ACTUALIDAD INTERNACIONAL SEPTIEMBRE DE 2002 |
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24/09/2002: Wir haben die Wahl gewonnen Efectivamente, la vía española ha sido definitivamente adoptada por la derecha europea. Tras la firme apuesta de Berlusconi por imitar a José María Aznar (y la necesaria y consiguiente apuesta de los italianos por Berlusconi, ansiosos como están de reeditar aventuras bélicas por terrenos ridículos y deshabitados en el norte de África), la lección de los franceses al "barullo de progres" socialcomunista (los gabachos, hartos de sentirse inferiores a los españoles por culpa de su clase dirigente, se han buscado un Gobierno que no desentonaría en una boda en El Escorial como Dios manda) y la erección de una nueva derecha europea capitaneada por españoles de la brillantez de Alejandro Agag, incluso Alemania ha empezado a aprender las enseñanzas iberas. Les queda todavía mucho por aprender, como es obvio, porque estos alemanes se creen todavía "locomotora de Europa" y se niegan a asumir su condición de segundones que han de seguir a rebufo la grandiosa estela marcada por España. Es por ello que, en estas elecciones, hemos visto a una Unión CDU-CSU sólo moderadamente aznarizada, con reflejos de la típica sobriedad germánica que le han impedido alcanzar la victoria electoral. Stoiber y compañía nos recuerdan, por estar en proceso de rodaje, a las huestes populares del 93. ¡Alemania va 10 años por detrás de España! A la manera de Javier Arenas, por ejemplo, Stoiber se lanzó ayer, nada más conocerse unos primeros resultados electorales que le daban un 2% de ventaja sobre los socialdemócratas, a jalear a sus huestes con su espectacular "Wir haben die Wahl gewonnen". Acojonante cagada, que los hechos se encargarían de desmentir. En este sentido, lo que nadie puede negar al bávaro es su gallardía. Vamos, que tiene un par de cojones. Cuando un Presidente de Baviera se presenta a las elecciones al Bund y la jornada de reflexión decide pasarla, con dos cojones, bebiendo cerveza en la Oktoberfest, no puede sino merecer toda nuestra admiración. Vendría a ser como si el Partido Socialista español, en la oposición, decidiera presentar a Maragall como candidato a Presidente del Gobierno y éste se pasara el día anterior a las elecciones realizando inmersión cultural catalana a lo bestia (sardanas, botiffarras, senyeres ). Que Stoiber haya hecho semejante exhibición de bavarismo (sólo le faltó ponerse la camiseta del Bayern de Munich) y aún así haya estado a punto de ganar es casi un milagro. Pero es que, como decíamos, estos conservadores alemanes son valientes, se han percatado de cuál es la buena vía (seguir a Aznar) pero todavía andan un poco verdes y, claro, eso les ha acabado costando las elecciones. Y es que, sí, se autoproclamaron vencedores y las gentes allí congregadas aplaudían, pero ¿dónde estaban los gritos de "turco, patán, habla en alemán" o de "Fischer, cageta, bebe más cerveza" (recordemos que Fischer no quiere ir a la guerra y no es un alemán de pura cepa como Stoiber)? Con tanta moderación no se puede ir a ninguna parte. De forma que la CDU-CSU tendrá que esperar otros cuatro años, apelar al cambio climático y al calentamiento global para que no vuelva a llover en exceso en los días previos a las próximas elecciones y seguir aprendiendo de Aznar cómo debe hacerse frente a un "barullo rojiverde".
