ACTUALIDAD
INTERNACIONAL
FEBRERO
DE 2004
03/02/04:
Sólo el CNI mantiene el tipo
Problemillas
para el Trío de las Azores. La actualidad internacional se
repite como un bucle. Ha pasado casi un año desde que
la Operación Humanitaria Conjunta desarticuló los
comandos terroristas que tenían pensado atentar contra el
Santiago Bernabeú, Britney Spears y otros símbolos
de las libertades occidentales. La valoración global que
merece la heroica misión civilizadora ha variado según
quienes emiten el juicio. Ánsar considera que todo ha sido
un éxito, pues no sólo ha bajado la gasolina unos
centimillos sino que él ha podido pasar revista a la Legión
con un arte que ya quisiera para sí Eisenhower. Además,
España y su Líder recibirán, según nos
prometieron, "grandes beneficios". A juicio de otros,
sin embargo, hay algunas sombras que enturbian un poquillo todo
(vean, a modo de ejemplo, lo que escribió
esta página sobre toda la operación).
Más
allá de la bondad de la intervención en términos
éticos (como ha señalado hoy mismo el inefable Ánsar,
"¿acaso
alguien desearía que Sadam volviera a estar vivo enterrando
en cal viva a ser opositores?"), no basta jurídica
ni democráticamente una hipotética valoración
positiva y entusiasta en tal sentido para pasar página. Imaginemos
que, en efecto, la desaparición de Sadam sea lo mejor que
ha ocurrido en el mundo y particularmente en Irak en décadas
(obviemos para ello, en plan generoso, el chapapote que cubre hoy
el país, lo que ahora algunas cándidas almas empiezan
a calificar de "guerra civil"). Da igual, porque:
-
La intervención no se vendió a la opinión pública
y a los ciudadanos de los países que se embarcaron en ella
como una cruzada democratizadora. O, al menos, no inicialmente.
Se dijo a los ciudadanos ("créanme, tontines")
que Sadam tenía armas de destrucción masiva y que
las pensaba usar con fines terroristas contra los países
occidentales. Ya sabemos que, leído a estas alturas, suena
a cómico. Pero así de tristes son las cosas.
-
La dudosísima legitimación jurídica para intervenir
en Irak, si es que existía (algo que la práctica totalidad
de los juristas cuestionan, y que sólo los hooligans
defendieron en su momento), estaba única y exclusivamente
basada en la pretendida existencia de armas de destrucción
masiva. No apareciendo éstas, la ilegalidad de la Operación
Humanitaria Conjunta es imposible de convalidar y su adecuación
a Derecho indefendible.
Esta
situación plantea varios interrogantes. Menos en España,
por cierto.
-
¿Engañaron los Gobiernos de las Azores a los ciudadanos
y la ONU? O sea, a la comisión de un crimen culposo (ya definitivamente
claro), ¿añadieron un elemento de voluntariedad que
lo convierte en doloso?
-
¿Sabían los servicios secretos occidentales que no
había armas? Hay dos tesis diferentes al respecto. Quienes
confían en la incompetencia de la CIA y los servicios secretos
británicos, al grito de "todo el mundo creía
que Sadam tenía armas de destrucción masiva"
tratan, con estas razones, de tapar las miserias de unos responsables
políticos que, según esta versión, habrían
sido conducidos al engaño por unos incompetentes. Para estas
almas volcadas en la confianza en los Líderes, únicamente
el CNI ha demostrado competencia: tiene controlados a todos los
rerroristas antiespañolistas que se van a visionar porno
batasuno a Perpiñán y a todos los burdeles de Bagdad
donde se gestan las acciones de la resistencia. Por eso Ánsat
sigue sin reconocer el más mínimo error de lo que
él llama la "inteligencia española". Frente
a este cuento de hadas, la opinión pública que se
manifestó masivamente el 15 de febrero de 2003 se pregunta
¿si yo, mi madre, la hornera de la esquina y el 90% de la
población teníamos claro que no había armas
o que, si las había, no constituían ningún
peligro, cómo es posible que señores formados, instruidos
y mejor informados como "loh ehpía apañoles"
o los de la CIA pudieran ignorar tan evidente dato?
Realmente,
es jodido que a estas alturas los Genocidas de las Azores puedan
recuperar un mínimo de credibilidad. Porque, punto por punto,
la obcecada realidad ha seguido el camino que, por puro sentido
común, intuyó la mayoría de la población.
Sólo el Tercer Vértice del Triángulo de las
Azores se siente inmune, dado que los españoles, por mucho
que no son unos absolutos insensatos con pulsiones genocidas (no
todos, al menos, y de ahí su masiva oposición a la
guerra), tampoco dan mucha importancia a que sus gobernantes sean
unos impresentables. Se tiene tal condición por normal. Y
mientras a uno le vaya bien, da más o menos igual que los
caciques de toda la vida sigan señoreando doncellas y metiéndosela
doblada a la población. Así, recordemos que Rajoy
y Ánsar acusaron al PSOE de ser la única voz que clamaba
en el mundo la inexistencia de las publicitadas armas de destrucción
masiva.
No
eran los únicos.
Y,
además, tenían razón.
Pero
no pasa nada.
¿Qué
tiene que hacer un político español para entenderse
obligado a dimitir? O, replanteando la pregunta (en los gobiernos
de Felipe González se sucedieron las dimisiones por asuntos
mucho más nimios), ¿qué tiene que hacer un
político del PP para entenderse obligado a dimitir? De momento
ir a una guerra ilegal (lo que ya ha quedado reafirmado fuera de
toda duda), inmoral (que se lo pregunten a su querido Vaticano)
e idiota (echen un vistazo a la situación de Irak) no es
suficiente. Parece que haberse equivocado totalmente en las causas
que movieron a tamaña barbaridad tampoco. Y mentir descaradamente
(recuerden, "créanme"), ni de coña. Todo
eso está ya claro. Queda por confirmar que ni siquiera cuando
esta mentira queda confirmada, publicada y asegurada se producirá
por ello ninguna dimisión.
No
sé si hace falta añadir alguna conclusión,
porque sería inapropiado dado el tono de esta página
y podría aparentar una deriva partidista. Y no es eso. Aunque
a veces haya quien no lo quiera entender, hay veces en que simplemente
conviene alzar la voz con claridad contra la escoria y la basura
humana que nos rodea.
ABP
(LPD)
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