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ACTUALIDAD DE ESPAÑA                         AÑO 2004

 

01/04/04: El PP hacia la escisión

Sí, sí, ríanse; son ustedes muy graciosos, pero recuerden sus carcajadas cuando esta página apostó decididamente por un imberbe culiparlante sociata llamado Zapatero como nuevo líder del PSOE, absolutamente desconocido salvo en su casa a la hora de comer, y vean dónde lo hemos dejado: en la puta Moncloa. Ahora ya se ríen menos ¿verdad?.

Bien. El estado de catatonia en la que se haya sumida la derecha española, travestida de un insulso centro-reformismo que no ha logrado convencer ni a los democristianos que trufan abundantemente sus filas (que ya es decir), es absolutamente espectacular. No es ya que el Sr. Ex-presidente del Gobierno, expulsado ignominiosamente del poder por el PFFR como todos ustedes saben, se niegue siquiera a identificar el poder mediático que se esconde tras esas siglas ominosas (muchos huevos para ir a matar moros a Irak, pero cuando nos topamos con Polanco nos lo hacemos encimita), lo que por otra parte expresa perfectamente el carácter heroico de nuestro centro-reformismo metrosexual, sino que desde la derrota del 14-M del ex-presidente para abajo ningún dirigente ha sido capaz de insuflar el más mínimo ánimo a la base joseantoniana que, no nos engañemos, configura el principal sustrato electoral del partido popular.

Esta base de honda raíz tradicionalista (propiedad privada, religión, familia y patria), tiene más que sobrados motivos para sentirse decepcionada por unos líderes que han hecho de la rendición intelectual y moral al paradigma de la izquierda su bandera política. El Sr. Michavila, que compagina sus actividades dentro de la ONG “Legionarios de Cristo” con el cargo de Ministro de Justicia en funciones, tiene, por ejemplo, los santos huevos de afirmar publicamente en un programa de radio (gracias Losantos), que el pasteleo inmoral llevado a cabo con el PSOE para seguir mangoneando en el órgano de gobierno de los jueces y evitar la mariconada esa de “la separación de poderes”, se realizó porque si el PP hubiera llevado a cabo las reformas que anunciaba su programa electoral de 2000 ¡ahora el PSOE las echaría abajo!. Coño, pues lo mismo podían haber hecho con la economía y con la guerra de Irak. Total, si cuando llegara el PSOE al poder (viva el optimismo) lo iban a echar todo abajo, para qué se va a molestar uno en hacer las cosas a su manera. Un argumento tan imbécil sólo puede ser asumido mediante unas dosis siderales de centro-reformismo intelectual, pero, insistimos, aparte de Gallardón y los actuales ministros en funciones, pocos votantes del PP tragan con semejante bajada de pantalones incondicional, lo que permite adivinar grandes nubarrones en el horizonte de este partido. Estas tensiones entre unos dirigentes despendolados y unas bases cada vez más decepcionadas ha de tener consecuencias en el próximo congreso popular, que, aunque Rajoy intente disimular va a ser más que movido.

Adelantamos nuestra tesis: El PP se escindirá tras el próximo congreso en dos facciones que, para una mayor claridad, denominaremos gallardonita y joseantoniana. Y no porque D. Alberto carezca de títulos morales para liderar a la derechona (ya tenemos dicho aquí que Gallardón, en el fondo, es más de derechas que el puto palo de la bandera), sino porque su habilidad para el cálculo político y sus evidentes buenas relaciones con la progresía (sus incansables bajadas de pantalones, queremos decir), le convierten en el político del PP más indicado para encabezar esa entelequia de partido “moderno, avanzado, tolerante, de centro, reformista pero moderado, y sobre todo muy, muy, muy dialogante”, en definitiva, progre-vergonzante, que es la única posibilidad de que un partido de derechas llegue al poder en un país rojazo como España, según tienen dictaminado los eminentes asesores de imagen y consejeros electorales con los que Aznar ha tenido a bien rodearse estos ocho años.

La única esperanza, remota eso sí, de que el PP permanezca unido tras el próximo congreso es que, antes de éste, aparezca en España un partido de ultraderecha con el suficiente tirón como para representar ciertas garantías de representación política (algo muy sano en términos democráticos, como bien saben los franceses, a pesar de que la inepcia de los comentaristas políticos al uso sigan gritando como doncellas desvirgadas cuando se menciona este tema). El peligro cierto de que la base de derecha dura que sustenta al PP pudiera abandonar el barco en desbandada (total, si con los nuestros se hace la política del PSOE para no molestar, vamos a votar al heredero de D. Blas Piñar, y al menos nos reimos con sus bocinazos parlamentarios, qué cojones), sería la única argamasa que permitiría adecentar las grietas de una organización que, aunque nadie (salvo nosotros) quiera verlo, está en franca descomposición.

Guarden este artículo. Al día siguiente del próximo congreso del PP podrán ustedes fardar ante sus conocidos (y especialmente ante sus eventuales ligues) demostándoles que ustedes, lectores inveterados de LPD, ya lo sabían. (La cuantía del óbolo, llegado ese momento, la dejamos como siempre a su entera voluntad).

Pablo

 
La Radio Definitiva