PROSPECTIVA:
Asturias es,
en el imaginario colectivo, una de las regiones "rojas"
de toda la vida. Plagada de mineros que llevan mas de sesenta
años malviviendo de su trabajo en condiciones ciertamente
insalubres, centro histórico de la Revolución
de Octubre de 1934 que, según ha indicado un historiador
tan acreditado (por él y sus amiguitos) como Pío
Moa, sería el verdadero inicio (y principal prueba
de la culpabilidad del Frente Popular en su génesis)
de la Guerra Civil, se supone que en Asturias la izquierda
tiene una presencia histórica de entidad.
Y,
sin embargo, a la hora de la verdad su presencia parece resumirse
en la fuerza relativa de IU, notoriamente mayor que en el
conjunto de España, más que en una posición
subalterna de la derecha en cuanto a los resultados electorales:
el PP ganó cómodamente en 2000, ganó
también en 1996, y UCD+AP sumaron más votos
que PSOE+IU en 1977. Y ello a pesar de que Asturias constituye
el mayor fracaso de la economía española en
los veinticinco años de democracia, con una pérdida
relativa de poder adquisitivo preocupante, y una pérdida
de población también notoria. Un fracaso de
cuyas razones, a decir verdad, no tengo ni la menor idea (y
eso que el fracaso económico contrasta con la enorme
vitalidad de la vida cultural asturiana, que queda ampliamente
constatada con la imparable efervescencia del Bable, producto
íntegro de dicha vida cultural en tanto inventado en
cuatro días con el objeto de convertir el paralenguaje
de los aullidos de pastores en toda una lengua con derecho
a subvención perpetua).
Por
otro lado, el pronóstico electoral en Asturias supondría
un reto problemático si atendiéramos a los resultados
de 2000, donde el PP consiguió 5 escaños por
los pelos. Afortunadamente, la ya mentada pérdida poblacional
juega en nuestro favor, y la reducción de escaños
que experimenta la provincia para estas elecciones (de 9 a
8) prácticamente asegura la pérdida al PP de
uno de sus cinco diputados. Por tanto, el pronóstico
quedaría así, PP 4, PSOE 3, IU 1.
Nota
de rectificación del autor: desde la publicación
de este artículo, he recibido buen número de
correos electrónicos enormemente críticos, con
independencia de la forma de expresar su desacuerdo, con la
visión eminentemente negativa que se da en el texto
del Bable o Asturiano. Dichos lectores consideran que la visión
que doy de dicha lengua corresponde a un análisis superficial
que ignora la importancia real del asturiano en la región
y en las provincias limítrofes; afirman que sólo
desde el desconocimiento se puede defender que el asturiano
sea un idioma "inventado en cuatro días",
que, bien al contrario, es una lengua que goza de una importante
presencia social y que no sólo no se debe dicha implantación
a una voluntariedad política de carácter artificioso,
sino que puede verse en las restricciones impuestas por algunos
dirigentes políticos el motivo de que su implantación
no sea aún mayor; personalmente reconozco que mi juicio
sobre el asturiano puede haber sido superficial, e incluso
que pueda deberse en parte a una visión de las cosas
que tiende a asociar "normalización de lenguas
minoritarias" con "intereses nacionalistas",
y en consecuencia asume que la primera no responde a una auténtica
voluntariedad social de fomentar su uso, sino a una intencionalidad
política, más o menos abrupta, de capitalizarlo.
Por tanto, presento mis excusas y anuncio una opinión,
por mi parte y en adelante, menos alejada de las objeciones
que sobre dicha opinión he expuesto. Aclaro que he
optado, empero, por mantener el texto original y añadir
esta rectificación porque creo que resulta una solución
más honrada para con los lectores que censurarme a
mí mismo. |