PROSPECTIVA:
Lugo es, en todos los aspectos, una provincia maravillosa.
El sueño perverso de cualquier analista. Miren los
datos, mírenlos, eso es una provincia como Dios manda:
cinco escaños a repartir en 1977 y ninguno para la
izquierda, con AP de segunda fuerza política. Con el
paso de los años Lugo ha perdido toque, pero siempre
ha tenido un orden de prioridades claro: aquí siempre
gana el PP.
Incluso
en años emblemáticos para la izquierda, como
en 1982, con el PSOE en 202 escaños y un 48% de los
sufragios, con todo en contra, Lugo supo mantenerse en su
lugar, pues fue una de las siete provincias en las que AP
se hizo con el triunfo. Y no crean que pasando apurillos,
no, sino sacándole casi veinte puntos de distancia
al PSOE, y permitiéndose además el detalle exótico
de que la UCD sacara el mismo número de diputados que
en Madrid: uno, testimonio de la seriedad con la que los luceses
abordan la política y los procesos electorales.
En
Lugo, y en provincias como Lugo, la política es una
cuestión de sano compañerismo, y las eventuales
disputas se dirimen con un poco de mano izquierda, sobre todo
si la mano incorpora prebendas y chanchullos sin importancia,
pequeñas compensaciones por el sincero apoyo electoral,
pues en Lugo la gente no quiere que los políticos se
pierdan en absurdas disquisiciones macroeconómicas;
quieren hechos, resultados palpables: ¿y se pueden
Ustedes imaginar un efecto más directamente benéfico
para el electorado que recibir un pago directo por su voto,
sea éste posterior al sufragio, simultáneo o
(como se estila últimamente, símbolo de la confianza
depositada por el representante político en sus representados)
incluso anterior?
Y
sin embargo, este plácido estado de cosas corre grave
peligro. Si bien es directamente imposible que el PSOE consiga
empatar en escaños con el PP (para ello debería
mejorar unos veinte puntos sus resultados de 2000), en Galicia
el cáncer de la destrucción de España
también ha germinado, aunque es cierto que controlado
por ahora firmemente por el PP: el BNG sacó un 16%
de los sufragios, insuficiente para llegar al escaño
pero que en determinadas circunstancias, mejorando dos o tres
puntitos sus resultados de 2000, serían suficientes
para arrebatar de las manos de los populares el tercer escaño,
que les pertenece no por derecho divino, sino por trabajosa
adquisición en el mercado electoral.
Sin
embargo, como somos unos románticos y nos resistimos
a aceptar que Lugo pierda gran parte de su aureola (cualquier
resultado en el que el PP no saque al menos tres de los cuatro
escaños es impropio del prestigio de la provincia),
vamos a hacer un análisis maléfico que salvaguarde
el interés superior del PP: en Lugo el PSOE se recuperará
un poco respecto a 2000, desde luego no como para empatar
en escaños con el PP, pues ya hemos quedado que eso
es imposible, pero sí lo suficiente para quitarle al
BNG los votos que necesita para llegar al escaño, de
forma que Lugo rizará el rizo y, ofreciendo un porcentaje
de voto a la izquierda mayor que nunca en su historia, será
la demostración más palpable de hasta qué
punto votar a la izquierda no sirve para nada. Así
que PP 3, PSOE 1. |