ACTUALIDAD DE ESPAÑA AÑO
2005
11/11/2005:
España se rompe (V): Un país en el diván
-
¡oh! ¿qué eh eza ejtraña abundansia de
queízmoh y dequeízmo en el hemisiclo?
- zon loz catalaneh, la plaga de la langojtah, que ze lo vieneh
a llevar toh
- ¡¡¡ temporum finis!!!
(Diálogo imaginario entre dos filólogos madrileños)
La
primera ocasión en la que un servidor tuvo constancia de
este fenómeno fue aquel verano en el que Georgie Dann vio
consternado cómo el dúo de humoristas cantores, Tamayo
& Saez, le arrebataba todo el protagonismo mediático
en la Comunidad de Madrid, cuya Asamblea atravesaba por una situación
muy tensa con debates encendidos y crispación ilimitada.
En una ocasión, entre vilipendio y vilipendio, un portavoz
del Grupo Popular cogió el toro por los cuernos y le recomendó
a Simancas la lectura del libro "Checas de Madrid" del
prodigioso intelectual y precursor César Vidal, añadiendo
la coletilla de que (aprox.) "así es como querría
usted tener Madrid".
Federico
Jiménez Losantos y el término "guerracivilismo",
el ascenso de ERC a todos los niveles, el reto del lehendakari Ibarretxe
con su Plan y las asociaciones por la recuperación de la
Memoria Histórica exhumando cadáveres para enterrarlos
dignamente, sumado todo ello a los libros de Pío Moa reseñados,
repudiados o ensalzados en todos los periódicos y el gran
empuje inicial del éxito de ventas de la novela "Soldados
de Salamina" de Javier Cercas, ha llevado a España a
una histeria colectiva de volver la vista atrás para justificar
el presente y condicionar el futuro.
Con
Felipe González en el poder, estos temas no supuraban. Se
limitaban a las campañas electorales, donde Alfonso Guerra
definía el regreso de la derecha como "que vienen los
de siempre", mientras Aznar presentaba reediciones de los diarios
de Azaña en el Círculo de Bellas Artes -con muy buen
tino, verdaderamente y por mucho que digan, porque con ello daba
carpetazo al cainismo del 36- pero actualmente, en el debate para
admitir a trámite el nuevo estatuto de Cataluña, como
no podría ser de otra forma, se hicieron muchas referencias
a la Guerra. Puede que demasiadas. Que no es necesariamente negativo,
pero que merece la pena analizarlo:
Puigcercós:
"El catalanismo político [...] nunca ha dado la
espalda a las libertades democráticas (...) ejemplos históricos
no faltan (...) participación activa en la lucha antifascista
entre los años 1936 y 1939 (...) Cataluña siempre
estuvo en primera línea". Lo cierto es que durante
la guerra el gobierno español legítimo y la Generalitat
entraron en conflicto en varias ocasiones. Es más, desde
que fueron promulgados los Estatutos, el choque no cesó.
Lo cuál es lógico, pero el problema surge cuando los
desencuentros se producen en un clima caótico, de desconcierto,
en el que el gobierno republicano agonizaba para poder retomar las
riendas de su cometido, gobernar, tras el impacto inicial del levantamiento
militar. Porque, en esta situación, la Generalitat tomó
las siguientes decisiones unilaterales que despreciaban en la teoría
y en la práctica el propio Estatuto de Autonomía:
25
de Julio de 1936: Decreto del poder regional catalán por
el cual desaparecían los representantes del gobierno de la
República del Consejo directivo de la Segunda Enseñanza.
Es decir, se apropió de la Universidad.
20
de Agosto de 1936: Se traspasa al Departamento catalán de
Gobernación todas las funciones de la delegación nacional
de la República en Cataluña: aduanas, pasaportes,
etc...
28
de Agosto de 1936: La Generalitat funda el Banco de Descuento Oficial
para crear un sistema propio de Banca central y emisora. Reciben
del gobierno nacional cincuenta millones de pesetas para gastos
de guerra, treinta millones de francos para adquirir materias primas
y la autorización del Centro de Contratación de Moneda
para obtener cien millones de pesetas en divisas, pero se negó
a contribuir con 373.176 pesetas oro y 1.060 pesetas plata al fondo
de reservas metálicas de la nación para impedir la
ocultación y la exportación clandestina.
