PROSPECTIVA:
Los habitantes de Cuenca, que un día fueron numerosos
hasta el punto de constituir una circunscripción con
cuatro escaños, se han visto beneficiados en gran medida
por la política de reequilibrio territorial de los
sucesivos Gobiernos, generando un enorme agujero demográfico
entre el centro (Madrid, el Paraíso) y la periferia
costera (donde hay mucha gente construyendo edificios de apartamentos
para el veraneo de los madrileños).
Gracias
a este despoblamiento, los conquenses son ahora menos pero
más importantes: la ley electoral les otorga graciosamente
dos escaños de regalo promocional "Ustedes, aunque
ni Ustedes mismos lo crean, existen, eso sí, cada cuatro
años", con lo que el voto conquense (y soriano,
y turolense, y palentino, ...) vale una pasta.
Por
otro lado, es una ventaja ciertamente baldía. Imagínense
lo que supone ser el número uno por la lista de Izquierda
Unida en Cuenca. Es imposible no sentir lástima por
el/la candidat@ (@ superGay incluida), pobre h@mbr@ (¿lo
entienden? ¡"hembra" + "hombre"!
¡De aquí a "Humor Amarillo"!). El conquense
medio va a votar consciente de su poderío representativo
pero sabiendo también que su voto es un referéndum:
o este, o este; y punto.
En
el caso de Cuenca, la cosa está clara: desde 1993 gana,
cada vez más holgadamente, el PP. Ni siquiera José
Bono ha logrado que hiciera pleno, pero el pronóstico
es taxativo: PP 2, PSOE 1. |