto debiera empezar a verse más claro que, dado que aquellas personas que no desean casarse debemos suponer que lo que prefieren es convivir sin ese reconocimiento jurídico de derechos y obligaciones mutuas es lógicamente absurdo extender a las parejas de hecho el status de los matrimonios. Dicho de una manera clara y simple: quien quiera el status de un matrimonio lo que debe hacer es casarse y punto. El infantilismo de ciertas personas que siguen identificando la institución con no sé qué historias y por ello la rechazan pero que exigen el reconocimiento para ellos de lo que es el rasgo principal y único de la figura (su estatuto jurídico) no debiera merecer mayor atención. Y por supuesto mucha menos atención debe obtener el sinvergüenza que, con la excusa de la pareja de hecho, lo que pretende es reconocer a ciertas uniones todos los derechos de los matrimonios pero ninguna de las obligaciones. Indignante. Por otra parte debiera mover a la reflexión la paradójica imposibilidad de que una pareja de hecho, tras ser regulada, siga siéndolo. ¿No quedamos en que lo que se quería era evitar la regulación estatal, opresora ella?

¿Qué pasa con las personas que no pueden casarse? Aquí hay dos posibles soluciones, que dependen de la concepción que cada cual tenga de lo que es la familia y de la razón última que justifica que el Estado le confiera un estatuto especial:

1. Que se casen. Permitir a todo el mundo casarse liquida el problema de un plumazo. La literalidad de la Constitución no impide una solución de esta naturaleza. Basta modificar el Código Civil. Esta solución es la más lógica y coherente para responder a una concepción social que considera que la familia tradicional no supone un entorno especialmente apto para la procreación y la educación de los niños que merece en consecuencia una protección especial.

2. Por el contrario quienes crean que la sociedad entiende reconocer ciertos derechos e imponer ciertas obligaciones para organizar de manera más eficaz la preservación de la reproducción de los ciudadanos y que la misma sólo puede darse de acuerdo con los métodos biológicos clásicos entenderán justificable la actual imposibilidad.

Lo que está claro, con todo, es que la discusión sobre los límites del matrimonio (que no tardará en resolverse pues socialmente nos parece que está claro que las cosas van por el primer camino señalado, aunque todavía la mayor parte de las personas no acaben de ser totalmente consecuentes con esta idea en todas las materias relacionadas con la reproducción) no tiene nada que ver con la naturaleza estúpida de la actual efervescencia de la actividad pro-parejas de hecho.

 

08/04/2001: Al paredón democrático

Terrorífica la cada vez mayor frecuencia con la que los medios de comunicación dan cuenta de escandalosas resoluciones judiciales que justifican violaciones, asesinatos y crímenes de toda clase. Sin que sea necesario realizar una defensa de la calidad de las mismas (puesto que, como todos los periodistas y tertulianos que las comentan, las desconocemos con suficiente detalle como para poder opinar con rigor) ni de la competencia de los magistrados y jueces españoles (que por otra parte deja mucho que desear pero por motivos bien distintos a los que suelen señalarse), sí parece pertinente apelar al sentido democrático de quienes critican con acritud cualquiera de estas decisiones para reflexionar conjuntamente sobre algunos aspectos.

- ¿A nadie le parece sospechoso que sistemáticamente se critiquen sólo sentencias que se consideran "blandas"? ¿Por qué sólo trascienden a la prensa, y son apaleadas debidamente, las sentencias que no castigan con la suficiente dureza a violadores, maltratadores o asesinos? Es innegable que vivimos una época en la que la masa pide sangre y, cuando entiende que no se le ha dado la ración que merece, patalea.

- ¿Cómo es posible que nadie se escandalice cuando ciertos periodistas ensalzan resoluciones que califican de "ejemplares" y que son, evidentemente, condenas duras y rigurosas?

- ¿Sólo hemos tardado unos 25 años en olvidar la importancia de los derechos de defensa y de la presunción de inocencia? ¿Son presentables ciertos linchamientos mediáticos?

Este clima de opinión es terrorífico y se corresponde con una población profundamente ignorante y sobre todo ayuna de los más esenciales atributos de los ciudadanos de una verdadera democracia acostumbrados a convivir en libertad en un Estado de Derecho. La sensación de que, por sistema, lo bueno es tener jueces que condenen y condenen mucho es propia de gentes que no merecen otra paz que la de los cementerios. Debiera ser consciente esta gente de que precisamente en España los jueces condenan y mucho y que precisamente si algo es criticable en ellos es que no suelen ser muy cuidadosos (y no lo contrario). Estas actitudes suelen cambiar radicalmente cuando se tiene la desgracia de vivir un proceso penal de cerca. Tal y como señalaba Wolfe en la excelente "Hoguera de las Vanidades" un progresista es alguien que todavía no ha sido atracado del mismo modo que un conservador es alguien que todavía no ha padecido en sus carnes los rigores de una persecución penal.