15
de Octubre de 1936: El President se arroga la facultad de indultar,
lo que era un derecho privativo del Jefe del Estado
21
de Octubre de 1936: La Genralitat se atribuye todas las funciones
de la Cámara Oficial de Comercio y Navegación de Barcelona
20
de Noviembre de 1936: Tarradellas desarrolla definitivamente el
nuevo sistema financiero independiente de Cataluña con cincuenta
y ocho decretos promulgados por El Presidente de Cataluña:
Plenos poderes para la unificación de las finanzas catalanas,
lo que prevé la nacionalización del comercio exterior.
Manuel
Azaña, natural de Alcalá de Henares y residente en
Madrid, es probablemente la persona "no catalana" que
más ha luchado en la historia de España por dotar
a Cataluña de su propia autonomía. Hay toneladas de
escritos suyos en los que manifiesta la buena fe de los nacionalistas
catalanes y su coincidencia de ideas. Valga un ejemplo: (Discurso
a las Cortes, 22 de Octubre de 1931) "Esos hombres, para nosotros
representan un sentido de libertad republicana y un sentido de autonomía
que coincide exactamente con los programas, con las ideas y con
los propósitos de nuestro partido republicano". Más
adelante, el 22 de mayo de 1932, también en las Cortes, Azaña
denunciaba una situación exactamente igual a la actual de
2005: "Se ha producido en España, con motivo de la discusión
parlamentaria del Estatuto catalán, una agitación,
una propaganda, una alarma infundadas (...) la única manera
de resolver el llamado problema catalán, es resolverlo en
sentido liberal". Por su parte, los nacionalistas catalanes
esgrimían su buena fe: "Por primera vez en la historia,
hemos iniciado el camino de una acertada y justa organización
política interior..." La II República pasó
este trecho de la mano de Azaña enfureciendo a la oligarquía
y al Ejército. Pero, bien entrada la Guerra, en 1937, Azaña,
decepcionado, escribía en su La Velada en Benicarló:
"El gobierno de Cataluña, por su debilidad y por los
fines secundarios que favorece al amparo de la guerra, es la más
poderosa rémora de nuestra acción militar. La Generalidad
funciona insurreccionada contra el gobierno. Mientras dicen privadamente
que nadie piensa en extremar el catalanismo, la Generalidad asalta
servicios y secuestra funciones del Estado encaminándose
a una separación de hecho. Legisla en lo que no le compete,
administra lo que no le pertenece (...) Cuando la Generalidad lanzó
de una vez cincuenta y ocho decretos cada uno de los cuales era
una transgresión legal, no ha obtenido la observancia de
ninguno, porque a los sindicatos no les gustan, con eso disfrutamos
la doble ganancia de entrometerse la Generalidad en lo que no le
compete y la desobediencia anárquica. Ya se está viendo
la repercusión en la guerra. Un país rico, populoso,
trabajador, con poder industrial, está como amortizado para
la acción militar. Mientras otros se baten y mueren, Cataluña
hace política. En el frente no hay casi nadie (...) en Cataluña
no han organizado una fuerza útil después de oponerse
a que la organizase y mandase el gobierno de la República
(...) Como nación neutral, observa alguno, hablan de la guerra
en Iberia ¿Iberia? ¿Eso qué es? Un antiguo
país del Caúcaso... Estando la guerra en Iberia puede
tomarse con calma... A este paso, si ganamos, el resultado será
que el Estado le deba dinero a Cataluña (...) Cataluña
ha sustraído una fuerza enorme a la resistencia contra los
rebeldes y al empuje militar de la República".
Con
esta contextualización de la cita histórica del diputado
de ERC, no pretendo sustraerle valor. Es innegable que el catalanismo
ha aportado a la historia de este país ideas preclaras. Propuestas
que generaron conflictos, pero que hoy están asentadas y
conforman nuestra forma de vida, pacto social asumido por todos,
incluido el PP. Puigcercós no ha mentido ni divagado, pero
sí ha abierto un armario en el que a mi juicio, y como he
tratado de explicar, hay muchos más trastos que los que él
vagamente describe. Pero sigamos:
Manuela
de Madre: “Señorías, la España franquista
me echó de mi tierra, de Huelva. La España franquista
obligó a muchas familias a emigrar contra su voluntad en
busca de un futuro mejor. Lo encontramos en Cataluña”.
