Campaña
Cowboy
08/11/2000:
Ganadores y “perdegores”
Los
primeros resultados, con la clásica provisionalidad que obliga a
la prudencia, empiezan a dejar claro quienes han ganado y perdido
en estas elecciones.
GANADORES:
-Hillary
Clinton. Y no sólo porque ha logrado una plaza de senadora sino
porque la derrota de Al Gore le deja el camino libre para optar
a la Casa Blanca en el 2004. En estos momentos la “Señora de Clinton”
se ha convertido, precisamente por eso, en la gran esperanza blanca.
Su marido, mientras tanto, ve con satisfacción como queda asegurada
la estabilidad económica de la unidad familiar y, a la vez, puede
seguir en política por medio de un privilegiado testaferro.
- El
Estado Fuerte. Frente a la mezquina política liberal de Gore, dejando
cosas esenciales al albur de la iniciativa privada, los americanos
han respaldado la intervención gubernamental. A fin de cuentas ésa
era la diferencia entre Gore y Bush. Mientras que Bush ha demostrado
como Gobernador una decidida acción política para aniquilar a negros
e hispanos Gore siempre se ha mostrado partidario de, simplemente,
dejarlos morir.
- Tejas,
y su gobernador, claro. La América de verdad marca el camino al
mundo.
- Y,
por último, el Escudo Antimisiles. El pacato pacifismo de Gore podría
haber arruinado esta excelente idea. Alguien como Bush, en la estela
de hombres de bien como Reagan, no renunciará a buen seguro a dilapidar
dinero en guerritas de las galaxias.
PERDEDORES:
- Como
ya les indicamos, la prensa europea y la prensa “intelectual” americana
vuelven a hacer el ridículo. Seamos realistas, incluso los más escépticos
verán dentro de cuatro añitos a Bush como un estadista, pues el
cargo provoca siempre ese efecto. Si no conocen la situación de
la política española (tras cuatro años de Presidencia hay ya gente
que no se carcajea cuando se alude a la talla política de Aznar)
piensen, simplemente, en que Clinton y su vocación por perseguir
becarias le ha ganado el respeto internacional.
-
Los profesores de Geografía e Historia, que acaban de ver como cae
al suelo la imagen pública de su materia. Queda claro, al menos,
que su conocimiento no es preciso para ser Presidente de los Estados
Unidos. ¿Para cuando una reforma educativa que las sustituya por
clases de español para chicanos?
- Evidentemente,
Gore, también ha perdido. Pero esto ni siquiera es una gran novedad.
07/11/2000:
A las urnas
La
democracia más antigua del mundo (ese maravilloso lugar donde los
colegios electorales cuentan con detectores de metales, pues a fin
de cuentas también allí se emplean las escuelas para esos menesteres)
acude hoy a cumplir con sus deberes cívicos. En realidad es sólo
un tercio de la población el que lo hace (casi la mitad si descontamos
a los infantes), pero para el caso es lo mismo. Como a lo largo
de toda su historia y sobre todo en los últimos años ha quedado
patente, el sabio pueblo norteamericano elige a sus líderes con
un criterio tan excelso que nos impresionaría si no fuera porque
en España, aunque menos entrenados, hemos demostrado en 25 años
que somos capaces de casi cualquier cosa.
04/11/2000:
Navajazos a la desesperada
La
impresionante labor que Al Gore está desarrollando durante toda
la campaña electoral para desacreditarse a sí mismo todavía más,
como si su dilatada carrera política no hablara por sí misma, deja
nuevas muestras de barriobajerismo prácticamente cada día que pasa.
Presa cada vez de un mayor nerviosismo, el demócrata, a sólo 5 días
de que se sepa la cantidad de votos que le va a sacar Bus, ha recurrido
a los golpes bajos. Así acaba de irrumpir en la campaña un problemilla
de George W. Bush con el alcohol ¡de hace más de 20 años! Al parecer
se confirma lo que ya se sabía al respecto, y es que el recio tejano
tuvo problemas con la bebida, algo que por otra parte le equipara
a grandes líderes mundiales como Yeltsin. Y, además, fue multado
en una ocasión por conducir borracho. Que estas noticias surjan
cuando el propio candidato republicano ha reconocido en más de una
ocasión esta situación de su pasado, no deja de llamar la atención.
