Elecciones
País Vasco 2001
La
excesiva importancia de las elecciones vascas
¿Por
qué La Página Definitiva dedica un especial a unas
elecciones autonómicas? ¿Cómo es posible que
la política vasca se codee al mismo nivel que la estadounidense
o la del conjunto del Estado? ¿O simplemente esto significa
que les amenazamos con seguir de cerca también, en un futuro,
las apasionantes elecciones al Parlamento de La Rioja?
No
teman. Simplemente es que, cediendo a la corriente mediática
y a nuestras pulsiones más inconfesables (nos encantan los
comicios de cualquier tipo y el consecuentemente inevitable "Especial
Elecciones") vamos a dedicar una atención prioritaria
a unas elecciones que, si no existiera ETA, no dejarían de
tener una trascendencia limitada. Pero claro. La lucha armada es
una excelente tarima propagandística que realza cualquier
cosa que ocurra en el País Vasco y, sobre todo, su vida política.
Hay épocas en las que los informativos televisivos sacan
semanalmente muchas más imágenes del Parlamento vasco
que del Congreso de los Diputados. Pero, ¿está justificada
esta gran atención?
La
verdad es que no conviene sacar las cosas de madre. A pesar de la
excelente presentación del producto ("dos mundos enfrentados
pero que viven día a día juntos y familiarmente revueltos,
que se juntan todas las mañanas para comprar el pan y los
domingos en misa y en el frontón, que van a llevar una lucha
a muerte por la supremacía en la que sólo la aniquilación
del rival político permite una salida" podríamos
decir en plan sinopsis de película dramática) y de
los tintes épicos que parece presentar la batalla ("Ahora
o nunca") creemos que, en realidad, tampoco es para tanto.
Más allá de las deliciosas sutilezas que provoca la
aritmética, el especial sistema electoral vasco y la actitud
de parlamentarismo avergonzado de EH-HB, lo que parece más
o menos claro es que estas elecciones van a tener una importancia
política más provocada por los grandes efectos que
la combinación de las sutilezas y un pequeño cambio
de opinión puede provocar que la que resultaría producto
de una verdadera transformación del mapa político
vasco. Lo que ocurre es que los últimos acontecimientos,
sencillamente, han provocado que sea concebible un traslado de unas
decenas de miles de votos que pueden alterar el precario y tradicional
equilibrio de la política vasca e incluso hacer al PNV abandonar
el poder.
Este
es el verdadero quid de estas elecciones. Por primera vez en su
historia el PNV puede verse condenado a la inoperancia política.
Desde su creación el pacto con las más reaccionarias
fuerzas de la política española le garantizó
su cuota vasca de poder. Y desde la democracia la instauración
de un sistema de representación política propio le
ha permitido disfrutar del poder y de las posibilidades de influencia
social que éste, a través del dinero que reparte,
permite. El PNV ha tratado de modelar una determinada sociedad vasca
durante estos años, y lo cierto es que los resultados conseguidos
no han sido los esperados por el propio partido. No puede considerarse
que los grandes objetivos de la formación hayan sido alcanzados
y, además, el llamado "conflicto" vasco no sólo
no parece resolverse sino que aparece como cada día más
enconado en lo social.
¿Pueden
estas elecciones cambiar las cosas? Por supuesto, como cualquier
elección. Aunque unas elecciones no resuelven taumatúrgicamente
los problemas sí permiten seleccionar a quienes los ciudadanos
consideran más adecuados para hacerse cargo de los mismos,
así como los métodos a emplear. Estos comicios son
pues muy interesantes pues permiten comprobar si el previsible hartazgo
por los continuados fracasos de un proyecto como el del PNV pueden
llevar a que los ciudadanos elijan otro modelo. O si, por el contrario,
las propuestas del PP o del PSOE no son tenidas como adecuadas por
un número considerable de vascos por mucho que parece obvio
que los 20 años de paz peneuvista no pueden contentar a casi
nadie (ni a soberanistas ni a pacifistas ni a partidarios del autogobierno
dentro de España ni a los fans de la lucha armada ....)
Y,
sin embargo, estas elecciones no son más que unas elecciones.
Los problemas sociales de Euskadi se deben resolver apelando a la
educación y la formación, a la reacción de
los propios habitantes de un país que, hasta que no rechacen
en su totalidad y de manera frontal el terror, tendrán que
seguir soportando a una clase política especialmente mediocre,
que sólo sabe buscar votos apelando al "conflicto"
en un sentido u en otro pero que en cuanto abre la boca para analizar
otros aspectos de lo que debe ser la vida política de una
sociedad desarrollada demuestran una ignorancia y desinformación
supinas. Con la excepción, claro, del Padre Arzalluz, a quien
su formación jesuítica le permite salir bien librado
de casi cualquier prueba.
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