PROSPECTIVA:
La desaforada pasión por el sexo de los habitantes
de las islas ha dado su fruto: un montón de niños
que traen un escaño más debajo del brazo.
Por
razones que pertenecen a los arcanos de la fascinante política
de las Islas Canarias
(y que, respetuosos como somos, nos ahorramos indagar), Las
Palmas ha sido una provincia históricamente mucho más
conservadora que Tenerife, donde la izquierda ha tenido siempre
una representatividad escasa y donde CC (a diferencia de lo
que ocurre en Tenerife) es incapaz de competir con el PP.
Por
esa razón, el PP arrasó en las elecciones de
2000, y si Las Palmas hubiera contado entonces con ese octavo
escaño del que dispone ahora, se habría convertido
en el quinto escaño del PP. Sin embargo, como ocurre
con la práctica totalidad de los cambios en el reparto
de escaños motivados por la población, el aumento
de escaños en Las Palmas, nuevamente, perjudica al
PP. Porque si bien es cierto que el PP habría sido
el agraciado con el quinto escaño en 2000, también
lo es que lo habría conseguido por los pelos. Tan sólo
con que el PSOE subiera un punto y medio respecto a 2000,
o CC tres puntos, el reparto del nuevo escaño variaría.
Y nuestro insufrible felipismo nos lleva a pensar que incluso
en Las Palmas sufrirá el PP cierto desgaste electoral,
suficiente como para que se mantenga en los cuatro escaños
de 2000, cediéndole el nuevo a alguna de estas dos
opciones.
Ahondando
aún más en nuestro universalmente conocido gusto
por la corrupción y el crimen de Estado, posiblemente
influidos por el pernicioso ambiente que nos rodea, lleno
de amiguetes despilfarradores y sin escrúpulos, creemos
que será el PSOE el que se lleve el gato al agua, básicamente
a causa de la ridiculez de los resultados que cosechó
en 2000 Joaquín Almunia y su mirada limpia. Así
que PP 4, PSOE 2, CC 2. |