Y que cientos de periodistas del stablishment inmediatamente descalifiquen
a un candidato por algo así dice mucho de la catadura moral de la
autodenominada progresía.
Mientras
tanto el “efecto Nader” está siendo inocuizado (o al menos eso se
intenta) a base de dólares y ataques furibundos al ecólogo. La labor
de los asesores de imagen de Gore ideando medidas para que los ciudadanos
no le vean como un “político profesional” “dispuesto a todo para
ganar” “sin más ideales que el poder” es cada vez más eficaz.
03/11/2000:
Los periodistas votarán por Gore
Pero
nos tememos que van a ser los únicos, porque conforme avanza la
campaña americana se hace cada vez más obvio que el insulso Al no
tiene nada que hacer ante el carismático, valiente y culto George
Bush Jr. Desmintiendo su procedencia familiar, Bush está demostrando
su capacidad política, y no sólo dio la sorpresa en los debates
electorales (a fin de cuentas, Bush no es un burócrata), sino que
todas las encuestas le dan una sólida ventaja de entre cuatro y
ocho puntos. Sin embargo, el mundo del periodismo, tanto europeo
como estadounidense, se ha apresurado a asegurar que Gore tiene
la victoria en sus manos, porque “es el mejor candidato”. ¿Y por
qué es el mejor candidato?
En
el caso de Europa, porque los pánfilos periodistas consideran que
Gore se implicará en política internacional en mucha mayor medida
que Bush, es decir, con Gore los yanquis seguirán sacándonos las
castañas del fuego si, por ejemplo, un científico loco pasa a ocupar
el poder en San Marino y es preciso intervenir para evitar un genocidio
a gran escala. Además, estos mismos periodistas se afanan, día sí
y día también, en explicarnos lo tonto que es Bush, su escasa capacidad,
que contrastaría con la enorme formación intelectual de Gore. Aunque
tenemos muy asumido que este análisis es falso, y que, naturalmente,
ningún periodista europeo se ha molestado jamás en analizar someramente
al candidato republicano y su discurso más allá del tópico fácil
(es ultrarreligioso, le encanta freir gente en la silla eléctrica,
todo lo que hace está pensado para favorecer a las petroleras, etx.),
¿qué más daría si tuvieran razón? ¿Acaso Ronald Reagan no ganó dos
elecciones seguidas, batiendo todos los récords de popularidad?
El
caso americano es más complejo: los diarios de referencia, concretamente
el Washington Post y el New York Times, se han alineado claramente
desde el principio con Gore, argumentando que está mejor preparado
para la presidencia al haber sido vicepresidente. Este hábil argumento,
que esconde (mal) el deseo de que siempre sean los demócratas los
que detenten el poder (para conseguir un republicano con experiencia
de gobierno en la Casa Blanca habría que presentar a Bush, pero
a Bush padre), no casa demasiado bien con el hecho evidente de que
a los americanos les da exactamente lo mismo si su presidente tiene
experiencia o acaba de salir del más recóndito pueblecito del Midwest;
a ellos, mientras su presidente permita utilizar armas, haga un
discurso patriótico de cuando en cuando y esconda mejor que Clinton
sus líos con becarias, les basta.
27/10/2000:
A diez días del combate final
Cuando
sólo restan una decena escasa de días para que los americanos elijan
al líder del mundo libre como sólo ellos saben hacerlo la campaña
sigue abierta. Mientras que Pat Buchanan apenas cuenta en los pronósticos
y está pasando mucho más desaparecibido de lo que merece, George
W. Bush y Al Gore vuelan de Estado a Estado a la búsqueda de los
que pueden ser últimos y definitivos votos. La generalizada impresión
de que se trata de una elección muy igualada está confiriendo una
importancia inusitadamente grande a Ralph Nader (si no saben cómo
es el personaje este es el momento de que descubran sus innegables
cualidades). El ecologista libertario, olisqueando en la recta final
que puede llegar al mítico 5% que Ross Perot rebasó ampliamente
en su día y que asegura una generosa financiación, está echando
el resto para lograr, él también, convertirse en un “hombre al servicio
del dinero de las multinacionales). Como es evidente busca los votos
en lugares que resultan especialmente dolorosos para Gore, pues
drenan votantes potenciales suyos. Nader, además, está repitiendo
la que fue exitosa táctica de Julio Anguita (aunque todavía no ha
tenido la osadía de hablar de sorpasso) de “las dos orillas”. Eso
sí, en versión norteamericana, que es mucho más espectacular. Así
los candidatos demócrata y republicano no es que “sean lo mismo”
(débil expresión acuñada en España por el anguitismo) sino que “sólo
se diferencian en la rapidez con la que se arrodillan ante las internacionales”.
