Pat
Buchanan
POSIBILIDADES:
Las
opciones de Pat Buchanan para alcanzar la presidencia de los EE.UU.
son escasas; pese a que dice representar los intereses de la América
profunda, su intención de voto a duras penas sobrepasa el 2% de
los sufragios, y aunque el sistema electoral americano es mayoritario
y dividido por estados, ni siquiera creemos que tenga algo que decir
entre los verdaderos americanos de Utah o Wyoming. En consecuencia,
Pat es un candidato testimonial, pero no por ello carente de atractivo.
BIOGRAFÍA:
Lo
cierto es que estas no son las elecciones de Pat Buchanan; su gran
oportunidad llegó en los buenos tiempos de la "Revolución conservadora"
acaudillada por Newt Gingrich, allá por mediados de los años 90.
De entre los candidatos a las primarias republicanas, estamos seguros
de que Pat era aquél que suscitaba las mayores simpatías del pueblo
americano, del propio Gingrich e incluso de su mentor intelectual,
Ronald Reagan, quien no paraba de pronunciar su nombre ("Pat") en
su clínica de reposo (algunos dicen que este amor de Reagan por
Buchanan obedece al avanzado estado de chochez en que el mal de
Alzheimer lo ha situado, pero nosotros no hemos notado la diferencia,
a decir verdad). Pese a que, como ya decimos, Buchanan era el favorito,
tanto para la prensa como para los corazones de toda América, los
politiqueos, las maniobras sucias a las que ni siquiera el partido
republicano es ajeno colocaron en su lugar a un gris senador, Bob
Dole, que ni siquiera sabía bailar bien la Macarena, y que fue fácilmente
batido por el falaz liberalismo de Bill Clinton. Buchanan y los
republicanos habían perdido su gran oportunidad (y América con ellos).
A la
vista de los escasos resultados de la Revolución conservadora, paradójicamente
derrotada por una felación al presidente Clinton (aunque eso sí,
una felación sionista), los republicanos buscaron aires más moderados,
y Pat también buscó otros aires, pero en sentido contrario: Buchanan
ahondó en sus propias raíces ideológicas, de las que hablaremos
enseguida, y llegó a la conclusión de que su futuro estaba en el
Partido Reformista, esto es, el invento antisistema (y cuando algo
es "antisistema" en EE.UU. ya sabemos de lo que estamos hablando:
ciudadanos en armas para defenderse de los "burócratas de Washington")
del millonario texano Ross Perot. Rápidamente, Buchanan se hizo
con el grueso de las masas del Partido Reformista, y comenzó a postularse
como candidato para el cambio. No le fue difícil deshacerse de Perot,
ya ninguneado por el nulo resultado de sus anteriores aventuras
electorales, pero acabó dándose de bruces con Jesse Ventura, ex
luchador de Wrestling (sí, esos tíos musculosos, aunque vestidos
casi como reinonas, que simulan atizarse sobre un cuadrilátero entre
los aullidos del público) y flamante gobernador de Minnesota, principal
(y único) triunfo de los Reformistas.
El
discurso populista y ultraconservador no pudo convivir en paz con
el discurso conservador y ultrapopulista de Ventura, y finalmente
el Partido quedó bien partido, con Ventura por un lado, Buchanan
por otro, y los seguidores de Perot que aún quedan en medio de los
dos.
FUNDAMENTOS
IDEOLÓGICOS:
El
ideario de Buchanan es taxativo: "América para los americanos".
Y estos, sorprendentemente, no son los indios de Sudamérica (los
de Norteamérica fueron aniquilados hace tiempo, y los que quedan
morirán en breve de cirrosis), sino los descendientes de los puritanos
que desembarcaron en Norteamérica hace casi 400 años (en realidad,
con que sean puritanos es suficiente). Naturalmente, afroamericanos,
asioamericanos, chicanos y demás minorías son, respectivamente,
sucios negros, torvos amarillos e impíos hispanos, y jamás podrán
formar parte de la verdadera América. Porque los EE.UU. son un gran
país, sí, pero pueden perder sus esencias si sigue permitiendo la
entrada de malvados inmigrantes. Si a ello le unimos el deseo del
comunismo internacional (todos los países menos EE.UU. y, hasta
hace unos años, Sudáfrica) de destruir las esencias americanas,
todo son peligros que acechan a la Madre Patria. Para combatirlos,
la receta de Pat es clara: más bombas atómicas, las suficientes
para proteger la cuna de la democracia y asegurarse de que los pérfidos
extranjeros no intenten polucionar América con su siniestro liberalismo
de raíz marxistoide.
Todo
esto, por último, puede conseguirse sólo de una manera: rezando
mucho a Dios, no importa qué Dios mientras sea de confesión protestante,
para que proteja a América y destruya a sus enemigos. ¿La Economía
y esas tonterías? Ninguna atención especial, cuando necesitemos
dinero ya venderemos armas a algún dictador sudamericano o privatizaremos
las pensiones o la educación públicas, o las dos cosas a la vez,
a ser posible.
Inexplicablemente,
con este programa Buchanan no tiene ninguna posibilidad.
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