ACTUALIDAD
INTERNACIONAL
SEPTIEMBRE
DE 2004
03/10/2004:
Firmeza frente a la inconsistencia
A Ánsar
los españoles le juzgaron con inusitada dureza por un error
de juicio comprensible y, además, derivado de su amor a la
patria y su vocación de servicio, como fue dejarse engañar
por la pérfida maniobra de Zapatero y su aliado Ben Laden
para hundirle en el fango: como todos los españoles de bien,
Ánsar creyó que ETA estaba detrás del 11-M
y se empleó a fondo para defender a los españoles
de la mejor manera posible: señalando con el dedo a las escorias
vasca, socialista, nacionalista, periférica y masonas. Desgraciadamente,
le tendieron una trampa, y los
españoles no le perdonaron.
Así
de dura, de injusta en ocasiones, es la política. Si incluso
un hombre de la talla política e intelectual de Ánsar
sufrió las consecuencias de un nimio (y comprensible) error
de juicio como lo fue sacar las consecuencias políticas verdaderas
(poco importa que no coincidieran con las reales, eso es
algo que en ocasiones ocurre en este complicado mundo) de los sucesos
del 11-M, ¿acaso no es un milagro, y una muestra más
de su galáctica talla como estadista que Bush siga boyante
en sus expectativas electorales?
Bush,
como Presidente, vio cómo su país era atacado. Al
igual que Ánsar. Para resolver la cuestión, optó
por endilgar, sin pruebas de ningún tipo, la responsabilidad
a quien nada tenía que ver con el asunto. Incluso su amigo
Ánsar fue incapaz de ir tan lejos, y una vez claras las evidencias
de que ETA no era la autora material del atentado (sólo,
tal vez, la instigadora-preparadora-fuente de información,
en alianza con los servicios secretos marroquíes, franceses
y los descendientes de los terroristas de Al Qaeda que se lanzaron
en el siglo VIII sobre las pobres gentes de Guadalete), lo reconoció.
Bush, en cambio, sigue alegre empeñado en culpar a Irak,
y desencadenó la guerra cuando todo el mundo sabía
que nada tuvo que ver ese país con el 11-S. Imaginen a Ánsar
invadiendo las Vascongadas tras haber quedado claro que ETA no era
más que la ideóloga del 11-M. ¿Se lo habría
permitido España, acaso (y eso que España es un país
de machos, capaces de producir cosas como GH y FJL)? Me temo que
no. Incluso me aventuro a augurar que, si tal cosa hubiere ocurrido
y, además, la División Acorazada Brunete hubiera sido
incapaz de contener a los baskones y sufriera bajas diarias, al
margen de que la aventura militar supusiera trastornos adicionales
(déficit público galopante, desguarnecer frentes tan
peligrosamente inquietantes como el de Perejil, obligar a desatender
la prevención contra el terrorismo de los locutorios gestiondos
por islamistas...), la popularidad de Ánsar no habría
estado precisamente por las nubes.
Pues
bien, imagine cómo de hábil es
George W. Bush que no sólo no está fuera de la
carrera electoral, sino que su gran baza electoral es Irak y su
defensa de EE.UU. frente al terrorismo (junto al carácter
"mariquita" de Kerry, demostrado porque éste
fue a Vietnam, mientras Bush se quedaba con su familia en los seguros
EE.UU.). Aunque sorprendentemente los estadounidenses no acaban
de ver todo lo luminoso que su Presidente y el emporio industrial
y militar pintan el panorama de crecimiento y distribución
de la riqueza en su país, por ejemplo, todos tienen claro
que para actuar como Comandante en Jefe con un par y defender al
país, nada como un tipo de las convicciones y fortaleza de
W. Bush.
Así
las cosas, es milagroso que un debate en el que se ha hablado más
de minuto y medio seguido sobre estas cosillas haya acabado sin
que George W. Bush haya sido obligado a dar por liquidada su campaña
electoral y sus aspiraciones de seguir en la Casa Blanca. El primer
debate contra John F. Kerry (el tipo que encarna la principal explicación
de que Bush tenga algo que hacer en estas elecciones) obligaba al
Presidente de los EE.UU. a enfrentarse a la requerida explicación,
durante 90 minutos, de qué exactamente era lo que estaba
pasando con Irak, con el terrorismo, con la extravagante mezcla
de ambas cuestiones y con su desastrosa política exterior.
Parece ser, según todas las encuestas, que hasta un 30-40%
de los americanos que vieron el debate consideran que el tipo ganó
la contienda dialéctica. Ante la existencia de gentes a las
que Bush convenció no podemos sino rendirnos a la evidencia:
el tipo es un genio de la política. Ni siquiera el más
incompetente de los adversarios (y no dudamos de que Kerry está
cerca de serlo, pero da igual) sería capaz de dejar escapar
a un tercio de la audiencia frente a un tipo que defiende semejante
balance a no ser que el sujeto en cuestión sea un verdadero
genio.
Así
las cosas, pasado el primer debate, Bush sigue en la carrera presidencial.
Como hace un mes, y hace dos, y hace seis. Increíble, pero
así es. Y faltan ya menos de 40 días. Es decir, que
las Elecciones donde un Presidente presenta el peor resultado de
todas las Presidencias del siglo XXI (y no las de todo el siglo
XX únicamente por una mera cuestión cronológica)
siguen abiertas. Quedan 2 debates, un mes y varios cambios de posición
de Kerry para que pueda obrarse el milagro. Seguimos a la espera.
ABP
(València)
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