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ACTUALIDAD DE ESPAÑA                          NOVIEMBRE DE 2003

 

27/11/03: El Hombre de Nko

De la matanza familiar a la eutanasia, la existencia de Copito de Nieve ha recorrido un camino de 40 años entre dos maneras propiamente humanas de entender la muerte. Entre ambos extremos, el gorila blanco se transformó en estrella del espectáculo en el zoo de Barcelona y objeto de estudio científico. Tendrá una estatua y una calle llevará su nombre, su nombre artístico. El verdadero siempre fue Nfumu Ngui (gorila blanco). Se lo dio el cazador de la etnia fang que mató a su familia en 1966 en las selvas de Guinea Ecuatorial. También salvó a Copito, que se encontraba aferrado a la espalda del cadáver de su madre.


Al margen de la nota necrológica, vemos en Copito un intento de civilizar al mono. Sin tecnología suficiente para producir androides con alma patentada por Microsoft, el albinismo de este gorila supuso una señal divina para el ser humano. Ese albinismo oculocutáneo (OCA, para los amantes de las siglas) es también el más frecuente en el caso del hombre. Provoca dificultades en la visión y una extrema sensibilidad a los rayos solares. Tales rasgos fueron el argumento perfecto: “no podría sobrevivir en la selva”. En el fondo, y aunque nunca se manifestó (estas cosas no pueden decirse), los científicos habían encontrado al hombre de Nko, la selva donde fue hallado.

El hombre de Nko tuvo un sitio en el mundo del espectáculo como gorila-elefante en la barraca de feria del zoo de Barcelona. Nunca fue lo suficientemente humano como para contraer matrimonio con una burguesa de la ciudad condal. A cambio gozó de un harén en su cautiverio, con la esperanza de que sus genes dieran hijos albinos a los que enseñar el alfabeto y la regla de tres. Se sabía observado y admirado. Tenía maneras de divo. Pero soñaba con junglas. Nfumu Ngui, estabas triste.

Su trayectoria va del monstruo al símbolo, del bicho raro al ciudadano. De haber nacido en la época romana, Copito hubiera llegado al senado. No fue concejal para evitar que se dejara en evidencia a la clase política española. Cada vez más hombre, siguió siendo un esclavo. La libertad jamás figuró en los planes de sus benefactores, ni tan siquiera en una reserva controlada. El salvaje blanco era demasiado rentable.

Su trabajo lo expuso en demasía al sol y el cáncer de piel se cebó con el gorila. La ‘humanidad’ perjudica gravemente la salud. Para salvarlo del sufrimiento se le ha concedido la gracia de la eutanasia. Vino de la guerra entre el cazador y la naturaleza, de la matanza familiar, y se ha ido por esa senda de Morfeo que aún provoca debates sobre la agonía como expiación de los pecados. Al menos, su paganismo le libró del dolor.

Hijo de la sangre, preso de lujo, estrella con cadenas, el hombre de Nko, Copito de Nieve, se va hacia la calle con su nombre, hacia el cuento edulcorado de Disney. Aunque la ingenuidad ya no se lleva, nos gusta pensar que el otro, el verdadero, Nfumu Ngui, vuelve con su madre más gorila que nunca.


Alfredo Martín-Górriz

 
La Radio Definitiva