PROSPECTIVA:
La circunscripción de Madrid es una metáfora
de lo que en realidad cuenta en España. Espero que
a estas alturas ya les ha quedado a Ustedes bastante claro
que es posible que en España haya 52 circunscripciones,
pero a la hora de la verdad lo que ocurra en la mayoría
de éstas importa bien poco, fundamentalmente porque
está claro desde el principio lo que va a pasar. Las
elecciones, en realidad, se dirimen, como tantas y tantas
cosas, donde deben solventarse: en Madrid. En Madrid se presentan
los criptocandidatos a la presidencia (en teoría Usted
no vota por Rajoy, Zapatero o Llamazares, sino a los integrantes
de la lista de su provincia, o "Agapito Morales, de profesión
votar lo que le diga el portavoz de grupo, contrato renovable
cada cuatro años") y los primeros espadas, en
Madrid se pueden marcar las mayores diferencias entre los
dos grandes partidos, y en Madrid, en la práctica,
se fijan los candidatos una vez han dado la vuelta al ruedo
exótico de las provincias.
El
enorme peso demográfico de Madrid crea la circunscripción
más grande de España, con 35 diputados. Si ya
era grande antes, la inmigración proveniente de provincias
y el resto del mundo le ha otorgado un peso específico
aún mayor. Este primer factor, de entrada, obviamente
dificulta el análisis.
Luego
está el show de la Comunidad
de Madrid, que dañó fuertemente la credibilidad
del PSOE y también la de José Luis Rodríguez
Zapatero, que fue más Bambi que nunca. Dos diputados,
indignados con la pretensión del PSOE de gobernar,
abandonaron su partido, pues ésta era la única
opción que les permitía preservar la ética
(la única opción que le devolvía el poder
al PP, vamos). La existencia de "Nuevo Socialismo"
posiblemente le quite muchos votos al PSOE (al menos dos,
los de Tamayo y Sáez, y quién sabe si incluso
tres), pero más importante aún que este factor
es la factura que puedan pasarle los electores al PSOE.
Adelantamos
que muy probablemente la factura sea más bien escasa,
no sólo por lo que dejaron ver los resultados de las
segundas elecciones autonómicas en Madrid, sino por
un factor mucho más decisivo: en Madrid, en mucha mayor
medida que en otras provincias, la población vota por
criterios generales, no en vano votan directamente a los que
luego, se supone, ostentarán la presidencia del Gobierno.
Este primer factor juega ciertamente en contra del PP, que
es el partido que han estado aguantando los madrileños
durante ocho años (miren qué curioso, el PSOE
consiguió un escaño más en 2000 que en
1996, cuando la población, hastiada del felipismo,
votó a la Verdadera Izquierda), aunque pueda quedar
algo mitigado por la desaparición de Aznar (es difícil
conceptuar a algún ser humano que no sea Ana Botella
capaz de aguantar a Aznar mucho tiempo seguido).
A
partir de ahí el factor clave es la movilización
de la izquierda, que no deja de ser el factor clave de todas
las elecciones (con la diferencia de que el hecho de que la
izquierda se movilice más o menos en Soria no importa
mucho salvo a efectos estadísticos, mientras que aquí
sí es importante). Como no nos llamamos a engaño
con la tontería de que la población española
"está sociológicamente decantada hacia
la izquierda", asumimos que está más que
claro que el PP conseguirá la mayoría en Madrid,
pero la pregunta es en qué condiciones lo hará.
Por las mismas razones por las que la izquierda abandonó
al PSOE en 1996 es posible que ahora vuelva en mayor medida
que en otras provincias, merced sobre todo al espectáculo
de la guerra y la competición de sandeces
proferidas en público que últimamente tiene
muy ocupados a los dirigentes del PP en campaña (totalmente
contrarios a la estrategia de Rajoy, comenzando por la absurda
idea de que están en campaña).
Vamos
a hacer una apuesta que devuelva al PP al status de 1996:
bordeando el 49%. Pronosticamos una recuperación del
PSOE (en torno al 37%) y, en menor medida, de IU (en torno
al 11%). Con estas cifras, y con el factor añadido
del aumento en un diputado, los 35 representantes por Madrid
se distribuirían como sigue: PP 18, PSOE 13, IU 4.
Y sin horquillita, con un par (total, si vamos a equivocarnos
seguro al menos lo hacemos con honor).
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