ACTUALIDAD
INTERNACIONAL
Año
del Señor 2006 y nosotros seguimos exportando democracia
24/07/2006:
De un nuevo round del combate de la democracia buena contra
esos terroristas islámicos y malencarados
Si los años ochenta permitieron, gracias a las razzias
de Ariel Sharon en su época militar, abonar el terreno
para que Ariel Sharon facción poli-mili iniciara una especie
de proceso de distensión con los palestinos, su efecto colateral
más importante fue la aparición de restaurantes libaneses
por toda la cuenca mediterránea. La gastronomía de
nuestras costas y esa vocación tan española de atender
al visitante con el dulce encanto y el embriagador abrazo de la
fritanga con el aceite industrial más genuinamente patriota
que el honrado restaurador hubiera localizado en el taller donde
reparaba su furgoneta sufrió un ataque frontal del que tardó
años en recuperarse. Mientras tanto, la clase media española,
ajena a los padecimientos del sector de la restauración y
de su importancia para la economía del país, lo festejaba
por todo lo alto pudiendo ir a degustar tranquilamente por ahí
"dieta mediterránea" sin necesidad de pertrecharse
con kilos de alka-setzer.
Saturado
como está ahora el mercado, asumido por la restauración
española que ni siquiera pueden ya competir con los restaurantes
regentados por islamistas de toda laya ahondando en las esencias
de la grasa y la mostosidad dada la proliferación de establecimientos
dedicados a la venta del kebab en cualquiera de sus modalidades,
no entendemos qué beneficios podemos sacar de la reedición
de este verano de la tradicional invasión estival de alguna
zona bárbara y tercermundista a cargo de alguno de los nuestros.
Pero,
ajeno a estas consideraciones, el nuevo Primer ministro israelí
se ha lanzado al ataque, y más allá de aplanar la
banda de Gaza como si se tratara de un agente urbanizador levantino
en la fase previa a cumplir con su legítima intención
de proceder a la erección de algún complejo residencial
a pie de playa del buen gusto y la sostenibilidad de Marina d'Or
ha comenzado también a preparar el terreno para hacer campos
de golf en la franja más sureña del Líbano.
A fin de cuentas, con agua ya cuentan debido a la ocupación
desde hace décadas (defensiva, por supuesto) de los altos
del Golán.
Las
medidas adoptadas por Israel, que se resumen en arrasar todo lo
que pillan en la zona más próxima a la tierra prometida
que está todavía en manos del Infiel con el complemento
de bombardear un poquito los centros urbanos y las zonas residenciales
del país vecino, constituyen la represalia ideada por el
mundo civilizado para penar la muerte de una decena de soldados
y la captura de otros dos a cargo de Hezbollah, guerrilla pro-siria
supuestamente controlada por los ayatollahs iraníes que campa
a sus anchas por el sur del Líbano como consecuencia de la
incapacidad de este estado para afirmarse mínimamente como
tal (hagamos un inciso para señalar que, si bien la consecuencia
es semejante a lo que ocurre en España por culpa del Estado
de las Autonomías y la traición de catalanes y vascos,
en el caso del Líbano los motivos que han llevado a este
país a no controlar partes de su propio territorio tienen
una etiología algo diferente y quizá relacionada con
la reiteración de castigos y bombardeos que, por mal comportamiento
de sus súbditos, ha venido sufriendo de quienes son no sólo
sus vecinos sino sus tutores).
Estas
expediciones punitivas por parte de Israel, perfectamente proporcionales
y sensatas, ayunas de riesgos para la población civil y en
general para todos quellos que nada tengan que temer (ahí
están los máximos defensores de la operación,
desde Gustavo de Arístegui a los Estados Unidos, evacuando
a sus allegados con la máxima celeridad para demsotrarlo),
plantean un problemilla no menor a los que, como es el caso de LPD,
tienen bastante más simpatía por el Estado de Israel
que por las teocracias o monarquías autoritarias (con las
que nuestro monarca mantiene tan óptimas relaciones) que
lo rodean. Porque, la verdad, incluso haciendo abstracción
de cuestiones éticas o de legalidad internacional, dado que
a estas alturas de la película, y tras haber vivido lo
que vivimos en 2003, parece evidente que no vale la pena ni
siquiera tratar de discutir en estos términos con los talibanes
del "yo me fumo un puro habano cada vez que bombardeamos a
los moros, ¿pasa algo?", uno no puede dejar de plantearse
qué se pretende ganar, si es que algo se quiere lograr, con
todo esto.
Por
lo visto, Israel aspira a acabar con Hezbollah o, como mínimo,
con la capacidad de Hezbollah de amenazar tierra israelí.
La consecución de tan loable fin justificaría, en
consecuencia, la demostración de poderío militar a
que asiste la zona desde hace ya una decena de días. En una
escalada que parece no tener fin, al menos de momento, sino proseguir
su curso hasta vete tú a saber cuándo. Está
visto, si es que de esto se trata y no de provocar a Irán
o algo de un estilo más conspiranoico, que los seres humanos
no aprendemos. Pero también en España los sucesivos
Gobiernos se empeñan en modificar la ley del suelo para acabar
con la especulación inmobiliaria y parecen, en cada intento,
sinceramente convencidos de que algo podrán hacer. Lo grave
es que quienes desde fuera asisten al espectáculo, con mayor
panorámica y capacidad para entener qué ocurre, no
osen advertir de lo baldío de cierto tipo de esfuerzos.
Es
incomprensible la reacción de quienes consideran cualquier
llamada de atención sobre estas dos o tres cosillas tan obvias,
con el añadido de consideraciones de tipo humanitario de
lo más básico (no bombardeen zonas civiles gratuitamente,
no hagan blanco en las caravanas de refugiados... lesd dicen los
trágicamente angélicos, los que no saben cómo
es la realidad del mundo), manifestaciones de apoyo al terrorismo
islámico, pruebas de inmadurez o ingenuidad política,
desafecto a la causa de Occidente, etc. Pero por lo visto seguimos
en fase de "prietas las filas". Llegará incluso,
a este paso, ya puestos a comulgar con ruedas de molino, algún
talibán a plantear que lo que tenemos que hacer los españoles
de bien es arrimar el hombro, enviar tropas en misión humanitaria
o qué sé yo. Al tiempo.
Ahora
bien, habrá que empezar a asumir como una realidad muy difícil
de soslayar en el futuro la brutal pérdida de credibilidad
que en todo el mundo, y muy especialmente en todo el mundo islámico,
han sufrido como consecuencia de estas actuaciones cargadas de desprecio
racista y su apoyo incondicional, ciertos países, instituciones
y personas. Algo que no será necesariamente bueno de cara
al futuro y a una posible pacificación de la zona, que habrá
de pasar, sí o sí, por el compromiso de unos y otros,
por la concesión de un mínimo de credibilidad y respeto
a la contraparte y por la intermediación de alguien de peso
y en quien todos puedan confiar. Ya sea de aquí un año
o de aquí ochenta.
ABP (València)
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