En cualquier caso no se dejen engañar, pues estas florituras verbales
que nos hacen ver a Nader como un tipo simpático no ocultan el dato
principal, y es que podemos asistir a una de esas bellas pinzas
a las que la política norteamericana tanto debe. Recuerden que si
no hubiera sido por Ross Perot en estos momentos nadie sabría quién
es Mónica Lewinsky.
13/10/2000:
Segundo Debate Cowboy. La
Página Definitiva rules
El
análisis que hicimos del Primer Debate Presidencial entre Gore y
Bush dejó a esta página en su soledad mediática habitual, clamando
en el desierto a favor de un Bush junior al que se había visto mucho
más suelto y convincente que el atildado Gore. Por supuesto que,
tras la remontada protagonizada por el tejano en las encuestas que
realizan compulsivamente los medios de comunicación americanos,
muchos medios empezaron a subirse al carro de “La Página Definitiva”
y a rectificar sus apresurados juicios sobre el debate, pero fueron
una minoría. A medida que este sufrido redactor iba adentrándose
en la madrugada del jueves visionando el Segundo Debate Presidencial
un sentimiento de soledad le embargaba nuevamente, ya que cada vez
era más evidente que, de nuevo, la prestación de Bush iba a obligarle
a laudarle nuevamente, mientras el resto de la prensa se centraría
en sus carencias culturales y su ansía de sangre de condenado. El
formato de este segundo debate benefició a ambos candidatos, pues
es bastante obvio que un debate es más natural y fluido con todo
el mundo sentadito en una mesa y hablándose con normalidad que escenificado
en atriles. Así que ambos salieron favorecidos en este sentido,
quizá algo más Gore con respecto al primer debate, ya que no fue
tan maquillado, se cortó algo el pelo y abandonó los gestos de suficiencia
mientras escuchaba a Bus. Sin embargo, en cuanto al desarrollo del
Debate, la ventaja fue de nuevo claramente para Bush. Menos profesoral,
más relajado, haciendo gala en ocasiones de un nada forzado sentido
del humor, la imagen que transmitió el Gobernador de Tejas fue mucho
mejor que la de un Gore al que se ve demasiado preocupado por no
pisar callos y excesivamente empeñado en repetir cada 5 minutos
que el plan fiscal de Bush busca beneficiar ante todo al 1% de la
población más rico y a sus amigos de las petroleras, en lo que es
un discurso que sin duda busca reeditar los éxitos del famoso “Aznar
gobierna sólo para sus amigos” de Almunia. Si, además, pretendemos
centrarnos en el contenido ideológico de las intervenciones, veremos
que los motivos por los que la izquierda adora a Gore son algo misteriosos.
Los
primeros cuarenta y cinco minutos de debate, dedicados a una interesante
charla sobre política exterior, mostraron a un Gore que defendía
la necesidad de que EE.UU. interviniera militarmente por motivos
morales e ideológicos, para imponer estructuras de mercado y políticas
democráticas por la fuerza allí donde se considere necesario, mientras
Bush se limitaba a recomendar intervenciones allí donde hubiera
en juego “intereses americanos”. Nos gustó especialmente la extensa
lista de intervenciones en el exterior que Gore consideró acertadas
(Granada, Panamá, Irak, Somalia, Haití, Bosnia, Kosovo ... es decir,
todas pero cuando sagazmente Bush le indicó que según su criterio
EE.UU. habría debido intervenir en Ruanda el Vicepresidente reculó
miserablemente, sin duda aterrado de la posibilidad de que un solo
americano pudiera llegar a pensar que él quería enviar tropas a
lugares como ese). Esta postura intervencionista y militarista de
Gore nos gustó especialmente combinada con su ataque al federalismo,
pues defendió con vigor la necesidad de que las políticas de los
Estados federales sean revisadas por el Gobierno de Washington.
