Terminator
3
"I'm
back"
Tras
fracasar estrepitosamente en los proyectos puestos en pie en la
ultima década, Schwarzenegger ha vuelto a un terreno en el
que se siente muy seguro, puesto que es el único que le ha
reportado grandes beneficios económicos, amén de una
cierta reputación en el cine de entretenimiento: este no
es otro que el de los Terminators. La industria de Hollywood ha
vivido en los 90 una involución en lo que se prometián
como los baluartes del cine de palomitas: Stallone y Schwarzenegger.
A pesar de que ambos despidieron la década de los 80 en el
hit parade de actores con recaudaciones millonarias, el batacazo
en los 90 ha sido considerable para ambos. Centrémonos en
el caso de Schwarzenegger que es el que ahora nos concierne.
Schwarzenegger,
guste o no, es un actor de serie B y para serie B. A pesar de intentar
embarcarse en productos hipermillonarios, sus características
como actor no le permiten ir más allá:
- Para
empezar, su marcado acento austriaco es un rasgo identificativo
que le relega a un tipo de papel muy concreto. Schwarzenegger no
puede, por ejemplo, encarnar al héroe salvapatrias que realizó
en su dia Stallone. No es casual, en este sentido, su éxito
en ciertas comedias ("Poli de guardería", "Los
gemelos golpean dos veces"), puesto que el público americano
tiene una imagen muy definida del personaje.
- Su
extraordinaria corpulencia física tambien es un handicap
que le vuelve a llevar a papeles muy limitados, a pesar de constituir,
en un momento, la llave para el éxito. El héroe que
encarna Schwarzenegger se basa en la fortaleza, no en la inteligencia
ni en la superación de sus propias limitaciones, puesto que
no tiene ninguna limitación. Stallone, (sí, de nuevo
él) ha tenido una mayor versatilidad en este terreno, encarnando
papeles sobre hombres medianos que han sabido salir hacia adelante
(Rocky) o personajes con un pasado oscuro y difícil (el John
Rambo que aparece en "Acorralado").
Asi
pues, vista retrospectivamente la carrera de Schwarzenegger, lo
extraño no son sus fracasos tras "Terminator 2",
sino que, precisamente, tuviese carta blanca para manejar presupuestos
tan elevados.
Pensemos,
sin ir más lejos, en los Terminators. Si la primera parte
era un magnífico film de serie B, es decir, de bajo presupuesto,
con un director y actores entonces desconocidos (James Cameron y
Schwarzenegger), la segunda hacía agua por todas partes,
ralentizando el ritmo de la película en beneficio de un mayor
contenido pseudo-filosófico en el guión, con una vomitiva
secuencia en el desierto en que se vislumbra, a través de
los ojos de Sarah Connor, un mundo de paz por la amistad entre John
Connor y el Terminator. Es decir, que a mayor presupuesto, mayores
tonterías trascendentalistas y mayor alejamiento del auténtico
thriller: escenas de persecuciones y acción a raudales.
En
este sentido, "Terminator 3" recupera la esencia de la
saga y vuelve a la acción verdadera, olvidando las idioteces
de la segunda y culminando los deseos de cualquier buen espectador
de los Terminators:
- En
primer lugar, ya estaba bien de tonterías: al final, el planeta
se va a tomar por saco, y estalla la guerra nuclear. Fuera las buenas
intenciones de la segunda parte y vamos a lo que vamos. Si Terminator
nació como un ejemplo de cine de ciencia ficción un
tanto pesimista y catastrofista, no tenemos por qué empañarlo
todo con medias tintas. Al final parecía un chiste tanto
salto temporal para evitar un futuro que nunca llegaba como se anunciaba.
- Además,
los guionistas de esta tercera parte han tenido a bien cargarse
de un plumazo el personaje de Sarah Connor, merced a un cáncer
fulminante. Así, en esta tercera parte no vemos ni un solo
plano de esta idiotizante y cretina madre que sólo sabía
decir palabrotas y comportarse como un camionero, tratando, inútilmente,
de emular a Sigourney Weaver.
- Esta
tercera parte tiene un mayor sentido del humor, con unas réplicas
de Schwarzenegger ciertamente tan breves como ocurrentes. Y situaciones
como el tiroteo con el ataúd a cuestas son dignas de una
antología del cine de accion.
Frente
a esto, no obstante, la película patina cuando no se atreve
a rizar el rizo:
- Al
igual que otra ilustre tercera parte, "Superman 3", en
que el héroe se convertía en malo y utilizaba sus
poderes para hacer travesuras e invertir, de este modo, sus características
positivas, hay un momento en que el Terminator bueno se convierte
en malo, pero, en vez de matar a John Connor, le advierte algo así
como "aléjate de mi, que me han cambiado los circuitos
y te voy a destruir". O sea, que no ocurre nada, porque inmediatamente
Schwarzenegger vuelve a ser bueno y deja de ser una amenaza. Así,
un giro argumental que podría haber dado muy buen resultado,
se queda en el vacío, en un pequeñísimo devaneo
con el lado oscuro de la fuerza.
- John
Connor vuelve a aparecer como un personaje débil, inseguro
y totalmente incapacitado para encabezar cualquier rebelión.
Además, ya que le buscan una novia para esta tercera parte,
la pregunta es: ¿por qué no hay una escenita de sexo
como sí había en la primera parte de "Terminator"?
¿Para qué una novia si no hay un polvo en la película?
Desde luego, estos guionistas de Hollywood ya no son lo que eran.
Y es
que los tiempos que corren no son buenos. Ambos puntos tienen su
explicación elemental: Schwarzenegger está cuidando
su imagen pública ante la posibilidad de presentarse a las
elecciones a gobernador de California. Republicano casado con una
Kennedy (menuda empanada mental), en los albores de su precampaña
no puede aparecer ante su electorado ni como un robot villano ni
como participante en una película con sexo. Si es que ya
ni los tiempos son lo que eran.
Manuel
de la Fuente
|