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ACTUALIDAD DE ESPAÑA                        MARZO DE 2003

 

11/03/2004: Terrorismo y democracia

Las acciones criminales en una democracia han de ser ubicadas en su justo lugar. Incluso aquéllas que se revisten de una pretendida finalidad política. De manera que, junto a la más absoluta intransigencia desde el plano moral que ha de merecer cualquier deriva que matice la gravedad de una concreta acción de barbarie, conviene señalar que las sociedades maduras tienen también la obligación de responder al reto planteado por las acciones terroristas desde la mesura y al margen de la lucha partidista. Situando el debate político en sus justos términos, y obrando en consecuencia.

En España estamos demasiado acostumbrados a constatar la alegría con la que se utiliza el terrorismo y la reacción pública frente al mismo como mercadería de consumo electoral. Somos los ciudadanos los principales responsables de que así sea, al igual que nuestra es la responsabilidad de que ciertos conflictos políticos se enquisten. El buen clima democrático exige de una profunda reflexíón sobre los errores que hemos cometido todos en estos últimos años. Quizá por inexperiencia, quizá por falta de tradición democrática. Da igual. No hay excusa.

Nada de ello, con ser absolutamente esencial, tiene en realidad nada que ver con el hecho terrorista en sí, con la exclusiva responsabilidad de quienes actúan contra la vida de personas sin importarles su condición o aun importándoles.

Precisamente por este motivo, desde la estupefacción y el dolor, es una obligación de todos restringir las reacciones emotivas a los ámbitos que les son propios. De este atentado ha de quedar la enseñanza de que, teniendo cada vez más presente la seriedad de lo que anda en juego, no caben muestras de alegre irresponsabilidad a la hora de afrontar la realidad terrorista. Como tampoco es de recibo mezclar a quienes tienen una impoluta trayectoria democrática con actos criminales que les son totalmente ajenos.

El domingo tenemos la posibilidad de determinar cómo y por dónde queremos que avance España. Es una obligación cívica recordar que los votos han de ser expresión de un compromiso ciudadano con la convivencia y la voluntad de superar en común las diferencias legítimas existentes entre las distintas formas de ver las cosas y afrontar los problemas. Y por ello es también un deber que hemos de tener bien presente que esta labor requiere de un compromiso que obliga a situar el ámbito de lo criminal donde le toca y el de lo político donde se merece. Porque son distintos.

 
La Radio Definitiva