Bob
Dylan, Blonde on Blonde
Is
your heart made out of stone, or is it just solid rock?
Personaje
extremadamente camaleónico (ríanse de David Bowie),
judío o cristiano según el momento de su vida que
se observe, propuesto en varias ocasiones para el Nobel de Literatura,
adalid de la canción protesta que actúa décadas
más tarde ante Juan Pablo II, huraño, introvertido
e imprevisible, Bob Dylan constituye, desde luego, uno de los misterios
más insondables de la historia del rock, de la que forma
parte, guste o no, en un puesto privilegiado como impulsor, en los
años 60, de un sonido particular que ha tenido una larga
estela de seguidores.
La
trayectoria de Robert Zimmerman está llena de giros inesperados,
traiciones y desencantos. Procedente de Minnesota, recala en Nueva
York y, tras el alias de Bob Dylan (tomado de su fascinación
por el poeta Dylan Thomas), se convierte en una de las puntas de
lanza de la canción protesta, ese movimiento que nos ha deparado
a artistas tan demagógicos como incultos musicales como Pete
Seeger. Dylan alcanza la fama con canciones como "Blowin' in
the Wind" o "The Times They Are A-Changin'", beneficiándose
de las reivindicaciones del momento (Vietnam, el pacifismo, la revolución)
para juntarlas en canciones insulsas fácilmente tarareables.
Pero Dylan no es tonto, y pronto se destapa, pasándose al
rock, haciéndole un corte de mangas descaradísimo
a la música folk ("No os creo, mentirosos", increpa
a su público en Newport tras ser llamado traidor) y tocando
la música que le interesa. Sus temas se hacen más
complejos (se suelen ridiculizar sus versos llenos de sueños
y visiones jeroglíficas) y su universo musical madura enormemente
al rodearse de un excelente plantel de músicos para grabar
sus LPs. Tras "Bringin' It All Back Home" y "Highway
61 Revisited" Dylan graba en 1966 "Blonde on Blonde",
la obra que muchos consideran su cima creativa. Sea como fuere,
Dylan, tras grabar este disco, se estrella con su moto cerca de
Woodstock, pasa una larga temporada convaleciente, ve la luz, y
atraviesa, desde ese momento, por diversos vericuetos musicales,
como el gospel, el country o el pop más insulso y tontorrón.
Pues
bien, "Blonde on Blonde" delata la energía creativa
de Dylan en un disco doble (se considera el primer álbum
doble de la historia del rock) cargado de inspiración, mucha
mala leche, y muy buena música. Para empezar, Dylan contó
con músicos inmensos como Al Koper, James Robertson y, sobre
todo, Charlie McCoy, sin quien no se entendería el sonido
dorado que exhala el disco. Un "sonido dorado" que ha
sido, desde siempre, la obsesión musical de Dylan, y que
en este LP consigue su máxima expresión: la combinación
de metal con la base instrumental del rock nos hacen olvidar rápidamente
letras tan idiotas como "Rainy Day Women 12 & 36",
la canción de apertura del álbum.
Si
descontamos estos devaneos de Dylan, las letras del disco son excelentes,
en especial por su coherencia: "Blonde on Blonde" habla
de amor, pero con ironía y mucho malhumor, un disco lleno
de reproches hacia la mujer. Las canciones son tristes, pesimistas,
incluso melancólicas y hablan de la imposibilidad del amor:
Dylan describe peleas en el seno de la pareja ("Most Likely
You Go Your WaY And I'll Go Mine"), habla del amor como relación
de intercambio ("Pledging My Time"), se burla de la mujer
("Leopard-Skin Pill-Box Hat") o la define con dureza y
resentimiento ("Just Like a Woman"), lamenta la sumisión
del hombre al sexo femenino ("I Want You") y exhala, al
final, un largo llanto en "Sad Eyed Lady of the Lowlands",
una canción de más de once minutos de duración
que ocupa enterita la cuarta cara del disco, una de las mejores
piezas de todo el extenso repertorio de Dylan.
Dylan
arremete contra la mujer:
Well, anybody can be just like me, obviously
But then, now again, not too many can be like you, fortunately.
O habla
del amor como una relación de sumisión no correspondida:
Standing on your window, honey,
Yes, I've been here before.
Feeling so harmless,
I'm looking at your second door.
How come you don't send me no regards?
You know I want your lovin',
Honey, why are you so hard?
Y
el continuo cruce de reproches:
You say ya got some
Other kinda lover
And yes, I believe you do.
You say my kisses are not like his,
But this time I'm not gonna tell you why that is.
I'm just gonna let you pass,
Yes, and I'll go last.
Then time will tell who fell
And who's been left behind,
When you go your way and I go mine.
No
hay que olvidar, por otra parte, la variedad de estilos musicales,
desde el big band de marchas como el "Rainy Day Women"
o "Most Likely You Go Your Way", el rock más guitarrero
de "Obviously 5 Believers", e incluso una canción
en tiempo de vals, la divertidísma "4th Time Around".
Ni tampoco dejar de hacer hincapié en el sonido de canciones
como "I Want You" o de hablar de composiciones tan populares
como el "Memphis Blues Again", de la que Kilo Veneno hiciera
tres décadas después una excelente versión.
Por no hablar de la vasta influencia del disco, que inspiró
el sonido posterior de los mismos Beatles, que seguían muy
de cerca los pasos de Dylan, que por aquel entonces era el encargado
de romper los esquemas prefijados, el primer músico rock
que se atrevió, por poner sólo un ejemplo, a grabar
un single de más de tres minutos de duración, la archipopular
"Like a Rolling Stone".
El
Dylan camaleónico y controvertido, el Dylan oscuro e inaccesible
que surgió después del "Blonde on Blonde"
y del accidente de moto resulta más problemático,
y despierta tantas adhesiones como recelos, ya que tan pronto graba
discos sublimes ("Desire", "Love and Theft")
como bodrios insufribles ("Dylan & The Dead", "Saved").
Renegado por activa y por pasiva de su pasado como líder
protesta, Dylan es, ante todo, un excelente músico rock que,
incansable, sigue en su interminable gira de conciertos, reelaborando
constantemente sus viejas canciones para dotarlas de vigor y novedad.
Por poco que esto pareciera, ojalá muchos músicos
se dignaran a no repetir como loros las canciones de sus discos.
Alumnos de Dylan, como Mark Knopfler, deberían tomar nota.
MS
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