Al margen del inteligente hincapié que ello supone en su afán por
destruir su imagen de “burócrata de la capital” es delicioso intentar
descubrir de dónde proviene el amor que profesan a Gore los autonimistas
federalistas pacifistas españoles.
Menos
mal que, para evitar que directamente Austria le nombre hijo adoptivo
predilecto, Gore a lo largo del debate pudo indicar también, de
manera algo vaporosa, que si bien le parece acertada la libertad
de portar armas cree que en las escuelas no es conveniente dejar
entrar a alumnos con el Kalahsnikov y, sobre todo, que está muy
preocupado por la salud pública y el medio ambiente. Tras este espectáculo
los periodistas comenzaron, de nuevo, con la cantinela de la victoria
del “sólido Gore”, pero esta vez hasta las encuestas que se realizan
al efecto pusieron de manifiesto algo evidente. Bush no sólo estuvo
más convincente sino que su exposición logró algo tan complejo como
ser más digerible tanto para un norteamericano como para un europeo.
A partir
de ese momento hemos empezado a asistir a un espectacular viraje
en los medios de comunicación, que han pasado a resaltar las cualidad
de Bush como comunicador. Como empieza ya a ser habitual, fue esta
modesta página la que marcó el camino.
11/10/2000:
El sionismo internacional, con Gore
La
apuesta de “Al” Gore por el senador Liebermann como acompañante
en el ticket para la Casa Blanca empieza a adquirir un tinte divertido.
Los asesores de Gore y Clinton andan desesperados pidiendo a Barak
calma, y no tanto porque les parezca inapropiado que el Estado de
Israel reaccione con su sentido de la medida habitual y la mesura
que le caracteriza a las provocaciones de unos quinceañeros armados
de tirachinas sino porque tienen la mosca detrás de la oreja, no
sea que el nuevo show que se ha montado en Oriente Medio les pueda
perjudicar. Y, sin embargo, no creemos que George W. Bush se convierta
repentinamente en el más animado defensor de Arafat y el sentido
de la responsabilidad del que hacen gala los jerarcas palestinos.
Eso suponiendo, además, que el tejano sepa quién es Arafat, qué
diferencia a un palestino de un langostino y dónde está Oriente
Medio. Por otro lado, ¿alguien cree que el americano medio está
mejor en geopolítica que el simpático Bush? ¿Y piensa alguien que,
si lo supieran, les parecería mal el deporte de masacrar palestinos?
Estos infundados temores esperemos que, al menos, permitan a Ralph
Nader aparecer como el campeón ecológico de la causa musulmana.
06/10/2000:
El Primer Debate Definitivo
Tras
haber visionado con interés el Debate presidencial entre los candidatos
a la Presidencia de los Estados Unidos varias conclusiones quedan
clara para este desvelado Redactor:
- La
escasa imaginación de los asesores de imagen modernos es espeluznante,
y ambos candidatos aparecieron con exactamente la misma combinación
cromática: camisa blanca, corbata más bien roja y traje azul oscuro
(¿la banderita?). Excesivamente serios, quizá, con una camisa blanca
más bien algo excesiva. Además a Gore la televisión, debido a su
corpulencia, le da un aspecto algo tenebroso y, sobre todo, debiera
cruzarse con alguien que le aconsejara mejor en materia de cuellos
de camisa (excesivamente grande y picudo) y nudos de corbata (el
Windsor está pasadísimo de moda). En conjunto la imagen de Bush
era mucho más agradable.
-
Los debates políticos estadounidenses dan mucha envidia. Aunque
el contenido no es, evidentemente, profundo, los candidatos hablan
de asuntos interesantes, manifiestan su opinión (simplificándola
mucho, es cierto, pero dándola) y respetan la del adversario sin
descalificarla sino tratando de explicar los aspectos que a su juicio
avalan su postura, y además jalonan el debate con pildoritas humorísticas.
Y todo eso con un presentador eficaz, que sabía medir los tiempos
si eran necesario y en horario de máxima audiencia. Todo ello, desgraciadamente,
es impensable en España.
