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26/06/2002 : La menguante izquierda europea

Tras el espectacular harakiri protagonizado por la izquierda francesa, parece que en el campo de la socialdemocracia europea cunde la desesperación. El fracaso francés, aunque no tendría por qué ser extrapolable a otros países (las características políticas de Francia convierten a esa nación en muy peculiar), ha significado la definitiva confirmación del divorcio entre las ideas de izquierda y la población que se " siente de izquierdas " (que, dicho sea de paso, parece cada vez menos).

Los motivos de este divorcio son, al parecer, numerosos, y su análisis no tiene nada de sencillo. Sin embargo, el caso francés sí permite ilustrar uno de los aspectos que mas aceleradamente precipitan el fracaso de la socialdemocracia europea.

A saber, la presión de unas vociferantes minorías sociales que dicen ser de izquierda y que tienen un discurso político en realidad profundamente reaccionario provocan un efecto devastador en los partidos de izquierda por dos motivos. En primer lugar porque la constante descalificación que de estos grupos viene contra ellos supone un fardo difícil de manejar ante la opinión pública en las democracias occidentales mediatizadas ; por poco que pinten, como gritan mucho, acaban estigmatizando como inútiles, " vendidos " y " carcas " a los partidos de izquierda, a los que equiparan con la derecha. La actuación es irresponsable y provoca que buena parte del electorado potencial de izquierdas acabe quedándose con la " música " que oye sin analizar el fondo de la letra. Por otra parte, y esto es todavía peor, la presión deriva en ocasiones en que los partidos de izquierda, para " tratar de captar a ese nicho de votantes ", aproximen sus posturas a las de estos. Como ya se ha dicho esa corriente de opinión es minoritaria y profundamente reaccionaria (fruto de su carácter iletrado), con lo que la maniobra es triplemente devastadora : difumina el perfil político del partido (al que obliga a hacer tonterías), ahuyenta al votante clásico de izquierdas (espeluznado al presenciar la falta de rigor de los nuevos planteamientos y su carácter reaccionario) y encima tampoco logra todos los votos del sector " ultra " (que sigue viendo al partido en cuestión como un ejemplo de conservadurismo burgués mundializador).

Aunque en España tenemos buenos ejemplos de este tipo de actuaciones (Izquierda Unida y sus esfuerzos por devenir una fuerza política extraparlamentaria son buena prueba de ello), el caso francés ha sido una excelente prueba de cómo un gobierno de izquierdas, que ha desarrollado (y con éxito) una política de izquierdas rigurosa y consecuente ha padecido las consecuencias de la ignaria y la estulticia convenientemente alentadas por los popes de lo " progresísticamente correcto ".

La derrota en las recientes elecciones legislativas en Francia (espectacular, grosso modo la derecha se ha hecho con unos 400 diputados y la izquierda con 150) permite constatar todos y cada uno de estos elementos de forma casi obscena por su claridad. Y, sin embargo , casi nadie resalta que a Jospin le han derrotado todos los incapaces (porque incapaces serían de gobernar como lo son de conducir un movimiento político que plantea alternativas serias mas allá de la protesta y la quema de restaurantes de comida rápida) que, en distintas fases, han :

a) denunciado que " la izquierda está rendida y vendida a la derecha " y que " todos son lo mismo "
b) alientan con su campaña de " todos iguales, todos podridos " la espectacular subida de la extrema-derecha (el elector que cree que no hay diferencias lógicamente la busca)
c) en ese momento lanzan una campaña de apoyo y oxígeno a la derecha clásica (que, copiando el programa electoral de Le Pen, presenta de candidato a un reconocido corrupto), que lo agradece enormemente arrasando en las presidenciales y poniendo en marcha, 24 horas después, un programa reaccionario (pero apoyado un día antes con el voto de toda la extrema izquierda) como Francia no conocía desde hace 50 años.
d) No votan en las elecciones legislativas (recuerden el discurso del " todos son iguales " , que sólo permite ir a votar de vez en cuando a Chirac) y confirman la más espectacular victoria de la derecha en muchos años.


Esta gente no merece que se le preste la mas mínima atención, ya que a su nulidad programática (básicamente sus ideas se reducen a la vuelta del proteccionismo a ultranza, tipo Franco en sus primeros años, matizado con solidaridad con los pobres y empleo de ropajes teñidos de etnicidad) une una incompetencia política supina.

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