GRANDES
PELÍCULAS DEL CINE ESPAÑOL
Memoria
de actividades para pedir subvenciones a todo organismo público
Yo
soy esa (Luis Sanz, 1990)
El abuelo fue picador, y el nieto, bandolero
De vez en cuando, o con bastante
frecuencia, según se mire, el cine español nos deja
algunas joyas de ésas que el tiempo olvida con demasiada
facilidad. Son esas películas inclasificables, fruto de una
serie de felices circunstancias y producto del trabajo esforzado
y conjunto de un grupo de genios. Obras nacidas de la terquedad
de productores independientes que insisten en nadar a contracorriente
para dejar sobre el celuloide sus más personales inquietudes.
“Yo soy esa” pertenece a esta categoría.
La película narra la historia
de una cantante que acude con su novio al estreno de una película
en la que ambos son los protagonistas. Mientras ella es una artista
consagrada a su trabajo, él es un drogadicto ludópata
que, incomprensiblemente, no aguanta el estreno del film, y abandona
la sala a los cinco minutos de proyección. La película
dentro de la película relata el amor entre una tonadillera
y un galán en la Andalucía de los primeros años
del franquismo.
Desde luego, por menos precio, imposible
ofrecer más. La película constituye una auténtica
sobredosis de sensaciones:
- Está protagonizada por
Isabel Pantoja (a la que llamaremos a partir de ahora IP, como hacen
los periodistas del corazón, en una mezcla de esnobismo y
burla a la cantante). Pues bien, IP es la protagonista absoluta
del film. Aparece más que Eddie Murphy en “El profesor
chiflado”. Y no sólo eso: canta. ¡Y de qué
manera! Hay por lo menos veinte canciones repartidas a lo largo
de la escasa hora y media de metraje.
- IP, además, interpreta
dos papeles: el de la estrella en la “vida real”, de
nombre Ana Montes (¿un homenaje a la también tonadillera
María del Monte? ¿un guiño lésbico de
la protagonista de la película?), y la estrella de la historia
de “ficción”. Es decir, que cuando no sale IP,
entonces sale IP. Y cuando no canta la primera, canta la segunda.
- La glorificación de IP
es absoluta. De hecho, la película arranca con una sublime
línea de diálogo, proferida por un cámara de
televisión de observa a Isabel Pantoja: “Esta Ana cada
día está más buena”. Y así será
durante todo el film: IP aparece como un icono sexual, y todos los
personajes masculinos simulan asombro cuando ven tal irradiación
de belleza.
Con todo, hay cosas de esta película
que no acabamos de entender, esos detalles que despiertan nuestro
enojo de amantes del cine:
- ¿Por qué aparece
el locutor de radio Carlos Herrera presentando a Ana Montes (IP)
y no lo hace, como sería lo justo y natural, Encarna Sánchez?
¿No la llamó la viuda de España para salir
en la película?
- ¿Por qué no aparece
tampoco Paquirrín? ¿Se separó del pecho de
su madre (IP de nuevo) durante el rodaje de la película?
¿Consideró la reina de las maquinillas Gillette que
la presencia de su hijo añadiría confusión
a la trama?
- ¿Por qué la película
no está dedicada a Paquirri? ¿Por qué dice
IP en la película que es virgen? ¿Por qué el
personaje que no aguanta la película de IP es un yonqui,
cuando lo normal sería que fuera la persona más cuerda
del mundo?
Tantos y tantos interrogantes. Pero
no debemos dejar de reseñar la escena cumbre del film, y
unos de los momentos más castizos, auténticos y geniales
del cine español. Hay una secuencia en que IP va a una iglesia
a confesarse. Se arrodilla en el confesionario y el cura (Juan Luis
Galiardo) le pregunta por sus pecados. Cuando le dice que es una
cantante de copla, el cura le pide que le recite en voz baja la
letra de una de sus canciones, y cuando ésta empieza a cantar,
el cura empieza a hacerse una paja. IP se da cuenta, se levanta
y se va. El plano en el que IP abandona la iglesia está acompañado
de la voz del cura, que suplica: “Canta más, sigue,
sigue”. Glorioso. Uno se queda agarrado de la butaca presa
de la emoción.
