ELECCIONES
GENERALES 2004
GASPAR
LLAMAZARES (IU)
D.
Gaspar Llamazares Trigo (que no Trillo) es un tipo muy simpático
y además con un gran sentido del humor, porque comprenderán
Ustedes que hay que ser un auténtico cachondo mental para
declararse fervoroso comunista a estas alturas de la Historia. Llamazares
lo hace, y además sin complejos de ningún tipo, lo
que nos permite añadir a este perfil que el tipo los tiene
bien puestos.
D. Gaspar es médico, lo cual
no es necesariamente malo sobre todo si, como en el caso de nuestro
personaje, uno no ejerce directamente esta peligrosa disciplina
con pacientes indefensos, sino que se dedica a pontificar desde
una ignota cátedra universitaria mientras prepara su asalto
a los oropeles de la política.
Llamazares se distinguió
en su paso por los pupitres de la Universidad Española como
un activista estudiantil de progreso, contribuyendo decisivamente
a la recuperación del vigor reivindicativo de la estudiantina
en unos tiempos tan difíciles como los de la Gloriosa Transición
Española (GTE). Suerte tuvo el dictador de estar muerto cuando
D. Gaspar eclosionó como paladín de la movida universitaria,
porque de haber aguantado unos años más habría
sido expulsado del poder por las huestes antifranquistas capitaneadas
por nuestro héroe, auxiliado en los flancos por otros campeones
del progresismo escolar como la inefable Miriam Municio, que por
aquellos años 70 ya hacía sus pinitos como agitadora
de guardería.
D. Gaspar Llamazares Trigo nació
en La Rioja, vive en Madrid, ejerce de asturiano —se crió,
vaya suerte, en la tierra de Doña Letizia Conceta—
y por si semejante batiburrillo vital fuera poco, completó
sus estudios con un máster de Salud Pública en la
Universidad de la Habana (con dos huevos), lo que para un comunista
irredento como él debe ser como si a Trillo se le apareciera
un día Sanjosemaría Bendito o como si a los redactores
de esta página se nos concediera ver algún día
al MEMYUC en segunda división. Más o menos.
D.
Gaspar era un aparatchik bastante discreto, cabecilla de
la horda roja asturiana, que se limitaba a martirizar a sus vecinos
con mítines y reparto masivo de propaganda en época
electoral y a cantar dos o tres veces al año La Internacional
agarrándose el cuerno en los congresos de Izquierda Unida.
Su salto a la fama vino cuando el Califa le designó (técnicamente
le propuso) para sucederle a título de Coordinador General
al frente de la canalla marxista española. Eran unos momentos
más que difíciles en la coalición, con agudos
enfrentamientos entre políticos de peso como Cristina Almeida,
que acabaron con abundantes deserciones y pases a la Casa Común
de la Izquierda a calzón quitado, lo que demuestra una vez
más que desde que desapareció Stalin la disciplina
comunista ya no es lo que era.
Llamazares recibió un apoyo
muy ajustado (tan sólo se impuso en la votación final
por un voto), pero en contra de lo esperado, en muy poco tiempo
consiguió calmar las aguas revueltas del marxismo patrio,
lo que dice mucho de su capacidad de diálogo y su carácter
conciliador. Desde su puesto de flamante Coordinador General de
Izquierda Unida ha puesto siempre un especial empeño en ganar
el apoyo de los sectores más o menos marginales de la sociedad
española, como los activistas antiglobalización y
el mundo homosexual. Seguramente nadie le ha explicado que ambos
terrenos están yermos de votos para IU: en el primer caso,
los anarkas, okupas y demás grupúsculos antisistema
no votan (por sistema), y los gays votan a Zapatero, que entre otras
cosas es mucho más alto y guapo que D. Gaspar.
Una de las asignaturas pendientes
del Kamarada Gasparovich es su capacidad de liderazgo social, que
a estas alturas sigue a años luz de los tiempos del Califa
Anguita (recuerden la gloriosa época de la pinza antifelipista,
que convirtió al líder de IU en asiduo de las portadas
de la prensa nacional un día sí y otro también).
Sin embargo, en los últimos tiempos las cosas parecen girar
bien para Llamazares en este terreno, gracias a episodios como la
catástrofe del Prestige o la Guerra de Irak. En ambas coyunturas,
nuestro personaje supo estar a las alturas de las circunstancias
como se exige a un líder político solvente: Sosteniendo
la pancarta mientras la gente apedreaba alborozada a los candidatos
y las sedes del partido fatxa en el poder.
En estas elecciones, Llamazares
ha de enfrentarse de nuevo al eterno peligro que amenaza con carácter
endémico la supervivencia política de IU: su fagocitación
electoral por parte de los abusadores del PSOE, que se empeñan
en arrancarle sus cada vez más escasos votos con la falacia
del “voto útil”. Esta maniobra infame de la socialdemocracia
va desangrando el granero de votos de IU a pasos agigantados, hasta
el punto de que a estas alturas la coalición se asemeja peligrosamente
al alimoche, el buitre leonado o los Porteros Mayores de Diputación,
todas ellas especies a extinguir. Por si este peligro evidente fuera
poco, un ramillete de representantes de la kultura y otros intelectuales
e intelectualas de progreso, encabezados por pensadores de la talla
de cualquiera de los Bardem, Ana Belén, Víctor Manuel
(poseedor de un oscuro pasado franquistoide que desvelaremos en
su día) o el inefable Joaquín Sabina, se empeñan
en situar las esperanzas electorales de Llamazares al borde del
abismo mostrándole públicamente su apoyo más
despendolado.
Las esperanzas de los herederos
de la tradición intelectual de origen marxista y de los que
aún piensan que “otro mundo es posible” (aunque
no estén en éste), se cifran, pues, en que la gestión
de Llamazares alargue la supervivencia del fenómeno IU, al
menos como curiosidad científica. Su desaparición
del arco parlamentario sería, en cierta forma, una pérdida
para la democracia —aunque en su “programa máximo”
el comunismo español abomine de este invento burgués
para alienar al proletariado—, y además, y esto es
mucho peor, las sesiones parlamentarias en los periodos de alta
tensión política serían mucho más aburridas
sin las algazaras y las divertidas pancartas de los bancos de Izquierda
Unida.
Y como en ésta su página
amiga siempre nos hemos distinguido por nuestro exquisito apoyo
a la pluralidad democrática, nos van a permitir que hagamos
un poco de proselitismo y le pidamos su voto para D. Gaspar y sus
chavales con un eslogan creado por nosotros para esta magna ocasión
en el más puro estilo LPD: elegante en su patetismo, brillante
en su mediocridad.
Vote a Izquierda Unida
¿A usted qué más le da?.
Pablo |