- Sobre
el manido asunto de “quién ha ganado el debate” no podemos decir
más que nos parece una chorrada. Aparte del hecho, para un español,
de que Gore tiene un acento mucho más cuidado que facilita enormemente
entenderle (esperemos que si Bush gana se le “presidencialice” el
acento al estilo del de su padre) la comprensión de lo que dice,
no creemos que saliera mucho mejor parado que su contrincante. Lo
que ocurre es que a los medios de comunicación les resulta esencial
que haya un ganador y un perdedor.
El
debate transcurrió por una senda bastante tranquila y previsible
y ambos se limitaron a exponer sus modos de ver las cosas. En cualquier
caso, y en contra de lo que sostiene la prensa, a nosotros nos parece
que cuando Gore se ponía en plan experto en geopolítica para explicar
que “Serbia más Montenegro es lo que llaman Yugoslavia” no sólo
no estaba poniendo en evidencia la ignorancia de Bush sino haciendo
un ridículo espantoso. Lo que ocurre es que los analistas políticos,
como siempre, acostumbran a pensar que la ciudadanía es tonta y
que esa clase de chorradas provocan en el ignorante pueblo una rendida
admiración hacia quien les explica la esencia de Yugoslavia en tres
líneas que hasta un chaval de 8º de Básica conoce. Por otra parte,
y dado que, como ya hemos explicado en nuestros perfiles de Gore
y Bush hay otras cosas más trascendentes que decidirán estas elecciones
(como los motes de los candidatos o su estatura), el que haya ganado
uno u otro es lo de menos.
31/09/00:
Los sondeos se ajustan
Tras
las repetidas experiencias de las empresas demoscópicas españolas
el resto de compañías del ramo han tomado buena nota. Desde entonces
es habitual que los resultados previstos por los sondeos sean un
"empate técnico" de manera que sólo si los resultados finales suponen
una victoria clara aparece una nueva bofetada a las empresas encuestadoras
(eso ocurrió en nuestras Elecciones Generales). En Estados Unidos,
en estos momentos, parece que el ritmo lento pero seguro de ejecuciones
de George Bush junior ha acabado, como no podía ser de otra manera,
por lograr igualarle en las encuestas a Gore. Aunque el beso del
demócrata le permite conservar su encanto de cara a las mujeres,
el atractivo del tejano es cada vez mayor entre los cabezas de familia
norteamericanos, que quedan cautivados por cada demostración de
hombría del Gobernador que en un solo Estado firma más penas de
muerte al año que cualquier otro gobernante del mundo. En estas
condiciones los debates televisivos se antojan muy interesantes.
¿Tratará Gore de afianzar su imagen de seductor irrumpiendo en el
escenario clavándole un beso de tornillo al atónito presentador?
¿Osará darle un morreo al propio Bush? ¿Reaccionará como un "hombre"
Bush haciendo un alegato práctico en defensa de la Asociación Nacional
del Rifle (RNA) y demostrando la utilidad de una buena 7 milímetros
para repeler los ataques de las hordas sarasas que invaden un país
otrora decente? En cualquier caso, recomendamos a los que tienen
trastocado el horario de sueño por su obsesión por ver a hombres
fornidos hacer el payaso en Sydney que si aguantan un par de días
más con esa dinámica podrán disfrutar de espectáculos mucho más
interesantes.
19/09/00:
Acuerdo sobre los debates presidenciales
La
escasa talla política de los dos candidatos con alguna posibilidad
de ganar las Elecciones USA es más patente cada día. Como recordarán
nuestros lectores los tiempos de amiguismo, corrupción y crimen
de estado que vivió España durante la oprobiosa época socialista
culminaron con una de las mayores bajezas imaginables: llegó a haber
un debate cara a cara entre el entonces Presidente González y el
entonces aspirante Aznar. Esta evidente manifestación de subdesarrollo
democrático era además una innoble burla al sistema democrático,
pues privaba a los ciudadanos, debido a la fórmula elegida, de escuchar
y confrontar las propuestas de otros grupos políticos y polarizaba
el debate político de manera injustificada en Aznar y González.