Pero todo esto tiene una explicación.
Señalábamos al principio que una obra de este calibre
había sido fruto de un productor independiente. Pues sí.
La película está producida por Víctor Manuel.
Sí, el de la puerta de Alcalá, el de Ana Belén,
el autoproclamado cantante progresista cuya esposa hace anuncios
para Ruiz Gallardón, un candidato del Partido Popular. Víctor
Manuel fue, cuando se secó la escasa inspiración que
tenía, un intrépido productor de cine. En los mismos
años en que su esposa se puso tras las cámaras para
dirigir “Cómo ser mujer y no morir en el intento”,
otro film digno de estudio. Los pilares de nuestra cultura se tambalearon
ante el interés de esta pareja por plasmar sus complicados
mundos personales.
Y
no sólo los suyos. Sino los de todo el gran equipo que trabajó
en “Yo soy esa”. Camarada del grupo de Víctor
y Ana, aparece Juan Echanove interpretando a un marqués andaluz.
Lo raro es que no aparezca también Joaquín
Sabina en un cameo o con una canción compuesta para IP.
El flaco de Úbeda, el colega Joaquín, se perdió,
al parecer, este sarao. Pero sí aparece Luis Cobos como director
musical del film y actorazos de la talla de Loles León o
Juan Luis Galiardo.
Ante esta reunión de progresía,
el elemento extraño es IP. A ver. Si VM es del PCE, JS a
veces es del PCE, a veces de IU, y a veces del PSOE, AB hace anuncios
para el PP, IP sale ahora con JM, ex–político del GIL,
¿cuál es el nexo común de todos ellos? ¿El
dinero? ¿Sólo eso? Pues vaya. Uno que cree que Víctor
Manuel es todo un artista poco preocupado de los asuntos mundanos
como los viles euros. Pero no se crean. Que es una entrevista digital
realizada para el diario El Mundo, se puede leer:
“Pregunta: YA QUE TE LAS DAS
DE COMUNISTA, ¿PORQUE NO REPARTES LOS BENEFICIOS DE TU DISCO
ENTRE LOS POBLES? (sic)
Respuesta de Víctor Manuel: Yo soy comunista, no soy gilipollas.”
Es decir, que en vez de contestar
con inteligencia a esa pregunta burda, Víctor Manuel no responde
otra cosa que esto: si a alguien le da por repartir los beneficios
de su trabajo entre los pobres, entonces es un gilipollas. Al menos
para Victor Manuel. Porque, claro, no hay que ser gilipollas. No
hay que ser gilipollas, y hay que apoyar a la SGAE, hay que abusar
de los consumidores, hay que tomar el pelo a todo el mundo y hay
que vivir de la subvención pública, se encuentre ésta
en el mundo del cine o en el de la canción. Cuando llegan
las vacas flacas para el cine, pues dejamos a IP y hacemos un disco
con Pablo Milanés, que eso de cantar los temas de siempre
con un cubano mulato tiene el éxito asegurado entre la parroquia
progre. Hacemos que compren nuestros discos y luego les lloramos
para que vayan al cine, mientras les robamos con el tinglado montado
en la SGAE.
De todos modos, dice Víctor
Manuel que no piensa producir ninguna película más,
ya que ha perdido mucho dinero con esta labor. Lástima que
los grandes genios tengan que verse relegados a otras tareas menores
por el desinterés del público analfabeto que se ha
criado en nuestro país viendo cine americano e incapaz de
saborear las excelencias del cine español. Que Víctor
y Ana hayan dejado el cine es una tragedia. Una tragedia para aficionados,
público e industria. ¿Tendrá alguna relación
la crisis del cine español con que Víctor no produzca
ya películas? ¿Necesitaremos que vuelva para relanzar
el Séptimo Arte? Definitivamente, sí. El cine español
necesita más secuencias de curas masturbándose en
los confesionarios en los años 40. Es la única manera
de competir con el cine americano: con seriedad.
Manuel
de la Fuente
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