Es
cierto, pero no del todo. Las migraciones en España a las
que hace referencia se originan en el siglo XIX. Una de las más
masivas, por ejemplo, fue la diáspora de braceros vascos.
Campesinos sin tierra que trashumaban por el país en busca
de trabajo temporal y que fueron asimilados -sin grandes aspavientos
de los naturales- en regiones levantinas y Murcia, donde aún
hoy permanecen numerosos apellidos vascos. Poco después,
vieron que debajo de la chapela, bajo los pies, había hierro,
un mineral en unas condiciones formidables que se podía extraer
con facilidad y que prácticamente no precisaba de costosos
procesos de extracción y depuración. Entonces, las
migraciones, en un país desestructurado como pocos, tuvieron
el norte como destino. A su vez, la industria textil y, en consecuencia,
un importante sector comercial y manufacturero florecía en
Cataluña, lo que envió allí masas y masas de
desheredados castellanos, andaluces y extremeños. Pero no
fue Franco quien desencadenó la migración, aún
no se había llegado a la segunda década del siglo
XX. De nuevo, la diputada catalana, esta vez del PSC, no miente.
La Reforma Agraria que tan desesperadamente perseguían los
gobiernos progresistas de la II República respondía
a una necesidad vital de articular, no ya de repartir riqueza, sino
de ofrecer alguna forma de vida a tres cuartos de población
de la nación española. No es necesario enredar en
las condiciones de vida de gran parte de este país en la
década de los treinta, donde la propiedad estaba asida por
el puño de hierro de una oligarquía tan egoísta
como improductiva y, graciosamente, propensa a la fuga de capitales.
Es pues, en cierto sentido, verdadero que Franco, al dinamitar el
proceso de construcción nacional español de la II
República, la echó de su tierra. Pero no es exclusivo,
como se sobreentiende de su cita. Aunque quizá podría
afinar mucho más su alusión a la Historia si, del
tirón, enlazásemos con la cita histórica del
diputado del PNV y la acomodásemos en su contexto:
Erkoreka:
(cita al Lehendakari Aguirre, respecto al estatuto catalán)
"Recibid la adhesión entusiasta de este partido
en una ocasión como ésta que sirve para afirmar los
ideales que en nosotros y vosotros son los comunes (…) Hoy
se discute vuestro estatuto y mañana lo hará el nuestro
y todo ello por el bien de ellos, por la República”.
Por
la República y por el estatuto catalán, el gobierno
ofreció al PNV un estatuto de autonomía para adherirle
a la lucha antifascista. Éste constituyó un ejército
exclusivamente vasco, los gudaris, en el que se dieron las más
sonoras traiciones. Bien entrada la contienda en el País
Vasco, a la deriva, Azaña escribe: "Me ha ampliado Prieto
las noticias que tenía sobre la defección de los nacionalistas
en Bilbao. Cinco batallones se pasaron al enemigo, entregándole
la orilla izquierda del Cadagua. También se pasaron los que
defendían Portugalete...”. Sin más entresijos,
la batalla estaba perdida, pero no la guerra. Indalecio Prieto advertía
de: "la enorme responsabilidad que sería entregar mediante
una retirada precipitadísima toda la potente industria de
Vizcaya que casi exclusivamente radica en la orilla izquierda de
la ría, desde la capital a la desembocadura del Nervión".
Ante el problema, el Lehendakari Aguirre dio orden de no destruir
los Altos Hornos: "Bastaba, y ha bastado, con apagarlos y algún
desperfecto bien pensado para que no puedan utilizarlos en muchos
meses". Alberto Bru, Jordi Pedrosa y Txema Prada escriben en
La
Guerra Civil en el País Vasco: "Los hechos
no confirmaron esa visión optimista del Lehendakari Aguirre;
la producción siderometalúrgica del segundo semestre
de 1937 aumentó, a veces en más del 100 por 100…
la del primero en 1938, la producción se triplicó".
