ACTUALIDAD DE ESPAÑA AÑO
2004
01/12/2004:
Castilla saluda a Stalin
Han
tenido que pasar muchos años pero al fin ha ocurrido. Las tierras
del Cid, el último reducto espiritual de Occidente, Castilla, se
ha vuelto roja, estalinista de la más alta raigambre. Seguro que
ahora, con este cambio de actitud frente a la vida más de uno se
arrepentirá de haber rellenado las cunetas de la zona con comunistas
locales. Qué útil podría haber sido ahora su colaboración.
Toda
esta asombrosa catarsis del pueblo castellano ha sido consecuencia
de la polémica suscitada por el Archivo de la Guerra Civil de Salamanca.
Un centro documental amenazado de expolio por la fenicia infrarraza
catalufa. Por supuesto, las autoridades castellano leonesas se aferran
a él con uñas y dientes.
Resulta
que en este archivo hay numerosos documentos pertenecientes a diversas
asociaciones y personas concretas la mayor parte de ellas ajenas
a Salamanca y que, por alguna razón, los habitantes de esta localidad
consideran suyos en propiedad. El problema es que cuando es Carod
Rovira el que se pone a argumentar por qué hay que devolver cada
uno de los documentos a cada uno de sus dueños legítimos que los
reclamen, haciendo gala de ese discurso tan anormal como anormal
es que en el seno de la Guardia Civil se engendren nacionalistas
catalanes, lo difícil es no darle la razón al primero que pase por
la calle luciendo un embudo en la coronilla.
Con
todo, la raíz del problema es tan evidente y manifiesta que, por
una vez, se puede pasar por entre el lodo que suelta por la boca
Carod sin riesgo de pringarse. En el Archivo de Salamanca hay documentos
de asociaciones, administraciones y personas concretas que les pertenecen
en propiedad a ellos, como demuestran los membretes o las firmas
de los mismos. El argumento que se da es que esos documentos pertenecen
al estado español, que son su patrimonio histórico y que se va a
expoliar. La realidad es que lo que se reclama no pertenece a España,
ni siquiera a Cataluña como manifiesta ERC, pertenece a cada dueño.
Por ejemplo, los documentos de la Generalitat son de la Generalitat,
los de ERC, de ERC, los del PCE, del PCE, los del Ayuntamiento de
Albacete, del Ayuntamiento de Albacete y la correspondencia y enseres
de personas privadas, de sus herederos. Y si algún día estas organizaciones
o personas decidieran vender sus documentos para comprar heroína,
pues son del individuo que los comprara. Desde el punto de vista
jurídico, la única razón que podrían esgrimir los defensores de
la unidad del archivo es un título de propiedad, pero lo único que
hay es la evidencia de que todos esos fondos fueron incautados a
la fuerza por el artículo catorce. Si España fuese un país colectivizado,
donde se hubiera abolido la propiedad privada, sería muy comprensible
la defensa de la unidad del archivo, pero desgraciadamente para
la parroquia estalinista, en España existe la propiedad privada
y, encima, es un derecho fundamental, vaya por Dios.
Si
tenemos en cuenta los argumentos que están presentando los defensores
del archivo, todo aquel que tenga un Picasso en su casa, porque
se lo regalara el pintor o porque le tocara en una rifa, corre el
riesgo de que le sea expropiado el cuadro porque es arte "de España"
y como tal, el Politburó se reserva el derecho a hacer con él lo
que le venga en gana. Asimismo, acudir a lo inamovible de los acontecimientos
históricos pasados es igual de absurdo, pues desde ese punto de
vista, España no tendría derecho a reclamar Gibraltar porque se
perdió por "hechos históricos".
Del
mismo modo, poner como pretexto las Nuevas Tecnologías -"si ahora
con Internet el archivo se puede consultar desde cualquier parte,
para qué te lo quieres llevar"- es una excusa tan fatua que basta
con darle la vuelta, se puede acceder por Internet a ellos tanto
si están en Salamanca como si están en Cuenca.
Lo
bonito del asunto es que un pueblo que da tan poco la lata como
es el castellano se está poniendo, desde sectores concretos, a la
altura de las elevadas tesis oligofrénicas de Carod Rovira para
oponerse a la devolución. Este fin de semana algunas voces decían
que Cataluña debería devolver todo el arte castellano que exhibe
en sus museos. La diferencia es que estos museos, de algún modo
u otro, si que ostentan títulos de propiedad de las piezas castellanas.
De hecho, en su mayoría fueron vendidas por sacerdotes o bien ignorantes,
o bien malversadores, de los que tanto abundaron por Castilla en
su historia reciente. A raíz de este asunto, cabe recomendar a los
castellanos más crispados que gasten su energía en un debate mucho
más profundo y complejo que les afecta directamente como es la propiedad
de los bienes eclesiásticos en un lugar donde estado e iglesia han
estado tan juntos que hasta se confunden.
Por
último, señalar que la señora Ministra, para orientarse en un problema
tan sumamente complejo como es la propiedad privada, ha tenido a
bien reunir a nada más y nada menos que a 18 "expertos", 18, nada
menos, que seguro que meditan sobre el tema a jornadas de ocho horas
con pausa de una y media para el bocadillo.
Álvaro
(LPD)
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