Las
tres resurrecciones de Johnny Cash
"I
shot a man in Reno just to watch him die"
Para
muchos consumidores de música popular, Johnny Cash puede
representar un exponente más, si se quiere el más
conocido, de la música country norteamericana, que
está de moda porque, como ocurre con muchos otros artistas
del país de las barras y las estrellas, su biografía
ha sido llevada al cine. Los más avispados sugerirán
nombres como Bob Dylan o Kris Kristofferson, que recondujeron la
carrera de Cash en los difíciles años 60 y 70. Otros,
sin embargo, apuntarán a un nombre como redentor del último
Cash: el productor Rick Rubin, que ofreció, mano a mano con
Johnny, los últimos y más originales coletazos de
una carrera con altibajos pero que destaca por su continua reinvención.
La letra pequeña de la historia, la que tan sólo aparece
de refilón en el reciente biopic Walk the line (en
castellano titulada En la cuerda floja), dice que Cash
fue un personaje contradictorio, al igual que muchos de los pioneros
del rock and roll, coetáneos suyos. Su progresismo
social, con conciertos de apoyo a los presos en las prisiones de
máxima seguridad de Folsom y Saint Quentin, sus letras exaltando
al forajido y al renegado por la sociedad norteamericana (no en
vano fue considerado uno de los principales representantes del country
outlaw junto a Waylon Jennings y Willie Nelson), su reiterado
consumo de drogas durante la transición de los 50 a los 60
y su defensa del aborigen (eso es, el indio) chocaban con un conservadurismo
impregnado de los valores tradicionales de la América rural,
la República Invisible de Greil Marcus, y con un
fundamentalismo religioso que se acrecentó a raíz
de su boda con June Carter.
El
caso es que Cash ha pasado a la historia por todos estos aspectos
de su personalidad, recogidos en dos autobiografías, pero
sobre todo por su música. En una época en la que el
rock and roll está naciendo, Cash es el encargado
de fortalecer un híbrido que se llamará rockabilly
y que se interpretará con guitarra acústica. Su profunda
voz y su habilidad como letrista no caen en saco roto para el mago
de Nashville, Sam Phillips, quien se encarga de lanzar los primeros
éxitos de Johnny desde su lanzadera de Sun Records, plataforma
también para Elvis Presley, Jerry Lee Lewis y Carl Perkins,
con los que saldrá de gira, y con los que protagonizará
un viaje a lo largo del país lleno de excesos.
En
1958 Cash abandona Sun Records tras una fuerte pelea con Sam Phillips,
al que Johnny culpaba de robarle parte de sus royalties.
Su fichaje por la Universal se produce instantáneamente,
pero coincidirá con una etapa de declive personal. La relación
con su primera mujer, Vivian Liberto, se resquebraja, y las drogas
pasan a ser habituales acompañantes de Cash. En 1965 es detenido
por la policía fronteriza en El Paso por intentar pasar a
Estados Unidos con una bolsa de pastillas en la funda de su guitarra,
prueba de su adicción. Cash toca fondo, es detenido en varias
ocasiones por participar en peleas y se le llega a acusar de vagabundo.
Mientras tanto, sus brillantes canciones quedan en el olvido colectivo.
Es
en este momento cuando Cash resucita por primera vez. La culpa la
tendrá una joven cantante, June Carter, que forma parte de
la conocidísma formación The Carter Family (fundada
a principios del siglo XX y que hoy en día sigue actuando).
Carter ayudará a Cash a abandonar las drogas y le encaminará
nuevamente hacia el éxito gracias a un tema, Ring of
fire, que compone para él. June Carter pasará
a formar parte de la banda de Cash y éste, agradecido y enamorado,
se le declara en un concierto ante sus seguidores. Final feliz para
la historia, claro, con boda y con el bueno de Johnny abandonando
la cuerda floja para instalarse en la cómoda práctica
religiosa y la vida familiar. Caldo de cultivo para la película
que ahora vemos en las pantallas.
