Teoría
de la Acción Comunicativa (dos vols.)
JÜRGEN
HABERMAS
Teoría
de la Acción Comunicativa es la obra cumbre del filósofo
alemán Jürgen Habermas. Ya sé que los adjetivos
"filósofo" y "alemán" harán
que muchos de Ustedes se planteen si no sería mucho mejor
pasar el rato haciendo cualquier cosa que no sea leer el resto de
este artículo, pero no se vayan todavía, intentaré
aclarar las cosas antes de perder al dilecto público.
En
realidad, no es del todo correcto catalogar a Habermas de filósofo.
Quizás sería más apropiado considerarlo un
sociólogo, pues sus obras se dirigen fundamentalmente al
campo de la teoría social. Sin embargo, como también
hemos puesto de relieve, Habermas es un filósofo alemán.
Quiere esto decir que cualquiera que no sea alemán encontrará
sus textos particularmente indigestos, pesados y prolijos, en una
palabra, ideales si lo que Usted quiere es fardar de culto mientras
acaba con sus problemas de insomnio. Si Habermas es un filósofo
según la crítica esto es debido, fundamentalmente,
a que dicha crítica ha quedado tan anonadada ante la alemanidad
de sus escritos que no ha tenido más remedio que pensar:
"este tío es un pesao, no se entiende nada, y además
es mu profundo", ergo es un filósofo de toda la vida,
o bien deciden lavarse las manos llamándolo "pensador",
útil cajón de sastre en el que meter todo lo que se
sale de las cuatro tonterías pensadas alguna vez en los países
latinos.
Es
decir, que no se preocupen. No es un filósofo. Tan sólo
es alemán. Ya está, han caído en la
trampa. Han llegado al tercer párrafo y ya no tendrán
más remedio (eso espero) que tragarse todo mi resumen. De
todas maneras, piensen que podría ser peor. Podría
ser también alemán el que hiciera el resumen (en cuyo
caso la barra de navegación vertical de esta página
se reduciría a límites imperceptibles para el ojo
humano), o incluso podrían haberse leído Ustedes Teoría
de la Acción Comunicativa, como el desgraciado que esto
escribe.
Decía
que han caído en la trampa porque Habermas es un pensador
alemán progresista. Y esto sí que es grave.
Vivimos en un mundo en el que el progresismo, como base de la teoría
política, no está de moda, y si se pone de moda su
discurso se reduce a decir dos o tres lugares comunes no muy pensados
sobre el capitalismo, el imperialismo, el cristianismo o cualquier
cosa acabada en -ismo que acabe garantizando que porros = radikalismo
= positifo versus capitalismo = fascismo = negatifo.
Pero
cuando un alemán es progresista no le basta con decirlo.
Ha de demostrarlo científicamente. Y como buen alemán,
llevará su empeño hasta el final. Nada de decir que
el capitalismo es muy malo, hay que demostrar por qué es
malo, fehacientemente, y ofrecer una alternativa plausible que abarque
todos los ámbitos de la vida. Por eso, como todos los progresistas
serios, Habermas parte de Marx (otro alemán) en un doble
empeño: demostrar que Marx estaba equivocado (pero no por
razones esotéricas, estilo "el comunismo no cuenta con
la maldad humana", sino con complicadas argumentaciones teóricas),
y demostrar que su teoría es aún más científica,
esto es, tiene aún más páginas, y más
complejas, que la teoría de Marx.
Habermas
considera que en el mundo actual el sistema capitalista ha impuesto
un modelo de acción orientada hacia fines concretos en el
que la interactividad con el público no existe y en el que
hay una cesura evidente entre los intereses, claros y definidos,
del "sistema" (el capitalismo de mercado, las instituciones
políticas y sociales) y "el mundo de la vida" (la
ciudadanía). Todo en el mundo se explica con atención
a beneficios supuestos, racionales e inmutables del "sistema",
razones de orden superior que funcionan como una máquina
bien engrasada para obtener unos fines preestablecidos desde un
principio, pero totalmente ajenos a los intereses, dispersos y "por
descubrir", del "mundo de la vida", es decir, Ustedes
y yo.
¿Ven
qué complicado es? Acabo de escribir un párrafo resumen
y ni siquiera yo entiendo nada. Lo que viene a decir el pensador
alemán es que el sistema capitalista impone un modelo totalmente
alejado de los intereses del público, al que no se molesta
en escuchar, pues lo inserta en un sistema perfectamente estructurado
y con unos objetivos claros. Frente a esto, Habermas detecta la
existencia de un "mundo de la vida" fuera del ámbito
del sistema, es decir, los ámbitos de acción no jerarquizados,
ni orientados a fines concretos, de la vida cotidiana, en los que
él cree que puede hilarse una respuesta frente al maligno
sistema. Vendría a ser como comparar el funcionamiento rígido
y racional de una empresa con el entorno menos formalizado, a veces
contradictorio y sujeto a constante cambio, de una reunión
de amigos, en la que no se tienen fines concretos ni es seguro que
se llegue alguna vez a ningún objetivo, pues la vida cotidiana
no se ordena en torno a fines, sino en torno al diálogo,
a la interacción entre los miembros del público.
