ACTUALIDAD DE ESPAÑA ENERO
DE 2003
22/01/2004:
Devolución de Cascos
Álvarez
Cascos, mejor Ministro de Fomento
de la historia de España, ha renunciado a su carrera política
por amor. Como pequeño elemento adicional digno de ser tenido
en consideración, hemos de recordar también que él
siempre había comprometido su continuidad con la de José
María Aznar López, vinculando su despedida a la del
Gran Líder. El caso es que, bien sea por amor, bien por respeto
a la palabra dada, Cascos nos abandona dando una prueba más
de la característica que mejor lo adorna: Cascos es un tipo
leal y emocional. Un sentimental, vamos.
El
mejor Ministro de Fomento de la historia de España (la competición,
si respetamos el nominalismo, queda algo devaluada, pero siempre
está por ahí Javier de Burgos para realzar el valor
del título y dejar claro que nadie puede optar al galardón
si no ha hecho gala de una firme creencia en la esencia radial de
España) se ha convertido en el icono de la caverna popular
para los enemigos viscerales del PP, más dados al hooliganismo
político que a la reflexión pausada de la que tan
gran exponente es Alfredo Urdaci. Asimismo, y quizás es el
motivo de que las huestes del socialismo emocional le tengan tanta
antipatía, Álvarez-Cascos es el enemigo nº 1
del Imperio del Monopolio, que no duda en zaherirle a la mínima
oportunidad. Más allá de la presunta incompetencia
del Ministro, de su conservadurismo o del poco respeto al sagrado
sacramento del matrimonio del que ha hecho gala, sospechamos que
en el fondo de tal enemistad aparece el hecho de que el más
ferviente y casi único adalid de una legislación que
limitara la capacidad oligopolística de los grandes holdings
mediáticos españoles fue el sentimental Cascos.
De
Álvarez- Cascos conviene señalar, al menos, un par
de cosas. Que su compromiso con sus ideas (nos gusten éstas
más o menos) ha estado siempre fuera de toda duda y que las
ha defendido con pasión pero de frente y con honradez. Que
a estas alturas sea precisamente Cascos casi el único político
del PP que conserva el respeto (y casi el aprecio) de nacionalistas
vascos y catalanes es bastante significativo. Y que las grandes
líneas de sus políticas, ya fuera como Vicepresidente
embarcado en la cruzada de luchar contra los oligopolios mediáticos,
ya como Ministro tozudamente obsesionado por modernizar las infraestructuras
en España, cueste lo que cueste, y apostando por el ferrocarril
como nunca se ha hecho en este país, han sido valientes y
acertadas.
Frente
al linchamiento habitual, y al margen de matices, Cascos se despide
demostrando lo que muchos sospechamos. Que un hombre capaz no sólo
de ligarse sino de enamorar hasta la médula a mujeres de
toda clase, edad y condición (incluyendo "intelestuales"
de la farándula progre casadas con rivales políticos)
algo ha de tener.
ABP (València)
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