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ACTUALIDAD DE ESPAÑA                          SEPTIEMBRE DE 2003

 

4/9/03: Rajoy, el Ungido


"José María, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra Tuya bastará para elegirme". Finalmente será Mariano Rajoy el kandidato del PP en las Elecciones Generales de 2004. Tras varios años de culebrón a mayor gloria del urdidor del mismo, Ánsar decidió finalmente sorprender con su estilo de "a chulo no me gana nadie", designando al sucesor con menos posibilidades de sucederle en la Presidencia, y designando, además, a un sucesor al mismo tiempo lógico e increíble, como diciendo "no doy la sorpresa porque lo que todo el mundo espera es que sí la de".

Lógico porque parece evidente que Ánsar había logrado meter al PP en un sonoro chapapote con lo de la sucesión, abocándolo a una soterrada lucha de familias tan clásica en la derecha española (y bueno, también en la izquierda; dejémoslo en "en la política española"). Si a estas alturas el ex presidente se decantaba por una solución digamos imaginativa, como nombrar a una mujer, al "tapado" Acebes (buen momento para recordar que Felipe González "el informao" le decía a todo aquél que quería escucharle que Acebes era el tapado, "lo sé de buena tinta", aunque claro, ahora siempre puede salirnos con que todo ha sido una gran Conspiransón felipista para evitar que Acebes fuera designado y así el PP le diera la razón a él), o no digamos a Gallardón, probablemente el candidato más valorado por el dilecto público, el follón en el PP habría sido difícil de gestionar por mucho que la primera reacción fuese la de siempre, el apoyo inquebrantable.

E increíble porque Rajoy ha sido, sistemáticamente, el candidato menos valorado por todas las encuestas que iban arrojando los medios de comunicación españoles un día tras otro. Increíble para el "antiguo" Ánsar, no tanto para el Ánsar post "estamos trabahándo en ellou". Su carácter de apagafuegos, su mediocridad (soslayada con lo que los medios de comunicación más afines han designado como "gallegadas", vistas más como una gracia del "chico de provincias" que otra cosa), y su indefinición político - ideológico - moral (propia, eso sí, de las susodichas gallegadas) no parecen llamarle a tan altos destinos. Mayor Oreja, aún más mediocre que él, al menos tenía un discurso que por ahora parece efectivo en términos urnísticos, y Rato contaba con un perfil más marcado y probablemente un mayor tirón popular (pues si bien Rato tiene el terrible hándicap de su calvicie, muy poco adecuada para la televisión, al menos nunca ha llevado barba. ¡Habráse visto, un "barbas" aspirando a todo en la política española, y ni siquiera pertenece al PCE!).

Aunque bien mirado mucho peor candidato parecía el propio Ánsar, y al final miren dónde está, utilizando un Dedazo que hasta la fecha parecía privilegio de los más acreditados Lisenciados y Doctores mexicanos. Un Dedazo que le ha llevado a elegir no al mejor candidato, ni al más brillante, sino al más fiel (un criterio que no deja de ser lógico, en dedocracia). Rajoy nunca se ha significado, a decir verdad, absolutamente por nada, salvo por hacer siempre y en todo lugar lo que Ánsar le decía, comiéndose todos los marrones que le correspondían al líder aúlico. Se tragó todo el chapapote, y se tragó casi toda la guerra, mientras los demás precandidatos miraban para otro lado o intentaban diferenciarse (pecado mortal) del ex presidente del Gobierno. Y por supuesto, lo primero que ha hecho al ser señalado por Ánsar es proclamar su absoluta fe en la divinidad y su proyecto político, sea cual sea éste. Ánsar ha nombrado a un candidato que, piensa, le permitirá seguir mandando desde la sombra, o al menos atesorar buena parte del poder. Un gestor, un tecnócrata a la vieja usanza, al que sólo le falta el escapulario con la imagen de Ánsar, pero al mismo tiempo un candidato nuevo que permita minimizar los daños colaterales de la acción de Gobierno (sobre todo la acción del alucinante Gobierno del último año), con lo que Ánsar "estaría sin estar".

Naturalmente, Ánsar se equivoca. El poder, en política, desde tiempos inmemoriales, lo tiene quien lo ejerce. Y en un sistema como el español el Presidente del Gobierno puede ejercer su poder doquiera pose su mirada. Así que es más que previsible que si Rajoy logra la victoria tarde bien poco en coger las riendas del partido y del Gobierno, y arrincone a Ánsar en un discretísimo segundo plano.

Ahora, si Rajoy pierde lo del poder en el PP será otra cuestión. En un partido que le da tanta importancia a la unidad monolítica, es más probable que vuelva, en caso de derrota, al malo conocido que al bueno por conocer (sea Rajoy u otro), y Ánsar siga mandando. Tampoco es que vayamos a decir a estas alturas que Ánsar quiere que el PP pierda el poder, aunque sus actos y declaraciones así lo indiquen, pero personalmente creo que el propio Ánsar, en sus momentos de soledad tras el casto beso en la frente de buenas noches a Ana Botella, revolcándose en la cama inquieto (y no, como cualquier persona normal, por el celibato al que está moralmente obligado tras proporcionar tres hijos a España, sino por el miedo al vacío, a no continuar cuatro años más en el poder, con su libretita azul, con sus ínfulas de líder mundial), habrá "dedicadou tiempou" sopesando esta eventualidad.

Guillermo López (València)

 
La Radio Definitiva