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LA BATALLA MUNICIPAL EN SEVILLA

Gracejo y elegancia para que todo siga igual

 

Características

Dice un viejo tópico popular que Sevilla es lo mejor de España y, por ende, también lo mejor del mundo. Una vez más los más manidos tópicos al uso demuestran su veracidad. En efecto, la sabiduría popular, esa gran fuente de conocimiento inferido de la experiencia diaria, ajeno a los grandes canales de comunicación de las visiones zafiamente racionalistas (bueno, salvo tal vez Videncia TV), ha vuelto a dar en el clavo.

Porque Sevilla no es lo mehó der mundo por ser la ciudad con más renta per cápita, o más calidad de vida, o mejor clima, o más desarrollo en I+D per cápita ni mariconadas de esas. Sevilla es lo mehó porque es la ciudad más bonita de España, con mayor jolgorio, arsa y tronío de España y con mayor observancia de las tradiciones que cimentan la mentada sabiduría popular, desarrollan los bellos monumentos aristocrático - religiosos que conforman su belleza y son motivo de celebración con continuas festividades. Es preciso aclarar que Sevilla no es un rara avis español sobre este particular, bien al contrario, es símbolo y divisa de nuestro país ante el mundo, el máximo representante de una forma de entender la vida que nos ha hecho al mismo tiempo grandes y diferentes. Por eso sólo es preciso ser lo mehó de España para, automáticamente que diría Cruyff, serlo también der mundo.

No siempre fue así, naturalmente. Hubo un tiempo en que Sevilla fue vista con muy malos ojos por el resto de España, allá por el siglo XVI, cuando la ciudad era sede de todo el comercio con las Indias, lo que la convirtió en la ciudad más grande y con más boyante economía de España (el 50% del PIB). Los señoritos de Madrid se dieron cuenta de la felonía y decidieron convertir Sevilla en un ejemplo del camino a seguir por el resto de los españoles, gastándose todo el dinero de las colonias en absurdas empresas exteriores para salvaguardar la religión y construyendo, por un lado, cientos de monumentos religiosos para conmemorar victorias frente a los herejes y posteriormente, cuando las cosas ya no iban tan bien, más monumentos religiosos ejemplo de penitencia cara al Altísimo; y por otro, miles de palacios, palacetes y casas de recreo para la aristocracia que, ya dueña de todas las tierras colindantes con Sevilla en un radio de 500 kilómetros, decidió aparecer por ahí de vez en cuando para dejar claras dos cosas: que ahí mandaban ellos y sólo ellos, y que su mandato iba a consistir, fundamentalmente, en organizar todo tipo de fiestas y saraos para regocijo del pueblo sevillano, eliminando toda actividad productiva (y si alguno se quejaba, se utilizaba la Santa Inquisión para quemarlo en la plaza pública y así, de paso, se celebraban aún más fiestas).

Así se mantuvo Sevilla durante siglos y siglos, hasta que un día los señoritos de Madrid decidieron que ya era hora de utilizar los modernos sistemas de comunicación para llegar a la Feria de Abril y otros espectáculos culturales lo más rápido posible, y decidieron hacerlo a la antigua usanza: mediante los Presupuestos del Estado. El AVE Madrid - Sevilla permitió que se plantaran en mitad de la plaza de la Maestranza justo cuando Curro Romero iba a comenzar la faena y volverse a los saraos madrileños, más sofisticados y cool, antes de anochecer, después de disfrutar de los quince minutos en los que Curro, magistral, hacía una vez más el ridículo. Sin embargo, algo salió mal. Sevilla, gracias a las ingentes obras de la Expo 92 desarrolladas como excusa para construir el AVE (a su vez excusa para ir a ver a Curro), parecía que por fin conseguiría salir parcialmente, al igual que el resto de España, del pozo socioeconómico en que llevaba siglos para entrar en la Modernidad.

Pero ojo, sin renunciar a las genuinas características que determinan la especificidad de lo sevillano como extensión del carácter español, por ejemplo:


- Las riadas de histeria colectiva que siguen viviéndose en cualquier festividad religiosa que se precie (antológica la espantada de miles de personas en plena Semana Santa hace tres años por motivos aún sin dilucidar, y antológicas también las múltiples escenas de devoción al Cristo de la Macarena y la Virgen del Gran Poder -sí, bueno, es al revés, permítanme esta exhibición de desconocimiento gratuito para darme el pisto de "qué pedazo de laico soy"-, que nos retrotraen a tiempos y países mejores en lo espiritual, como la Edad Media y Filipinas, respectivamente).


