George
W. Bush
BUSH
JUNIOR, EL HOMBRE
POSIBILIDADES:
Si
prohombres como D. D. Eisenhower o el mismísimo Ronald Reagan han
sido capaces de llegar a ser Presidentes de los Estados Unidos,
¿alguien en su sano juicio puede atreverse a calificar de imposible
que George W. Bush lo sea también? Evidentemente no seremos nosotros
los que pongamos en cuestión la integridad de sus compatriotas ni
su ojo clínico para situar en la Presidencia a los mejores de entre
los mejores. Y, sin embargo, un factor de altura ya que no de peso
marca esta carrera en perjuicio de Bush. Desde la 2ª Guerra Mundial
sólo Jimmy Carter ha logrado ganar unas elecciones presidenciales
siendo más bajito que su oponente. Y, para su desgracia, Bush es
sensiblemente más bajito que Gore. ¿Cortito pero peleón? Ya veremos.
BIOGRAFÍA:
La
característica más señalada de George W. Bush es que su padre es
el que fue Presidente de los Estados Unidos desde 1988 a 1992, George
Bush. La Presidencia del padre fue algo gris, pero es que Ronald
y Nancy Reagan habían puesto el listón, hay que ser justos, altísimo.
Y, sin embargo, Bush demostró que tenía lo que hay que tener y él
solito montó una guerra como no había habido ninguna en más de 20
años y, además, la ganó. Con esta victoria en el bolsillo y el reconocimiento
de toda la Humanidad como el Primer Hombre en superar la visión
Este-Oeste de la geopolítica y sustituirla por otra Norte-Sur (así
como el agradecimiento de casi todo el mundo por lograr un precio
del petróleo por los suelos por muchos años) se presentó confiado
a la reelección. Y fue en ese momento cuando ocurrió lo que ha dotado
de sentido la existencia de su hijo George W.: Bill Clinton y su
encanto arrabalero, sus jueguecitos con puros habanos y su sex appel
se quedaron con la Casa Blanca. La vida de Bush junior, desde entonces,
tiene un único objetivo: vengar a su padre. Y como hacerlo en la
persona de Cllinton, cuya capacidad de supervivencia está fuera
de toda duda, no parece fácil, la vía que queda es arrebatarle la
presidencia a su delfín Al Gore.
Aprendida
la lección con la derrota de 1992 la familia Bush ha apostado por
su miembro con un perfil más "popular", tratando de ofrecer un perfil
hasta cierto punto clintoniano. Lo que ocurre es que en muchas ocasiones
y esta es una de ellas, se confunde perfil popular con simpleza.
En esto último, sin duda, Bush junior es un verdadero campeón. Sin
oficio ni beneficio conocido a lo largo de su existencia, George
W. Bush es un hijo de papá de los que quedan pocos. Ni siquiera
fue a Vietnam porque su mamá insistió en que su chiquitín se quedara
en EE.UU. a su vera, y ya saben que en USA los deseos de la mujer
de un senador son órdenes para el resto del país.
Tras
haber estado muchos años con su mamá su padre le colocó al frente
de una compañía petrolífera de uno de sus amigos petroleros. De
esta época provienen dos leyendas sobre el actual candidato republicano:
una que sostiene que es un vendido a las grandes petroleras, y otra
que afirma que como trabajador o empresario el chaval es un desastre.
La primera de ellas, aunque no al 100%, está muy cerca de estar
demostrada, mientras que sobre la segunda nadie alberga duda ninguna
en el planeta. Ni siquiera el propio Bush, que optó por renunciar
a esa estresante vida, y se dedicó a la política. Como gobernador
de Tejas (con la ayuda de las empresas dedicadas a la extracción
y refino de crudo) Bush ha construido su leyenda. En este comprometido
puesto h demostrado el delfín republicano que las pretendidas taras
que se le achacan no lo son tanto en política, y menos en un Estado
del sur de los Estados Unidos. Su simpleza y falta de conocimientos
le convierten en un personaje "auténtico" a juicio de sus electores,
y su brutalidad ocasional en un "americano".
FUNDAMENTOS
IDEOLÓGICOS:
La
ideología de George W. Bush es uno de los grandes misterios de la
política occidental. Nadie sabe a ciencia cierta, y probablemente
tampoco él, qué es lo que le caracteriza. Frente a alternativas
verdaderamente decentes de la derecha americana clásica (como las
de Buchanan) la oferta de Bush desconcierta un poco. El principal
banderín de enganche de Bush es su "conservadurismo con compasión"
que básicamente consiste en la promesa de que no va a gasear a los
negros e hispanos por el hecho de serlo: sólo lo hará cuando un
negro o un hispano sean acusados de haber cometido algún delito
y no logren demostrar claramente su inocencia. Esta política es
compasiva, sobre todo, con los abogados estadounidenses, que se
frotan las manos pensando en los pingües beneficios que unos añitos
de Presidencia Bush podrían garantizar.
Junto
a esta "compasión" Bush quiere mostrar a sus compatriotas que él,
sin embargo, no es un blandengue. Y, sin duda, lo consigue. Al margen
de este asunto y ciertas cosillas típicas de los republicanos americanos
(como la defensa a ultranza de la 2ª enmienda a la Constitución,
que se incluyó a finales del siglo XIX garantizando el derecho de
los ciudadanos de la Unión a portar armas, y que en la actualidad
es considerada esencial por éstos en la medida en que facilita el
dar su merecido a los médicos abortistas de los estados que permiten
tal sacrilegio), pocas cosas diferencian a Bush de su rival Gore.
La clave, más que la política de uno y de otro, es más la aproximación
a la vida y la política. Y, en esta cuestión, Gore ofrece un perfil
"auténtico" frente a la robotización de Gore. Bush no tiene complejos
y llama cabrón en medio de un discurso a un periodista como insinúa
sin complejos de que su opinión de sus rivales es que son unas "ratas".
Además no tiene problemas en conceder entrevistas y ponerse chulo
con un reportero que le cuestionaba sobre el nombre de varios líderes
de países del Tercer Mundo, convirtiendo la entrevista en un "trivial
político" que demostró que la ignorancia del republicano es casi
tan grande como la de los periodistas.
Todas
estas aparentes metidas de pata son, en realidad, la clave del encanto
de un Bush que ofrece lo que Gore nunca podrá dar: un candidato
bajito y vividor, que tuvo tantos problemas con las drogas y la
bebida como se quieran, y que puede llegar a lo más alto sin ser
especialmente listo ni culto ni capaz ni tenebroso. Él, simplemente,
es así.
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