Afortunadamente la regeneradora aunque tardía llegada de Aznar al
poder permitió acabar con esta fórmula que tanto despreciaba a los
ciudadanos (que recordemos, fueron obligados a presenciar los debates
del 93, que por ello tuvieron tanta audiencia). El respeto que la
formación de la opinión de los españoles en libertad le merece al
PP supuso una transformación radical: o se debatía a 27 (incluyendo
a opciones legítimas y necesarias como Tierra Comunera, el Partido
de la ley Natural o el Partido de los Autónomos y Pensionistas de
las JONS) o no había debate. Los malvados socialistas, claro, optaron
por privar a la ciudadanía del debate de ideas con el Partidu Asturianu
y la Coalición de Feministas en Acción y no hubo debate. Pero, al
menos, se había “pasado página” y los cara a cara son historia en
la más moderna democracia de Occidente que es España.
El
grado de subdesarrollo de muchas naciones es sorprendente si lo
comparamos con nuestro país y por eso no debe extrañarnos que en
otros lugares practiquen la bárbara técnica del debate. Pero en
esta campaña presidencial americana parecía que un humanista como
George Bush Jr. Estaba dispuesto a seguir al líder espiritual de
occidente que es Josemari y había anunciado que no pensaba participar
en los tradicionales debates americanos. La emoción nos embargaba,
¡por fin un país seguía nuestra estela!, ¡por fin el genio político
de Aznar era reconocido incluso en Norteamérica! Y, sin embargo,
el republicano ha tenido que dar aceleradamente marcha atrás y aceptar
los debates tradicionales, abiertos a todas las cadenas, pues sus
asesores de imagen le han comentado que como meta la pata una vez
más puede irse despidiendo de cualquier opción a imitar a su papá.
Y, al parecer, la población norteamericana no veía muy bien sus
jueguecitos con los debates. Ya se sabe que son unos bárbaros.
14/09/00:
George W. Bush suma y sigue
Los
analistas políticos, sean españoles o yanquis, son todos iguales.
Y sorprendentes. Si cuando Bush iba por delante en las encuestas
ello era debido a su carácter espontáneo, a no ser “un intelectual”
y a ser como todos los americanos, ahora, que va por detrás, las
causas son su carácter espontáneo, no ser “un intelectual” y comportarse
como todos los americanos. Descuiden que si, por una de esas, Bush
acabara ganado, estas mismas razones serían las que explicarían
el arrollador triunfo del actual Gobernador de Texas. Mientras tanto
la campaña de Bush va de mal en peor y todas las patochadas que,
como es lógico (recuerden que él es como el americano medio), comete
se están volviendo en su contra. La última ha sido un anuncio de
televisión en el que no se le ha ocurrido otra cosa que identificar
sutilmente a los demócratas con ratas.
El
problema de este asunto no es tanto la comparación, como el que
lo ha hecho en plan disimulado, casi subliminal, tirando la pìedra
y escondiendo la mano. Esta actitud, obviamente, no es nada viril,
y no ha agradado nada a la prensa americana, que le ha montado otra
escandalera. Suponemos que, además, no habrá gustado tampoco al
electorado, porque los asesores de Bush están cada día más preocupados.
Deberían aprender de González y sus famosos anuncios de “España
en positivo” en la que un tenebroso Aznar era identificado con cuervos
y Álvarez Cascos con un rottweiler (anticipándose en unos años a
la histeria anti-rottweiler; por cierto nunca entendimos por qué
se llamó al vídeo “vídeo del doberman” cuando no aparecía ninguno),
pero bien a las claras. Nada de mariconeos subliminales.Los excelentes
resultados del PSOE en esas elecciones (recuerden la “dulce derrota”)
no sabemos si tuvieron algo que ver con el anuncio en cuestión,
pero lo que está claro es que Bush se equivoca quedándose a mitad
camino: si piensa que Gore es una rata que lo diga y punto. La política
española, siempre a la vanguardia.