Son
momentos en que el éxito sonríe a Johnny Cash. Los
conciertos en Folsom y Saint Quentin, lanzados más tarde
en LP, resultan históricos y reportan a Johnny cuatro premios
Grammy y unas ventas millonarias. Su amistad con Bob Dylan se fortalece
y contribuye a la retoalimentación entre ambos músicos,
que se plasma en el álbum Nashville Skyline de Dylan,
un magistral disco de country. De hecho se suele apuntar
que la carrera de Dylan debe mucho a Cash, ya que su influencia
fue decisiva para la creación de álbumes como el propio
Nashville Skyline o John Wesley Harding. Cash
comenzará en esas fechas, además, un programa en la
televisión nortemaericana de enorme éxito, por el
que desfilará el propio Dylan en una de sus escasas apariciones
televisivas.
Poco
a poco, y con la irrupción de nuevos estilos musicales y
nuevas concepciones del rock, Cash caerá en un letargo
musical e incluso ideológico. En 1970, por ejemplo, se le
prodrá ver en la Casa Blanca apoyando a Richard Nixon e incluso
aparecerá en el programa de los Teleñecos (!). A pesar
de su interesante Highwaymen, junto a Nelson, Jennings
y Kristofferson, su contrato discográfico expira en 1986
sin que su compañía decida renovarlo.
Tras
28 años, Cash se encontraba nuevamente sin contrato discográfico.
Situado una vez más en la base de la industria musical, recibirá
su segundo aliento por parte del productor de hip hop Rick
Rubin. Ambos conseguirán reivindicar la carrera de Cash y
renovar, una vez más, el country con una mixtura
de canciones propias y ajenas en el proyecto American Recordings
(que alcanzará cuatro entregas y una excelente caja póstuma).
La voz cavernosa de Cash repasa, entre otros, a Depeche Mode, Nine
Inch Nails, U2, Beck, Bruce Springsteen, los Beatles, Bob Marley,
Tom Petty, Leonard Cohen, Tom Waits o Sting. La lista de acólitos
y colaboradores se hará también muy extensa. Junto
a él trabajarán, por ejemplo, Nick Cave, Petty o los
Red Hot Chilli Peppers. Los discos, esencialmente acústicos,
suponen un genial paseo por la historia de la música popular,
desde las melodías rurales americanas hasta el pop decadente
de Cave o Depeche Mode.
Los
elogios y premios llueven por todas partes a un Cash cada vez más
decrépito, aquejado de neumonía, diabetes y parkinson,
y que se acerca a la tumba en varias ocasiones. Sin embargo, será
la muerte de June Carter la que le dará la estocada final.
Johnny tan sólo sobrevivirá cuatro meses a su esposa
y fallecerá en septiembre de 2003. Poco antes dejaba su testamento
visual en el magnífico videoclip de Hurt, la canción
de Nine Inch Nails, rodeado de sus objetos más queridos en
su casa.
La tercera resurrección ha llegado de manera póstuma,
recientemente, bajo la batuta del director James Mangold en la ya
citada Walk the line. Poco antes de su fallecimiento, Cash
señalaba a Joaquin Phoenix como el actor más indicado
para representarlo en la película. Mangold se apuntó
un tanto al echar mano de Reese Witherspoon, favorita para el papel
de June Carter tras varias interpretaciones en películas
de adolescentes. La película se ha llevado cuatro globos
de oro y un par de oscars, entre ellos el de mejor actriz. Pero
lo realmente interesante es el relanzamiento (necrofilia obliga)
de la carrera de Cash: portadas y amplios reportajes en revistas,
reediciones, antologías, dvds, premios y más premios,
con el aumento de los ingresos para los Cash que eso supone. Para
los escépticos, un dato: la cadena de tiendas HMV ha publicado
un informe en el que asegura que las ventas del catálogo
de Cash se han disparado un 676 por ciento tras el lanzamiento de
Walk the line. Prueba de que los viejos rockeros nunca
mueren.
José
Ricardo March
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