20/09/2002: LA GUERRA DEL GOLFO II En estos momentos de tribulación en los que cada vez aparece más nítidamente en el horizonte la posibilidad de una nueva guerra contra Irak, quizá sea el momento de iniciar una reflexión sobre lo que se juega, nos jugamos, más profunda que las habituales obviedades de los medios de comunicación convencionales. Si hay algo que llama la atención respecto a la política exterior estadounidense después del 11-S, (aparte de su justo empeño en encontrar y castigar a los culpables del terrible atentado) es el reverdecimiento del secular instinto mesiánico de esa nación por convertirse en el referente libre y democrático a escala mundial. Esa corriente doctrinaria, que al parecer es hegemónica entre los dirigentes actuales estadounidenses, parte del supuesto a grandes rasgos de que la humanidad sería pacífica y, sobre todo, democrática, si no fuera por la intervención maligna de dictadores diabólicos. Desde ese punto de vista, la intervención directa para sustituir esos regímenes sería considerada como el ejercicio de un elemental deber de liberación. La tesis abunda en el antiguo sentimiento americano de "destino manifiesto" según el cual, en palabras del presidente Woodrow Wilson (de "imborrable" recuerdo para los europeos) "Dios había creado a Estados Unidos para mostrar a las naciones del mundo el modo en que debían avanzar por los caminos de la libertad". Por ingenuo que parezca, los autores de este programa político suponen que la eliminación de Sadam Husein podría liberar fuerzas democráticas que progresivamente cambiarían radicalmente Oriente Medio, hasta constituir en los países de esa zona regímenes respetuosos con la sociedad civil y plenamente homologables con el modelo democrático occidental. Que este eventual escenario constituiría un auténtico paraíso para el país con la economía y la capacidad comercial más potente del planeta, es algo que no se le escapa a nadie. Este planteamiento no invalida a nuestro juicio la necesidad de acabar con Sadam Husein, como forma imprescindible de garantizar la seguridad de los países occidentales si es que a ello hubiera lugar. Tan sólo sería conveniente dejar de lado mamarrachadas tales como el concepto de "guerra justa", más propias de ONG's que de políticos serios, y enfocar este asunto desde el punto de vista de los intereses de cada país (como hacen los EEUU sin ir más lejos) En el caso de España, si nuestra clase política tuviera la más ligera noción sobre geopolítica (excluimos a la Sra. de Palacio por motivos obvios), plantearíamos la colaboración para un futuro ataque a Irak dentro de un contexto más amplio en el que tengan eco también nuestras posiciones respecto a otros problemas que nos atañen más directamente (no creemos necesario extendernos más en la explicación). No está mal contribuir a la liberación de la humanidad y al bienestar de los pueblos, pero es bueno tener presente que la primera obligación de un país es garantizar la seguridad y el bienestar de SUS ciudadanos, algo que parecen tener muy claro al otro lado del atlántico. Con todo ello parece claro que iremos a la guerra contra Irak y que acabaremos con Sadam Husein (menudo es Aznar). Solo deseamos que tras prestar nuestro suelo y nuestro espacio aéreo para esta labor de profilaxis planetaria, se nos permita acercarnos al banquete de los vencedores y recoger algo más que las habituales migajas a las que estamos acostumbrados.
19/09/2002: Exterminar al Eje del Mal Tras la oleada más o menos entusiástica de solidaridad con EE. UU. a raíz del 11 de Septiembre, estamos en condiciones de afirmar que, en efecto, George W. Bush ha conseguido dilapidar la mayor parte de este crédito merced a su acción política, que cumple todos los tópicos sobre lo que el multicultural de pro considera propio de dicha política: prepotencia, parcialidad, espúreos intereses económicos subyacentes, encontronazos innecesarios y, en suma, la sensación de que todo el mundo es territorio conquistado y lo que no, lo conquistamos y punto. Quizás dirigentes políticos más aventajados habrían sabido extraer consecuencias del 11 - S más allá del humano deseo de venganza frente a algo tan descomunal; es posible que se hubieran preguntado de qué forma se había manejado en las últimas décadas la política exterior