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2006 (Seguimos exportando democracia)

 

25/05/2006: ¡Aúpa Montenegro!

De no ser por la práctica balompédica, si alguien nos dijese que vive en un lugar muy pequeño que se llama Montenegro, pensaríamos que habita en una especie de caja de puros. Pero gracias al fufol sabemos que se trata de una república balcánica, que como queriendo hacer gala de su insignificancia miserable, tomaron a bien ponerse el nombre en perfecto español.
Según la tele, los Serbios son muy, muy malos. Pero los Montenegrinos son peor que un Mini-yo, porque poner un referéndum secesionista a quince días de un Mundial es de ser auténticos canallas. A partir de ahora, nuestra lengua castellana se verá enriquecida por la voz "Decisión Montenegrina". Así pues, si el día del entierro de tu suegra te echan un tripi de doble gota en el desayuno, eres víctima de un divertido y sin par "montenegrete" o “montenegrada”.

Sin embargo, la cosa no queda ahí. Este referéndum a orillas del Adriático, como todo en España, desde excrementos de alce congelados hasta trozos de cojón de mico, vale para hacer política si es lo suficientemente sólido como para ser arrojado contundentemente en sien ajena. Así que el asunto montenegrino copa nuestras cabeceras y se une a las preocupaciones de los ciudadanos periféricos, atormentados día y noche en una eterna y dolorosa angustia por no exhibir orgullosos cual estandarte imperial la gestión de puertos y aeropuertos en sus respectivas nacionalidades históricas.

Desde el nacionalismo, se reclama que Zapatero se pronuncie al respecto. Por qué a ellos les deja su popá y a nosotros no –vienen a preguntar básicamente. El presidente del Gobierno hace mutis por el foro y le pasa el marrón a Montilla, que atenderá a sus señorías. No se sabe muy bien para qué preguntan, la respuesta es sencilla. Cuando Montenegro se unió a la formación de Yugoslavia, la Constitución contemplaba el derecho a la libre autodeterminación de cualquiera de las repúblicas. Si bien el Órgano Central del Partido Comunista se limpiaba el culo con él, que también es verdad, pero cuando quedaron unidos únicamente a Serbia, éste figuraba de nuevo.
En España no aparece en nuestra Constitución tal derecho y pese a no estar faltos de Rimas y Leyendas, nos regimos por la jurisprudencia. Aunque ya sabemos que el ámbito vasco de decisión tiene su origen en el célebre Primer Día de la Historia, que sólo ellos conocen. En concreto, se trata de la Era Mesozoica, cuando empiezan a llegar naves espaciales con los primeros vascuences conformando, junto a la de las arañas y la de los pulpos, la tercera invasión alienígena en importancia del Planeta Tierra.

Los nacionalistas se apoyan para reivindicar este “qué pacha conmigo, tron” en que la Unión Europea ha bendecido el referéndum y tutelará la separación de facto, que ya lo era bastante antes de la consulta. Sin embargo, el desliz argumental se encuentra en que la Unión no respeta ni demanda la separación en si misma, sino un proceso legal. Y por lo que anda preocupada es porque éste se lleve a cabo con la garantía de que no se llenen las cunetas de cadáveres. Para que aquí pudiera suceder algo similar, los nacionalistas, por poner un ejemplo viable, podrían ir formando una supercoalición atrayendo a IU y sectores del PSC, PSE y PSdeG, llamarla Eje del Mal, Kupra o Elektra, hacerse lo suficientemente fuertes para cambiar la Constitución e introducir el derecho a la libre autodeterminación en sus estatutos de autonomía. Es así de sencillo.

Pero dejando de lado el Día de La Marmota que es la política española, el problema serio es de la Unión Europea. No porque la independencia de Montenegro pueda suponer el colapso de sus estructuras precisamente, sino porque nuestra política al respecto es un auténtico sin dios.

Se puede afirmar que el populacho lee la prensa como un boxeador sonado, que no sabe si le están dando en la mandíbula, en el ojo o en la nariz, ni cuántas veces ni quién ni dónde. A nosotros nos pasa lo mismo, lo que ocurre es que casualmente la redacción de LPD hace poco fue invitada por Hugh Hefner a la Mansión Playboy a una orgía de un par de meses de duración, e íbamos en el avión leyendo al comisario de la Unión Europea para la Ampliación, Olli Rehn, decir lo siguiente:
“Olli Rehn, advirtió hoy a Montenegro de que sus políticas separatistas podrían hacer peligrar la adhesión de la pequeña república a la UE. "Está claro que de tener lugar la independencia de Montenegro, ésta ralentizará las negociaciones de adhesión" -19 de Abril de 2006; (EP/AP)

Al leer esto, nos dijimos unos a otros “Hostia ¿Sabes?” “No, tio, no... o sea, no” “Ejqueeee, ejqueee” y ya aterrizamos en Los Ángeles y al ver a Hugh esperarnos en la limosina con las potrancas se nos olvidó el tema –pero no la gestión de puertos y aeropuertos, por la que daríamos la vida y siempre le vamos dando vueltas, hasta en las orgías, a cómo blindarla para no soltarla jamás. Pero el caso es que a los dos meses estábamos de vuelta en el avión y nos picó el gusanillo de ver cómo seguía la cosa ¡y estaba así!:
“Montenegro tiene abiertas las puertas para una futura adhesión a la Unión Europea” El comisario europeo para la ampliación, Olli Rehn, así lo ha confirmado (Euronews. 24 de Mayo de 2006)