Lamentablemente en toda esta historia se mezclan además lamentables malentendidos y la más radical ignorancia técnica (el famoso ejemplo del "ensañamiento" que es imposible que exista, por muchas puñaladas que se metan, cuando se ejerce la violencia sobre un cadáver; el último caso en el que se ha visto como escandaloso que un tribunal aplique la pena de violación en su tramo inferior cuando es precisamente lo que debe hacer en ausencia de agravantes según el Código Penal...) con el evidente trasfondo ideológico totalitario de quienes se manifiestan en ese sentido.

 

01/04/2001: La Sucesión

No podemos evitarlo. Dado que todo el mundo habla del asunto no tenemos más remedio que hacernos eco de lo que ya es la gran comidilla política del país (y que previsiblemente lo será durante los próximos dos años): ¿quién sucederá a José María Aznar como cabeza de cartel del Partido Popular en las próximas elecciones generales y en consecuencia previsiblemente como Presidente del Gobierno?

Los problemas de sucesión, como muchos otros de nuestro Ejecutivo, provienen de la estúpida mentalidad de machito castellano orgulloso ("recio castellano") de Josemari. Impenetrable y serio, nada de lo que pasa por su cabeza es filtrado. Firme en sus convicciones ni adelanta elecciones ni hace cambios en su Gobierno ni se desdecirá de su promesa sobre las dos legislaturas. ¿Cómo va Aznar a dar la imagen de que no mantiene su palabra y de que le gusta el poder? Por debajo de su pretendida seriedad Aznar es, en el fondo, un tipo profundamente obsesionado con su imagen y con los atributos que él asocia a su tristemente considerada virilidad: la firmeza en todos los aspectos.

Para dar el definitivo pistoletazo de salida a esta carrera de delfines les apuntamos algunas líneas sobre los candidatos que, por el momento, aparecen en el horizonte del 2004:

-Mariano Rajoy. Evidente apuesta en tanto que Vicepresidente Primero del Gobierno. Tenemos la impresión de que Aznar, quizá indignado con la imagen bonachona y dicharachera que de Rajoy ofrecen los guiñoles de Canal Plus y que tanto contribuye a su popularidad, ha decidido cepillarse sus aspiraciones por la vía de nombrarle Ministro del Interior.

- Rodrigo Rato. Apuesta obvia de la anterior legislatura (era en esos momentos el Primer Vice). Principal damnificado del reparto de carteras en el Gobierno de la II Legislatura y acusado en las filas pedrojotistas de estar vendido al polanquismo, su estrella parece decaer. A mi me cuesta imaginar a un tipo como Rato dando mítines de campaña (de hecho cuando en las pasadas elecciones dio alguno fue un espectáculo patético) día tras día, pero tras comprobar (con el PSOE y Almunia) que las evidentes carencias de un candidato aunque sí sean percibidas por los electores no tienen por qué serlo por sus compañeros de partido todo me parece posible:

- Javier Arenas. Tranquilo y tapadito en la secretaría del partido, Arenas vive alejado de las posibles batallas de imagen que un Ministro puede padecer, habiendo logrado dejar en todos un grato recuerdo tras su paso por Trabajo. Cuenta con el grave handicap de ser demasiado evidentemente andaluz. Y tras años de grasia sevillana en Moncloa (y sobre todo tras la campaña de enaltación de la austeridad castellana) dudamos que sea el elegido.

- Alberto Ruiz Gallardón. Si Rato es el candidato oculto del polanquismo Gallardón es el candidato directa y claramente apadrinado por Jesús del Gran Poder. Lo que es tanto como decir que no tiene ninguna posibilidad salvo cataclismo en el seno del Partido Popular.

- Eduardo Zaplana. Perfil de centrista no estridente, con una reconocida gestión en la Comunidad Valenciana (algo que demuestra el hecho de que la izquierda sólo le critique por su origen cartaginés y ciertos presuntos escarceos amorosos), Zaplana además parece menos "peligroso" para Aznar que ciertos pesos pesados madrileños. Este dato sin embargo pesa más en contra de Zaplana que a su favor, pues no cuenta con grandes apoyos capitalinos y no creemos a Aznar tan estúpido como para creer que puede aspirar a tener a un Presidente del Gobierno dócil y sumiso.

Al margen de estos candidatos más o menos declarados irán apareciendo, sin duda, más nombres. Incluso, acostumbrados como estamos a las salidas de tiesto de nuestro Presidente, no nos sorprendería que el dedocrático proceso de elección acabara entronizando a algún Ministro de perfil bajo tipo Acebes:

Mientras tanto, y teniendo en cuenta la política popular en materia de nombramientos, nuestra apuesta no la tenemos clara todavía. Dudamos entre Sánchez Dragó y Norma Duval.

 

 

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