ACTUALIDAD
INTERNACIONAL
Marzo
de 2.004
31/03/04:
El “efecto Zapatero” lamina a la ultraderecha europea
José
Luis Rodríguez Zapatero ha logrado en sólo una
semana, y merced al crédito que le ha dado descabalgar a
un Caudillo mundialmente idolatrado y respetado como Ánsar
(equiparado por quienes más saben de esto a personajes como
Cincinnatus, Carlos V o Churchill), modificar totalmente el panorama
político internacional. Una izquierda acomplejada en todo
el mundo, arrumbada electoralmente convocatoria tras convocatoria,
ha visto cómo ese país antaño simpático
pero hoy en el centro del devenir histórico que es España
le marcaba el paso. Si los españoles, gentes que a fin de
cuentas mostraron el camino al mundo eligiendo a Ánsar, optaban
por la izquierda, había que tomar nota. Y la bola de nieve
a ver quién la para. Efectivamente, Al Qaeda sabía
muy bien lo que hacía.
Según
hemos podido saber de buena tinta en medios cercanos al PFFR,
la victoria de Zapatero ha desencadenado un imparable efecto dominó:
el Primer Ministro australiano pide perdón a la nación
por meterles en una guerra injusta y solicita la intervención
de la ONU en Irak; el Primer Ministro polaco es súbitamente
iluminado y, avergonzado por su siniestro atlantismo, dimite irrevocablemente;
los líderes europeos desbloquean la Constitución europea
y proponen llamarla “texto de Madrid” porque “texto
de Bambi” estaba registrado por la Disney; la izquierda francesa
se inspira expresamente en ZP y logra una victoria electoral que
ni en sus mejores sueños podía imaginar… Todo
esto tiene pinta de seguir así. El “efecto Zapatero”
parece imparable y es seguro que conducirá a que la ONU se
haga cargo de la situación en Irak, a que George W. Bush
pierda las elecciones (y, como se ponga tonto, a que las pierda
también Kerry) e incluso pudiera deparar a medio plazo una
solución al conflicto de Oriente Medio.
De todas estas aportaciones zapateriles
queremos centrarnos en la reciente desaparición tanto de
la ultraderecha como de la derecha francesa de puestos de responsabilidad
en las recientes elecciones regionales. Aunque los franceses adoran
castigar al Gobierno y cumplen con esa tradición cada cuatro
o cinco años, lo rápido que lo han hecho, lo imprevisible
del giro hasta hace apenas dos semanas, y sobre todo la magnitud
del rechazo generado por las políticas conservadoras han
sorprendido a propios y extraños. Al grito de “Basta
ya”, en alusión descontextualizada al ejemplo español,
los ciudadanos franceses han confirmado que las formas de Lionel
Jospin (referente indudable para muchas cosas de lo que ha sido
ZP) merecían mejor trato del que se le otorgó en su
momento. Y, sobre todo, que la profundización en esa vía
(modelo François Hollande) aporta unos réditos insospechados.
ZP ha enseñado, y eso sí
que no parece que tenga sentido negarlo, que un cierto estilo de
oposición no sólo no impide recuperar el poder rápido
sino que, incluso, puede hasta acelerar la reconquista. Los socialistas
franceses, casi sin querer, se han encontrado con esta misma lección.
Es cierto que en ambos casos han colaborado activamente en la tarea
los gobiernos de Ánsar y Chirac (recordemos, unos gobernantes
respectivamente “muy serio, tenaz, trabajador” y “muy
simpático”), pero esto no invalida la constatación.
Al menos, parece, no es sistemáticamente cierto que la mezcla
de demagogia, victimismo y furia opositoril faciliten la consecución
del poder. Conviene tomar nota.
ABP
(València) |