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ACTUALIDAD DE ESPAÑA                 AÑO 2006 y España sin romperse

 

¡FELIZ 1984!

La mañana de Año Nuevo, cuando cientos de miles de españoles volvían a sus hogares a cuatro patas, se pudo comprobar que la razia contra el tabaco emprendida por el Gobierno no iba en broma. No sólo no se podrá fumar en nada que tenga techo, sino que los bares, nuestros bares, tendrán que habilitar una mariconada de rincón costroso para fumadores. Esas familias de domingueros de pura cepa que aún no habían claudicado y se resistían a pasar el fin de semana en un centro comercial, esas familias donde ella combinaba el chandal con tacones de aguja y él, a pecho descubierto, lucía medallas y cadenas de oro, esas familias que disfrutaban del fin de semana con sus cuatro hijos metidos en un bar rodeados de tortillas, ensaladillas, diarios deportivos y servilletas de papel, esas familias ya no podrán introducir a sus niños de tres, cinco y seis años en la neblina de sobremesa de un bar de tapas español. Está prohibida la entrada a menores en los bares que permitan fumar.

Primero el gobierno ha legislado para que se casen los homosexuales. Vale, no pasa nada. Pero ahora pretende que nuestros hijos se vuelvan todos maricones. No, eso no está bien. Cómo va a salir un crío heterosexual si al menos un par de veces en su vida no le queman en la cara con un puro por meterse debajo de una mesa donde se juega al dominó detrás de una pequeña pelota que se le ha caído. ¿Cómo no van a dejar entrar a un menor en un bar donde la visión de un calvo madurito con patillas interrumpiendo la ingesta de un boquerón cuando éste ya se encuentra a su paso por la laringe para cantar un gol del Atlético de Aviación le estigmatice de por vida y de golpe se le olvide todo lo que ha aprendido en el colegio?¿No sabe el gobierno que con tabaco o sin él, si impide la entrada de los niños en los bares, de mayores no entenderán los chistes de Arroyito y Pozolón?

Además, el Ministerio de Sanidad no es que haya proclamado las leyes así, para quedar bien. No, tiene pensado que se cumplan a rajatabla. Y qué mejor forma para lograrlo, en un país como éste, donde siempre ha imperado la fraternidad entre vecinos y la palabra envidia está en el diccionario pero sólo para hablar del extranjero, que establecer un eficiente sistema de denuncias anónimas que hará las delicias de la sana competencia y el buen rollo en el gremio hostelero. Así que la única forma de compensar la hostilidad que se va a desatar, será establecer un equilibrio a costa de la siguiente víctima del Gobierno: el alcohol. Porque con esas líneas imaginarias que delimitaran las zonas de fumadores en los bares, como un sujeto ebrio le diga a otro sujeto ebrio que el humo de su cigarrillo está penetrando en su territorio, lo que va a aumentar son las donaciones de órganos post mortem. Ríase usted de las típicas trifulcas por un fuera de juego viendo el fumbol.

Y después de meterle mano al alcohol, para lo que la Ministra ya clama por un consenso similar al de la Ley antitabaco, habrá que ir a por los palillos. Sí, porque son pinchudos, te pueden saltar un ojo y además, se emplean en la obtención de sustancias psicotrópicas, porque, como es sabido, ese trozo de carne estofada que todo hombre de bien porta entre los premolares durante semanas, se puede emplear tanto para pillarse un pedo alucinógeno escuchando Jefferson Airplane, como para envenenar a las ratas de la sala de calderas que convierten en toda una aventura cambiar el termostato de los bloques de viviendas con calefacción central -¿le parece exagerado? Pues sepa que a partir de ahora los cigarrillos de chocolate son para mayores de dieciocho. Y que hay diez mil euros de multa para el que se los facilite a un menor. Si quiere que su sobrina chupe algo, ofrézcale su glande, tendrá que rendir menos cuentas con la ley.

Además, en la centralista capital del Kuato (de Desafío Total. 1990) que le ha salido al Estado español en Cataluña –el País Vasco, con eso del concierto, vendría a ser Belial ( de Basket Case ¿Dónde te escondes hermano?. 1982)- por si no fuera poco con ese Consejo Audiovisual que dentro de poco, no lo duden, pasará a llamarse Ministerio de la Verdad, el Ayuntamiento de Barcelona ha promulgado unas ordenanzas urbanas que atentan no ya contra España, ni siquiera contra la identidad Ibérica: son un torpedo en la misma línea de flotación de la civilización mediterránea. No van a dejar escupir en la calle. Puede que esto sea molesto si pretendes utilizar el pavimento para que un chalado fotografíe a cuatrocientas personas en cueros tumbadas en el asfalto, pero si la calle se emplea para transitar, el problema para los ciudadanos de etnia latina y celtibérica es cómo expeler la incesante segregación de las glándulas salivares que, palpitantes y turgentes, saludan a la mañana, al nuevo día, envolviendo en baba un pollo bronquial que será lanzado con vigor, prestancia y alegría por vivir hacia el Este, hacia el Sol, hacia el amanecer, agradeciendo a Amón-Rá el hecho de estar vivos un miserable día más. Qué pretenden ¿que los transeúntes escupan en bolsitas negras como las de recoger excrementos caninos? Maragall, a juzgar por su broncínea y diamantina voz, tendrá que ir por la calle directamente con bolsas de basura tamaño guateque.

La prohibición de orinar en la calle es perfectamente comprensible. En uno de esos estigmatizantes concursos de manguera preadolescentes, Joan Clos, a la hora de escribir “Biba LLo” en una tapia con sus meos, se quedó en el puntito de la “i”. Ahora lo pagan todos los barcelonenses. Son medidas originadas en complejos. Como la pseudo legalización de la prostitución de la que se vanagloria su consejera de Interior; queda prohibido prostituirse en la calle. Vale. Pero hay que hacerlo en comunas autogestionadas localizadas en pisos, sin vecinos alrededor, donde no haya ningún reclamo exterior que señale el ejercicio de dicha actividad. Es decir, los clientes tendrán que localizar el puticlub por el jumeque a pescaito. No olvide Su Inutilidad del Consistorio, advertir a los puteros de que siguiendo tales aromas pueden terminar en los brazos de un marinero coreano en el camarote de un barco faenero, que Barcelona es una ciudad portuaria y en estos ambientes, como todo el mundo sabe, son más tolerantes que la Ministra de Cultura peor vestida por Ágatha Ruiz de la Prada y uno puede encontrar sexo como nunca lo había imaginado, multiplicado por siete y encima gratis.

En resumen, para llevar a cabo estas mamarrachadas, lo que antes se calificaba como progresía de salón, ahora la denominaríamos más bien de presidio, al Kuato de la Generalitat le recomendamos desde La Página Definitiva, que si quiere que todos sus súbditos sean exquisitos burgueses capaces de disfrutar con un plato de El Bulli servido en una fotografía, lo que hay que hacer es invertir en la matriz que forma este tipo de personalidad también capaz de disfrutar locamente con los montajes de La Fura: Bolas chinas. ¡Bolas chinas pal pueblo catalá! Y a Zapatero, dado lo asilvestrado e ingobernable de la parte del pueblo ibérico que le ha tocado adiestrar, recomendamos que, si decide seguir en la misma línea orweliana, para evitar que el populacho rodee La Moncloa agitando antorchas y herramientas de labor, establezca una promoción de policías pequeñitos, pequeñitos, pequeñitos, para meterle a cada habitante uno por el culo. Ya verá qué bien nos portamos todos.

Álvaro LPD

 
 
La Radio Definitiva