Luego vino la célebre rendición de Santoña,
en la que medió Aguirre, que dejó desprovisto al Ejército
Norte de la mitad de sus fuerzas, lo que permitió a esas
fuerzas armadas surgidas de una de las siete provincias de Euskadi,
los Requetés, tomar la franja cantábrica de España
con el irreparable daño para las aspiraciones de la República
y, en consecuencia, de la Generalitat. Así que a la hora
de demostrar que la lucha de Cataluña era también
la lucha de Euskadi, habrá habido un sin fin de ocasiones,
pero ésta no. En esta ocasión la lucha del PNV con
el Lehendakari a la cabeza se limitó a los duros, “la
pela”, en catalán.
Con
este indiscriminado ladrillo no vengo a decir que las citas sobren
o estén mal traídas. Aunque si soy sincero, el instinto
me dice que las introducen en sus discursos para dotarles de una
trascendencia, al discurso y a los hechos, que por sí solos
no tienen. Pero el problema no es ese, el problema es que, en este
país, nación de naciones, estado represor o casa de
citas –como prefiera- estos guiños a la Historia, dadas
las características psicopatológicas de la nación,
son altamente nocivas.
Los
países normales albergan entre sus ciudadanos un consenso
en torno a la Historia común. Existen unos hechos clave juzgados
como “buenos” o “malos” de forma unánime.
En España no. España sufre desdoblamiento de personalidad.
Aquí no es que nos peleemos por ver quién tiene los
testículos más negros y más gordos para poder
afirmar, siempre en contra de otro, individual o colectivo, quién
fue el malo de la Guerra Civil del 36, en este país es que
aún no está consensuada la interpretación histórica
del Imperio de Carlos I y Felipe II. Aún hay quien habla
del pasado glorioso del único Imperio en la Historia que
cuando ganaba guerras no generaba riqueza, sino al contrario. Luego
la lectura de nuestro siglo XIX es un sin dios: los nacionalistas
simpatizan con los carlistas, los sectores afines a la Iglesia cargan
contra las revoluciones liberales, la derecha actual de repente
se pide el estandarte de aquellos liberales y toma La Pepa como
un logro suyo en propiedad… en definitiva, carne de diván.
Aún
así, la psicopatología grave no es ésta, sino
el Edipo de la Guerra Civil. Yo creo que es por indigencia intelectual,
pero a la vista está que en España la lucha antifranquista
está envuelta de un halo romántico tan atractivo que
da la impresión de que mucha gente metida o aficionada a
la política, por pereza, por pasotismo, por eso tan bonito
de inventarse la realidad para vivir en una ensoñación
a cuerpo de rey, opta por comportarse como si siguiese vivo el dictador.
Explicado en el diván: La II República es la madre
calurosa y afectiva. Todos queremos a la madre porque con ella todo
es posible y maravilloso. Y Franco es el padre. Castigador, que
posee a la madre relegándonos a la castración. Por
eso tenemos un complejo de Edipo sin superar y nos pasamos la vida
derrotando la imagen del padre. Por eso estamos en 2005 y nuestros
políticos no dan para más que para echar flores a
vagos conceptos históricos insertados en el debate de forma
rústica y pueril, que confieren características mesiánicas
a todo lo que una mente monocromática sitúa enfrente
de Franco. Si cualquier persona que se acerca a la Guerra con un
mínimo de curiosidad, honestidad y rigor, lo primero que
aprende, si bien es innegable que sólo había un culpable,
por supuesto, es que se trata de un acontecimiento profundamente
complejo en el que, de entre los protagonistas de primera fila,
sólo cuatro gatos mal contados, que lo normal es que hoy
sean vilipendiados, tuvieron una conducta intachable, es a todas
luces irresponsable que se borden banderolas tan alegremente con
nuestra Historia.
En
resumen: Señores, que de todos los que tienen que tomar nota
de lo ocurrido en la Guerra Civil, los nacionalistas vais los segundos
en la lista. Así que no os las deis de héroes y menos
en Madrid, la última ciudad del país en la que Francisco
Franco plantó sus cuartos traseros, copón ya.
Álvaro
(LPD)
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