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Debate sobre los nacionalismos

La traición del nacionalismo vasco a la democracia, por Patxi Arroeta

 

La deriva extremista del PNV que se plasmó en 1998 con el infame pacto de comunión de fines entre el PNV y ETA, y su posterior visualización mediática con la firma del Pacto de Estella, se mantiene al día de hoy más firme que nunca según declaraciones de Arzalluz y Egibar, a pesar de las diferencias meramente tácticas sobre la oportunidad del empleo del terrorismo. Y lo hemos comprobado con la intolerancia de Ibarretxe en el parlamento y su plan de secesión unilateral e ilegal. Pero este largo y tortuoso camino había comenzado en 1990.

En efecto, en 1989 había caído el Muro de Berlín, el imperio soviético se derrumbaba, y el nacionalismo alemán, oculto en la cueva de la CDU de Kohl, y especialmente en la CSU de Baviera, empezó a despertar de su letargo y a impulsar el estallido étnico de los Balcanes, del Báltico, de Centroeuropa. En abril de 1990 Arzalluz recibió de la CSU el visto bueno para promover la independencia de Euskadi al igual que el fascista Tudjman había recibido el placet alemán para la secesión de Croacia. El plazo previsto por Arzalluz para alcanzar la independencia era el año 2004, según sus propias declaraciones.

A partir de esta decantación del PNV por la vía independentista propia del nacionalismo étnico, que no del nacionalismo cívico que era la tendencia que hasta entonces había predominado en el PNV de posguerra, dado que Euskal Herria no existe como etnia pura vasca, ni como territorio vasco definido, comienza la estrategia diabólica hacia la secesión etnicista pilotada por Arzalluz en varias etapas.

Primera etapa: en enero de 1991 Arzalluz se reúne en secreto en su chalet de Zarautz con la dirección de Herri Batasuna, y pacta que a partir de las próximas elecciones forales y municipales de junio de ese año, se aliarán para derribar en Guipúzcoa el poder de Imanol Murúa de EA, la bestia negra del PNV entonces, y que impedía la concertación de PNV y HB. Así se pactó, y así se hizo.

Segunda etapa: en abril de 1992 se consuma la primera gran traición a la democracia, el pacto PNV-ETA para modificar el trazado de la autovía de Leizarán, lo que supone en palabras de la Mesa Nacional de HB el ensayo general para lograr la independencia de Euskal Herria, según la estrategia de poner las bombas por parte de ETA, y pactar su cese gracias a la concesión que arranca el PNV del gobierno central. Hay que decir que tan infame fue la traición del PNV a la democracia como la cesión del gobierno de Felipe González al chantaje. Así se pactó, y así se hizo.

Tercera etapa: en junio de1992, los secretarios generales de los sindicatos nacionalistas, ELA como correa de transmisión del PNV y LAB como bedel de ETA-HB pactan iniciar la llamada "unidad de acción", que no significaba otra cosa que el ensayo general a nivel sindical de la alianza de todos los nacionalistas para lograr la secesión de Euskadi. Así se pactó, y así se hizo.

Cuarta etapa: en julio de 1998, el PNV, siempre con su acólito EA pegado al trasero, firma el ominoso pacto con ETA para juntar de forma definitiva sus fuerzas y lograr así la independencia, lo que se escenificará después en el Pacto de Estella y la declaración del alto el fuego de la banda terrorista. Así se pactó, y así se hizo.

El invento sufrió un frenazo en 1999, debido a la firmeza del gobierno de Madrid para no ceder al chantaje y a la impaciencia de la nueva generación de etarras anarko-nacionalistas. Pero al día de hoy Arzalluz, su "chico malo" Egibar y su "chico bueno" Ibarretxe se mantienen firmes en la dirección del PNV, esperando que su demagogia populista siga narcotizando a una mayoría de ciudadanos vascos, y que la locura de esta ETA "okupa de la casa nacionalista" se racionalice, con lo que se podría recomenzar otra vez.

La prevista quinta etapa sería más o menos así: El PNV con el plan insurreccional-secesionista de Ibarretxe pretende colmar el trasvase de votos de Batasuna a ese partido, y con la ayuda de los apéndices ad hoc de EA e IU conformar una mayoría absoluta nacionalista de corderitos sumisos al pastor Arzalluz. Como éste dijo tras el 13-M, "los nacionalistas somos mayoría absoluta", pero ETA-Batasuna no se adhirió al pastor, porque son ovejas negras díscolas que pretenden mandar más que el pastor. Ahora, con la disolución de Batasuna por vía judicial y política, Arzalluz lo puede conseguir.

Tras obtener un aceptable resultado el tripartito gobernante en las elecciones municipales y forales de Mayo del 2003, Ibarretxe ha retomado la insurrección prometida este otoño. Ahora quedan muchas variables abiertas, entre ellas una posible tregua de ETA que propiciaría una aprobación del plan en el parlamento y un referendum ilegal, pero lo más probable es que Ibarretxe convoque unas elecciones autonómicas adelantadas para tratar de reproducir esa mayoría absoluta uniformada y secesionista en Ajuria Enea. Ahora bajo su bastón de mando, una vez tomado el relevo del patriarca Arzalluz.

A partir de ahí, cómo liquidar la democracia desde el propio gobierno está escrito en la Historia: Hitler, Fujimori, Chávez y tantos otros...

 
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