estadounidense para hacerse acreedora a tanto odio en el exterior, hasta el punto de canalizar dicho odio, llevado al extremo por el fanatismo, en monstruosidades como el atentado contra las Torres Gemelas. Pero claro, ese tipo de gente son todos una panda de maricones que no le llegan ni a la suela de las botas de George "Macho Camacho" Bush. Todos sabemos que en todas las épocas hay un imperio dominante, y ese imperio, por lo general, se hace acreedor a los odios de muchos, algunos porque querrían sustituirlo y otros, los más, porque sufren las consecuencias de su primacía. Y aunque no todos los imperios son iguales, al final, todo se reduce a una cuestión de marketing. Los alemanes nunca fueron un Imperio simpático, y los rusos tampoco, mientras que ingleses y franceses, pues oye, caían bien, en ocasiones había gente que se creía aquello del impulso civilizatorio, como si las sociedades comerciales inglesas fueran lo mismo que las legiones del Imperio Romano. El problema es que a este paso "América" va a llegar a los niveles de odio e incomprensión a los que hasta la fecha sólo nosotros, los españoles, con nuestra enorme capacidad para los retos imposibles, habíamos logrado alcanzar. Cuando EE.UU. atacó Afganistán, amparado en la ONU y en una amplia coalición internacional, tras manejarse con inusitada cautela en los momentos inmediatamente posteriores al 11 - S, sus motivos resultaban convincentes: si el responsable último del atentado se jactaba de su acción desde un país que se negaba a entregarlo dado que su gobierno (por llamarlo de alguna forma) estaba sostenido justamente por él, parecía lógico recurrir en última instancia a la fuerza para lograr un objetivo que, además, tenía ventajas secundarias, como lo es desalojar a los impresentables islámicos. Y de la "virulenta reacción del mundo árabe" que, por lo visto, iba a producirse de forma inminente, según algunos intelectuales de prestigio que jamás han pisado un solo país musulmán (salvo Juan Goytisolo, que vive en uno de ellos en protesta por la falibilidad de estas democracias genuflexas frente al mercado), nunca más se supo. Lamentablemente, el objetivo principal, capturar a Bin Laden para que tuviera un juicio justo, amparado en un Estado de Derecho garantista, y luego freírlo en la silla eléctrica ante millones de telespectadores, nunca pudo llevarse a cabo, y este fracaso ha ido agrandándose con el tiempo mientras Bush se iba poniendo más y más nervioso y acababa sacando el vaquero que todos los tejanos llevan dentro. Tras rechazar a la caterva de burócratas de Washington que le asesoraba hasta entonces, Bush ha cogido el toro por los cuernos y ha dejado las cosas claras: quiere más, y para ello nada mejor que recurrir a las dos únicas cosas de las que sabe algo: el petróleo y la experiencia de gobierno de su padre. Para eso, claro, Irak es perfecto, porque: a) Sadam es muy malo: no se trata de que desayune recién nacidos o cometa atrocidades por el mero placer de ejercer su derecho omnipotente al mal (probablemente acompañado de sus colegas del Eje del Mal, que por algo recibe este nombre), sino que por lo visto b) Irak es una amenaza para la seguridad internacional. Esto se debe a que Irak se pasa la vida construyendo armas de destrucción masiva, y la única respuesta digna de una democracia debe ser destruir las armas de destrucción masiva con más armas, en este caso de destrucción selectiva para marcar la diferencia entre Nosotros y Ellos, antes de que Sadam haga uso de sus enormes depósitos de armas de destrucción masiva para destruir las armas de destrucción selectiva, las armas de destrucción masiva que quedan en Occidente tras la larga competición con la Unión Soviética y, de paso, la civilización occidental tal y como la conocemos. Sin embargo, algo falla en este brillante argumento, algo que nos obliga a responder a las ocasionales proclamas de nuestros líderes políticos y mediáticos cuando dicen que Sadam "constituye una amenaza a la seguridad internacional" con el escepticismo acompañado de la hilaridad. Si Sadam es tan malo y se pasa la vida haciendo armas de destrucción masiva, tantas que es un peligro, ¿por qué no las ha utilizado ya? ¿A qué está esperando? ¿Quizás a que las democracias le ataquen con sus ridículas y poco varoniles "armas inteligentes" para destruirlo todo? Y en ese caso, ¿no sería mejor no atacarle? ¿Y por qué no atacamos antes a los chinos, que son muchos, extranjeros, tienen armas de todo tipo y nos miran siempre como mal? ¿Y qué hay de Rusia? ¿No ha sido siempre una amenaza? Al final, como todos Ustedes saben, se trata de atacar a las amenazas "Bambi" cuando conviene hacerlo para tapar las vergüenzas de la política interior y el fracaso, hasta la fecha, en la lucha contra el terrorismo (por no hablar del 88% de popularidad de Bush padre al acabar la guerra del Golfo, aunque el hombre hizo mal los cálculos, ya que años después la recesión económica se lo llevó por delante en las elecciones). Y, de paso, sacar réditos adicionales, porque c) Irak, además, es una amenaza regida por un hombre muy malo y, pásmense, con mucho petróleo. Lo más vergonzoso del asunto es el descaro con el que Bush, hombre sincero y directo que siempre va al grano (sí, un patán), habla de cómo los "aliados" recibirán su parte del pastel cuando acabe la guerra "en la negociación con el nuevo gobierno de Irak", amenazando veladamente, en consecuencia, a los "no aliados". Por Dios, todos sabemos de qué va esto, pero al menos guarden un poco las formas. Ya que EE.UU. va a tirar por la borda el poco crédito que le pueda quedar por la tragedia del 11 - S, ya que ni se molestan en disimular que les importa lo que puedan hacer los inspectores de la ONU en Irak, ya que una guerra de estas características va a garantizar, en última instancia, el enconamiento de las posturas, en un grado u otro, entre Estados Unidos y "el resto" (salvo el eterno aliado británico y España, cuyo líder mundial, estricto observador de la legalidad, ha dicho que "él con Bush diga lo que diga el barullo de progres de la ONU"), al menos ahórrennos, por un lado, referencias a lo peligroso que es Sadam y, por otro, a las características del reparto del botín.
05/09/2002: El zorro del Desierto El avezado y astuto George W. Bush sigue empeñado en lanzar a los Estados Unidos en una operación de guerra preventiva contra el terrorismo que tenga por objeto acabar con el líder iraquí Sadam Hussein. Se trata de una operación que, caso de que se llegue a realizar (como parece que va a ser) debiera ser analizada más por expertos en psiquiatría y un equipo de psicoanalistas freudianos que por los analistas militares de turno y sus escuadras de esforzados estudiosos de la guerra moderna. Y es que, cuando uno menos se lo espera, cuando más empieza uno a reírse de las estupideces de la modernidad en forma de envío de psicólogos de emergencia para tratar a los afectados por las inundaciones en Centroeuropa, viene el tenebroso mundo de la enfermedad mental y los traumas infantiles y le gana por la mano, montando una guerra simplemente por causa de una extraña variante de un complejo de Edipo mal resuelto. Es el caso que, tras la Operación Tormenta Inconclusa del Desierto, parece que se avecina un nuevo ataque a gran escala a Irak. La noticia da algo de vidilla a este primer aniversario del 11 de septiembre, tan ayuno de atentados que ni siquiera las ya tópicas alarmas que difunde periódica y equivocadamente el FBI llaman ya la atención. Al menos, a falta de animaladas a cargo de los terroristas, Bush se compromete él mismo a realizar el papel de entretener a las gentes de bien y proporcionar material a los medios de comunicación y a los grupos de izquierdas del planeta (que si llega a ganar Gore las elecciones lo habrían pasado muy mal estos años, ¿imaginan al pobre intelectual Ignacio Ramonet teniendo como única posibilidad pontificadora atacar la globalización?). Zorruno como es, dicen que Bush junior anda preocupado, inquieto, con el nombre que debe poner a la operación militar. Si "Tormenta del Desierto" conjugó poesía y orientalismo, las incursiones de los asesores del actual Presidente en la difícil labor de bautizar han sido saldadas con grandes éxitos de público y crítica ("Justicia Infinita", "Libertad Duradera") que han dejado muy alto el listón. Desde aquí proponemos "Operación Labor Civilizadora", más que nada por ser fiel reflejo de lo que vamos a contemplar.
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Debate sobre los Nacionalismos |
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