Shrek
2
En el marco del estimulante enfrentamiento
entre Pixar y DreamWorks, le toca ahora el protagonismo a esta última,
que apuesta sobre seguro y nos trae la segunda parte de “Skrek”.
El derroche creativo que supone cada una de las creaciones de animación
digital (especialmente las de Pixar) se demuestra en que no se intenta
estirar las situaciones en nuevas entregas. Es decir, que mientras
los diferentes agoreros no paran de criticar la poca originalidad
del cine de Hollywood, Pixar y DreamWorks continúan creando
personajes e historias de una originalidad apabullante, y sin tratar
de alargar innecesariamente el filón en fórmulas fácilmente
agotables. Así, Pixar sólo ha repetido personajes
con “Toy Story 2”, y mejorando el resultado de su primera
parte. Pero ni “Bichos”, ni “Monstruos S.A.”
cuentan con su segunda parte. Historia distinta es la de DreamWorks,
que ha decidido no dejar pasar la oportunidad del éxito de
“Shrek”, y acaba de estrenar la secuela. Pero no sólo
eso: se anuncia hasta una cuarta entrega y también una película
protagonizada por el gato con botas, el personaje secundario al
que pone la voz Antonio Banderas.
Frente a la originalidad de los planteamientos de las historias
de Pixar, DreamWorks optó por narrar una historia lineal
en que la parodia más feroz sustituía la dificultad
de plantear guiones como los de Pixar. La prueba de fuego de esta
estrategia, narrativa y comercial, fue la película “Shrek”.
Una cinta cuyo inicio suponía toda una declaración
de principios: el ogro, protagonista de la historia, se limpiaba
el culo con una página de un cuento de hadas. De ahí
en adelante, la burla a una cierta manera de contar historias, y
a toda una tradición cultural, se convertía en el
eje de la cinta, que planteaba, desde un argumento con la estructura
clásica de principio, desarrollo y final, toda una serie
de bromas que se dirigían, evidentemente, a la factoría
Disney y a su esquema ideológico. Gags como el del desayuno
de huevos que prepara Fiona, o el final invertido en que los guapos
se convierten en feos, mostraban la clave del éxito en un
terreno similar al de Pixar, pero trazado con diferentes vías:
al fin y al cabo, DreamWorks conseguía, como Pixar, una película
que triunfaba en las taquillas porque podía ser vista tanto
por los niños como por los mayores, desde distintos niveles
de lectura.
Las estrategias comerciales eran, además, muy similares.
Uno de los principales puntos de atracción fueron las voces:
así, “Shrek” contaba con las de Mike Myers, Eddie
Murphy y Cameron Diaz, entre otros. Se buscaba, sobre todo en el
caso de los dos primeros, a reconocidos y competentes cómicos
de la escuela del “Saturday Night Live”, es decir, actores
con una amplia variedad de registros. Nada que ver con el doblaje
español, porque los pósters que anuncian las voces
de Cruz y Raya o Michael Robinson no sabemos si constituyen un reclamo
publicitario o una advertencia.
Así, “Shrek” fue un bombazo. Y DreamWorks, que
ha cosechado sonoros fracasos, decidió apostar sobre seguro
y traernos este “Shrek 2”. A las voces ya apuntadas
se le añade, esta vez, la de Antonio Banderas (que, afortunadamente,
también dobla al gato en la versión española)
quien borda su creación. Una gran caracterización,
ya que este personaje, con ser secundario y participar muy poco
en el desarrollo de la narración, derrocha un gran carisma
y, como diría algún crítico cursi, llena mucho
la pantalla. La elección de Antonio Banderas no puede ser
más acertada, ya que lleva a cabo una inteligente parodia
de sus personajes más conocidos en Hollywood (particularmente
el de “La máscara del Zorro”). De nuevo Banderas
se convierte en el auténtico protagonista al asumir un reto
profesional del que sale reforzado como actor, frente a las cada
vez menos numerosas críticas envidiosas vertidas desde nuestro
país.
El resto de “Shrek 2”
viene a ser, más o menos, lo mismo que su antecesora. Y aquí
está el problema de la película. Una vez diluido el
efecto sorpresa de la primera entrega, la película se apoya
en una única novedad: el personaje del gato. Pero este personaje
no puede llevar todo el peso de la película, y la historia
de los protagonistas, Shrek y Fiona, resulta demasiado previsible
y convencional debido a la escasa entidad de los malos de la historia,
el hada madrina y su hijo casamentero. En ningún momento
llegan estos personajes a inquietar, algo muy necesario en esta
segunda parte, puesto que, aunque el perverso Lord Farquaad de la
primera parte era también un malo ridículo, la película
se basaba entonces en su parodia novedosa. Algo que ya no se puede
sostener en la segunda parte, donde las únicas aportaciones
burlescas lo constituyen las referencias a Beverly Hills del escenario
del país de Muy muy lejano.
Así, en “Shrek 2”,
con ser una película muy divertida, todo suena a calco de
la primera parte, desde el inicio con las páginas del cuento
de hadas (y la sorpresa, consistente esta vez en que la cama de
la princesa la ocupa un lobo) hasta el final cantado. Eso sí,
un final que resulta divertidísimo gracias, otra vez, a Antonio
Banderas, que se arranca, junto con Eddie Murphy, en una delirante
versión de “Livin’ La Vida Loca”. Pero,
aparte de los divertidos gags, poco más hay que destacar.
Porque los cimientos en los que se apoyan estos golpes de humor
vuelven a ser la burla de los cuentos de hadas. Se ha comentado
en alguna reseña que “Shrek 2” cuenta también
con guiños a productos como “El señor de los
anillos” o “Fawlty Towers” (no en vano John Cleese
pone su voz a un personaje). Pero también es verdad que esto
también aparecía en la primera parte, como en la parodia
de “Matrix” en el momento en que Fiona se enfrentaba
a Robin Hood.
Aun así, “Shrek 2”
garantiza pasar un rato muy divertido en el cine. A pesar de que
todo huele a agotamiento y futuro desastre de la fórmula
en el caso de que se concreten la tercera y la cuarta parte, habrá
que esperar a que el trabajo de los creativos de DreamWorks desmienta
lo que aparece ya trazado en esta secuela. Eso sí, lo que
queda claro es que los aspectos técnicos seguirán
en su proceso imparable de mejora. Impresionantes resultan las secuencias
de lluvia o el diseño del gato, que hace que se nos olvide
que lo que estamos viendo es una película de animación.
También en este aspecto, los espectadores agradecemos la
rivalidad entre Pixar y DreamWorks.
Manuel
de la Fuente
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