- Sin perder tampoco, naturalmente, buen el humor, como esa espectacular demostración del humor negro andaluz salpicado con virutas de gracejo sevillano que fue la boda de la Elefanta, con gritos (al borde de la histeria, esta vez a causa de las carcajadas que muy profesionalmente logró aguantar la mayoría del público) de "¡guapa!" a su paso que pertenecen, desde entonces, a los anales del humor surrealista español.


- Mostrando, continuamente, un profundo respeto por la Tradición en todas sus formas, ejemplo de lo cual es el sin par barrio de Los Remedios, emplazamiento de la Feria de Abril pero, sobre todo, barrio que aún a día de hoy, y a pesar de los intentos de algunos vendepatrias por provocar la pérdida de su singularidad, sigue denominando a prácticamente todas sus calles, plazas y avenidas o bien con nombres de vírgenes (uno puede pasear por la calle Virgen de Araceli, pasar a Virgen de Robledo, girar por Virgen de Montserrat y acabar llegando a Virgen de Guaditoca; ¡todo el rato pisando terreno Virgen!), o bien alusivos al Glorioso Alzamiento de 1936: no en vano uno llega al Barrio de los Remedios a través del Puente del Generalísimo, cruza por la Glorieta del Alférez Provisional y luego girar a la izquierda para tomar la Calle Presidente Carrero Blanco (¡todo el rato pisando terreno Nacional!). Como siempre. Con ese sabor añejo de las cosas que nunca cambian, porque ¿para qué cambiar?


- Y sin embargo, hay signos preocupantes de que algo está cambiando, pues si hasta la fecha el récord absoluto de manifestantes en Sevilla (excepción hecha de las manifestaciones pos 23 - F, residuo de la equivocada implicación ideológica de los tiempos de la Transición) lo ostentaban aquellos que se echaron a la calle en el verano de 1995, ejerciendo toda la presión popular que fuera necesaria para evitar el descenso del Sevilla a Segunda División B (por impago de impuestos, si no recuerdo mal); la sabiduría popular, nuevamente, bien entendida, surtió sus frutos, y el Sevilla permaneció en Primera un par de añitos más. Sin embargo, decíamos, síntomas preocupantes de abandono de lo más sagrado se han dado en los últimos años a raíz de las enormes manifestaciones contra la Operación Humanitaria Conjunta, un asunto en el que ni el Cristo del Gran Poder, ni Curro Romero, ni el fútbol tenían, en principio, arte ni parte. ¿qué está pasando? ¿Es este el paso previo a la definitiva desintegración de España?

 

Elecciones y candidatos

No teman. Los síntomas que auguraban un preocupante despertar de la Modernidad en sentido equivocado, de la ética calvinista del trabajo de raíz típicamente extranjera, de la visión estricta, carente de imaginación, de las leyes, en suma, del ateísmo, han sido apropiadamente mitigados por las excelentes gestiones de los alcaldes posteriores al show del 92 (Soledad Becerril, del PP, Alfredo Sánchez Monteseirín, del PSOE, y Alejandro Rojas Marcos, inefable presidente del PA), que hacían virtud del tópico hispano y gobernaron como sólo un español "de los de antes" sabe hacerlo: populismo barato, autoritarismo, desarrollo de nuestro sector empresarial más dinámico (la construcción), etc. La duda en estas elecciones no es tanto qué hará quien gobierne (previsiblemente, nada de nada), sino quién gobernará y, sobre todo, con qué apoyos. Porque el PA ha sido la clave de la ingobernabilidad en el Ayuntamiento de Sevilla desde hace años y años, apropiándose siempre que tuvo poder para decidir de la cartera de Urbanismo, sabedores de la importancia que ésta tiene en el aspecto crematístico.

En la situación actual, gracias, como en casi todos nuestros análisis, al buen trabajo del presidente del Gobierno español, Joe Mary Ánsar, y su Humanitarismo, el candidato del PSOE (el actual alcalde Monteseirín) parte con ventaja (en el 99 quedó por detrás del PP por un concejal, 12 y 13 respectivamente, pero gobernó gracias a los seis con que contaba el PA), lo cual le ha llevado a distanciarse del PA, cerrándose puertas ante la esperanza, suponemos, de que le bastará con pactar con IU. Si el PA, merced a sus convicciones intelectuales e ideológicas, prefiere pactar con el PP (es decir, si el PP le garantiza más urbanismo que el PSOE), la alcaldía estará pendiente de un hilo. Según la encuesta del CIS, PSOE + IU consiguen la mayoría absoluta por un pelo, un concejal más que PP + PA. Pero la encuesta del CIS, como repite el Gobierno siempre que tiene ocasión, se hizo durante la guerra de Irak, y la guerra ha terminado… ¿Se ha olvidado la gente de la guerra? Nosotros creemos que no; y, al parecer, somos prácticamente los únicos. La respuesta, el domingo 26 de mayo.

Guillermo López (Valencia)

 
La Radio Definitiva