No se puede decir que se contradigan las declaraciones, pero dejan ver que detrás hay una política muy poco firme, sobre todo si tenemos en cuenta que Chirac se paseó por Serbia hace unos años comentando que iba a convencer a los montenegrinos de no convocar el referéndum y que la estrategia de la UE en la zona pasaba por que todo se resolviera en el marco establecido de Serbia y Montenegro. Ahora todo es fantástico y la Unión Europea es una santa barona paladín de la democracia en su más pura esencia.

Qué majos somos, de verdad. Pero en el lado negativo hay un buen número de contraprestaciones. No son pocos, entre ellos Solana, los que han expresado su preocupación por el aislamiento al que va quedando confinada Serbia poco a poco y más aún cuando le toque el turno a Kosovo, que no es una República, sino una provincia serbia con todas las de la ley. Por otra parte, lo de la “Conexión Montenegro” no es un recurso argumental para un trepidante episodio de los Soprano, son investigaciones que se desarrollan en Alemania, Suiza e Italia contra el crimen organizado a gran escala y que salpican directamente al Gobierno del nuevo estado. Y en un sentido más global, el problema más grave que adolece la UE es el de no poder dotarse de instituciones y políticas comunes de una forma más eficiente por culpa de los intereses particulares y luchas intestinas. En este caso, futuros socios de seiscientos mil habitantes no es que llueva café en el campo precisamente. Así que democrática, buenrollista y multicultural o no, lo que está claro es que en nuestra política exterior, a lo lejos, se ve un nubarrón.

Aunque la incógnita europea es Alemania. Los germanos se han cuidado muy mucho desde que decidieron unificarse de trocear en la medida de lo posible su patio trasero, que en lo que a Yugoslavia se refiere, tal vez podríamos denominar corral. No hace falta que venga Pedro Jota con El Mundo de la Coprofagia y un reportaje de investigación a descubrir que en 1992 un turista alemán fue visto en las costas croatas abriendo una lata de mejillones con una navaja de siete dedos cuando la legislación vigente sólo permitía hasta seis, luego Alemania provocó la guerra de los Balcanes. Cuando Alemania reconoció de forma unilateral a Croacia y Eslovenia como naciones ya sabía muy bien lo que se hacía y lo que podía desencadenar. En el Este, cuanto más derecho inalienable a la libre autodeterminación de los pueblos elegidos por Dios o la divinidad al uso hay, Alemania, a la hora de firmar acuerdos, resoluciones y demás, con más alegría les puentea a unos y a otros según convenga para hacer lo que le salga del nacle. Por eso, si el país germano no ha abandonado la estrategia que marcara Kohl en su día, las divergencias internas a la hora de definir los intereses exteriores de la Unión Europea son algo verde y con asas. Y eso es muy preocupante, porque no está la política mundial como para que nuestras instituciones comunes vacilen ni medio segundo en determinados temas.

Así que, en conclusión, esperemos que no se desencadene una marejadilla tirando a marejada. Y en el caso de producirse, que nuestra línea de democratismo democratador del cielo y de la tierra no termine llenando las cunetas balcánicas de cadáveres y otros treinta y ocho referéndum más de inalienable derecho a la libre autodeterminación de los pueblos soberanos del copón bendito.

Mientras tanto, en lo que respecta a España, ya sabemos que si un octogenario guatemalteco pone una regadera llena de higos sobre un patinete y la tira por una cuesta orientada hacia La Meca, el Lehendakari aducirá que “debemos tomar buena nota para el proceso de paz que resolverá el conflicto vasco”, pero en este caso concreto, si ya es triste que Montenegro marque nuestra agenda política que ya acostumbra a ser bastante surrealista, conviene que en la periferia se pregunten si lo que quieren es formar parte de ese frente de gloriosas naciones llamadas a dominar el mundo: Montenegro, Abjasia, Osetia del Sur, y el Cisdniéster moldavo.


Álvaro

 

POST SCRIPTUM
En la primera actualización de este artículo, figuraba una errata en la que se denominaba a Montenegro "República Báltica" en lugar de "Balcánica". Preguntado por ello, el autor afirmaba conocer "perfectamente" la ubicación del Mar Báltico y las repúblicas que le rodean, pero que se le había debido "ir la olla por alguna razón desconocida" y ha perpetrado lo que no ha tenido inconveniente en calificar como "cagada del quince". Además, el excelso y aclamado plumilla, añadía que "lo grave no sólo es que yo la cague", sino que esto se lo hayan leído los que lo suben a la red y les haya pasado inadvertido: "que son profesores de universidad" -apostillaba con vehemencia. De modo que toda esta engorrosa situación, al margen de seiscientos mil montenegrinos indignados "que me pueden comer la polla" -especificaba- no hace más que evidenciar cuál es la situación del periodismo español y la universidad, que "de la mano" no dan más de si que el show al que acaban ustedes de asistir.

 
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