Habermas
cree que el "mundo de la vida" puede articular una respuesta
a la racionalidad implacable y monológica (es decir, que
no escucha a nadie ni cambia nada le digan lo que le digan) del
sistema a través del continuo "diálogo intersubjetivo"
que se produciría en el "mundo de la vida". Los
individuos que forman una sociedad dada, que no buscan un fin concreto
sino el entendimiento en el diálogo continuo con los demás,
pueden llegar a conclusiones que son, sin embargo, válidas,
por cuanto participan todos de las mismas y no han buscado el interés
egoísta, sino el consenso. Todos parten de su propia subjetividad,
pero merced a la asunción de unas normas éticas de
carácter universal insertas en el diálogo (que, sin
embargo, Habermas no define claramente, pero parecen estar relacionadas
con la propia ausencia de fines concretos y particulares en el diálogo,
con el carácter racional del mismo y con la búsqueda
del consenso), la "intersubjetividad" puede generar un
resultado que, si no es objetivo según los parámetros
científicos (al igual que tampoco lo sería la pretendida
racionalidad que emana del capitalismo de mercado), al menos está
validado por la participación activa de la ciudadanía
en su gestación y, por tanto, es útil para la acción
social.
Por
último, quedaría la duda de cómo hacer llegar
al "sistema" las resoluciones adoptadas por "el mundo
de la vida", cómo conseguir que el consenso al que se
llega mediante el diálogo tenga un efecto sobre el funcionamiento
del conjunto de la sociedad. Aquí podríamos decir
que Habermas acaba refugiándose en la acción política,
pues considera que los otros vehículos de contacto entre
"sistema" y "mundo de la vida", o son impracticables
(los medios de comunicación, mediadores interesados al servicio
del "sistema", que no pueden configurarse como interlocutores
válidos e imparciales), o no tienen efectos prácticos
(asociaciones intermedias de ciudadanos, como podrían ser
los sindicatos, la Iglesia o -no se rían- las agrupaciones
de vecinos).
¿Han
visto qué complicado? Aquí no aparecen socorridas
chapitas del Che Guevara por ningún lado, ni es necesario
dejarse el pelo a lo rasta para parecer más progre. De lo
que se trata es de asumir, en esencia, que el interés social
exige la renuncia al interés particular, que es el que definiría
al "sistema" bajo el barniz de un ordenamiento "objetivo"
y "científico" de la sociedad. Naturalmente, lo
que acabo de explicar es un resumen muy simplificado de la teoría
de Habermas (resumen que posiblemente esté sujeto a muchas
críticas, pero no me cabreen y tráguenselo enterito
o les juro que haré una segunda versión más
ajustada a la realidad, que por tanto incluirá notas al pie
de página y bibliografía), pero creo que operativo
para que se expongan también algunas críticas fundamentales
a la teoría:
-
La primera, la indefinición de las normas éticas
"de carácter universal" que validan todo el cotarro.
Si asumimos que el valor del consenso está en la ausencia
de verdades absolutas, y en que se llega a resultados comenzando
en un punto de partida subjetivo, no está nada claro en
virtud de qué las "normas éticas" tienen
carácter universal. Habermas es valiente al tratar de huir
del relativismo, pero el problema es que no queda claro si consigue
huir.
- Tal
sistema de diálogo racional no puede funcionar en la sociedad
de masas. ¿Cómo es posible que el gran público
participe en un diálogo continuo, de carácter racional,
aportando su perspectiva sobre los asuntos de interés general?
La única vía inventada es el voto, pero el voto
no puede sustituir a este diálogo, que forzosamente sólo
podrá darse en pequeña escala o a través
de los medios de comunicación de masas, los cuales desvirtúan
la validez de dicho diálogo.
- En
general, se achaca a Habermas estar totalmente alejado de la realidad.
No se sabe muy bien por qué el público, a diferencia
del "sistema", carecerá de fines concretos en
el diálogo, ni cómo los resultados de este diálogo
pueden afectar al "sistema" (si no es, nuevamente, a
través del voto).
Habermas
llega a un callejón sin salida. Al menos en apariencia. Pero
lo cierto es que constituye un intento, serio y trabajado, de ofrecer
una salida a la izquierda tras el desbarajuste en que la situó
el hundimiento del comunismo (pocos años posterior a la obra
de Habermas) y la aparición de santeros y nigromantes disfrazados
de ideólogos que han acabado convirtiendo la política
en un cachondeo, o mejor dicho, una ruleta en la que siempre sale
el cero (siempre gana la banca) mientras los representantes de los
demás números sólo saben vociferar que la banca
es muy mala y corrupta. En estas condiciones, cabría intentar
hacer una redefinición de la teoría de Habermas que
permita dotar a la izquierda de una base sólida con la que
oponerse al pensamiento único, que todo el mundo critica
sin molestarse en comprobar si sus críticas están
sustentadas mínimamente en hechos, y por supuesto sin ofrecer
alternativas serias.
Afortunadamente,
yo no soy alemán, así que que me siento liberado de
una cruzada de este calibre, por otro lado superior, como es evidente,
a mis capacidades. ¿Es usted alemán o tiene antepasados
alemanes? ¿Se llama usted Aloisious, o Krueger, o algún
nombre que suene bien? Pues ya tiene tarea para los próximos
50 años, piense algo serio y contundente que mientras tanto
nosotros organizaremos festivales solidarios.
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