12/09/00:
CyberGore, en cabeza
Aunque
imaginamos que cuando Ustedes se enteraron de que Gore iba a ser,
finalmente, el candidato demócrata a las elecciones de 2000 pensaron,
al igual que nosotros, que el interfecto no tendría ninguna posibilidad,
resulta que Al Robocop Gore ha logrado dar un vuelco a las encuestas
y situarse nada más y nada menos que 3 puntos por delante de un
político de la talla de Bush Jr. El motivo no ha sido la pasada
adicción de Bush a la cocaína, ni sus respuestas, algo atolondradas,
en los temas de política internacional, ni el compromiso firme de
Gore con la Nueva Economía. No, amigos, no, el motivo ha sido algo
tan importante, especialmente en las elecciones USA, como el voto
femenino (en EE.UU. el 60% de los votantes son mujeres; los hombres
son demasiado machos como para inscribirse en el censo, vaya mariconada
propia de un gobierno comunista). Las feministas, tanto las norteamericanas
como las de este lado del charco, se han afanado en explicarnos
que Gore está mucho más interesado en desarrollar la discriminación
positiva, el camino hacia la igualdad de sexos, etc., pero lamentablemente
el motivo del tirón de Gore es algo mucho más prosaico.
En
el cierre de la convención demócrata de Los Ángeles del mes de Agosto,
la bella esposa de Al, Tipper Gore, subió al estrado y se fundió
en un fuerte abrazo con su marido. Cuando parecía que a Gore se
le estaban acabando las pilas ¡zas!, hete aquí que el tío tiene
su primer gesto supuestamente humano en los últimos ocho años y
le asesta un tórrido beso a su mujer, un beso de enamorado, un beso
retransmitido por todas las televisiones estadounidenses (salvo
los canales porno por cable, que el beso tampoco daba para tanto).
A partir de ahí, el entusiasmo de las mujeres por Gore se acrecentó
geométricamente; las féminas americanas decidieron aparcar en sus
sueños al recio varón tejano, Bush Jr., y fijaron sus miras en el
candidato demócrata, que vio aumentar su intención de voto femenina
del 39% al 48% en apenas dos semanas, en una manifestación de histeria
colectiva que incluso en Estados Unidos resulta novedosa. Algunos
dirían que la pasión femenil por Al Gore deriva de sus continuas
demostraciones de ser un buen padre de familia. Absurdo, decimos
nosotros, de eso el candidato ya había dado sobradas muestras en
el pasado, sin especial incidencia en la intención de voto. Nos
decantamos por pensar que, en realidad, a las americanas les gusta
que su presidente sea un poco juerguista, un "machou latinou", y
en este beso han creído ver reeditados los éxitos del presidente
Clinton, que también se abrazaba y besaba a su mujer antes de tener
complejas reuniones en el Despacho Oral.
06/09/00:
Primer patinazo de Bush
Por
supuesto, no crean que nos hemos equivocado, nos referimos al primer
patinazo del candidato republicano DESDE QUE HA EMPEZADO LA CAMPAÑA,
ya que como todos nuestros lectores saben las metidas de pata de
este modelo de estadista que es Bush Junior han sido numerosas.
En el que era su primer meeting desde el pistoletazo de salida del
sprint final, el inefable Bush, a micrófono abierto que él creía
cerrado, le soltó a su candidato a la vicepresidencia (Cheney),
un sonoro “mira, ahí está el cabrón ese” referido a un periodista
del New York Times. Semejante comentario ha escandalizado a la opinión
pública bienpensante, probablemente porque en parte quienes informan
del “rechazo social generalizado que han producido estas declaraciones”
no son otros que los colegas de profesión del aludido. Sin conocer
nada sobre la actividad del interfecto, pero teniendo en cuenta
cómo son algunos periodistas españoles, creemos que es altamente
probable que el calificativo del republicano fuera incluso suave.
Por otra parte, no entendemos por qué el gran encanto de Bush, esa
campechanía y ese espíritu suyo que entronca con el americano de
a pie, va a verse disminuido por afirmaciones como esa. Es más,
suponemos que a los americanitos de a pie les encanta que un político
se atreva a decir en público, en un alarde de virilidad y honradez
intelectual, lo que piensa en privado. Pensamientos que, no lo dudamos,
deben ser además compartidos por muchos de ellos. Sin embargo esta
salida de tono de Bush demuestra algo que es indudable: no sabe
tratar a los periodistas. Este aspecto puede lastrar de manera importante
su campaña. Aconsejamos a su padre que recurra a su amigo y estadista
internacional, Felipe González, para que éste le dedique unos minutos
al inexperimentado Gobernador de Tejas, y le enseñe a tratar correctamente
a quienes siguen la campaña. Recuerden que González reservaba los
insultos para los jueces, y en cambio a los periodistas críticos
los convertía a la fe felipista (Anson dixit).
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